domingo, 18 de diciembre de 2016

HAENDEL, DIAMANTE DEL BARROCO MUSICAL


Georg Fredrich Haendel nació en Halle (importante centro comercial en la región de Sajonia), hijo de un cirujano- barbero el cual casó con su madre en segundas nupcias la cual le dio la típica educación rígida aunque sin llegar a la intolerancia de gran parte de la burguesía alemana de la época. El nacimiento de Haendel coincidió en el mismo año que el de Juan Sebastian Bach, 1685, pero si este quedará marcado por los influjos luteranos, Haendel será, por el contrario, el aventurero incansable: sus dotes de músico serán advertidas por su padre el cual, a pesar de todo, le obligará a estudiar derecho. A la muerte de su padre abandonará los estudios y también su puesto de organista para poder independizarse y vivir de la música: viajará a Italia, música italiana que de alguna manera influirá en sus composiciones (mucha importancia tiene su conocimiento de la obra de Arcangelo Corelli y su amistad con los hermanos Scarlatti) y, finalmente, se instalará en Londres para el resto de su vida (los ingleses considerarán a Haendel compositor suyo). Después de su brillante etapa británica fallecerá en 1759 (nueve años después de Bach) y también se recuerda su amistad con Georg P. Telemann.
Es falsa, por otra parte, su rivalidad con Bach como pretende el argumento de la obra para teatro “Un sopar a quatre mans” por la sencilla razón que nunca llegaron a verse. Una música prácticamente diferente aunque dentro del Barroco y, además, vivieron muy alejados uno de otro.
La música de Bach y Haendel cubre la cronología de todo el Barroco Musical. La fórmula más brillante practicada con Haendel fue el oratorio al que dominó sin vacilación. En su creación el oratorio de Haendel contiene tejido del oratorio italiano (piezas del siglo XVII le sirven de base), la elaboración entre lo religioso y el teatro se manifiesta de manera genial en la pluma de Haendel, su fuerza puede hacer “móvil” y con grandiosidad el corazón en el aspecto global, su adaptación de los “modos italianos” unen indefectiblemente los caminos religiosos y profanos que sustentan el oratorio. Prácticamente algunos de ellos son óperas sin escenificar (“Semele”, “Esther”...) y otras carecen de argumentación dramática (“Israel en Egipto”). La inspiración y la técnica brillan en su máximo esplendor en “El Mesías”, centrado en Dios y en el misterio de la creación en el centro del cual está Cristo y su redención (dentro de “El Mesías” el fragmento “Aleluya”, de gran belleza, a veces se ha musicado de manera independiente). “Judas Macabeo” tiene un sólido “savoir faire”, “Salomon” es de una exquisita finura, “Israel en Egipto” destaca principalmente por su parte coral que envuelve toda la obra. Otros oratorios destacables: “Saul”, “Devora”, son también de inspiración bíblica.
Xosé Aviñoa destaca en las óperas de Haendel la rigidez matizada de los temas neoclásicos (con respuesta paralela en la rigidez estructural de las partituras), contrastado (de forma a la vez rara y magistral) con el modelo del Barroco Italiano.
Por su inspirativa perfección y su técnica ha de citarse siempre “Alcina”, maravillosamente tratada en la orquesta, también “Julio César”, de gran éxito (música encantadora y poderosa). Por el contrario sus primeras obras están prácticamente olvidadas aunque algún interés debían tener: “Rodrigo”, “Almira”, “Nerón”, “Florindo y Daphné”, “Agripina”, etc.
El núcleo de su música orquestal con sus 12 ”Concerti Grossi”, reunidos en su opus nº 6 (influenciados por el “Concerti Grossi italiano”): un pequeño grupo de instrumentos (“concertino”) choca con una dilatada formación musical (“Ripieno”) sin impedir que con dos secciones musicales se presenten al unísono (destacable en Haendel la sonoridad de la madera y los súbitos contrastes típicos del Alto Barroco); también interesantes sus conciertos para órgano aunque originalmente estaban destinados a rellenar  los entreactos de los oratorios y se supone fueron creados a partir de una diversión, no inspiración rigurosa.
Water Music” (“Música acuática”, 1717) fue escrita en una de estas travesías efectuadas por el rey inglés en el Támesis siendo la obra más popular escrita por Haendel (riqueza de inspiración, exposición genial del contrapunto) así como “Firework Music” o “Music for the Royal Fireworks” (“Los reales fuegos de artificio”, 1749), no tan perfecta pero digna del compositor.

Haendel también tiene una serie de obra vocal no escénica dividida en música vocal profana (duetos, tríos, cantatas, etc.) y religiosa (varios “Te Deum”, aleluyas, himnos y una “Pasión según san Juan”, aunque compuesta en su recién llegada a la música y sin poder competir con las de Bach fue un éxito en su tiempo).