domingo, 21 de octubre de 2012

REGULO EN LAS LETRAS Y EN LOS ESCENARIOS


En el 508 antes de Cristo hubo un pacto romano-cartaginés entre las dos incipientes potencias el cual comprometía a los romanos a no desembarcar en Córcega ni en Cerdeña. Es el tiempo de la creación de las primeras colonias griegas y fenicias. Cartago, p. e., a una docena de km de la actual Túnez, había estado fundada por los fenicios. Pero más adelante, en el 289 a. C., empezaron ya las escaramuzas en guerras internas donde unos se aliaban con los cartagineses y otros con los romanos. El imperialismo, el afán de conquista y riquezas hizo que en el 246 estallara la I Guerra Púnica. Generalmente los cartagineses ganaban por mar, eran excelentes marinos, y los romanos por tierra. Igualdad. Pero los romanos aprendieron rápidamente la técnica de la navegación de sus pueblos vecinos y con unos aparatos llamados “cuervos” que se clavaban en el barco enemigo y prácticamente convertían la batalla marítima en un combate de terrestre para finalmente derrotar a sus rivales. Animados los romanos, prepararon la batalla naval de Ecnomos (255 a. C.) al mando del cónsul Marco Atilio Régulo. Romanos y cartagineses tenían unos 330 navíos cada parte: los romanos perdieron 24 naves y los cartagineses 30, mientras el resto huía. Régulo se acercó a 30 km de Cartago y los cartagineses pidieron la paz. Pero Régulo impuso por su cuenta condiciones inaceptables y la lucha se reanudó sufriendo los romanos una gran derrota y, además, Régulo fue hecho prisionero. Le dejaron volver a Roma porque dio su palabra de honor de regresar a Cartago si el Senado no aceptaba la paz. Sin embargo el cónsul insistió a sus compatriotas que continuaran la guerra y marchó camino de Cartago a pesar de las súplicas de su esposa e hijos. Le torturaron atrozmente hasta morir (según en alguna versión, dentro de un barril tapizado de púas). La guerra continuó: el cartaginés Amílcar Barca, padre de Aníbal, protagonista de la II Guerra Púnica, inventó lo que hoy en día llamamos “comandos” y los envió a las costas de Italia. Roma necesitó cinco años para rehacerse del desastre e iba perdiendo, las levas estaban agotadas, al igual que el tesoro público pero con un supremo esfuerzo por parte de los ciudadanos botaron una escuadra de 200 navíos y nombraron comandante en jefe al cónsul Cayo Lutacio Cátulo que pudo finalmente derrotar a Amílcar en la batalla de las islas Égadas a pesar de estar herido y contraviniendo las órdenes del Senado de no atacar. La maniobra de asalto le salió bien (200 barcos en contra de los 400 de Amílcar). El cartaginés perdió 120 naves y las supervivientes pusieron rumbo a Cartago (noblemente, Cátulo le dejó retirarse). Cartago pidió la paz, Cátulo no quiso repetir el error de Régulo y dejó las condiciones en manos de los políticos del Senado quienes exigieron a los cartagineses abandonar Sicilia, restitución de los prisioneros sin rescate y el pago de 3.200 talentos en diez años. Condiciones razonables, dentro de todo, y Cartago las aceptó. Era el fin de la I Guerra Púnica (242 a. C.) que había durado un cuarto de siglo, pero solo tiempo de reposo y preparación para comenzar la II Guerra Púnica unos años después.
Marco Atilio Régulo fue un personaje muy popular. De él hablan Caro Naevio, Quinto Ennio, Polibio, Tito Livio y Marco Tulio Cicerón en “De Oficiis” (lo cita en más escritos), donde se detallaba por vez primera la tortura y la muerte para resaltar la valentía de Régulo. Silio Itálico se centra en la amarga despedida de Roma para volver a Cartago. Quinto Horacio en su tercer libro de sus “Odas” sigue las reflexiones de Cicerón, destacando la valentía y el honor de cumplir su palabra dada a pesar de dirigirse hacia la muerte, aparte de reflexionar sobra las consideraciones entre interés personal y nacional. También Valerio Máximo lo cita como ejemplo de cumplimiento del deber y la lealtad. Esta fidelidad será recordada por san Agustín en sus escritos. Régulo estará presente en la Edad Media gracias a Lucio Enneo Floro, Eutropio, Paulo Orosio y una obra anónima: “The Viris Illustribus”, para seguir con Otto de Freising, Vincent de Beauvais y Matthew de Westminster en sus “Flores Historiarum” (1235) donde resalta la autodeterminación y la fidelidad a sus principios. Giovanni Boccaccio en “De Casibus Virorum Illustrum” (1356- 1373) y John Lydgate en “Fall of Princes” (1430-1438) siguen los esquemas de san Agustín.
En el campo del teatro y de la ópera el prolífero Piero Metastasio redactará un libreto en 1740 en el cual, entre otros, pondrán música Johann- Adolf Hasse (1750) y Niccolo Jommeilli (1752). Al final sus familiares y todo el pueblo comprenderán  a Régulo en no ceder delante sus ruegos y súplicas y le dejan marchar. Existe una ópera anterior de Alessandro Scarlatti (1719) y Henry Purcell compondrá otra según una obra teatral de John Crowne.
En la literatura inglesa John Milton hizo una evocación a Régulo en “Paradise Regained” (1671) y William Harvard escribió un drama (1744), la literatura francesa nos dará las obras de Jacques Pradon (1688) y Antonio- Vincent Arnault (1822), mientras la alemana tiene la tragedia de Friedric- Christian Bressand (1695) inspirada en Pradon y una obra teatral de Joseph Heinrich von Collin que fue estrenada en 1802 bajo la dirección de Johan Wolfgang von Goethe.
                                                                     Narcís Ribot i Trafí

No hay comentarios:

Publicar un comentario