jueves, 17 de mayo de 2018

LAS MISAS DE FRANZ SCHUBERT



                 Cuando uno se inspira en algo bueno, la música nace con fluidez, las melodías brotan,   realmente es una gran satisfacción”. (Franz Schubert)             

                          La “Misa” como género musical es una composición de carácter sacro, generalmente coral, formada por las partes fijas de la liturgia eucarística como el Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus, Benedictus, Agnus Dei y otras secciones que pueden ser cantadas (frecuentemente en forma de motete y otras formas)  como el Introito, el Gradual, el Aleluya (a excepción de Cuaresma), Ofertorio y Comunión. La mayor parte de las misas elaboradas  como género musical están en latín y pueden ser “A Capella” (para voz humana sola) o acompañada (incluso por una orquesta completa). La mayoría nunca fueron planeadas para ser interpretadas durante la celebración del sacramento eucarístico sino para ser escuchada como un género musical más (sinfonías. conciertos, música de cámara) en auditorios o iglesias.
Todos los grandes compositores tienen música sacra y prácticamente todos tienen una o varias misas: Bach (Misa en si menor), Mozart (Misa de la Coronación), Beethoven (la ingente Misa Solemnis), sin olvidarnos de los “Requiem” o misa de difuntos de Mozart, Verdi, Brahms, etc.
De Franz Peter Schubert (Viena, 1797- Viena, 1828), gran músico, bisagra entre el clasicismo y el romanticismo cuyo fuerte era aquella inigualable y grande melodía la cual fluía en torrentes de hermosura y melancolía (al final de su vida), admirador incondicional de Beethoven, hemos hablado ya varias veces; ahora quisiera centrarme en su aportación sobre las ocho misas  conocidas (nueve si admitimos un esbozo primerizo y, teniendo en cuenta que, después de un arreglo, podemos contar con una segunda versión de la “Misa Alemana”) que legó a la posteridad.
Schubert compuso un extenso elenco de música religiosa tan irregular como notable (“Tantum Ergo”, “Magnificat”, “Kyrie”, “Salve Regina”, etc.) y de todo este género la producción más destacable es la de sus misas.
Schubert no poseía una profunda educación religiosa (él mismo era considerado un heterodoxo, como nos dice Xavier Daufí *), Así pues, el músico no mostró interés por el texto del ordinario como, por el contrario, Mozart, Haydn e incluso Beethoven, quienes se mostraron más preocupados y sujetos a la expresión litúrgica. Tampoco investigó para crear formas innovadoras y por ello sus misas contienen, con ligeras diferencias, una misma estructura. La aplicación cartesiana de la tradición litúrgica musical es substituida parcialmente en sus últimas misas --- con un Schubert más maduro --- por las impresiones románticas del mensaje evangélico, en forma subjetiva, de los recuerdos aureolados, de lo cromático y poético produciéndose un irregularidad donde la efervescente cualidad melódica redime sus muchos vaivenes estructurales.
La misa nº 1 en fa mayor (D 105) fue compuesta cuando Schubert contaba solo con 17 años (1814) de edad y es un logro de gran belleza. Los solos para soprano del “Kyrie” están escritos para la cantante Therese Grob de quien, por entonces, estaba enamorado Franz.
Unos cuatro años antes hay unos fragmentos de una misa en do para voces, órgano y piano (1810) que, como en otras obras, no concluyó.
Si la nº 1 era para voces y orquesta la nº 2 en sol mayor es mucho más corta y modesta (D 167); fechada un año después (1815) y es para voces, orquesta y órgano.
No resulta particularmente destacable la misa nº 3 en si bemol mayor (D 324), elaborada el mismo 1815 para voces, orquesta y órgano. Se nota la influencia de Antonio Salieri --- aquel que la historia coloca como envidioso enemigo de Mozart sin que el músico lo supiese --- por entonces profesor de Schubert. He ahí la irregularidad de nuestro hombre en las misas. De sublime hermosura pasa a lo más rutinario aunque sin caer nunca en lo malo. 
Tampoco la misa nº 4 en do mayor (D 452) posee mayores cualidades que su antecesora. Está escrita para voces, orquesta y órgano (1818). Después de su edición Schubert añadió las partes de las trompetas y percusión y, más adelante, agregaría los oboes y una nueva versión del  Benedictus” quedando convertida en nueva obra ostentadora del código D 961 (1825).
En la misa nº 5 en la bemol (D 678) sube el interés por encima de las números 2, 3 y 4. Es para voces, orquesta y órgano (1822). Este interés sube a medida que avanza la obra: el “Kyrie” y el “Gloria” son correctos (el “Miserere” del “Gloria” es excelente) y las partes más elevadas cualitativamente son el “Incarnatus  y el “Amen” dentro del “Credo” para llegar a un “Sanctus” y un “Benedictus” de gran belleza gracias al acompañamiento del violín y las cuerdas sin olvidarnos del “Agnus Dei” con su preciosa y cambiante armonía y su sorprendente y bella melodía.
La nº 6 en mi bemol mayor (D 950) para voces y orquesta es la mejor de sus misas, elaborada en el último año de su vida (1828) --- por la cual sentía una especial devoción Johannes Brahms, quien hizo un arreglo para piano --- en un momento máximo de madurez musical. Su armonía posee una mayor riqueza, la polifonía es mucho más elaborada y la orquestación tiene un interés superior. El “Kyrie” es totalmente innovador, como si Schubert hubiera investigado a fondo sus posibilidades (nunca hasta entonces se había escuchado un número así en el campo de la música religiosa) y lo mismo sucede con el “Gloria” que parece prolongar y dar luz al número anterior, la acertada sencillez del final contrasta con la exuberancia del resto. El “Hosanna” del “Sanctus” está compuesto de forma fugada pero con más armonía que el de las otras misas.
La misa nº 6 es una obra redonda en todos sus conceptos pero la más popular --- especialmente en Austria --- es la “Deutsche Messe” (“Misa Alemana”), en fa, compuesta en 1826 (D 872) para voces y orquesta. Un año después Schubert hizo una segunda versión para voces sin acompañamiento instrumental. Es sencilla y bella, su popularidad es merecida aunque no tenga la grandeza de la nº 6.

Mis creaciones son fruto del conocimiento de la música y del dolor” (Franz Schubert)
                                              
                                                                                                              Narcís Ribot i Trafí

(*)- Xavier Daufí- “Franz Schubert” (colección “Conocer y reconocer la música de...), Editorial Daimon, Manuel Tamayo (1986). Excelente síntesis del estilo y evolución musical del artista y su época con la valoración actual del compositor. Roger Alier coordina la colección que, como en otras ediciones similares, dejó de publicarse ...