viernes, 19 de febrero de 2016

LOS HORACIOS EN LAS ARTES


                 Son los hermanos trillizos contemporáneos del rey Tulo Hostilio (aprox. 673- 642 a. C.), el tercer monarca de la naciente Roma. En esta época los habitantes de Alba Longa y Roma estaban en guerra con grandes acciones de odio y rapiña por ambos bandos pero como los dos pueblos tenían un enemigo común, los etruscos, se acordó suspender la guerra y arreglar la situación con una serie de duelos. El pueblo de los perdedores sería sometido al otro. Por parte romana se presentaron a la lucha decisiva los tres hermanos Horacios mientras que por la de Alba fueron otros trillizos: los Curiaceos, con la misma edad de sus contrarios. Dos de los tres Horacios cayeron en combate y el superviviente huyó momentáneamente para después exterminar a sus rivales, muy fatigados por el combate (lo hizo en respectivas trampas). Horacio es el nombre del sobreviviente y el Alba se somete a Roma aunque tiempo después se producirá una revuelta. Cuando Horacio entra vencedor en Roma se encuentra que su hermana estaba comprometida en matrimonio con uno de los Curiaceos. La novia (llamada Horacia por Livio) estalla en sollozos por la muerte de su prometido y su hermano, lleno de rabia, la apuñala. Horacio es llevado en presencia del rey Tulo Hostilio para responder del delito de matar a su hermana. El monarca deja la sentencia en manos del pueblo que, finalmente, le absuelve.
Los hechos son explicados con todo detalle por Livio, quien destaca el heroísmo mientras Valerio Máximo expone la muerte de la hermana como ejemplo de severidad pero legítima en el fondo.
Pietro Aretino en su obra teatral (1546)hace que la muchacha llore no solamente por su amado sino también por sus dos hermanos fallecidos. En la tragedia de Pierre Corneille (1640) el Horacio superviviente y ganador se casa con la hija de un Curiaceo, Sabina, y la hija de Horacio (Corneille la llama Camila) lo hace con uno de los Curiaceos. Cuando Camila y su marido ven la posibilidad del duelo tienen un lógico conflicto en su interior. Felix Lope de Vega y Carpio en “El honrado hermano” (cerca de 1624) plantea el honor y la ética mientras Reinier Olivier Van Zonhoven concede un final feliz a esta historia (1626). La obra de Corneille influye en las adaptaciones posteriores: la de Jan de Witt (1648), J. Wetter (1654) y “The Roman Father” (1750) de William Whitehead, como también en las óperas de Antonio Salieri/Nicolas- François Guillard (1786) --- Salieri es aquel a quien la historia coloca como envidioso enemigo de Mozart --- y la de Domenico Cimarosa/A. S. Sografi (1796) así como en un ballet de Novara según la obra de W. Whitehead --- el libro de Moorman y Uitterhove (*) lo dan por seguro y además cita este ballet como una de las inspiraciones del popular cuadro de Jacques Louis David --- para más adelante, ya en el siglo XX, vemos la obra “Lehrstück über Dialektik für Kinder”, de Bertold Brech (1935) donde se loa la estrategia de Horacio que defiende al país y al pueblo y así vale para la lucha de clases. Hay también un drama de Henry Müller (1973) en donde Horacio después de matar a su hermana es felicitado para después ser decapitado.
En la Antigüedad, dentro del arte figurativo, se representa el duelo de los dos tríos en escasas ocasiones. Así, conocemos un relieve en un friso de mármol en la Basílica Emilia, en el Forum Romano de la República, encabezado por las figuras de Rómulo & Remo, los legendarios fundadores de Roma. En el siglo XVI hay un fresco de Arpino Cavaliere en el Palacio del Conservatorio de Roma (1595- 1599) y en un relieve en estuco de Hans Kuhn en el Slot Weikersheim (fianales siglo XVI). Louis Jean François Langrenée pintó la escena no descrita por Corneille sobre la muerte de Camila/Horacia (1753) y también lo harán Anne Louis Girodet de Rouey- Trioson y Jean Baptiste Frèderic Desmarais para el Premio de Roma (1785), basándose en la “Histoire Romaine” de Charles Rollin (1738- 1748). El famoso cuadro de Jacques Louis David, “El juramento de los Horacios” (1785) es el más conocido de todos: una técnica tan irreprochable como rígidos son personajes y expresiones, características propias del Neoclasicismo. El mismo autor se inspiró, dice, en el texto de Corneille y, pictóricamente, lo hizo de Nicolas Poussin y Caravaggio. Fue un éxito apoteósico. Había sido encargado por Luis XVI y se entendió como expresión del espíritu de sacrificio, no del estado monárquico sino de la patria. Vemos a los tres hermanos jurando sobre las manos de su padre.
Inspirado en la tela de David hay un reloj de mármol y bronce (62 x 60 cm.) de Galle  en el Residezmuseum de Munich. El grupo escultórico al lado del reloj es exactamente el mismo:los trillizos jurando y el padre sosteniendo en una mano las tres espadas. En el pedestal hay un relieve de la misma historia: una Camila/Horacia en duelo es observada por el hermano superviviente/vencedor poco antes de matarla y también la defensa hecha por el padre Horacio sobre su hijo delante del rey Tulo. Otro reloj similar se encuentra en el Ayuntamiento de Amsterdam, ahora Palacio real.

                                                                                      Narcís Ribot i Trafí


(*)- Eric M. Moormann y Wilfried Utterhoeve- “De Adriano a Zenobia”- Ediciones Akal (1998). Es una traducción de “Van Alexandros tot Zenobia”- Sun (1989 y 1992). Trata de temas de la historia clásica en la literatura, artes plásticas y el teatro.

jueves, 4 de febrero de 2016

GIOVANNI BELLINI: LUZ, COLOR Y NATURALEZA


                                   Desde el principio de mi interés por la pintura y todo el arte en general, he sentido siempre debilidad por la obra del pintor veneciano Giovanni Bellini (dentro de la cosmología de la pintura renacentista y de la pintura en general) por la nitidez de su perspectiva, la vitalidad de su colorido y el espléndido uso de la luz que le convirtió en el mejor pintor del quattrocento veneciano y en uno de los mejores paisajistas del Renacimiento.
Poco se sabe de su juventud (su nacimiento ha de colocarse entre 1426 – 1430, falleció también en Venecia, 1516) y los estudios de su obra escasean . Hijo de Jacobo Bellini, pintor bastante reputado, propietario de un taller artístico que aunó el estilo bizantino, la tradición veneciana y las nuevas ideas naturalistas procedentes de Toscana. Allí, Giovanni y su hermano Gentile se formaron como pintores siguiendo los pasos de su padre al intentar fundir las perspectivas renacentistas con las tendencias del gótico tardío. En esta primera etapa juvenil destacan sus “Vírgenes”, siendo sus modelos los iconos bizantinos y greco- cretenses muy difundidos, cambiando su hieratismo original por un lirismo y un sentimiento poético que vivifica las figuras y las coloca en íntimo y afectuoso contacto con el espectador (“Virgen con niño”, “Virgen griega”, “Virgen Lehaman”, etc.). Otra temática característica de esta etapa son las “Piedades”, también de influencia bizantina. Destaca, entre otras, “La piedad de Bérgamo”, con su dramatismo representado por el dolor de la Virgen y san Juan Evangelista sosteniendo el cuerpo del Cristo ejecutado y ya bajado de la cruz.
La segunda etapa viene señalada por la influencia de Andrea Mantegna el cual se convirtió en su cuñado. Le influyó en la ordenación geométrica consiguiendo un tono impolutamente caligráfico (es interesante comparar las versiones de ambos artistas de “Oración en el huerto”). Algunas obras de este capítulo: “Crucifixión”, “Transfiguración”, “Presentación en el Templo” (también existe otra versión de Mantegna). Al finalizar esta fase --- aunque sin abandonar la representación racional del cuerpo /espacio ni su interrelación --- quedará también algo influenciado por Antonello di Messina (ca. De 1430- 1479), considerado como uno de los introductores de las técnicas pictóricas con óleo en Italia, influido por la luminosidad atmosférica de la pintura flamenca que aunó con la ingente perspectiva del Renacimiento Italiano. La coloración de Bellini es ahora más luminosa y profunda, el color substituye al contorno y la luz domina el cuadro.
Entramos ya en su tercera y última etapa, la de su madurez artística. El “Políptico de san Vicente Ferrer” (9 encasamentos en tres filas), Retablo de Pésaro, Cristo muerto sostenido por ángeles”, “Resurrección de Cristo, otra versión de “Transfiguración, Alegoría Sagrada”...
Bellini se dejó influenciar por lo mejor de otros pintores, incluso por alumnos suyos como Giorgione (1478- 1510) o Tiziano (1485 o 1490- 1576), creó un personal estilo, murió nonagenario  gozando siempre de fama y su maestría es importantísima para la pintura veneciana del siglo XVI.
Antes se afirmaba que los pintores venecianos sobreponían los colores directamente sobre el panel/lienzo a partir, a veces, de un primario boceto. Esto es verdad a partir de 1500. Que el dibujo era tan importante para los venecianos como para otros artistas (p. e. los florentinos) lo demuestra claramente la familia Bellini. Jacopo Bellini recopiló un cuadernos de dibujos que sus hijos Gentile y Giovanni (apodado Giambellino) utilizaban mientras aprendían a pintar ¿Donde se inspiró Giovanni para conseguir aquella gradación de color tan exquisita y grácil? En verdad la luz, espléndidamente manejada, otorgaba a los tintes rosas de la carne infinidad de matices y las ilimitadas gradaciones de grises, verdes, amarillos y marrones dotaban a la obra de Giambellino como una de las más apasionantes de la historia. Los primeros trabajos de la escuela veneciana, brillantes, poseían una superficie de color contrastado pero plano. Bellini comprendió las sutiles tonalidades propias de la naturaleza. Se ha barajado la posibilidad del conocimiento sobre obras de pintores flamencos (Van Eyck, Van der Weiden), quizás algo, pero las complejas y ricas tonalidades son diferentes al estilo estable y uniforme de los flamencos. Giambellino debió ser, en mucho, autodidacta observando/estudiando la naturaleza.

Si contemplamos la misma escena pintada por Bellini y por su cuñado Andrea Mantegna, “Oración en el huerto” vemos como la del segundo está compuesta en sentido teatral ligando los acontecimientos por el vector paisajista: en un fondo de construcciones italianas, Cristo arrodillado sobre roca, escorzo de los cuerpos de los apóstoles; Judas conduciendo los guardias domina el plano medio empalmando el giro de su manto con la curva que asciende la colina. Bellini, aunque influido estilisticamente por Mantegna, da su propia visión de la naturaleza: suaviza pendientes, ensancha curvas, modera el ritmo; los apóstoles dormidos en primer plano están absorbidos por el paisaje, como fundidos  en el suelo mientras Jesús en silueta recortada hacia el cielo se dirige a él orando en silencio. Esta comunión naturaleza & hombre cohesionados por la luz (reconociendo que el cuadro de Mantegna resulta más que notable) es lo que confiere a la pintura de Bellini un sentimiento religioso único...