lunes, 27 de junio de 2016

ANTONIO Y CLEOPATRA EN LAS ARTES (III)


         Repasamos brevemente a la famosa pareja de Marco Antonio y Cleopatra en la LITERATURA en dos breves apartados: La primera parte desde las fuentes hasta William Shakespeare en su famoso “Antonio y Cleopatra” (1607) y la segunda desde “All for Love of the World Well Lost”, de John Dryden (1678), o sea desde el siglo XVII hasta nuestros días. Veamos ahora a estos personajes en las ARTES PLÁSTICAS.
Cleopatra es conocida principalmente por los grabados en monedas durante el período de su gobierno. Se conserva una cabeza de mármol en los Museos Vaticanos, probablemente una copia que Julio César había mandado colocar en el templo de Venus Genitrix en su propio Forum Iulium y del cual informa Apiano y Dión Casio. Más adelante, en la época moderna, se trata más el tema de la sensualidad de Cleopatra, en ocasiones representada claramente de forma negativa como en el ciclo de César y Escipión (“Escipión el Viejo”) en la Residencia de Landshut, en Jacopo Comin, más conocido como Tintoretto (1556) y en un fresco de Pietro da Cortona (1641-42), en el Palazzo Pitti de Florencia, donde vemos a Octavio César (el futuro Augusto) rechazando a Cleopatra. El encuentro Marco Antonio- Cleopatra y las fiestas y banquetes posteriores dan ocasión a los artistas a señalar la fastuosidad, magnificencia y derroche en estos eventos. Con esta intención aparece, entre otros, el ciclo de Luca Cambiaso en el Palacio Imperial de Génova (ca. de 1560) y la decoración de Giambattista Tiépolo en el Palazzo Labia de Venecia (ca. de 1750).
Hay una tabla de madera taceada sobre el banquete según un boceto de Giorgio Vasari  en el Studiolo de Francisco I en el Palazzo Vecchio en Florencia.
Esta misma escena del banquete ha sido representado en el Barroco italiano por Francesco Trevisani (ca. de 1710) y Giovanni Battista Pittoni (ca. 1730), entre otros. Cerca de 1740 la margravesa Guillermina pintó la misma escena en el Neues Schloss de Bayreuth.
Con ocasión al evento de inaugurar la ópera de Berlín se representó una ópera de Carl Heinrich Graun sobre Cleopatra en 1742. Pintores holandeses  inciden una vez más sobre el tema del banquete: Jan Steen en cuatro lienzos (ca. de 1670), uno --- el más conseguido (1668-69) --- está expuesto en el Museum Boymans- van Beuningen de Rotterdam, Jay de Bray retrata en su cuadro a los miembros de su familia, Gerard de Lairesse (Rijksmuseum de Amsterdam, finales del siglo XVII), Gerard Hoet (principios del siglo XVIII) y Gerbrand Jansz van den Eeckhout (1669). Hay una serie de tapices sobre el tema del banquete (Roma, 1754) según los bocetos elaborados por Charles Joseph Natoire.
Más austeras, sobrias son las representaciones del encuentro con Augusto. Además del fresco ya citado de Cortona existen en los siglos XVII y XVIII obras de Nicolas Poussin (ca. de 1625), Il Guercino (1640), Sebastiano Conca (ca. de 1720), Pompeo Batoni (ca. de 1760), Anton Raphael Mengs (ca. de 1760) y Angelica Kauffman (1783). Una serie de cuatro pinturas a cargo de Johann Heinrich Wilhelm Tischbein (1769) para Guillermo VIII de Hessen.  Menos frecuente es la representación del encuentro entre César y Cleopatra: Mengs (1760) y Fedele Fischetti (ca. de 1770). Una estatua de mármol con piedras preciosas incrustadas fue presentada por Jean Baptiste Clésinger en el Salón (1869). Existe gran cantidad de obras que representan el suicidio por la mordedura de la serpiente venenosa a una Cleopatra de pie, sentada, tumbada, desnuda, o semidesnuda y la mordedura se realiza en el percho, cuello o antebrazo (Jan van Scorel en 1525, Rijksmuseum de Amsterdam).

Hay también alguna representación en forma de anuncio sobre la muerte de la reina o que se está preparando para ello: en la casa en donde falleció Petrarca (siglo XVI) en Arquá, cinco veces en la obra de Guido Reni (1625-1642) y cuatro en la de Il Guercino (1620-1640). Los personajes secundarios como sirvientes y doncellas se ven en las obras de Johann Liss (1623), Jacob Jordaens (1653),  Guido Cagnacci (ca. de 1660), Gerard de Lairesse (1686), Louis Jean François Lagrenée (1774) y Jean Baptiste Regnault (1799). Alessandro Turchi (1640) pinta a Cleopatra suicidándose ante el cadáver de Marco- Antonio mientras Domenico Maria Muratori (principios siglo XVIII) representa la muerte de los amantes en dos lienzos similares. Pompeo Batoni ilustra la muerte de Marco- Antonio en brazos de Cleopatra (1763), Angelica Kauffmann (1770) como la reina pone flores en la tumba de su amado y Joshua Reynolds pinta a la cortesana Kitty Fisher como Cleopatra (1759) al ser mordida por la serpiente.

sábado, 18 de junio de 2016

ANTONIO Y CLEOPATRA EN LA LITERATURA (II) -DESDE EL SIGLO XVII HASTA HOY-


Después del drama de William Shakespeare (1607) --- “Antonio and Cleopatra” (“Antonio y Cleopatra”) --- está “All for Love or the World Well Lost”, de John Dryden en donde se señala (como en otros autores) la improcedente forma de ser y el carácter negativo de Cleopatra mientras que Octavia, hermana de Octavio, futuro Augusto, es mostrada como honorable dama romana, engañada por su marido Marco Antonio. Los defectos de la reina ya estaban descritos en la obra de intención moralizante escrita por Hans Sachs (1560). Se continúa con el mismo tono en las obras principales del siglo XVII y en algunos del XVIII: Jean de Mairet (1673), Daniel Casper von Lohenstein (1690) y Vittorio Alfieri (1775).
En otros escritos Cleopatra muestra sus defectos (mujer fatal, engaño hacia el amante) pero también es defendida: Jean François Marmontel (1750), Cornelius von Ayrenhoff (1783), Simon- David Morgue (1803) y Alexandre Soumet (1824).
En algunas obras teatrales aparece el personaje de Julio César y su relación con Cleopatra: “La mort de Pompée” (“La muerte de Pompeyo”), de Pierre Corneille (1644), así como en la obra de Colley Cibber (1725), en la de Francis Beaumont & John Fletcher y en George Bernard Shaw (1899) --- “César y Cleopatra” --- de la cual Gabriel Pascal filmó una versión cinematográfica en 1945 con Claude Rains, Vivien Leigh y Stewart Granger. Shaw presenta a la reina de Egipto según la literatura del siglo XIX: intrigas, orgías, hechizos amorosos para desgracia de los hombres que caen en sus redes...
Alexandr Sergejevitsj Poesjkin (o Pushkin) en “Noches Egipcias” (1835) sigue con la misma descripción, en “Une nuit de Cleopâtre” (“Una noche de Cleopatra”) de Théophile Gautier (1845) en donde un joven egipcio puede pasar una noche con Cleopatra a condición que a la mañana siguiente se suicide.
Siguen la misma tónica un poema de Algernon Charles Swinburne (1866) y en una tragedia de Pietro Cossa (1879) con intermedios musicales de Luigi Mancinelli. Hay una cantata de Hector Berlioz, “Mort de Cleopâtre” (“Muerte de Cleopatra”), compuesta en 1829, según texto de P. G. Vieillard para presentarse en el Prix de Roma (quedó 2º pero ganó el primer premio al año siguiente con “Sardanapalo”). La novela de T. Gautier fue adaptada por Jules Barbier para el libreto de la ópera de Victor Massé (1885).
Se presenta a Cleopatra bajo la faceta exclusivamente seductora en las óperas de Jules Massenet (1914) y de Gian Francesco Malipiero (1938) cosa que redundará en las versiones fílmicas comentadas (la de Cecil B. DeMille, 1934, centrándose más en la relación César- Cleopatra y la de Joseph L. Mankiewicz, 1963, con César y después con Marco- Antonio), además de las basadas en Shakespeare (la de Charlton Heston, 1972, entre otras). La reina de Egipto hizo su aparición en el cine de la mano de Georges Méliês en 1899 para después ser objeto de burdas parodias.
La última mandataria de Egipto será protagonista de muchas novelas, como la de Emil Ludwig (1937), “Novela en el exilio” y, anteriormente la novela en doce partes “Cleopâtre” de Gautier de les Costes Calprenède que trata de una hija de Antonio y Cleopatra (del mismo nombre de su madre) adoptada y cuidada por Octavia en la corte de Augusto junto con una innumerable cantidad de novelas históricas en los últimos años...

                                                                                               Narcís Ribot i Trafí

lunes, 13 de junio de 2016

ANTONIO Y CLEOPATRA EN LA LITERATURA (HASTA SHAKESPEARE)


La vida de Marco- Antonio y Cleopatra, el amor nacido entre ambos, sus circunstancias y la muerte de ambos se convirtió en relato popular. Los acontecimientos esenciales (y más recordados) podríamos verlos en las muchas versiones cinematográficas, especialmente la de Cecil B. DeMille y la de Josep L. Mankiewicz. Posiblemente sea Cleopatra el personaje femenino más veces aparecido en relatos literarios y en el cine. La historia de ambos enamorados se cruza con la de Octavio César (sobrino- nieto de Julio César), posteriormente Augusto, el primer emperador romano, tras la muerte por suicidio de la pareja.
Después de su relación con Julio César y con Marco- Antonio --- después del suicidio de este --- intentó infructuosamente pactar con el vencedor Octavio (alguna fuente indica que intentó seducirlo sin éxito). Plutarco nos dice que fue una súplica (no pensaba el futuro Augusto quitarle la vida sino humillarla y llevarla a Roma cargada de cadenas) mientras Floro y Dión Casio hablan del intento de seducción, inútil ante la frialdad mostrada por el romano. Al saber su destino la reina de Egipto acudió al suicidio, mordida por una serpiente introducida en un cesto de higos según la tradición. Suetonio, Plutarco y Dión Casio notifican sobre la relación Antonio- Cleopatra. Algunos puntos negativos de la egipcia son influencia en la literatura por parte de Octavio mostrando a la reina de Egipto como una fuerza peligrosa para el Imperio. Así, Horacio la señala como “Fatale monstrum... non humilis mulier” (“Monstruo fatal... mujer carente de humildad”) en la Oda I 37.
Los historiadores de la época anotan su habilidad para usar el cuerpo con fines políticos aunque haya algunos indican una cierta admiración: Sexto Propercio (la astucia y el ardid en suicidarse burlando la vigilancia ordenada por Octavio) y después de hundirla con sus calificativos es defendida en el mismo poema por Horacio (“valiente y orgulloso suicidio”). Plinio el Viejo habla de los fastos y derroches en la corte alejandrina.
En la Edad Media el nombre de Cleopatra aparece, casi siempre, con un sentido negativo. Dante, p. e., la anuncia como un mujer voluptuosa y maliciosa. En el “Malleus Malleficarum”, de Heinrich Kramer (o Institoris) y Jacob Sprenger (finales del siglo XV) es denominada como “la peor de las mujeres” y en una disertación de Sarah Fielding es presentada como una persona falsa e intrigante frente la honesta Octavia (hermana de Octavio y esposa de Marco- Antonio).
Centrándose en la relación amorosa Antonio- Cleopatra vemos como es explicada por Giovanni Boccaccio en “De Claris Mulieribus” (1361-62) y por Geoffrey Chaucer en “The Legend of Good Woman” (aprox. 1386), aquí presentada como noble víctima de su amor. La gran popularidad del personaje de la reina se debe a la biografía de Plutarco y la primera pieza teatral con el nombre de Cleopatra es una tragedia de Alessandro Spinello (1540), se centra más bien en los conflictos dinásticos mientras Etienne Jodelle escribe una tragedia (1552) en donde Octavio es comparado con Carlos V  y una noble Cleopatra prefiere la muerte  a ser llevada como trofeo a Roma, cargada de cadenas, por el futuro emperador. Más o menos siguen la misma tonalidad y temática las obras de Cesare de Cesari (1551) y de Celso Pastorelli (1576) aunque menos provistas de esta mordacidad comparativa política.
Los dramaturgos españoles del siglo XVII acudieron a la figura de Cleopatra en algunas obras: Francisco de Rojas Zorrila se centra en el tema del suicidio (“Las áspides de Cleopatra”, publicada en 1645), con increíbles efectos dramáticos lo cual inspiró a Francisco de Leiva Ramírez en “Marco Antonio y Cleopatra”  (probablemente publicada antes de 1662).
Se muestra a Marco Antonio como brillante guerrero y a Cleopatra como enamorada sinceramente de él en las obras de Robert Garnier (1578), Giovabattista Giraldi Cinthio (1583), Samuel Daniel (1594) e Isaac de Benserade (1624), muy influenciado por Garnier. Por el contrario, Guilliam de Nieuwelandt en “Aegyptia” (1624) la relación amorosa resta totalmente el sentido de la pasión.

El amor, la pasión, la ambición de poder es descrita magistralmente por William Shakespeare en su drama  “Antonio y Cleopatra” (1607), exacerbando el relato de Plutarco...

sábado, 4 de junio de 2016

TRAJANO EN LAS ARTES

         
     Marco Ulpio Trajano (53- 117 d. C.) fue el primer emperador de origen hispano (Itálica, a pocos kilómetros de la actual Sevilla). El padre de Trajano sirvió bajo el emperador Vespasiano, llegó a ser senador, estuvo en la legión X (Fratensis) y llegó a ser gobernador de Baética y Siria.
Trajano siguió los pasos de su padre y ascendió al escalafón militar por sus méritos: será pieza importante en la derrota de Antonio Saturnino en época del emperador Domiciano Flavio y sirvió también bajo su sucesor Marco Cocceyo Nerva quien le adoptó como coemperador. Después de la muerte del anciano abogado y emperador Nerva los méritos de Trajano le colocaron de forma tranquila y pacífica como emperador (98 d. C.) Se mostró como soberano amable y accesible para todos con un sentido muy agudo de la justicia. Cerca del año 100 fue el primer emperador de recibir el título por parte del senado de “Optimus” (“el mejor”). En un principio quiso la paz pero durante todo su reinado tuvo que estar  a la cabeza de las legiones para necesarias operaciones militares: fortificó las fronteras a lo largo del Rin, fundó nuevos campamentos militares y ciudades, guerras al Este contra los dacios (101- 106) y contra los partos (113- 117) alejaron mucho tiempo al emperador de Roma. También intervino en Siria, Israel y Jordania, aparte de crear nuevas legiones: la Trajana (II) y la Ulpia (XXX). Con él el Imperio consiguió su máxima extensión (llegó a las puertas de la India como antaño Alejandro Magno). Murió de enfermedad en las costas del Mar Negro (117) y fue substituido por su pariente e hijo adoptivo Adriano.
En la mayoría de escritos aparece como el soberano perfecto: tenemos el “Panegyricus in Traianum” de Plinio el Joven en donde alaba al emperador y le considera como reflejo de Júpiter, también le es muy favorable Dión Crisóstomo mientras habla de él, de forma esporádica, Tácito mientras Cayo Suetonio no lo menciona y Dión Casio escribe sobre Trajano en su “Historia Romana” así como algunos apuntes de Eutrofio.
Unas cartas del mismo Plinio escritas desde Bitinia, de carácter administrativo, constituyen el grueso de la información más importante mientras una especie de memorias escritas por el propio Trajano ---”Comentarii” --- se han perdido.
Dentro de la literatura, hace unos años, solo se conocía la novela histórica de Jesús Pardo, “Yo, Trajano” (1991), editado por Planeta, ahora está el reciente “Trajano” (EDHASA, 2014), de Cristina Teruel, muy voluminoso al igual que la trilogía del profesor Santiago Posteguillo: “Los asesinos del emperador”, “”Circo Máximo” y “La legión perdida” (publicados por Editorial Planeta en 2011, 2013 y 2015, respectivamente). También escribió otra trilogía de gran éxito, la de Escipión, Ediciones B, entre 2008 y 2009: “Africanus, el hijo del cónsul”, “Las legiones malditas” y “La traición de Roma”.
En el campo de la biografía hay una muy recomendable escrita conjuntamente por Jaime Alvar y José Mª. Blázquez (editada por Actas, 2003) y otra a la misma altura de J. Mª. Blázquez, con el mismo título: “Trajano” (Ariel, 2003).
En la Edad Media existe una alabanza del papa Gregorio el Grande (570-604) sobre Trajano por su sentido de la justicia y de ello también habla Johannes Diaconus (875), Honorio de Autun (siglo XII) y John de Salisbury en “Polycratus” (mitad del siglo XII) y en “Kaiserchronick” (del mismo tiempo). Una historia similar pero sin Gregorio I la encontramos en Hans Sachs (1532). En este tiempo continúa recordándose el sentido de la justicia del emperador: p. e. la escena de Trajano dictaminando en un juicio sobre un soldado suyo acusado por una viuda de haber matado a su hijo. Es posible que la leyenda provenga de un relieve original del Arco de Trajano (hoy en el Arco de Constantino) en donde el soberano escucha a un soldado dacio prisionero que suplica clemencia. El juicio sobre la viuda está representado en un capitel del PalazzoDucale de Venecia (siglo XV). Roger van der Weyden pinta (cerca de 1430) para el Ayuntamiento de Bruselas una mesa (perdida) sobre la temática y en ella se inspirará un tapiz para la sala del tribunal del obispo en Lausana (cerca de 1450), hoy en el Historiches Museum de Berna y en otro lugar de Suiza la misma escena fue representada en una vidriera (cerca de 1600). En Frankfurt encontramos esta secuencia de Trajano en combinación con “El juicio de Cambises” y “La cesión de Coriolano”, a Munich, a la Golden Saal hay una decoración (1667) del emperador junto al soberano egipcio Bochoris pintados por Johann Heinrich Schönfeld y Perugino juntó Trajano con tres personajes más para ilustrar la justicia (al Cambio de Perugia, cerca de 1500) nombrados por Valerio Máximo en su capítulo “Iustitia”: Camilo, Numa Pompilio y el griego Pitaco.

En 1765 Noël Halle pintó al emperador y a la viuda en una serie de obras históricas para la residencia del campo real de Choisy mientras el romántico Eugene Delacroix representa Trajano a caballo (1840) y también existe una pintura en el techo de una habitación del Palacio de Versalles a cargo de Noël Coypel (1672). Trajano tiene muchos monumentos, p. e. la “Columna Trajana” (allí están enterradas sus cenizas), acabada por su sucesor Adriano en donde se describe la guerra contra los dacios y otro que recuerda la guerra contra los partos (Arco de Benevento, año 109). La “Columna Trajana” inspiró monumentos como el “Tropeum Taiani” (Rumanía, 109), similar al “Tropeum Alpium” erigido por Augusto (25 a. C.-14 d. C.) en La Turbia, así como también las figuras conservadas delante del altar dedicado a Mars Ultor...