domingo, 29 de abril de 2018

RENOIR


                                  
   “Para mí un cuadro tiene que ser una cosa amable, bonita y alegre. La vida tiene ya sobradas cosas que nos fastidian como para que tengamos que inventar aún más” (Pierre Auguste Renoir)

                                           Pasada la mitad del siglo XIX apareció en Francia aquel movimiento pictórico que revolucionó en mucho el arte occidental llamado “Impresionismo”. El término surgió de la mente de un crítico de arte llamado Louis Leroy (1812- 1885) para burlarse de una obra de Monet. Mucha parte de la crítica y público atacó, se burló y ridiculizó a los pintores impresionistas y a sus obras, unos desconocidos que subvertían las reglas del “arte oficial” promovido y fomentado por la Academia, el Salón Oficial y la Escuela de Bellas Artes los cuales tiranizaban el arte impidiendo cualquier manifestación diferente a lo ”oficial” o sea lo dictado por ellos. Hoy en día tanto el Impresionismo, estilo pictórico en si, como los pintores de este grupo poseen una reputación elevadísima y sus obras están muy cotizadas mientras nadie recuerda a Leroy (si no es por la anécdota de la invención del nombre en plan satírico pero denominación aceptada por la mayoría, incluso entre los pintores de aquel movimiento) ni a quienes atacaban aquella grandiosa corriente pictórica (el mismo caso ha sucedido en otros campos, en otras artes, en otros lugares)...
En diciembre de 1873 se fundó la “Sociedad Anónima Cooperativa de Artistas Pintores, Escultores, Grabadores” a cargo de los pintores Claude Monet, Alfred Sisley,  Pierre- Auguste Renoir, Edgar Degas, Camille Pissarro y Berthe Morisot en oposición, principalmente, a la “oficialidad”. Cuatro meses más tarde (abril 1874) se producía la I Exposición de los Impresionistas”. Los participantes sumaron unos treinta artistas (algunos no eran ni fueron impresionistas pero apoyaban el movimiento) entre ellos los seis nombrados anteriormente añadiendo a un joven Paul Cézanne. El término acuñado por Leroy en la revista “Charivari” prosperó --- a pesar de ser satírico e incluso injurioso (mismo caso del astrónomo Fred Hoyle el cual inventó el término “Big Bang”, con referencia al reloj londinense Big Ben, para ridiculizar la teoría) --- aunque Degas y Renoir nunca estuvieron de acuerdo con este vocablo. A pesar de críticas negativas y contrariedades la exposición sirvió para dar a conocer a estos pintores y que lo negativo sirvió para el triunfo y el éxito en el futuro (éxito artístico y, casi siempre, económico).
Por supuesto los Impresionistas recibieron influencias y tuvieron precursores, p. e. la Escuela de Barbizon fundada por Theodore Rousseau seguido por otros (Millet Corot, Díaz, etc.), quienes efectuaban sus dibujos, apuntes y bocetos al aire libre (acababan la obra en estudio) en el pueblecito de Barbizon cerca del bosque de Fontainebleau y allí tomaron contacto con los futuros impresionistas: Monet, Renoir, Sisley y Bazille. Renoir admiraba profundamente al pintor realista Gustave Courbet, rechazado por parte de los salones oficiales a causa de sus obras sobre temas “vulgares” (y de sus ideas políticas), además de Camille Corot, gran paisajista y clave en la evolución de la pintura francesa del siglo XIX, tomando contacto también con Narcise- Virgile Díaz (se convirtió además en su protector y consejero) mientras Monet sentía admiración por Jean François Millet --- también realista y también asiduo de Barbizon --- y Sisley tenía devoción por Corot. Los impresionistas fueron, pues, los primeros pintores en extender sus caballetes al aire libre. Su característica principal es la captación de la luz sobre los objetos, el color debe ser aplicado sobre la tela sin el oscuro de fondo tan utilizado en anterioridad, la pintura debe realizarse al aire libre (aunque Renoir trabajará también en interiores y estudio, especialmente sus retratos y Degas prefería los interiores y el estudio al aire libre). Tampoco podemos olvidar la influencia del arte japonés introducido en Francia por el pintor estadounidense James A. McNeill Whistler. Édouart Manet y Degas fueron los primeros impresionistas que se acercaron al arte japonés (en postales, cerámicas, etc.) buscando el valor decorativo y el exotismo oriental. Otros se dejaron influenciar en más o menos importancia sobre distintos elementos.
Pierre Auguste Renoir (Limoges, 1841- Cagnes- sur- Mer, 1919) nació en una familia humilde. Su padre era sastre y su madre costurera. No pertenecía a la alta burguesía como Manet, Degas, Caillebotte  o Cézanne ni tenía el porte aristocrático de Degas. Su familia se trasladó a París cuando él tenía cuatro o cinco años y después de los estudios básicos entró a trabajar en un taller de porcelana, especialmente diseños de Jean- Honoré Fragonard y François Boucher (en porcelanas y abanicos) a quienes admira. Alguien convenció a sus padres de las cualidades del muchacho y su interés por la pintura y después de mucho trabajo logró reunir dinero para entrar en la Escuela de Bellas Artes y estudiar. Primeros años de experimentación copiando obras de pintores del pasado (como Rubens) perfeccionándose en el estudio de Charles Gleyre en donde conocerá a sus mejores amigos y colegas: Frédéric Bazille (recordemos que nunca llegó a formar parte de grupo impresionista a causa de su muerte en la guerra franco- prusiana en 1870), Monet y Sisley. Pinta paisajes  con sus tres amigos en Barbizon influenciado por Courbet y por Manet entre flores y naturalezas muertas, no desea innovar nada, de momento, no le gustan ni entra nunca en las teorías pictóricas, proyecta pinceladas tenues  y casi imperceptibles sobre el lienzo mientras que su cuadro preferido es “Femmes d'Algier” del gran romántico Eugene Delacroix a quien también admira, sobretodo por su espléndido colorido. Vendrá su etapa propiamente “Impresionista” al formarse el grupo siendo, con el tiempo el más popular y valorado de entre todos sus colegas. En esta época pinta al lado de Monet, a veces los mismos temas siendo difícil distinguir las obras de ambos --- podrían ser perfectamente intercambiables --- cuyo ejemplo más claro está en los cuadro de “La Grenouillère”,  ---“Estanque de las ranas” ---, complejo fluvial con restaurante para fiestas y almuerzos, construcciones en la ribera, islas artificiales, bullicio de gente, botes de remo, etc. (tres pintados por Monet y tres por Renoir).
A pesar de todas estas influencias Renoir será autodidacta como Monet. “La Loge” (1874) inaugura oficialmente su período impresionista, antes, preimpresionista, tenemos “El cabaret de la mère Anthony” (1866), aún dubitativo ante la coloración y “Baile en el Moulin de la Galette” (1876), auténtica obra maestra de esta etapa impresionista en donde conjunta manchas de luz y sombra y precisa perfectamente la individualidad dentro de una masa en un ambiente jovial.
Renoir fue el más alegre y vivaz en su estilo del grupo y el más atrevido con los colores. Usaba el rojo y el negro, siempre sencillos y puros, colores no muy frecuentes entre los impresionistas. Será un innovador como Monet o Cézanne y, como este último, será responsable (voluntario o no) del arte moderno, fuente para muchos artistas. Podríamos decir que Renoir es “el poeta de la vida cotidiana”, como se ha escrito.
Al finalizar la década de los 70 Renoir se alejó del grupo (se diluyó en 1886 aunque los miembros nunca dejaron de ser/pintar como “impresionistas”, algunos en su totalidad y otros en parte). Renoir viajó a Italia y se maravilló con las pinturas pompeyanas, la obra de Rafael Sanzio y la del hispano Diego Velázquez. Sin abandonar totalmente la base de la formulación impresionista (incidencia de la luz sobre la naturaleza, personas, objetos) aunque deja atrás la visión espontánea y los efectos atmosféricos experimentando con un estilo más clásico logrando una armonía compleja y un conjunto de obras magistrales siempre con su mirada optimista con líneas audaces y comprometidos contrastes. Es la época en donde realizó más retratos llegando a ser considerado uno de los más grandes retratistas de la historia. También los desnudos femeninos además de plasmar perfectamente la sonrisa de un niño en varias obras suyas. Ahora admira a Jean Auguste Dominique Ingres usando las posibilidades de la línea y el dibujo (de esta época destaca, entre muchos, otros, la serie de cuadros sobre “Los bañistas”).
Había nacido para pintar. En los últimos años se ataba las manos a los pinceles a causa del reumatismo porqué su finalidad era pintar. A mitad de la década de los 80 no solamente carecía de problemas económicos sino que se había hecho rico y sus obras estaban reconocidas.
De su esposa Aline Charigot (1859-  1915) --- antigua modelo suya --- (contrajeron matrimonio en 1890) tuvo tres hijos: Pierre,  Jean (futuro director de cine) y Claude. Al final de su vida usa los rosas, amarillos, azules y violetas  proyectados sobre el lienzo en capas progresivas dando a su obra un trepidante estilo en donde hay impresionismo y clasicismo a la vez. Será pieza clave en el futuro arte del siglo XX, sus vanguardias y sus corrientes en la concepción del dibujo.
En otra ocasión podríamos hablar de alguna de sus obras más significativas y dar una bibliografía en castellano. Para acabar solo recordar la anécdota de 1882: conoció a Richard Wagner y le pintó un retrato. El músico dijo que le hacía parecer un pastor evangélico...



jueves, 5 de abril de 2018

TCHAIKOVSKY, ESENCIA DEL ROMANTICISMO TARDÍO



                           Piotr Ilich Tchaikovsky (1840- 1893 nació en Volkinak, localidad rusa cerca de los Urales. De familia aristocrática, su padre el coronel Ilya Petrovich Tchaikovsky era inspector de minas y su madre, Alexandra Andreievna provenía de la nobleza de San Petesburgo. De pequeño escuchó atentamente a su madre tocar el piano (con cuatro años). Comienza clases de canto con Luigi Piccoli (1856) y estudia con un gran profesor: Rudolf Kundinger (1869). Acaba su carrera de derecho y gana una plaza de redactor en el Ministerio de Justicia que más tarde abandonará para dedicarse enteramente a la música. También conoció a los hermanos Anton y Nicholas Rubinstein (fue alumno de Anton, cofundador del Conservatorio de San Petesburgo) y, más tarde, a instancias de Nicholas, comenzó a elaborar su primera sinfonía (no confundir a los hermanos Rubinstein con el gran pianista polaco Arthur Rubinstein).
Después de la muerte de su madre (1854) lo cual ensanchó la natural tristeza de Piotr, el fracaso de su matrimonio (su esposa tenía las facultades mentales perturbadas) junto con el descubrimiento de sus tendencias homosexuales y épocas de penuria económica llevaron al compositor al borde de la desesperación (Nadejda von Meck, viuda rica, se convirtió en mecenas de Tchaikovsky durante catorce fructíferos años de composiciones inolvidables para después abandonarle al enterarse de sus inclinaciones sexuales). Desde San Petesburgo, patria del nacionalismo musical, Tchaikovsky fue continuamente atacado por el grupo de “Los Cinco” --- César Cui, Nikolai Rimsky- Korsakov, Modest Musorsky, Alexander Borodin y Mily Balakirev --- los cuales condenaban el eclecticismo occidental atribuido a Tchaikovsky en contraste con su orientalismo bello y exótico pero a veces rudo. Pasadas las virulencias, y a pesar de todo, mantuvo una buena amistad con algún miembro de los “Cinco” (especialmente Musorsky) aunque nunca se dejó influenciar por ellos. 
La música de Tchaikovsky emana de un sentimiento interior (tristeza, melancolía, desesperación) y su forma musical es equilibrada, pulida y adecuada con un buen dominio técnico pero sus detractores le han acusado de ser excesivamente sentimental  --- ¿y qué? --- para, a veces, negarle la inspiración aunque nunca pudieron atacar sus grandes dotes melódicas del autor y su irresistible encanto al cual no se puede quedar indiferente. Como orquestador Tchaikovsky comienza inseguro y desigual para llegar a sus obras maestras con una madurez indiscutible. Pasado 1880 es señalada la época donde el autor consigue sus obras más en relación con su desahogo emotivo (bellas melodías, dulce orquestación) por lo cual será más conocido y popularizado siendo menos comprendido por algunos (aficionados superficiales, nefastas adaptaciones “modernas” símil Luis Cobos o Waldo de los Ríos) en su obra menos sentimental y más fuerte.
Reconociendo la grandeza de Beethoven no sentía aprecio por su música ni tenía en consideración ni Haendel ni Bach; sus admirados eran Schumann y Mendelssohn y su ídolo Mozart a quien consideraba la élite de la belleza musical (es indudable cierta influencia mozartiana en algunas composiciones de Tchaikovsky).
De sus seis sinfonías las tres últimas son las más conocidas. En su primera sinfonía (subtitulada “Sueños de Invierno”) hay destellos de talento a ritmo irregular con muestras de su inseparable debilidad: el vals, un vals con carga emocional. La segunda, apodada “Ucraniana”, sobre temas del folklores ucraniano, discreta, destaca el dominio orquestal. La tercera (“Polaca”, por la polonesa que contiene al final) es la más bella de las tres primeras. La cuarta (bautizada por el mismo autor como “La nuestra”, aunque siempre se sentía no satisfecho del todo en sus obras) es melancólica y nostálgica aunque superada en estos aspectos por la quinta --- excelente en todos los conceptos ---, de insuperable construcción la cual parece lastrada por un peso frustrante y terrible. La sexta es triste --- llamada “Patética” por ello --- y resulta la más compleja y elaborada. A este excelente conjunto ha de añadirse la “Sinfonía Manfred”, pensada inicialmente como música programática sobre el poema de Lord Byron  y que acabó por estructurarse dentro de los canales sinfónicos al igual que otras composiciones, paradigmas demostrativos de su gran orquestación y perfecto dominio del autor en la música programática con espléndida correspondencia con los valores estéticos y literarios de los clásicos (“Divina comedia”, obertura- fantasía “Hamlet”, obertura “Romeo y Julieta”).
De los tres conciertos compuestos para piano (el 3º inacabado) solo el primero ha quedado en los repertorios musicales, destacando por su orquesta primorosa y su virtuosismo, siendo considerada una obra típica del autor. No menos bello y lírico es el concierto para violín, especialmente en su 2º movimiento realmente hermoso.
La música de cámara está menos marcada por el intimismo (sexteto para cuerda) y son destacables obras orquestales como “Capricho Italiano” y “Obertura 1812”.
Lo más conocido y popular de Tchaikovsky son, sin embargo, los ballets con la posibilidad de ser erróneamente considerados como “música atractiva pero fácil” cuando en realidad son auténticos compendios de imaginación, cromatismo, fantasía y delicadeza: “La bella durmiente”, “El cascanueces” y “El lago de los cisnes”, además de alguna ópera famosa (“Eugene Oneguin”).
Estando Rusia afectada por el cólera en 1893 Tchaikovsky, sin hacer caso a las autoridades sanitarias, bebió un vaso de agua sin hervir (¿voluntariamente?) y al cabo de pocos días murió al igual que su madre unos años antes...

                                                                                       Narcís Ribot i Trafí