sábado, 23 de marzo de 2019

EL MARAVILLOSO MUNDO DE RAY HARRYHAUSEN (I)



               Cuando en cine se habla de “creador” habitualmente se interpreta como realizador o director. Nuestro hombre no es actor ni realizador, tampoco actor, pero si CREADOR. Si colabora de manera muy importante con los realizadores y guionistas en las cintas donde él interviene y hasta en ocasiones ha elaborado la idea/sinopsis inicial. Su nombre completo es Raymond Frederick Harryhausen (1920- 2013) y nació el Los Ángeles un 29 de junio de 1920. Era estilista y artista completo aunque él y su método  fueron forzosamente jubilados a partir de 1980. Crea y anima sus figuras con una técnica inventada en los inicios del cine pero, al pasar por sus manos, deviene totalmente personal e inconfundible. Sus modelos representan figuras que podríamos dividir en cinco grupos: a) mitología griega (“Jason y los Argonautas”, “Furia de titanes”), b) mitología árabe (“Simbad y la princesa”), c) mitología hindú en mezcla con la árabe (“El viaje fantástico de Simbad”), d) animales prehistóricos que existieron --- el Phororhacos, ave de una estatura casi el doble de un ser humano de “La isla misteriosa”, el alosaurio de “Valley of Gwangi” --- o no (el “redosaurio” de “El monstruo de tiempos remotos”, gigantesco dinosaurio totalmente  originario de la inventiva humana) y e) seres nacidos de su imaginación (los selenitas de “La gran sorpresa” o el Ymir, criatura de aspecto reptiliano proveniente de Venus,  en“20 Million Miles to Earth”).
Su técnica es la llamada Stop Motion, animar fotograma a fotograma sus increíbles criaturas para luego sobreimpresionar con las escenas filmadas con actores. No se sabe con exactitud cuál de los pioneros del cine a principios del siglo XX descubrió y/o utilizó por vez primera este procedimiento. Según Carlos Fernández Cuenca el invento del llamado “Paso a manivela”, o sea rodar imagen por imagen, se debe al turolense Segundo de Chomón (uno de sus films más hermosos es “El hotel eléctrico”, 1908,  ciencia- ficción cinematográfica en los albores del 7º arte) aunque ya a finales del siglo XIX otros también lo habían utilizado (cfr. James Stuart Blackton en su corto “The Humpty Dumpty Circus”, 1898, donde unos juguetes de circo cobran vida). Como nos cuenta el libro “Ray Harryhausen, creador de monstruos” (obra coral editada por la Xunta de Galicia, 2009), se trata de rodar paso a paso un objeto frente a la cámara moviéndole una pequeña fracción en cada toma. Por ejemplo, si se quiere rodar un hombre caminando cinco pasos, a una velocidad de un paso por segundo para crear una animación de cinco segundos, a 24 imágenes por segundo, se necesita rodar 24 x 5=120 posiciones diferentes. En teoría parece fácil y sencillo pero ha de ser un trabajo metódico, paciente y concentrado para que salga bien. Harryhausen crea las figuras que nos parecen gigantescas en la pantalla, en realidad de reducido tamaño --- he tenido algunas en mis manos (1) --- elaboradas con yeso y/u otros materiales, con un complejo mecanismo interior que les privilegia para adoptar distintas posturas (recordemos el semblante ceñudo de los cíclopes en “Simbad y la princesa” o la expresión complacida del Ymir cuando rebaña la harina con el dedo y la chupa en “20 Million Miles to Earth”, algo tan entrañable y poético como irrepetible), además de pintarlas él personalmente (el colorido suele ser excitante). Las escenas combinadas con intérpretes de carne y hueso se filman aparte.

A los 13 años Ray Harryhausen se entusiasmó al visionar el mítico “King- Kong” (“King- Kong”, 1933) de Ernest Beaumont Schoedsack y Merien C. Cooper, admirando la técnica de movimiento usada por Willis O’Brien desde hacía años, auténtico creador  y perfeccionador del método en Estados Unidos (recordemos su animación de dinosaurios en la muda “El mundo perdido”, de Harry O. Hoyt, 1925, según novela de Arthur Conan Doyle, creador del inmortal Sherlock Holmes). Este hecho impulsó y decidió su vocación de animador de seres fantásticos siguiendo el método de Stop- Motion utilizado por O’Brien. Se prepara ensayando como amateur en el garaje de su casa en cortos de trucajes. Su dominio de la fotografía y su afición por la escultura y técnicas le ayudarán enormemente en su carrera para más adelante interesarse y profundizar en la dramaturgia y dirección artística. Su primera obra conocida es la de un oso de las cavernas elaborado a partir de un viejo abrigo de su madre. A la par se va interesando por la fantasía y la S. F. (abreviatura original de Ciencia- Ficción = Science- Fiction) literarias y cinematográficas, conociendo más adelante al escritor de S. F. Ray Bradbury (“El país de octubre”, “La feria de las tinieblas”, “Crónicas marcianas”, “El vino de estío”, etc.).
A principios de los 40 logra su profesionalidad entrando a colaborar con el húngaro George Pal (2) en su serie de “Puppetons” --- un muñeco para cada escena --- debut de la animación tridimensional en Estados Unidos en una serie de cortos titulada “Mother Goose Stories” (en correspondencia solo existían los dibujos animados, campo donde Walt Disney poseía justamente toda la hegemonía). Al finalizar la Guerra los precios se dispararon y se abandonó esta técnica (existe un DVD en inglés sobre los “Puppetons” de Harryhausen). El paso decisivo para su vida profesional y uno de los más felices de su existencia fue cuando conoció a Willis O’Brien quien le nombró su ayudante para su próximo film: “The Mighty Joe Young” (“El gran gorila”, 1949), dirigida por Ernest B. Schoedsack y producida por Merien C. Cooper para RKO (algunas fuentes indican que John Ford tuvo algo que ver en la producción). El maestro encaminó a Harryhausen hacia su formación artística definitiva. Le indicó la importancia del diseño (O’Brien era un gran dibujante) y que perfeccionara el dibujo y la pintura además de manifestarle su admiración por el ilustrador Gustavo Doré (1832-1883), admiración a partir de entonces compartida por el alumno, quedando impresionado por algunas series de sus grabados (p. e. las dedicadas al “Barón de Munchausen” o al “Infierno de Dante”) a la par que John Martin y Joseph Michael Gandy, paisajistas británicos especializados en panorama histórico o sea el visualizar escenas donde la arquitectura de la Antigüedad tiene preponderancia, influyeron notablemente en la consolidación formativa de su carrera (especialmente en la reconstrucción del pasado clásico y mitológico).
El gran gorila” es la tercera vuelta a la tuerca sobre el tema del simio gigante,  “King-Kong” que el equipo Schoedsack- Cooper ya habían dado con “Son of Kong” (“El hijo de Kong”, 1933), prácticamente la continuación directa contando también con el concurso de O’Brien y el amparo de RKO. “El gran gorila” es un film familiar, divertido, sin la trascendencia de “King-Kong” pero O’Brien ganó un Oscar por su animación y Harryhausen logró trabajar con su admirado mentor de quien siguió sus consejos de pulir su técnica reforzando y perfeccionando  su relación con el diseño.
O’Brien modelaba y animaba mediante el “Stop- Motion” a sus criaturas. Empezó de la forma más sencilla en cortos, al dedicarse profesionalmente al cine y al pasar más de dos décadas su método había evolucionado: necesitaba un equipo de técnicos para elaborar los escenarios en miniatura donde circulaban los muñecos en miniatura, luego para acoplar los actores se utilizaba el sistema de retroproyección. Detrás de los escenarios en miniatura se ubicaba una pantalla donde se proyectaba a los actores previamente filmados en decorado. Se lograban planos maravillosos y espectaculares pero al tener que reconstruir tantos emplazamientos y maquetas el proceso era caro y lento además de requerir una paciencia y una laboriosidad a toda prueba. Harryhausen en su inagotable afán experimentador encontró un sistema más barato que veremos más adelante (Dynarama oDynamation).
Después de unos cortos de animación para anuncios de publicidad (“The story of Hansel and Gretel”, “The story of Rapuncel”), en 1952 le ofrecieron realizar la animación de un gigantesco dinosaurio imaginario (redosaurio) que asola New York después de ser despertado de su letargo de siglos en el Polo Norte tras una explosión atómica: “The Beast from 20000 Fathoms” (“El monstruo de tiempos remotos”, 1953) dirigida por Eugene Lourie para Warner Brothers (un relato corto de su amigo Ray Bradbury servía de punto de partida al guión). El presupuesto era más bien escaso pero Harryhausen --- se había comprometido a hacerlo --- llevó a feliz término sus ideas aún en estado de experimentación.
En 1953 conocerá y trabará amistad con un productor de la Columbia, Charles H. Schneer quien se interesa por el arte de Harryhausen y a partir de ahora le financiará todas las obras de su carrera con la doble excepción del documental del realizador/productor Irwin Allen, “The Animal World” (1955) donde volvió a trabajar en equipo con su admirado maestro Willis O’Brien (por cierto, un film muy difícil de encontrar) y “One Million Years BC” (“Hace un millón de años”, 1966), de Don Chaffey para la legendaria productora británica de Michael Carreras, Hammer Films.
Ajustándose a una economía restringida, a diferencia de otros que en la actualidad disponen de presupuestos millonarios y toda clase de técnica y técnicos para la animación (las películas donde interviene Harryhausen rozan, podríamos decir, los límites de la fenecida serie B), nuestro hombre conseguirá hallazgos inolvidables que harán las delicias tanto a pequeños como a mayores. La prueba está en que siempre se habla de un “film Harryhausen” y no del director de turno el cual, si se trata de un Nathan Juran (“Simbad y la princesa”, 1958) --- su primer film en color --- un Don Chaffey (“Jason y los Argonautas”, 1963) o un Gordon Hessler (“El viaje fantástico de Simbad”, 1973), inspirados, veremos auténticas maravillas. Por el contrario, películas vulgares y mediocres que jamás pasarían a la historia del cine son recordadas con cariño por la intervención de Harryhausen.
                                                                       Narcís Ribot  Trafí                  
(1)- Como dije conocí personalmente a Ray Harryhausen en el Festival de Cine Fantástico y de Terror de Sitges en 1984. Allí tuve ocasión de conocer también algunas de sus increíbles criaturas.
(2)- George Pal fue un destacado productor de cine fantástico, Ciencia- Ficción y de aventuras (“Con destino la luna”, “La guerra de los mundos”, “Cuando ruge la marabunta”) además de dirigir algún título interesante (“El tiempo en sus manos”, “Atlántida, el continente perdido”). Hace tiempo escribimos sobre él.



viernes, 15 de marzo de 2019

“SIMBAD Y LA PRINCESA” (NATHAN JURAN, 1958)



¡Por el imperio de mi voz, desde el mundo que la esperanza ofrece, yo te lo mando genio, ahora aparece!”   (Palabras a recitar para que se materialice el genio de la lámpara)

                        The 7th Voyage of Sinbad” (“Simbad y la princesa”, en España), producida por Charles H. Schneer en 1958 y dirigida por Nathan Juran es una indiscutible obra maestra del cine llamado “maravilloso” (y aventurero) conseguido a base de un trabajo de equipo vertebrado sobre un sólido y dosificado guión de Kenneth Kolb --- según una idea de Ray Harryhausen sobre las narraciones de las “Mil y una noches” (1) --- y en las portentosas figuras del mismo Ray Harryhausen (2) --- su primer trabajo en color --- con su sistema “Stop Motion”, fotograma a fotograma, también llamado Dynarama o Dynamation, aprendido de su maestro, el gran Willis O'Brien (creador y animador de las figuras del inimitable “King- Kong”, 1933). Tenemos el caso de un honesto artesano el cual se encontró con la película de su vida, Nathan Juran, ha pasado otras veces: también realizadores grises o mediocres, miembros del artesanado movidos por el encargo y el interés por la continuidad del trabajo, han redondeado un obra magnífica (recordemos a Richard Thorpe con “El prisionero de Zenda” o Henry Levin con “Viaje al centro de la Tierra”) o  al contrario algún director como Michael Curtiz (excelente)  consiguió una película inmortal, “Casablanca”, por encima de sus méritos (“El capitán Blood”, p. e., me parece mucho mejor). No podemos olvidar la conseguida y adecuada música de Bernard Herrmann (“Psicosis, “Los pájaros”, “Viaje al centro de la Tierra”, “La isla misteriosa”, etc.) con tonalidades orientales y logrando una de sus mejores partituras. Con su habitual eficacia sugiere con elegancia --- sin nunca subrayar groseramente como se hace en muchas ocasiones hoy en día --- lo conveniente en el instante oportuno: los trombones preparan la aparición del gigantesco cíclope en la playa de “La Conca” (Gerona), los xilófonos sostienen el combate de Simbad con el esqueleto revivido espadachín (aquí Bernard Herrman se inspira en un fragmento de Camille Saint- Saëns de su “Danza macabra”).
Por su parte Nathan Juran fue siempre un eficaz servidor de la serie B, no con mucha imaginación pero si con gran conocimiento técnico en su trabajo consiguiendo cintas solventes (“The Deadly Mantis”, “La gran sorpresa” o “Twenty Millions to Earth”, estas dos últimas también en colaboración con Harryhausen) pero con “Simbad y la princesa” logra una sutilidad y una elegancia con la cámara que sumadas a su efectividad técnica da como resultado este feliz hallazgo que sería rutinario en caso de no existir los citados factores.
Otro punto importante es la clara y nítida fotografía de Wilkie Cooper el cual experimenta con éxito sobre el Technicolor consiguiendo un variado cromatismo: el nítido mar nunca fue tan azulado y verdoso, los marrones terrosos del interior perfectamente preparatorios para la acción.
La cohesión final de todos estos elementos son comprendidos y desarrollados por Nathan Juran quien, junto a la acertada planificación, logra darle un tono poético (ausente en el cine de hoy en día), sin acudir al subrayado y con las figuras de Harryhausen totalmente en función de la obra.
El citado aliento poético se encontrará solo parcialmente en otras futuras proyecciones Schneer- Harryhausen: “The Golden Voyage of Sinbad” (“El viaje fantástico de Simbad”, 1973), de Gordon Hessler y “Sinbad and the Eye of the Tiger” (“Simbad y el ojo del tigre”, 1977), de Sam Wanamaker. En “El viaje fantástico de Simbad” se vigila más la espectacularidad de los efectos de Harryhausen que el desarrollo de la aventura aunque en la lucha de Simbad y sus hombres con la estatua de la diosa Kali con sus seis brazos armados con sendas espadas o con el mascarón de proa que adquiere vida por obra del brujo Koura el animador consigue la más perfecta sincronización en sus figuras. Inferior a los dos primeros es “Simbad y el ojo del tigre” (demasiados planos cortos hacia los personajes) pero se visiona agradablemente gracias a la contribución de Harryhausen (el “Mineton”, animada estatua del minotauro en metal, troglodita colaborador de Simbad, etc.). “Jason and the Argonauts” (“Jasón y los Argonautas, 1963), de Don Chaffey se basa en la mitología griega y casi alcanza el nivel de “Simbad y la princesa”, reprendiendo el protagonista aquí la lucha con siete esqueletos en uno de los efectos más maravillosos del gran Harryhausen. “Clash of the Titans” (“Furia de titanes”, 1981), de Desmond Davies es el canto de cisne del dúo Schneer- Harryhausen a causa de la poca acogida comercial y las nuevas técnicas en manos de George Lucas y Steven Spielberg, los más representativos y exitosos, entre otros. A pesar de todo la película contiene buenos momentos --- una vez más gracias a Harryhausen --- aunque Desmond Davis no acierta como Gordon Hessler o Don Chaffey y mucho menos como el acertado e inspirado Nathan Juran.
La idea base de “Simbad y la princesa” es idéntica a la de los dos siguientes films del personaje: obligación de realizar un viaje a un territorio mágico, desconocido, tenebroso y hostil con el propósito de deshacer un encantamiento. Aquí Simbad (Kerwin Mathews) se verá obligado a ayudar al brujo Sokurah (Torin Thatcher) para encontrar una lámpara con genio, en realidad con aspecto de niño (Richard Eyer). En realidad el mago ha reducido el tamaño de la princesa Parisa (Kathryn Grant), prometida del capitán Simbad, para obligarle a abandonar Bagdad y a embarcarse con la tripulación, formada esencialmente por proscritos, a buscar la codiciada lámpara mágica, precisamente en la isla de Colosa, la tierra de los cíclopes en donde también reside, en el otro extremo de la isla, el brujo Sokurah cuyo castillo tiene una entrada/cueva protegida por un enorme dragón que arroja fuego por la boca, inspirado en los dragones de los cuentos.
En este sentido aventurero se une el tono (muy naïf) del viejo cine, gracias a los elementos ya descritos, logrando los consabidos resultados maravillosos. Aunque la vigorosa tonalidad es extraordinaria y nunca decae me gustaría resaltar algunos momentos:
--- La danza de la gruñona camarera de la princesa convertida momentáneamente en serpiente dentro de una gigantesca jarra gracias al brujo Sokurah con los sugerentes acordes del gran Bernard Herrmann ---
--- La lucha de Simbad contra el esqueleto al que el brujo ha dado vida. Finalmente Simbad logra precipitarlo desde lo alto de una escalera de caracol de piedra y se hace trozos contra el suelo. La forma en que el esqueleto se mueve y coge la espada y el escudo de una panoplia merece estar en cualquier antología del cine “maravilloso” ---
--- La aparición del primer cíclope en la playa saliendo de la gruta para recuperar la lámpara sustraída por el brujo ---
--- Un segundo cíclope encierra en jaulas de madera a Simbad y sus hombres para asarlos en una barbacoa junto a un enorme garrote y esqueletos humanos colgando (señal del régimen carnívoro de los cíclopes). Simbad logrará cegar al cíclope (inspirándose en Ulises y el cíclope Polifemo de “La Odisea”) y precipitarlo por un acantilado ---
--- Aparece un tercer cíclope (de piel más oscura) y se enzarza en una lucha contra el dragón del brujo (Sokurah vive el el otro extremo de la isla y el dragón encadenado en la cueva /entrada, comunicada con su castillo, le sirve para protegerse de los cíclopes). Vence el dragón y recibe la orden de matar a Simbad y a sus hombres. La flecha gigante (preparada para protegerse de los cíclopes) será disparada y se clavará en el cuello del dragón que, al caer, aplasta a su dueño ---
--- La gigantesca ave rok bicéfala les ataca pues habían asado una cría recién salida del huevo. Un trozo de cáscara del huevo de este ser es el último componente para que la princesa recobre su tamaño real ---
--- La princesa va encogiéndose mientras duerme a partir de planos sobre sobre los brazos y su forzosa vida dentro de una cajita custodiada por su prometido ---
Suntuosos palacios orientales (la película fue rodada en Granada, Mallorca, algún punto de Inglaterra, el puerto de Barcelona y la playa de “La Conca”, en la Costa Brava, Gerona), animales fantásticos, oscuras y tétricas cuevas, pócimas y encantamientos manejados por un brujo que domina la magia negra, brillantes tesoros a lo Alí Babá y mundos esotéricos que configuran a la más grande película sobre las mil y una noches...
                                                                                                              Narcís Ribot i Trafí
(1)- El título original del film (“The 7th Voyage of  Sinbad”) nada tiene que ver con su homónimo literario de “Las mil y una noches”, es totalmente diferente. Si buscamos alguna relación, por pequeña que sea, la tiene con “El 5º viaje de Simbad” en donde aparece el gigantesco pájaro “Ruk” (y su hembra), no bicéfalos, dispuestos a vengarse de los marinos que han asado una cría suya.

(2)- Conocí personalmente a Ray Harryhausen en un ya lejano Festival de Sitges- 1984. Una persona encantadora. He escrito sobre él y sus creaciones en diversas revistas y fanzines. Debo dedicarle uno en este blog.