domingo, 15 de marzo de 2020

SOBRE LA CIENCIA- FICCIÓN


“La Ciencia-Ficción no es algo menor. Y no es solo, ni especialmente, la Enterprise, Star Wars o “Las tropas del espacio”. Significa experimentar con la imaginación, responder preguntad que no tienen respuesta. Implica cosas muy profundas, que cada viaje es irreversible”. (Ursula K. Le Guin, escritora)
La Ciencia-Ficción no es solo un género literario, sino algo más que un estado de conciencia”. (René Rebetez, escritor)

                                   Mucho se ha hablado de este (sub) género naciente de la literatura de ficción y de fantasía. La Ciencia- Ficción literaria tuvo su apogeo en los años 20 del siglo XX, aunque hubiera obras identificables antes de la eclosión, llamada Proto Ciencia- Ficción. Generalmente se toma el año 1818 cuando es publicado “Frankenstein o el moderno Prometeo” de Mary W. Shelley como primera obra de Ciencia- Ficción, seguida de algunas elaboraciones de Julio Verne por el ensamblaje de anticipación que poseen (aunque haya seguidores que no lo vean así) y las de Herbert Georges Wells, todas ellas antes del reconocimiento popular y cultural del género y de la aparición de la nomenclatura aunque aparezcan elementos de Ciencia- Ficción en leyendas, relatos y mitos mucho antes. Se nos explica que Dédalo, padre de Ícaro, --- mitología griega--- constructor del laberinto de Minos, creó estatuas de madera con vida y autonomía propias. “Cyrano de Bergerac”, “El barón Munchaüsen” o hasta incluso “Somnium”, de Johannes Kepler, son claros paradigmas de la Proto Ciencia- Ficción, como también Edgar Allan Poe tiene relatos con ingredientes del género (“La incomparable aventura de un tal Hans Pfaal”, “Revelación mesmerica”, etc.) o Howard Phillips. Lovecraft.
El termino Ciencia- Ficción surgió en 1926 gracias al electricista y publicista Hugo Gernsback al incorporarle en una revista de narración especulativa, “Amazing Stories”, aunque parece ser que la unión de ambos vocablos se utilizaba ya en 1851 (atribuido a William Wilson) pero nunca se generalizó hasta su invención y uso por parte de Gernsback quien se vio obligado a vender la revista con la denominación inicial, “Scientifiction” (hoy diríamos aquí Cientificción) que, por otra parte, nunca cuajó y quedarse con el de Science- Fiction (Ciencia- Ficción para el castellano). Con relación a la abreviación se ha usado “Sci-fi”, o sencillamente las iniciales SF, que yo prefiero (hay por supuesto el equivalente, CF).
Una vez asentada y reconocida como (sub) género (nunca en sentido peyorativo sino indicativo puesto que la SF forma y es  parte de la literatura de fantasía), la SF conoce su esplendor a finales de los 30 hasta principios de los 50: Arthur C. Clarke, Robert Heinlein, Isaac Asimov, John Wyndham o Karel Capek, introductor de la robótica en la literatura de SF a partir de su obra teatral. A esta época, llamada “La Edad de oro”, le sigue “La Edad de Plata”, que podríamos acotar a mediados de los 50 hasta la mitad de los 60, donde vemos la consolidación  de los antes citados mientras escritores no catalogados ni especializados en el género son más reconocidos, Aldous Huxley o George Orwell (en su famosa “1984”, escrita en 1948) a la vez que entraban en el Olimpo de la fama nombres como Poul Anderson, Philip K. Dick, Ray Bradbury, Richard Matheson, Frederick Pohl, Clifford D. Simak sin olvidarnos de personajes que habían cultivado la literatura de fantasía y terror con alguna incursión en la SF, como el ya citado Lovecraft, Fritz Leiber, Robert Bloch (autor de la novela que tradujo Alfred Hitchcock en imágenes, “Psicosis”) o Robert E. Howard (el autor más famoso del género de fantasía llamado “Espada y brujería” junto con J.R.R. Tolkien, creador de personajes como Solomon Kane o Conan el Bárbaro), fallecido prematuramente en 1936 pero  reconocido en los 50-60.
La dificultad surge cuando queremos tabular una definición dada la complejidad del posible contenido de los dos términos ¿Qué ha de haber? ¿Quizás 50% de ciencia y 50% de ficción? Algunos no familiarizados con el género se quejaban de haber mucha ficción y poca ciencia, otros piden lo contrario pero esta cuestión ha de aparcarse hoy en día ya que prácticamente no existe fricción en este punto. En infinidad de libros publicados hasta hace poco, los respectivos autores --- fueran analistas, eruditos o aficionados --- dejaban en blanco la definición. Actualmente, por el contrario, todos intentan la descripción, difícil --- repito ---, por la gran extensión y complejidad del tema. Los argumentos pueden ser muchos: conquista del espacio, viajes interestelares, civilizaciones extraterrestres, mutaciones a consecuencia de catástrofes provocadas por el hombre o por una fuerza cósmica, viajes en el tiempo, el tema de la robótica y sus diferentes planteamientos, etc., mientras la acción se puede dar, generalmente, en un futuro pero también en el pasado o presente, en tiempos ajenos a la realidad humana; el escenario será terrestre o extraterrestre, reales o imaginarios o en el interior de la mente (cita de Wilkipedia a estos elementos). Quizás una de las definiciones más plausibles sea la de los escritores Eduardo Gallego y Guillem Sánchez en su artículo “¿Qué es la Ciencia- Ficción?”: “La Ciencia- Ficción es un género de narraciones imaginarias que no pueden darse en el mundo que conocemos, debido a una transformación del escenario narrativo, basado en una alteración de coordenadas científicas, espaciales, temporales, sociales o descriptivas, pero de tal modo que lo relatado es aceptable como especulación racional”. Para muchos escritores del género, trata expresa y principalmente sobre la ciencia y posibilidades científicas, incluso sobre la probabilidad científica. J. P. Telotte (1) nos dice en la introducción de su obra que la SF propone el juego de “¿Qué pasaría si…?” en el que se enfrascan los científicos cuando diseñan experimentos y llevan a cabo su investigación extrapolando a partir de lo conocido para explicar lo desconocido. Ello da paso a la definición dada por el editor de revistas John W. Campbell Jr.: “La SF debería ser siempre un esfuerzo para predecir el futuro basándose en hechos conocidos, sobretodo conseguidos por los laboratorios actuales” pero esto solo es una definición parcial que atañe a determinados temas de la SF.
Pasando a su homólogo cinematográfico vemos, prácticamente, que el cine nació con la SF. Ilustres pioneros como Georges Méliès y el aragonés Segundo de Chomón, ínclitos primeros adaptadores de Julio Verne y H. G. Wells, tienen en su haber varias o muchas películas del género como las sugestivas “El hotel eléctrico” ,La cocina magnética” (Chomón), “Viaje a la luna” (Méliès). A diferencia de la literaria la SF cinematográfica obtendrá su reconocimiento (y en muchos casos su prestigio) en los años 50, coincidiendo con la Edad de Oro de la SF escrita. Evidentemente había muestras de género antes de su aceptación como tal. Así, podríamos señalar, resumiendo lo anteriormente dicho,  el desarrollo de  la SF LITERARIA como: 1) PRIMITIVA O PROTO SF-----> 2) ASENTAMIENTO  Y AVANCE HACIA EL RECONOCIMIENTO, APARICIÓN DEL TÉRMINO EN LOS AÑOS 20-----> 3) LEGITIMACIÓN – PRESTIGIO, FINALES 30-MEDIADOS 50, ECLOSIÓN LITERARIA (EDAD DE ORO)  4) -----> CONSOLIDACIÓN, APARICIÓN EN MÁS CANTIDAD DE LAS OBRAS RECONOCIDAS COMO CLÁSICOS, ½ DE LOS 50 A ½ DE LOS 60 (EDAD DE PLATA) -----> 5) LA SF MODERNA, ESPECIALMENTE DE 1965 A 1972, SE AMPLÍAN CAMINOS Y TEMAS, EPOCA DE GRAN EXPERIMENTACIÓN (NUEVA OLA).
El camino de la SF CINEMATOGRÁFICA, resumiendo, sería el siguiente: A) -----> BALBUCEOS EN EL NACIMIENTO DEL CINE (MELIES, CHOMON) B) -----> MANOJO DE FILMS SUELTOS EN TIEMPO DE SF CINEMATOGRAFICA NO LEGITIMADA (AÑOS 20, 30, 40 Y ALGUNO DE LOS 50) C) -----> EL CINE DE SF LOGRA SU RECONOCIMIENTO- PRESTIGIO, BUSCA EN MÁS O MENOS INTENSIDAD UN LENGUAJE CINEMATOGRÁFICO EN LOS 50, INFLUENCIA DE LA “GUERRA FRÍA” D) ----> ESPLENDOR Y MADUREZ (2) SON LOS TERMINOS PARA REFLEJAR LOS AÑOS 60, ECLOSIÓN APOTEÓSIS DEL GÉNERO CON “2001, UNA ODISEA DEL ESPACIO” (STANLEY KUBRICK, 1968) E) -----> TÍTULOS INTERESANTES AISLADOS, SE MANTIENE EL PRESTIGIO F) -----> FINAL AÑOS 70, 80, 90, HASTA LA ACTUALIDAD: EN GENERAL SE ABANDONA LA ESPECULACIÓN, LA SF YA NO ES TAN TRANSGRESORA, NOS CENTRAMOS EN MÁS EN AVENTURAS REMEMORANDO COMICS, IRRUPCION DE “LA GUERRA DE LAS GALAXIAS” (GEORGE LUCAS, 1977) Y SAGA POSTERIOR, ALGÚN TÍTULO INTERESANTE Y MÁS ARRIESGADO SOBRE LA TÓNICA GENERAL (“BLADE RUNNER”, “ALIEN”, “DESAFÍO TOTAL”, ECT.).
Así, la SF visual logra su reconocimiento en los 50, treinta años después de su homólogo literario. Cuando no tenía aún un lenguaje cinematográfico la SF adapta/adopta el del fantástico y de terror, imitando las obras de Universal y seguidores; una excelente película como “The Day the Earth Stood Still” (“Ultimátum a la Tierra”, 1951), de Robert Wise, p. e., se expresa con material y estilo del cine negro de 20th Fox, productora del Film. Aparte, varios films de SF se engloban/archivan en el cine de terror para mejor comercialización/localización/comodidad: todas las obras de cine sobre la historia de “Frankenstein”, las del “hombre invisible”, las del “Dr. Jekyll & Mr. Hyde”  o “Island of the lost souls” (“La isla de las almas perdidas”), de Erle C. Kenton (Paramount, 1932), primera y mejor adaptación de la obra de H.G. Wells son claros ejemplos…. La SF, recordemos, ubicada siempre dentro de la fantasía, debe tener un sostenimiento/una justificación científica o pseudo científica en su argumento mientras que el cine de terror fantástico (llamado de varias formas) lo tiene por lo sobrenatural (magia, hechicería, maldiciones, etc.).
 Esta  breve reflexión sobre la SF está en función de esbozar el camino de una gran película del tema que comentaremos, Dios mediante, en un futuro próximo: “Them!” (literalmente ¡Ellas!”), estrenada en España como “La humanidad en peligro” (1954), de Gordon Douglas sobre unas hormigas que se han vuelto gigantes a causa de las radiaciones de una bomba atómica (crítica sobre el armamento nuclear) con erl consiguiente perligro para la taza humana. Tras el  éxito artístico y comercial (yo prefiero el primero) se inició un tema/apartado sobrela SF, el de los insectos gigantes: “Tarántula” (Jack Arnold, 1955) --- aunque la araña no sea un insecto --- y “The deadly mantis” (Nathan Juran), exponentes más significativos y representativos después del film de Douglas y también podríamos recordar aquí “Ultimatum a la Tierra” de Robert Wise sobre un extraterrestre que nos pide haya paz
Otra definición de la SF, en este caso elucubrada por algunos amigos asistentes asidúos al Festival de Sitges de antaño y aficionados al género: “La SF es una mixtificación de lo real y lo fantástico en una atmósfera eminentemente científica”.
                                                                       Narcís Ribot i Trafí

1)- “El cine de Ciencia- Ficción” (2002), de J. P. Telotte. Traducción española de “Science- Fiction (2001) publicado por Cambridge University Press (2001). Análisis bastante destacable de la literatura de SF.
2)- “La edad de oro de la Ciencia- Ficción(1950-1968)”, de Javier Memba. T & B Editores, Madrid, (primera edición: diciembre-2007). Posiblemente el mejor estudio sobre la SF cinematográfica (de los años anunciados) publicado en los últimos años por un autor que le gusta y sabe del tema a tratar.




jueves, 5 de marzo de 2020

“EL PERRO DE LOS BASKERVILLE”

(TERENCE FISHER, 1959)
“No cuenta lo que sabemos sino lo que podemos probar”  (Sherlock Holmes en “El perro de los Baskerville”, de Arthur Conan Doyle)
-Publicado originalmernte en “Forun Universitas” y “Diario de cine” (2013)-
 
                             “The Hound of the Baskerville” (“El perro de los Baskerville”) es una de las cuatro novelas sobre Sherlock Holmes escritas por Arthur Conan Doyle, originalmente publicada por entregas mensuales en el Strand Magazine de Londres en 1901-1902. Está configurada por 15 capítulos y la acción acontece principalmente en la apartada y poco poblada región de Dartmoor (parte de Devonshire, reconvertida actualmente en parque nacional), Inglaterra.
Termina la guerra de los Bóers y el escritor se retira a descansar lejos de Londres con su amigo, el periodista Fletcher Robinson, para instalarse en un hotel de Cromer  (en la costa de Norfolk). Allí --- entre mal tiempo, lluvias y frío --- Robinson le contó la leyenda de un gran perro fantasmal que aparecía durante algunas noches en los yermos y ciénagas del condado de Devon, junto con otras leyendas de mastines con ojos enrojecidos y una criatura mezcla de enorme y monstruoso perro y diablo que aparecía en los páramos persiguiendo a los caminantes que circulaban por ellos. Sorprendido e impresionado por estos terroríficos relatos, Conan Doyle decidió basarse en uno de ellos para su próxima novela. Al ser  racional el desenlace decidió que fuera su personaje, el investigador Sherlock Holmes, haciéndole aparecer ocho años antes de su muerte al caer en las cataratas de Reichenbach con su mortal enemigo, el profesor Moriarty (muerte que no fue tal, como sabemos). El paisaje en las cercanías de la colina Fox Tor en Darmoor inspiró la localización del Grimpen Mire en el relato. Rodeados de páramos pantanosos y turberas que aún, hoy en día, despiertan el temor de los caminantes, especialmente después de las fuertes lluvias que borran todo trazo de senderos y el suelo se convierte en una resbaladiza y blanda ciénaga (en la novela es destacado por Watson). Cerca de allí coloca la mansión de los Baskerville (Baskerville Hall), quizás inspirada en las mansiones de Hayford Hall o Brook Manor, situadas cerca de Buckfastleigh.
Como material de construcción utiliza dos géneros magistralmente yuxtapuestos: 1) el terror con misterio extraído de la tradición gótica inglesa, a la perfección fusionado con 2) el policíaco sostenido por la deducción lógica y el “whodunit(“¿Quién lo hizo?” en inglés, trama que se va complicando donde se invita al lector a intentar descubrir al autor del delito antes de finalizar la obra o sea todo en función de descubrir quien es el ladrón o asesino); lo sobrenatural, inexplicable, horrendo situado en ambiente de pantanos, ciénagas, yermos, páramos solitarios y mansiones aisladas  frente a la lógica racional del mejor Holmes (aquí relegado a segundo plano en función del narrador Watson). Conan Doyle recibió críticas por tratar con la literatura de fantasía y de terror. La novela fue un éxito, hoy considerada como uno de sus mejores logros. Años después, personas con la misma cerrada mentalidad atacaron la versión cinematográfica de Sydney Landfield por tener el ambiente de terror de aquel entonces (1939), principalmente de Universal (la película era de la 20th Fox) y 20 años después hicieron exactamente lo mismo con la versión de Terence Fisher para Hammer: estilo fantástico, sorpresas y terror en detrimento de la intriga policíaca. Algo totalmente falso. Como ha pasado en otras ocasiones se criticó a Fisher por haberse especializado en el género fantástico y ahora se defendía la era Universal; más adelante se ensalzó a Fisher y a Hammer para menospreciar a otros realizadores. Así se escribe, en varias ocasiones, la historia. Hoy día sabemos que las versiones de Landfield y Fisher son las mejores adaptaciones para el cine de la obra de Doyle (de la novela en particular y de todas sus obras en general). El cine fantástico ha despertado el desdén y el ataque de algunos amantes de “Lo políticamente correcto” y la reacción de un puñado de aficionados quienes han publicado fanzines con ideas y opiniones a veces interesantes --- validando ya su existencia --- y otras íntegramente subjetivas. En otros casos, se ha buscado uno o varios films “redentores” del género, películas que justa o injustamente son agasajadas para condenar el resto (lo intentaron y lo intentan pero no pueden porque el fantástico es un género popular donde hay obras maestras, films sobresalientes, notables, pasables junto con mediocridades, desaguisados y auténticas atrocidades) como pueden ser las películas de terror realizadas por Jacques Tourneur en los 40 para Val Lewton- R.K.O. u “2001, una Odisea del Espacio” (1968), de Stanley Kubrick en el campo de la Ciencia- Ficción; films con su importancia y su peso específico pero que a uno le puedan gustar- atraer más las de Universal y Hammer en el primer caso y preferir un  “Planeta prohibido”, “El planeta e los simios”, “Ultimátum a la Tierra”, “La humanidad en peligro”, “Almas de metal” o “Viaje alucinante” en el segundo.
A)- SOBRE TERENCE FISHER-
Leí hace años un escrito donde se decía que “Terence Fisher (1904-1980) habló siempre en voz baja”. Nada más cierto (1): ni él ni sus películas fueron nunca pretenciosos (al igual que John Ford, entre otros). Empezó desde abajo, trabajando en salas de montaje hasta llegar a la realización. El éxito le vino años después, finales 50 y toda la década de los 60, en Hammer Films, la productora de Carreras- Hinds, especializada (a partir de 1955 con “El Experimento del Dr. Quatermass”, de Valt Guest, como dijimos) en el género de terror, fantasía y ciencia- ficción.
Terence Fisher, hijo único, nació en Maida Vale (Londres), a los cuatro años perdió a su padre, estudió hasta los 16 años y se embarcó en la marina mercante a los 21. Aún sin objetivo claro en la vida trabajó en un negocio textil para entrar después de claquetista en los estudios cinematográficos Lime Grove  a Sheperd’s Bush para montar su primera película en solitario en 1936. Su esposa Morag (a quien conoció en los terribles días de los bombardeos sobre Londres en la II Guerra mundial) colaboró siempre con él y le animó a introducirse en el campo de la realización, participará en los cursos de aprendizaje de la Rank y en 1947 tendrá su oportunidad en una pequeña película de argumento fantástico, “Colonel Bogey” y su cuarto film como director lo rodó en los Estudios Gainsboroug, ya para realizadores profesionales. Junto con Anthony Darnborough filmará “So Long at the Fair” (“Extraño suceso”, 1950), su primer film con cierto renombre. Continuará haciendo pequeños films de consumo interior británico en los que no creía mucho según declaraciones. Su especialización en filmes fantásticos le dio su merecido éxito. Había entrado en Hammer también a principios de los 50 y cuando la firma le encargó “The Curse of Frankenstein”, (“La maldición de Frankenstein, 1957) la hizo con una semana más del tiempo previsto (“No sabía bien hacia donde me encaminaba”). Universal había explotado los personajes de mitología clásica del género en los años treinta en aquellas inolvidables cintas en blanco/negro para mezclarlos y parodiarlos en los 40. Vendió de mala gana sus derechos a Hammer a excepción del aspecto del monstruo de Frankenstein (un ser de apariencia cuadrada/rectangular con dos electrodos en el cuello, idea del realizador James Whale y del maquillador Jack P. Pierce sobre Boris Karloff, un hallazgo extraordinario pero sin nada que ver con la novela original de Mary W. Shelley). Fisher, pues, empezó de cero y sin haber visto --- por suerte --- las antiguas versiones Universal (las visionó después).
El equipo casi fijo que rodeó a Fisher era poco conocido al principio pero se lanzó a la tarea con gran profesionalidad y entusiasmo: los magníficos decorados de Bernard Robinson (siempre bien aprovechados), el maquillador Phil Leakey (seco y correcto), la música de James Bernard, siempre sugerente, la fotografía de Jack Asher (delirante y viva, sencillamente inolvidable), los guiones de Jimmy Sangster (bien compenetrado con Fisher, su gran mérito fue volver a las fuentes literarias originales y no copiar, no hacer un “remake” vulgar de los antiguos films Universal) y los dos actores emblemáticos lanzados a la fama, Peter Cushing y Christopher Lee. Christopher Lee fue portador de esta nueva máscara con un desarrollo interpretativo menos importante y más limitado que la criatura de la antigua versión pero Peter Cushing será el mejor barón Frankenstein de todos los tiempos. Dos puntos para recordar diferencias: 1) a primera vista la divergencia más clara radica en los dos personajes (creador-criatura), en las películas Universal la criatura roba el protagonismo (y el nombre) al creador; en las cinco realizadas por Fisher (Hammer produjo dos más, una de Freddie Francis y otra de un Jimmy Sangster pasado a la dirección, más inmaduro y menos sólido que como guionista, ambas inferiores al bloque de cinco firmadas por Fisher) el doctor es el protagonista absoluto, incluso en algunos títulos el monstruo no aparece (solo un trasplante de cerebro) y 2), si James Whale  en su sobrevalorado “Frankenstein” (“El Dr. Frankenstein”, 1931) utiliza  material procedente del Expresionismo Alemán y nos narra la enajenación pasajera de un sabio que juega a ser Dios y crea vida a partir de la muerte; Fisher nos muestra la evolución del personaje a partir de su infancia hasta llegar al experimento mediante la progresión de sus teorías (mostrándose todo el proceso de la creación, el robo de cadáveres y sus consecuencias hasta el final, guillotinado por la sociedad a causa de los crímenes cometidos por su abominación mientras en el film de Whale los aldeanos incendian el molino donde aparentemente la creación morirá a la vez que el barón se recupera sin que nadie le pida cuentas en su responsabilidad).
“La maldición de Frankenstein” fue un éxito, ratificado y aumentado un año después con “Horror of Dracula” (“Drácula”, 1958), donde Christopher Lee dará su interpretación totalmente sugestiva y personal del vampiro, perdiendo la imagen fantasmal de Bela Lugosi en la versión de Tod Browning para Universal. El film es, sencillamente, una obra maestra y Lee se convierte en un autèntico don Juan de ultratumba donde sangre y sexualidad recobran su importancia, mientras Peter Cushing será el más inolvidable profesor Van Helsing  (con cierto paralelismo con Sherlock Holmes). Hasta 1965 Fisher no dará la esperada continuación, “Drácula, príncipe de las tinieblas”, excelente,  ya que “Las novias de Drácula” (1960), uno de sus films más agudos, trata de un discípulo, el barón Meinster (David Peel) en confrontación con Cushing/Van Helsing. A diferencia de la riqueza de aportación dada por la serie de Frankenstein, las distintas películas sobre Drácula --- Fisher ya no dirigió más --- irán perdiendo fuerza hasta aburrir a Lee. Recordemos su versión, la más profunda temáticamente sobre el personaje de Robert Louis Stevenson, “Las dos caras del Dr. Jekyll” (1960), “La momia” (1959), con sus meritos descubiertos años después de su estreno, mismo año para “El perro de los Baskerville”, el inolvidable licántropo albino de “The curse of the werewolf”, (la mejor película de hombres-lobo) interpretado por Oliver Reed y un film estrenado para todos los públicos, “El fantasma de la Ópera”, que resultó un fracaso en taquilla aunque sus méritos fueron rescatados, también, más tarde, además de “The Gorgon” sobre el mito griego de la Gorgona (una cinta excepcional) y “The Devil’s rides out”, protagonizada por un extraordinario Christopher Lee quien combate una secta satánica.
Fisher detestó siempre la gratuidad (“Quiero siempre que el miedo tenga una base filosófica y moral”) evitaba por un igual la teatralidad (presente en algunas obras de los 30-40) como los efectismos (zooms, efectos visuales, movimiento continuo de la cámara) que empezaban a caracterizar (influencias del medio televisivo) el cine de principios de los 70, envolvente también de Hammer en sus últimos productos (con Fisher ya retirado). Nuestro hombre gustaba de planos largos pero con uso dinámico de la cámara sin caer en los dos puntos anteriormente citados. Con el movimiento de la cámara variaba la escala del encuadre, p. e. un plano general podía convertirse en un plano medio de algún personaje, para después volverse a abrir, siguiendo o cortando las evoluciones de los personajes podían los planos desplegarse en gran variedad de movimientos. Complejidad que, a veces, se traducía en panorámicas bidimensionales combinando desplazamientos laterales con un movimiento perpendicular sobre el eje anterior- posterior. Gracias a su dominio y experiencia en el montaje nos percatamos de su habilidad para establecer nexos o “raccords” originales que sirven de conexión entre las secuencias. Obtiene un total provecho a partir de la profundidad de campo en doble beneficio: 1) los decorados son mostrados en su totalidad (sin nunca recrearse en ellos como hacen algunos realizadores actuales) y 2) podía filmar dos acciones en paralelo dentro del mismo encuadre. La profundidad de campo puede esconder alguna figura oculta en un principio para el espectador; es el llamado “unheimlich visual” usado por primera vez por el Expresionismo Alemán. Era una época en la cual el “fantástique” se servía del plano- contraplano para sorprender y aterrorizar y también para  planos estáticos en tiempos “muertos”/”de descanso” (incluso directores de diferentes procedencias como Mario Bava o Roger Corman a veces usaron esta técnica procedente de los realizadores televisivos), Fisher construye sus planos con objetos como cebo en el encuadre con los figurantes totalmente fundidos con ellos, filmando al interlocutor por encima de la espalda de uno de los personajes. Nada de violencia gratuita en su puesta en escena, en muchas ocasiones dedica un primer plano de detalle a una secuencia para resaltar la importancia y significación de un objeto  que dará sentido al resto de la escena (crucifijo: exorcismo contra los vampiros, estaca de madera: destrucción del vampiro, Pepe Valiente fundiendo un crucifijo de plata para darle forma de bala que acabará alojada en el corazón del hombre-lobo, escalpelo para realizar una operación quirúrgica por parte de Frankenstein), moviendo la cámara rápidamente hacia atrás para enfocar a los personajes. Actualmente, hablando en líneas generales, se acude sin rubor, o bien porque no se sabe hacer de otra forma, a la grosería, al exceso y a la vulgaridad. El recurso usado por Fisher, aparte de ser un acierto estilístico, fomenta una concepción diferente: inquietud, angustia, sugerencia antes que el susto fácil. Fisher mostraba siempre al monstruo --- aunque en escasas ocasiones --- y lo relacionaba con los seres humanos en un mismo plano sin dejarnos en la duda de si existía o no (como el caso de la serie de RKO y Val Lewton realizadas por Jacques Tourneur), Fisher jugó siempre limpio. Sus movimientos de cámara creaban esta inquietud (p. e. largos travellings a través de decorados desiertos),  jamás violencia gratuita. Si bien fue uno de los primeros directores en mostrar la sangre, siempre lo hace con algún propósito y nunca en exceso, el filmar en color acentúa los contrastes en sensación de violencia, jugando sobre los colores con simbolismos antagonistas. Fisher fue un realizador intuitivo y emocional, con un rigor encomiable en su puesta en escena, totalmente contrario a las improvisaciones, así como la repetición de planos con los actores; preparaba los movimientos de cámara con los actores integrados perfectamente en el decorado/paisaje.
Punto crucial de la temática fisheriana es el choque Bien- Mal. El Mal se presenta muy atractivo, extiende sus tentáculos, parece que vencerá pero finalmente triunfa el Bien, representado generalmente por personas austeras (Van Helsing, Sherlock Holmes, el duque de Richlieu de The Devil’s rides out”, el abad Sandor), el Mal es encarnado por personajes ejercitantes de su atracción sobre los demás, muchas veces aristócratas (el conde Drácula, el barón Meinster, el marqués Siniestro de “The Curse of the Werewolf”, el satanista Mocata, sir Hugo Baskerville, Mr. Hyde) y en otras ocasiones la antinomia Bien- Mal coincide dentro de la misma persona, p. e. Carla Hoffman- La Gorgona (“The Gorgon”), León Carido- hombre-lobo (“Curse of the werewolf”) y el Dr. Henry Jekyll- Mr. Edward Hyde (“Las dos caras del Dr. Jekyll”)
Más adelante el equipo varió: el decorador Bernard Robinson (fallecido en 1970) fue substituido por Scott McGreggor, el guionista Jimmy Sangster se retiró y Anthony Hinds, hijo del copropietario de Hammer, con el pseudónimo de John Elder (su característica más esencial era la irregularidad) ocupó su lugar, el maquillador Phil Leakey se marchó pero trajo a su substituto Roy Aston cuyo mayor logro fue el maquillaje del licántropo en “Curse of the werewolf” y el fotógrafo Jack Asher reemplazado por Arthur Grant cuya fotografía es brillante aunque no tan pictóricamente regular como la de su antecesor (otros fotógrafos destacables fueron Moray Grant, sin ningún vínculo familiar con Arthur, y Michael Reed) pero la puesta en escena fisheriana no cambió, siempre espléndida, siempre geométrica……
Con sus intereses cómodamente asentados, a mediados de los 60 Hammer dio paso a otros directores. Que duda cabe que con aciertos: el ex –fotógrafo Freddie Francis, el recientemente fallecido Roy Ward Baker, Val Guest, John Gilling (2)  etc. nos ofrecieron “cuentos” clásicamente bien narrados pero solo Fisher transgredió los maleables materiales de John Elder o los bienintencionados de Jimmy Sangster porqué el fantástico es un género donde se pueden decir muchas cosas. Más adelante introdujeron realizadores provenientes de la televisión (Fisher jubilado ya con el pretexto de la edad), empezó la decadencia y los estudios cerraron a mitad de los setenta.
B)- EL PERRO DE LOS BASKERVILLE (1959)
-El primer acierto de Terence Fisher es mostrar en la obertura del film lo que sucedió a sir Hugo de Baskerville (David Oxley) siglo y medio antes del desarrollo de los acontecimientos. Al exponer la leyenda al principio se (nos) ahorra un flash- back explicativo (un retroceso en el tiempo, cansino en ocasiones por cortar la narración y después volver a retomar la trama, necesario y /o acertado en otras). Después del impresionante genérico pasamos a 1740 donde en la mansión Baskerville un criado es arrojado por una ventana llevándose la cristalera por delante hasta caer al foso de agua. Una voz en off nos habla de sir Hugo, un hombre impío, salvaje y blasfemo, dominado por su inclinación a lo perverso y a la crueldad. Rodeado de una cohorte de aristócratas amigos suyos que le ríen las gracias, bajan a sacar al infeliz para continuar martirizándole ya que se había negado a entregar a su hija a los deseos de su amo. La muchacha, encerrada en una alcoba, logra escapar por la ventana lo cual despierta la ira de sir Hugo quien la persigue a caballo con una jauría de perros. La joven logra refugiarse en las ruinas de una abadía cerca del páramo pero es descubierta por su perseguidor. Un aterrador aullido se escucha en la obscuridad. Todos lo perros de la jauría huyen, así como el caballo pero el malvado no quiere renunciar a la cacería, su orgullo está herido: arroja al suelo a la mujer y la apuñala con una daga, vuelve oírse el amenazador aullido. Sir Hugo se vuelve y grita, algo que no se ve se le arroja encima y le degüella. Fisher no enseña el supuesto perro fantasmal ni la muerte del réprobo noble, solo ruido y el plano detalle de la daga de sir Hugo en el suelo que encadenará con el inicio, 148 años después, en la casa de Sherlock Holmes, quien realiza una jugada magistral de ajedrez sobre un tablero mientras escucha la narración del Dr. Richard Mortimer (Francis De Wolff). Este, aparente amigo de los Baskerville, les cuenta que el sabueso espectral surge amenazador para atacar a quien posea el título y tierras de los Baskerville, que sir Charles, amigo suyo, murió en el bosque de un infarto (terror al ver algo, ¿El perro?) y ahora llega su sobrino sir Henry de Baskerville y teme por su vida ya que, se intuye, la maldición recaerá sobre él.
Hasta aquí el guión (muy bien estructurado) de Peter Bryan se ciñe a la novela de Conan Doyle. A partir de ahora realizará algunos cambios como la aparición de la tarántula venenosa robada al aquí reverendo Frankland (Milles Malleson), aficionado a la entomología; la mina abandonada; Cecile (Maria Landi), esposa de Stapleton (Ewen Sola) en la novela, devenida aquí hija suya; el segundo cuadro de sir Hugo, robado para no ver la mano derecha palmeada que también tiene el asesino, asimismo descendiente del Baskerville quien desea eliminar a sir Henry para más tarde apoderarse de la herencia y las tierras. Elementos todos ellos policíacos que contrastan con los del terror gótico. Fisher juega y domina perfectamente la fusión de ambos géneros con la resolutiva aportación racional del detective y va encajando los componentes policiaco-detectivescos como un juego de cartas donde se logra colocar los precisos naipes para lograr el solitario o similar a una jugada de ajedrez como la ejecutada al inicio, después de la narración de la terrible leyenda.
La fotografía de Jack Asher es (como siempre) sencillamente magnífica, el pardusco color de la vegetación muerta de los páramos, el de las peligrosas ciénagas, riscos o el mismo de la abadía en ruinas contrastando con el generalmente grisáceo del castillo Baskerville y el atrezzo de Bernard Robinson: la  reproducción de los bosques, yermos, páramos y ciénagas parece extraída de la mente de Conan Doyle, el castillo vemos el mismo decorado, retocado, claro, que “Dracula, príncipe de las tinieblas” (el hall) o las columnas salomónicas (“Drácula”), aparte del triciclo del reverendo anglicano, cajones de buena madera, urnas de cristal y demás utensilios de entomología nos recuerdan el detallismo perfecto que hacía de Robinson uno de los mejores de su oficio.
Así lo sobrenatural y fantástico avanza conjuntamente con el policíaco- deductivo- racional discurrido por Holmes, los avances en ambos géneros van uniéndose prácticamente cuando Holmes en la abadía en ruinas encuentra la daga de 1740 con la cual sir Hugo dio muerte a la doncella por negarse al derecho de pernada aunque en su hoja hay sangre reciente……un preso fugado de una penitenciaría situada a siete millas de Baskerville, Seldon (Michael Mulcaster), es en realidad hermano de la Sra. Barrymore (Helen Gros) quien con su marido (John Le Mesurier) cuidan del castillo desde hace años. El recluso escapado es encontrado con la garganta destrozada, luego el cuerpo desaparece y es mutilado con la famosa daga  de sir Hugo para evitar su reconocimiento. Holmes va atando cabos. La señora Barrymore confiesa llorosa ser hermana de Seldon a quien daba comida y ropa usada por la noche. Sir Henry, quien ha iniciado una relación amorosa con Cecile, la tranquiliza sin llamarle la atención ni despedirla. Entonces pasamos ya al campo de lo policiaco/racional. El famoso perro al oler la ropa usada de sir Henry mató a Seldon por equivocación, deduce Holmes e investiga una abandonada mina de estaño donde sospecha guardan un perro amaestrado convertido en fiera al no darle de comer y en la noche deseada hacerle oler prendas del interesado para que le devore . Sospecha de Stapleton que tiene la mano palmeada. Él y su cómplice el Dr. Mortimer provocan la caída de una vagoneta lo cual causa un derrumbe para asesinar al detective. Hubiera quedado enterrado en la mina pero Holmes sabía y había comprobado la existencia de otras salidas. Les sorprende a todos. El detective y Watson corren a salvar a sir Henry que ha sido invitado por Cecile a cenar. Como dice Javier Memba (“La Hammer, su historia, sus películas, sus mitos”, T&B Editores, 2007) “aún hay tiempo de ver la última secuencia gótica, la más hammeriana en lo que a inquietud se refiere”: en las ruinas de la abadía sir Henry besa a Cecile quien le responde con una bofetada y además de insultarle le dice que ella y su padre también son Baskerville, que sedujo a su tío Charles y le trajo hasta aquí y que murió cuando apareció el perro, sir Charles corrió pero el miedo le hizo fallar su delicado corazón; que quieren la herencia y finalmente la tendrán, ahora encima de un peñasco aparece el fantasmal y terrorífico perro ante la carcajada de Cecile…….Salta sobre sir Henry que cae al suelo. Aparecen Holmes y Watson y se disponen a dispararle al perro, surge Stapleton de la obscuridad y les ataca. Watson dispara sobre Stapleton y le hiere, Holmes abre fuego sobre el animal que al ser herido de muerte se revuelve contra su amo herido, ambos mueren. Cecile huye pero cae en la ciénaga y es tragada por las arenas movedizas. Holmes y Watson incorporan al herido y asustado sir Henry y le hacen contemplar el perro con máscara fosforescente para parecer mas fantasmal y aterrorizar a sus víctimas, un enorme dogo amaestrado por Stapleton para hacer repetir la maldición sobre los Baskerville.
Holmes y Watson ya están de vuelta a su domicilio del 221-B de Baker Street. Reciben por correo un cuantioso cheque de sir Henry el cuadro robado y recuperado de sir Hugo. “Para su colección. Con un cuadro de este bribón ya tengo bastante” --- refiriéndose a su antepasado.
De esta forma Fisher logra un film redondo en todos los sentidos, tanto como logro cinematográfico como en su línea argumental y temática. La historia se abre y cierra en círculo sin dejar nada colgado o al azar. Por ello la veo un poco superior a la versión de Sydney Landfield con Basil Rathbone (1939) donde su guión (de Ernest Pascal) es clásico, correcto y a la vez convencional mientras el libreto usado por Fisher (de Peter Bryan) es más abierto en las sugerencias heterogéneas propias del género y más cerrado en su conclusión/resolución.
                                                                                             Narcís Ribot i Trafí

1)- Conocí personalmente a Terence Fisher en Sitges-1976. Hablé un buen rato con él y comprobé que era como yo había pensado a través de entrevistas y reportajes: un auténtico gentleman, tanto como realizador que como persona. Sin ninguna ínfula, sin ningún divismo (a la inversa de algunos de no más allá de nuestras fronteras), de carácter bonachón (como su aspecto), un personaje extraído de una novela de Charles Dickens, como dijo Juan Tébar.
2)- También conocí personalmente entre los festivales de Sitges y Madrid a Freddie Francis, John Gilling, al muy simpático Roy Ward Baker y a Peter Sasdy, además de otros técnicos de Hammer como el maquillador Roy Ashton y al productor- empresario- realizador Michael Carreras. A quien, desgraciadamente, no pude conocer fue al director israelita Seth Holt (uno de los Hammer que prefiero), autor de la famosa “El sabor del miedo”. Seth Holt falleció poco antes de acabar el rodaje de “Sangre en la tumba de la momia” (1971),

miércoles, 26 de febrero de 2020

INTRODUCCIÓN A SHERLOCK HOLMES: DE LA LITERATURA AL CINE


“Es un error capital el teorizar antes de poseer datos. Insensiblemente, uno comienza a deformar los hechos para hacerlos encajar en las teorías en lugar de encajar las teorías con los hechos”. (Sherlock Holmes)
I)- ARTHUR IGNATIUS CONAN DOYLE- Nació en Edimburgo (1859), era el mayor de ocho hijos de una familia católica de procedencia irlandesa. Su padre, Charles Altamont Doyle, ilustrador de libros, dibujante y pintor, desgraciadamente cayó en el alcoholismo sumiendo al clan en la casi ruina. Arthur deseaba estudiar medicina, sus éxitos en el colegio fueron en prácticas deportivas mientras la rigidez del internado le convertía en agnóstico y más adelante creyente a su manera pero no por ninguna iglesia cristiana ni por cualquier religión sino por su seguimiento del esoterismo, del ocultismo y del espiritismo, de los cuales se convirtió en experto. Había podido estudiar gracias a unos parientes y decidido por el campo de la medicina abandonó el colegio a los 17 años para entrar en la Universidad de Edimburgo. Allí entablará amistad con futuros grandes literatos como James Barrie (creador de Peter Pan)  y Robert Louis Stevenson (“La isla del Tesoro”, “La Flecha Negra”, “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, “La isla de la Aventura”, etc.) y será alumno del profesor Joseph Bell cuyos dotes de deducción y lógica  aplicada será el andamiaje inspiratorio de su futuro personaje, el detective de ficción más famoso de todos los tiempos, el inigualable Sherlock Holmes. Empezó ha escribir siendo universitario, sus autores preferidos y por quienes fue influenciado fueron Bret Harte y Edgar Allan Poe. Uno de sus primeros relatos, “The mystery of Sasassa Valley” (“El misterio del valle de Sasassa”), fue publicado en el magacín Chamber’s Edimburgh Journal, seguido de “The American Tale” (“Cuento americano”), aparecido en London Society. Embarcado para realizar prácticas de cirujano, continuó escribiendo: “Captain of the Pole Star” (“Capitán de la Estrella Polar”) para doctorarse en 1881. Después de un nuevo embarco que no le satisfizo y pasar algunas penalidades abrió consulta en Southsea, obteniendo un renombre profesional que estabilizó económicamente su posición y, a partir de entonces, afrontar su vida con más tranquilidad. Su fama literaria  comenzó al publicar la primera novela sobre el detective Sherlock Holmes (1887), “A Study in Scarlet” (“Estudio en escarlata”), la había escrito en tres semanas y percibió 25 libras por su trabajo. Aquí aparecen los personajes del detective privado Holmes y su amigo el Dr. John H. Watson, pronto internacionalmente conocidos. A pesar de todo, el relato policiaco no fue nunca el preferido del autor, siempre habló de su creación como instrumento comercial, ganar dinero y nada más. Escribió poemas, obras para teatro, novelas históricas (por las cuales sentía predilección), fantásticas y de aventuras (muchas de ellas olvidadas) pero debía, sin embargo, volver sobre su personaje-icono quien, a pesar de la fama, le llevó al hastío hasta el punto que decidió “matarle” en uno de sus relatos (cayendo en un precipicio con su mortal enemigo, el profesor James Moriarty). Inútil. Recibió infinidad de cartas de súplica para continuar las aventuras por parte de los lectores además de la presión de los editores y ser vio obligado a “resucitarle” en el siguiente relato. Una compañía de Filadelfia le pagó para una segunda novela del detective, naciendo así “The Sign of Four” (“El signo de los cuatro”), publicada en 1890. “The Hound of the Baskerville” (“El perro de los Baskerville”) vio la luz en 1902 y “Valley of Fear” (“El valle del terror”), su cuarta y última novela, se publicó en 1915. Además de su tetralogía novelesca, Conan Doyle escribió 56 relatos recopilados finalmente en cinco tomos: “Las aventuras de Sherlock Holmes” (1892), “Memorias de Sherlock Holmes” (1893), “El regreso de Sherlock Holmes” (1903), “Su última reverencia” (1917) y “El archivo de Sherlock Holmes” (1927). A excepción de cinco casos, los relatos y novelas del personaje están contados en primera persona por el Dr. Watson. “El ritual de los Musgraves” y “La corbeta Gloria Scott” son casos sobre deducción policial anteriores al encuentro Holmes- Watson (se entrevé que las escribió Watson pero contadas a éste por Holmes), “La piedra preciosa de Mazarino”, uno de los últimos escritos está relatada en 3ª persona (el llamado narrador omnisciente), mientras “La aventura de la melena del león” y “La aventura del soldado de la piel descolorida” es Holmes el cronista desde su perspectiva.
Conan Doyle también fue el creador del profesor George Edward Challenger, protagonista de cinco novelas de ficción iniciadas por “The Lost World” (“El mundo perdido”, 1912) con su primera transcripción al cine a mediados de la década siguiente (efectos especiales del admirable maestro de Ray Harryhausen, Willis O’Brien, futuro animador del mítico “King- Kong”).  Escribió unas cuantas novelas históricas (“Sir Nigel”, 1906, “Las hazañas del Brigadier Gerad”, 1896), su género predilecto y otras obras diversas (“La tragedia del Korosko”, 1898, “Lot nº 249”, 1892, --- uno de los primeros relatos sobre una momia rediviva --- “The vital Message”, 1919, o “The Great Boer War”, 1900, --- su libro más largo) pero su gran fama merecida (aparte, era un gran escritor) la consiguió --- a pesar de no gustarle --- por el “Rey de los detectives”, como dijo hace años Juan Tébar, haya o no otros detectives famosos dignos de tal título, Sherlock Holmes.
Arthur Conan Doyle falleció en Crowborough (Inglaterra) el 1930 de un infarto, tenía 71 años. Había residido durante 23 años en esta localidad, donde se erigió una estatua suya. Otra de Sherlock Holmes está en Picardy Place (Edimburgo), cerca de donde nació el escritor.
Doyle, en principio, deseaba llamar a su personaje Sherrinford Holmes, lo describe como un hombre alto, delgado, irónico, frío en ocasiones, ingenioso e intelectualmente inquieto, en algún momento parece brusco y siempre es educado con las mujeres aunque no se fía de ellas (posiblemente un amor frustrado, ¿causa de su drogodependencia?), por la deducción en detalles aparentemente banales es un maestro, posee gran habilidad al disfrazarse, es un experto en apicultura, en tocar el violín (un Stradivarius, a veces en horas poco oportunas), fuma en pipa (1), le encantan las galletas, tiene gran conocimiento científico, gran esgrimista y con conocimientos de boxeo y en sus escasos ratos libres toma cocaína en una solución al 7% (se menciona en “El signo de los cuatro” y es el título original de una película donde Holmes pide ayuda al Dr. Sigmund Freud para librarse de la droga, “The Seventh- Per- Cent Solution”, dirigida por Herbert Ross en 1976, titulada en España “Elemental, Dr. Freud) y vive en Baker Street, 221 B, en Londres (2). Usa siempre métodos científicos (en ocasiones él es el promotor del sistema) con sus grandes dotes de observación y deducción siempre racionales.
Hay una serie de puntos curiosos los cuales no fueron aportados por Conan Doyle, en realidad provenientes de las versiones teatrales, recogidas posteriormente por el cine y por los editores de las obras en las ilustraciones de portada o interiores: -1)- Holmes era fumador de pipa pero la iconográfica, la pipa meerchaum (espuma de mar), casi siempre de estilo “calabaza”, aparece por vez primera en una obra teatral de 1899 protagonizada por William Gillete --- encarnaría al detective cientos de veces y durante muchos años --- popularizando también la capa Inverness; -2)- el sombrero de cazador de gamos a doble visera, inseparable del personaje, no se cita en los escritos de Doyle; el excelente ilustrador Sidney Paget (1860-1908) fue su introductor, utilizando además a su hermano Walter como modelo para materializar el aspecto de Holmes (Walter Paget era cazador y por ello incluyó este sombrero, además de la lupa); -3)- la tan repetida frase “ELEMENTAL, MI QUERIDO WATSON(“Elementary, my dear Watson”) no figura en ninguna obra de Doyle --- es una expresión cinematográfica  --- sí aparece en “El jorobado”, historia corta perteneciente a la recopilación “Memorias de Sherlock Holmes” pero la palabras “elemental” y la frase “…mi querido Watson” se encuentran por separado; -4)- la novela “El perro de los Baskerville” o “El sabueso de los Baskerville” retrocede la narración unos ocho años antes de su ”muerte” en “El problema final”, que luego no será tal a causa de los ruegos, súplicas, presiones y también porqué el personaje siempre le hizo ganar mucho dinero.
II)- RÁPIDO PASO AL CINE
Muy pronto el reciente invento del cinematógrafo se interesó por el personaje. La primera incursión es “Sherlock Holmes Blaffed”, rodada en 1900, aunque registrada oficialmente en 1903, donde el detective hace frente a un ladrón. Tiene un minuto de duración, no más se podía hacer. Más adelante, actores como Viggo Larsen, Maurice Costello, Francis Ford (hermano del sin par John Ford), Alwin Neub (el primero en interpretarlo en un ciclo), William Gillete --- quien lo había encarnado tantas veces en el teatro --- Alvin Neuss, Carlyle Blackwell Jr., Eille Norwood, Herman Speelmans, John Barrymore, Reginald Owen, Raymond Massey, Arthur Wontner y Clive Brook fueron sucesivos intérpretes. Una rareza (la filmografía de Holmes posee varias) es “Sherlock Holmes and the Great Murder Mystery” (1908) donde no se adapta ninguna historia de Conan Doyle sino de Edgar Allan Poe en una versión de “Los crímenes de la calle Morgue”, substituyendo al detective francés Auguste Duphin del relato original (a quien Holmes le debía mucho) por nuestro personaje. En 1939 la 20th Fox nos da un díptico muy interesante: “The Hound of the Baskervilles” (“El perro de los Baskerville”), de Sidney Landfield y “The adventures of Sherlock Holmes(“Sherlock Holmes contra Moriarty”), de Alfred L. Werker. Dos excelentes films que daban a conocer los actores más identificados con nuestros personajes: Basil Rathbone y Nigel Bruce. Rathbone encajaba perfectamente en la descripción de Conan Doyle: alto, delgado, observador, ingenioso, dispuesto a ayudar a quien lo necesite aunque a veces parezca frío e insensible; será el Sherlock Holmes por antonomasia. Su pareja era Nigel Bruce como el Dr. Watson. Un punto a favor de la química interpretativa era la amistad entre Rathbone y Bruce antes de los rodajes, algo muy positivo aunque algunos puristas criticaron el trabajo de Bruce por ser demasiado cómico y por privarle de la inteligencia dada por el novelista. Ello venía dado por exigencias de guión, el actor interpretó tal como le dijeron porque era un mandado. “El perro de los Baskerville” estaba ambientada por vez primera en la época de la novela y no en la fecha actual del rodaje. La Universal tomó el relevo de la 20th Fox y realizó una docena de películas con el tándem Rathbone- Bruce volviendo a la ambientación actual cuando se rodaron dichos films. En general eran más sencillas que las del díptico de la Fox, alguna bastante mediocre, pero Basil Rathbone estuvo como siempre, formidable, mientras que Bruce se vio obligado en forma más acusada y exagerada a ser el comparsa irrisorio muy alejado de la mente de Conan Doyle (en algunas de estas cintas los adversarios eran los nazis). Varias de ellas no fueron estrenadas comercialmente en España (doy el título de TV y/o del DVD): Se cambió el título de la primera aportación Universal para finalmente quedar “Sherlock Holmes and the voice of Terror” (TV y DVD: “Sherlock Holmes y la voz del terror”), realizada por John Rawlins en 1942. A partir de ahora, las once restantes serán dirigidas todas por Roy William Neill, un artesano con bastante buen gusto pero sin ninguna ambición: “Sherlock Holmes and the Secret Weapon” (TV y DVD: “Sherlock Holmes y el arma secreta”), también de 1942), “Sherlock Holmes Faces Death” (“Sherlock Holmes desafía la muerte”, la primera en estrenarse en España), 1943, “Sherlock Holmes in Washington” (“Sherlock Holmes en Washinghton”), 1943, “Sherlock Holmes and the Spider Woman” (“La mujer araña”, retitulada en su pase televisivo y en DVD como “Sherlock Holmes y la mujer araña”), 1944, “The Scarlet Claw” (“La garra escarlata” o “Sherlock Holmes y la garra escarlata” en TV y DVD), 1944, “The Pearl of Death”( “La perla maldita” o “Sherlock Holmes y la perla de la muerte”, para DVD y TV), 1944, “The House of Fear” (“La casa del miedo” , rebautizada para TV y DVD como “Sherlock Holmes y la casa del terror”), 1945, “The Woman in Green” (“El caso de los dedos cortados”, o “Sherlock Holmes y la mujer de verde”, para TV y DVD), 1945, “Pursuit to Algiers” (“Persecución en Argel” en su estreno comercial, o “Sherlock Holmes en la persecución de los argelinos” para los otros dos medios), 1945,  “Terror by Night” (”Terror nocturno”, o “Terror en la noche” para DVD), 1946, y “Dressed to Kill” (“Vestida para un asesinato”, en DVD y TV), 1946.
Después de 13 años de ayuno holmesiano en el cine llegó en 1959 el film producido por Hammer Films y realizado por Terence Fisher. Los socios Enrique Carreras y Will Hinds fundaron en 1932 Exclusive Films para distribuir pequeñas películas de serie B. Pasada la guerra desapareció Exclusive y se fundó Hammer con la intención de producir films de bajo presupuesto. La dirección de la empresa pasó a los hijos de ambos: James Carreras y Anthony Hinds (aparte de avispado productor fue guionista con el nombre de John Elder, a veces con ideas originales y atrevidas, a veces rutinario o con mucha sal gorda, en definitiva muy irregular) para más adelante pasar a manos de Michael Carreras, hijo de James y nieto de Enrique. El inesperado éxito de una pequeña (y excelente) película de Ciencia- Ficción, “The Quatermass Xperiment” (“El experimento del Dr. Quatermass”, 1955), dirigida por Val Guest, decidió la entrada de Hammer en el campo de la fantasía y el terror. Compraron los derechos de los personajes clásicos usados por Universal en los años 30-40 y tras el éxito de “The Curse of Frankenstein” (“La maldición de Frankesntein”, 1957), de Terence Fisher, decidieron especializarse en el género. Muchos fueron los méritos de Hammer, uno de los  más grandes fue el nacimiento del cine moderno de terror. En otra ocasión podríamos extendernos sobre el fenómeno Hammer, parejo a la Ealing de Michael Balcón: dos modestas productoras británicas consiguieron obras maestras, sea del terrofantástico (Hammer) o comedia (Ealing).
“El perro de Baskerville”, de Terence Fisher, no solamente es la mejor adaptación de las varias sobre esta novela sino también la mejor cinta sobre nuestro personaje pese a la tibieza de su aceptación en taquilla. Peter Cushing y Christopher Lee, dos actores lanzados a la fama por Hammer encabezaban el elenco. Su elección fue acertadísima. Sin ningún gesto de más, sin sobreactuación, Peter Cushing encarnó a Sherlock Holmes (3) con la misma dignidad y presteza que Basil Rathone, con su misma energía, ímpetu, esfuerzo y brío;  Christopher Lee da vida a sir Henry de Baskerville, descendiente del malvado sir Hugo y Andre Morell interpretaba a uno de los mejores Watson cinematográficos.
 Hammer no volvió a tocar el tema pero Fisher si: “Sherlock Holmes und das Halsband des Todes (“El collar de la muerte”, 1962), coproducción alemana (principal), francesa e Italiana, codirigida por Terence Fisher y Frank Winterstein, guión de Curt Siodmak sobre los personajes de Conan Doyle, con Christopher Lee ahora como Holmes, Thorley Walters como Dr. Watson y Hans Sönker como Dr. Moriarthy. La fotografía es en blanco-negro y aunque la producción de Artur Brauner configure la cinta con dimensión de policiaco rutinario al uso de la época, Fisher nos da una puesta en escena --- sin ser de las destacables --- con varios puntos de interés. Thorley Walters volverá a ser Watson en algún telefilm de los 80 y en alguna parodia bastante olvidable (“El hermano más listo de Sherlock Holmes”) mientras Christopher Lee interpretará a Mycroft Holmes, hermano del detective, en “The Private Life of Sherlock Holmes” (“La vida privada de Sherlock Holmes”), dirigida y producida por Billy Wilder para United Artists (1970), con Robert Stephens como Sherlock Holmes y Colin Blakely como Dr. John H. Watson quien demostró poder hacer una estupenda comedia (hasta el momento fue la película más cara sobre el personaje, memorables los deslumbrantes decorados, la perfecta ambientación e interpretación) sin caer en la burda desmitificación, tosca y chabacana.
A Study in Terror” (“Estudio de terror”), de James Hill (1965) fue el segundo film del personaje en color, producción británica. Excelente recreación del Londres victoriano junto con sus grandezas y miserias. Por primera vez (no será la última) se enfrentan (intelectual y, al final, físicamente) el personaje ficticio de Sherlock Holmes y el real de Jack el Destripador. John Neville (Holmes) y Donald Houston (Watson) eran los protagonistas. “They Might Be Giants” (“El detective y la doctora”), Antonhy Harvey (Universal, 1971) donde George C. Scott interpreta a Justin Playfair, un enfermo que se cree Sherlock Holmes. Fracaso en taquilla aunque la película se deja ver. “The Seventh- Per- Cent- Solution” (“Elemental, Dr. Freud”), de Herbert Ross (Universal, 1976), con Nicol Williamson y Robert Duvall como Holmes y Watson, respectivamente, es otro famoso encuentro entre un personaje ficticio y otro real, apareciendo además Alan Arkin (Dr. Freud) y Laurence Olivier (profesor Moriarty). Nos encontramos, quizás, con el Holmes más romántico y literalmente humano (derrama lágrimas). Cristopher Plumer (Holmes) y James Mason (Watson) protagonizaron el film “Murder by Decree” (“Asesinato por decreto”, 1978), segundo encuentro Sherlock Holmes- Jack el destripador. Tiene su gracia pero prefiero el film de James Hill. Alguna parodia más (“Sin pistas”), series televisivas, una divertida aventura de Holmes en su infancia (“El secreto de la pirámide”) y un desvirtuado “Sherlock Holmes” (Guy Ritchie), quizás confundido con James Bond…………

                                                                                Narcís Ribot i Trafí
1)- La popularidad de Sherlock Holmes y su entorno es tan grande que se ha intentado reproducir objetos de los relatos. La reputada firma de pipas Peterson dio un modelo por cada historia, totalmente inventadas ya que no se describe el tipo. Pipas de excelente calidad pero un poco grandes a juicio de quien suscribe estas líneas, también fumador de pipa.
2)- Continuamos con la popularidad. BAKER STREET, 221-B no existía en tiempos de Arthur Conan Doyle (la numeración terminaba en el 85). Al numerarse de nuevo, en 1930, la calle se alargó. Dicho número (un edificio de Art Decó) se asignó a Abbey Road Building (más tarde Abbey National). Ante el volumen de cartas recibidas --- hay gente que cree el personaje de Holmes como real --- se formó un “Secretariado para Sherlock Holmes” para organizar toda la correspondencia, hay un museo “Sherlock Holmes” con el nº 221-B y en 1999 Abbey patrocinó  la creación y colocación de una estatua de casi tres metros de Sherlock Holmes en la entrada de la estación de Baker Street.
3)- Peter Cushing interpretó de nuevo a Sherlock Holmes en una serie televisiva británica (1968) muy bien ambientada (en dos episodios “El perro de los Baskerville”) y en un telefilm, “The Masks of Death” (“Sherlock Holmes y la máscara de la muerte”) dirigido por Roy Ward Baker (1984).



jueves, 20 de febrero de 2020

LINCOLN… JOVEN

“EL JOVEN LINCOLN”, (JOHN FORD, 1939)
 -ESCRITO PUBLICADO ORIGINALMENTE EN DIARIO DE CINE”  YFORUM UNIVERSITAS (2014)-
“Lograr la abolición de la esclavitud. Eso era algo que solo podía conseguir alguien cuya humanidad fuera tan ancha como el mismo mundo”. (Leon Tolstoi, escritor)
REDUCCIÓN I: LA HISTORIA-
             Hay ocasiones en que el cine pone de moda un personaje ya sea por haber sido tratado por algún realizador reconocido o bien por una serie de circunstancias como pueden ser la publicidad, la acertada política de un buen lanzamiento, una cierta suerte en el estreno y en los primeros días… Luego aparecen estudios sobre la película, artículos en revistas de historia (1), del personaje en cuestión, la historia de su tiempo, lo aportado, (en positivo o negativo) en la sociedad de su tiempo y en la futura,  etc. Un ejemplo de ello es “Alexander” (“Alejandro Magno”, 2004), de Oliver Stone, de donde surgieron desde los ya consabidos juegos de rol hasta los muñecos con ricitos rubios imitando el presunto aspecto físico del conquistador macedónico. Ahora le ha tocado al presidente número 16 de los Estados Unidos y primero por el partido Republicano, el más emblemático junto con George Washington, el nº 1: Abraham Lincoln. El fenómeno tiene consecuencias interesantes: personas que nada saben o han pasado olímpicamente de la historia ahora leen para saber más --- aunque sea un poquito --- sobre la figura en cuestión y su entorno. En este caso ha sido gracias a la película de Steven Spielberg, “Lincoln” (“Lincoln”, 2012).
A raíz de los anuncios de su estreno también yo leí más sobre este honesto y gran hombre, abogado y presidente de un país que nacía, más de lo mostrado/exigido en nivel corriente en la asignatura de historia. Mi intención era visionar el film spielbergiano pero las obligaciones son primero y ya lo han retirado de mi entorno. Solución: verlo en otro sitio cuando haya oportunidad o bien esperar la aparición en DVD. Pude acceder a una copia del mismo soporte, aunque no perfecta, en ingles que me aclara algunos puntos pero queda pendiente el visionado en estado natural: el cine, únicamente así se puede apreciar en su totalidad (el presente escrito se publicó , repito, en 2014, después conseguí los títulos de Ford y Spielberg en Blu-Ray). También he visto y revisado otras cintas más antiguas y ello ha supuesto un hallazgo extraordinario en el caso de “Young Mr. Lincoln” (“El joven Lincoln”) un film de John Ford de 1939, mismo año que triunfó con “Stagecoach” (“La diligencia”) la cual sirvió para dar cartas de nobleza al western como género. “El joven Lincoln” es una película poco citada y recordada --- ahora, tras el estreno de la actual, ya lo es más --- incluso por los eminentes fordianos. En verdad no se le han dedicado muchos estudios y los analistas con método de escoger un abanico de cintas para dirimir personalidad y estilo del director no la sacan con frecuencia. Posiblemente haya otros ejemplos considerados mejores (y lo sean) pero en muchos casos es muy difícil decir cuál es la más o menos buena en un realizador con: 1) varias obras maestras en su haber y 2) un montón de grandes films (Ford también tiene películas inferiores, algunas de encargo pero entre estas encomendadas “para poder comer y pagar facturas” también las hay tanto del punto 1 como del 2). En mi caso la vi hace tiempo, años ha, cuando mi interés por el cine era tan solo de entretenimiento (en la infancia) y sí, me gustó, pero ahora, revisada, la tengo en gran estima.
Recordando en forma resumida su historia vemos que Abraham (Abe para los amigos) nació en una granja cerca de la ciudad de Hodgenville en el Estado de Kentucky un 9 de febrero de 1809 en el seno de una familia muy humilde. Sus padres, Thomas Lincoln y Nancy Hanks, habían nacido en Virginia y como muchos otros se trasladaron al oeste. Antes de la mitad del siglo XVII el antepasado Samuel Lincoln --- la familia procedía de Inglaterra --- emigró a América para establecerse definitivamente en Hingham (Massachusetts). Thomas era agricultor con mucha habilidad por la carpintería (ello les salvó de la miseria total). Fue el segundo de los tres hijos, el hermano menor murió joven de una dolencia desconocida, traslado de la familia a Indiana en diciembre de 1816 el mismo mes que el territorio se convertía en estado. Su madre Nancy murió a los 34 años (1818) de una epidemia y un año después Thomas contraía matrimonio en segundas nupcias con la viuda Sara Bush Johston quien fue a vivir a la casa de los Lincoln con sus tres hijos de su anterior matrimonio. Sara se comportó con Abe y su hermana como si fueran hijos suyos (en la película de Ford y en alguna otra se refleja la estima profesada cuando Abraham se despide para ir a la ciudad y ella le manifiesta lo orgullosa que está de él y su deseo de haber sido hijo suyo). Marchó a Nueva Orleans, sirvió en el ejército y trabajó en la construcción del ferrocarril. Mientras se iba formando culturalmente; de niño solo había podido ir un año a la escuela y luego leyó con avidez los libros que caían en sus manos en el poco tiempo libre del cual disponía ya que tuvo que trabajar como leñador al lado de su padre y peón en los campos. Fue un autodidacta que se convirtió en abogado entre los campesinos que apenas podían pagarle pero le sirvió para pulirse en su oficio y ejercitar su potente oratoria. Es ahora cuando encuentra al amor de su vida en una joven hija de un tabernero: Ann Rutledge quien falleció en 1835 y sumió a Lincoln en una profunda depresión (algunos biógrafos apuntan que ello era la consecuencia de los cambios de ánimo en el futuro presidente; del buen humor y chistes, incluso sobre él mismo, pasaba a la depresión más profunda). Al igual que su padre fue siempre un profundo antiesclavista en un grupo dentro de la Iglesia Bautista el cual había escindido y promulgaba abiertamente la abolición de la esclavitud (los Lincoln anteriores eran cuáqueros). Abraham siempre fue cristiano pero sin pertenecer a ninguna iglesia en concreto (si sentía mucha simpatía por los cuáqueros). Al ser presidente comentó la vergüenza sentida en un país naciente donde existía algo tan reprobable como la esclavitud, antihumano y anticristiano; habló muchas veces de Dios y de la acción redentora de Jesucristo sobre la humanidad entera como su Hijo.
Casó luego con Mary Todd, procedente de una familia bastante influyente pero él siguió siendo el mismo Abe de siempre. Tuvo cuatro hijos varones: uno murió de pequeño, otro al entrar Abe en la Casa Blanca, otro, el más joven, a los seis años de ser asesinado su padre y el mayor, Robert Todd Lincoln, vivió más años  y le dio descendencia. Subió peldaños en la sociedad y llegó a ser presidente. Intuyó la guerra como mal inevitable. Amaba la Unión y deseaba erradicar la esclavitud; de entre sus actuaciones destaca la “Proclamación de la Emancipación” y su discurso después de la batalla de Gettysburg (1863), ambos acontecimientos en plena Guerra Civil Americana. Las tensiones entre los estados del norte y del sur (esclavitud aparte) eran evidentes y en febrero de 1861, antes que Lincoln tomara posesión del cargo de presidente, estallaba la terrible contienda civil que duraría hasta 1865. Siete estados declararon la Secesión de la Unión: Mississippi, Carolina del Sur, Florida, Alabama, Luisiana, Georgia y Texas, formando los Estadios Confederados. Dos meses más tarde se añadían cuatro estados más a la Confederación: Carolina del Norte, Arkansas, Virginia y Tenesse. Primero la Confederación consiguió alguna ventaja pero Lincoln eligió bien a sus generales, p. e. Ulysses S. Grant (también futuro presidente) y al final la Unión, mejor organizada, se impuso. Lincoln habló de reconciliación, de hermandad, de olvido de la guerra y también que no habría ninguna represión. Pero Lincoln fue asesinado, 15-abril-1865, en el palco del Ford’s Theatre de Washington de un disparo por la espalda (murió a la madrugada siguiente) mientras contemplaba una obra cómica (pistola Derringer, de un solo disparo). El actor John Wilkes Booth, fanatizado seguidor de la Confederación, fue el asesino (gritó “El Sur está vengado” y “Sic semper tyrannis”= “Así siempre a los tiranos”) aunque se trataba de una trama de varias personas. Booth fue descubierto y pereció en intercambio de disparos con los soldados once días después de la muerte de Lincoln, otros miembros de la conspiración fueron condenados a la horca y los dos últimos a cadena perpetua.
REDUCCIÓN II: EN EL CINE-
Abraham Lincoln posiblemente sea el personaje real de los Estados Unidos más veces presente en el celuloide desde 1911 con “His First Commission”, donde Charles Bravin interpretaba a Lincoln, rol que asumió después Francis Ford (hermano de John Ford, el cual tuvo la felicísima idea de introducirle en el cine) y Ralph Ince en seis ocasiones. En la mítica  “The Birth of a Nation” (“El nacimiento de una nación”, 1914) el pionero D. W. Griffith, maestro de futuros maestros, consiguió una película llena de innovaciones y alardes técnicos, con gran peso específico en la historia del cine y logró, además, que el cine fuera reconocido como arte (el 7º). En contraposición, Griffith --- educado en la ideología del Sur --- hizo apología del siniestro Ku- Klux- Klan, sociedad racista surgida al finalizar la Guerra de Secesión, suprimida en la presidencia de Ulysses S. Grant pero vuelta a renacer posteriormente --- extendió en su film una propaganda segregacionista totalmente denigrante. Lincoln fue encarnado por Joseph Henabery y su asesino Wilkes Booth estaba interpretado por el futuro gran realizador Raoul Walsh. Después de finalizar el periodo mudo (donde hay algunas películas más, muy poco o nada conocidas) el mismo Griffith realizó “Abraham Lincoln” (“Abraham Lincoln”, 1930), una de sus dos únicas películas sonoras y, en contra de lo dicho por algún crítico, demostró ser un gran director dentro del sonoro. Aquí es más ecuánime ideológicamente y señala favorablemente al presidente Lincoln quizás por la promesa de no reprimir al adversario vencido  y hablar de reconciliación y hermandad (promesa no cumplida por la muerte de Lincoln). Walter Huston era Lincoln en una gran interpretación  mientras Ian Keith  representaba a John Wilkes Booth. Griffith nos muestra a fogonazos los distintos capítulos de la vida de un hombre del campo el cual llegó a presidente a pesar de sus escasísimos estudios --- valoración de su tenaz energía autodidacta y su entusiasmo para aprender --- y costumbres campesinas chocantes con los políticos estadounidenses acomodados en la sociedad, así como la forzosa combinación (propia de los primeros tiempos del sonoro) entre los decorados y escenarios naturales. No tuvo éxito comercial (tiempos de depresión) y Griffith falleció arruinado años después. También resulta muy positivo “Abe Lincoln in Illinois(“Lincoln en Illinois”) del siempre interesante John Cromwley (para R. K. O., 1940), notable biopic donde Raymond Massey interpreta al futuro presidente (inolvidable inicio donde su padre contempla la lluvia a través de la ventana y Abe lee poesía de Shakespeare, luego se despide de su madrastra a quien llama “madre” y se abrazan efusivamente, la pelea forzado a mantener con un pedante a quien vence y se hacen amigos, la manada de cerdos saltando al río, su entrada en la política, su enfrentamiento electoral con Douglas, etc.) mientras el sólido guión es del “pulitzer” Robert E. Sherwood sobre su propia novela (adaptación de Grover Jones).
De las cerca de 250 cintas sobre Lincoln (sumando cine y TV), la de Griffith, la de Cromwley y la de Ford son las mejores. Actualmente el “Lincoln” de Spielberg devuelve el interés sobre el personaje sin olvidarnos de “Conspiration” (“La conspiración”, 2011), de Robert Redford aunque no tuviera éxito de público ni de crítica en general.
REDUCCIÓN III: LINCOLN, JOHN FORD Y “EL JOVEN LINCOLN”
John  Ford admiró siempre a Abraham Lincoln en todos los sentidos. Es lógico que lo trasladase al cine. Charles Edward Bull lo interpretó en la muda “The Iron Horse” (“El caballo de hierro”, 1924), sobre la construcción del ferrocarril cuya idea fue siempre apoyada y respaldada por Lincoln aunque él prefería, siempre que fuera posible, el transporte fluvial. En el fragmento de la  “Civil War(“La Guerra Civil”)  de “How the West was Won(“La conquista del Oeste”, 1962) dirigido por Ford --- el film era un “kolossal” de 122 minutos  con tres realizadores; los otros dos fueron Henry Hathaway y George Marshall (2) --- Raymond Massey volvía a su papel de presidente Lincoln. Curiosa y sorprendente es otra espléndida película de Ford, realizada tres años antes de su “El joven Lincoln”: “The Prisoner of Shark Island” (1936) --- literalmente “Prisionero de la Isla del Tiburón” --- titulada en España “Prisionero del odio” (para 20th Fox), donde Warner Baxter da vida al Dr. Samuel A. Mudd, el galeno que curó provisionalmente la pierna de John Wilkes Booth (Francis McDonald), el asesino de Lincoln (sin saber que lo era) pero simpatizaba con la Confederación, fue acusado, implicado y condenado injustamente a cadena perpetua en la isla del título pero finalmente logrará curar a los supervivientes de la fiebre amarilla, tanto prisioneros como guardianes, y será rehabilitado, pudiendo regresar a su casa. Aquí Ford señala las injusticias cometidas sobre un hombre inocente a quien no quieren escuchar (en la realidad se condenaron tanto inocentes como culpables). Cuando el médico de la prisión traba amistad con él y se entera después quien es le da la espalda y Mudd le dice: “Supongo será inútil jurarle por lo más sagrado de nuestra profesión que yo nada tuve que ver en la muerte del señor Lincoln” y el otro contesta: “Totalmente inútil”. Abraham Lincoln estaba interpretado por Frank McGlynn. Humanismo al máximo, propio de Ford, y así lo vemos en su filmografía desde dos puntos de vista teóricamente antitéticos: el presidente asesinado  y el médico que cura al asesino sin saber lo sucedido aunque comparta ideología con él.
En diciembre de 1938 termina el rodaje de “La diligencia” para United Artists y dos meses después empieza a filmar “The Young Lincoln” (“El joven Lincoln”) para 20th Fox con Henry Fonda (dubitativo en un principio ante la grandiosidad del personaje a representar pero Ford y el estudio ya habían pensado en él) con nariz postiza. En verdad tiene mérito Daniel Day- Lewis al interpretar al presidente en el “Lincoln” de Spielberg --- recibió un Oscar y otro por el diseño de la película; quizás debía haber recaudado más estatuillas pero viendo la “política” de Hollywood, guiada muchas veces por la fuerza de “lo políticamente correcto” lo dejamos así ya que tampoco nadie puede hacer nada --- pues tanto Walter Huston como Raymond Massey, en su doble interpretación, o Henry Fonda dejaron el listón muy alto.
El joven Lincoln” no es un biopic al uso, solo una parcela de su vida. Su juventud, cuando despiertan en él sus ideas y su triunfo como abogado defendiendo a unos pobres campesinos, como él, que no pueden ni pagar sus honorarios. Así, de esta forma, Ford retrata perfectamente al personaje que encarna perfectamente los ideales americanos del hombre que desde unos orígenes muy humildes se forja a sí mismo y llega a la cima aunque esto le cueste la vida. Si “Lincoln en Illinois” se cierra con la elección presidencial,   “El joven Lincoln” lo hace --- mucho antes en su vida --- subiendo a una colina mientras contempla y asume una tempestad, empapándole con el agua de la lluvia, símbolo de lo que le deparará la vida (luces y sombras) pero al ganar el caso de los hermanos campesinos inocentes le hace fuerte para asumir su responsabilidad y seguir adelante.
El guión lo escribió Lamar Trotti, notable productor y guionista, quien había dado ya el material escrito a Ford de “El juez Priest” (1934) y “Barco a la deriva” (1935) y seguirá haciendo con “Corazones indomables” (1940), además de dos espléndidos westerns de William A. Wellman, “Incidente en Ox- Bow” (1943) y “Cielo amarillo” (1948), “El hombre atrapado” (1941), de Fritz Lang y “El capitán de Castilla” (1947), de Henry King, entre otros. La historia es sencilla y aquí radica una parte de la positividad en manos de Ford (en las de otro podría haber derivado hacia lo soporífero y el aburrimiento o, simplemente, una mala película), quien logra un gran film. Quizás Trotti lo sabía ya que tiene otros trabajos, los citados p. e., más complejos. Se basa en un caso real que asumió Lincoln ya más entrado en años que en la película pero da absolutamente igual.
Como en toda obra fordiana la fotografía está cuidada al máximo, en esta ocasión es de Bert Glennon, factor que fundirá sin fisuras con los personajes, el decorado y el ambiente musical (el paisaje bucólico donde conversan Abe y Ann, el mismo paisaje nevado y la tormenta final me parecen de un “cromatismo en blanco/negro” espléndido, pocas veces conseguido). También es destacable el uso del contrapicado (señalado por Ricardo Pérez) para mostrar en mismo encuadre los techos de las cabañas/habitaciones al igual que hiciera en “La diligencia”. Un admirador de Ford, Orson Wells, lo hará pero sin tanta mesura (Ford los usaba en función de la historia, otros lo realizarán para demostrar su habilidad técnica que nadie les discute). 
Muy acertada la partitura musical de Alfred Newman, repetida en la grandiosa “El hombre que mató a Liberty Valance”. Los genéricos del film se abren con la conocida música del “¡Gloria, Gloria, Aleluya!” (curioso comprobar el caso de “Lincoln en Illinois”: comienza con una macedonia de melodías, una de ellas es “¡Gloria, Gloria, Aleluya!”). Recordemos el inicio de la magistral “Las uvas de la ira”: “La Vall del Riu Vermell” (adaptación del espiritual negro “Red River Valley”) que a veces cantamos, especialmente en los responsos o en las misas exequiales.
Ford homenajeará a Lincoln, una vez más, colocando el apellido de su prometida fallecida (Rutledge) al sargento de color Braxton Rutledge (“El sargento negro”, 1960) y también destacar la oposición del abogado al intento de linchamiento por parte del público de sus defendidos (desafiando físicamente a quien sea, “El joven Lincoln” o exigiendo al juez que imponga orden en la sala o disperse a la turba, “El sargento negro”). En ambos casos será el abogado quien descubra al auténtico asesino.
El núcleo de la historia se centra en la defensa de dos nobles campesinos acusados de dar muerte en una riña a un desagradable pendenciero que siempre los provoca. Según un testigo,  presunto amigo del difunto, uno de los dos hermanos le clavó un cuchillo y le causó la muerte. Él no estaba muy cerca pero lo vio gracias a la luz de la luna y el tema se centrará a partir de ahora en la angustia de la madre a la que, incluso, el jurado le pide cual de sus hijos mató al tipo en cuestión y así podrá salvar al menos a uno (juicio con reminiscencias algo salomónicas). El fiscal John Felder (Donald Meek) es un tipo cómico --- incluso hace dormir al juez Herbert A. Bell (Spencer Charters) --- pero empapado de leyes. Lincoln llega algunas veces a ridiculizarle (recordemos que también se burla de sí mismo) para poder realizar su tarea de abogado con sus dos defendidos. Lincoln con toda lógica resuelve finalmente el caso al colocar delante del jurado y del testigo “El almanaque del granjero” y demostrar que el día del asesinato la luna estaba en su primer cuarto y no había luz y al igual que “El sargento negro” el asesino estaba entre el público y era un testigo mentiroso pero al final confiesa….cogió el cuchillo de los campesinos del suelo y apuñaló a su presunto amigo inconsciente…
Una vertebración de puro lírico atraviesa la obra, sin prácticamente desfallecer plano a plano y una de las escenas más poéticas, melancólicas y líricas es aquella que habla con Ann en el bosque que muchos citan (3): después de marcharse Ann, Lincoln queda solo y arroja una piedra al río; el movimiento concéntrico del agua es encuadrado por Ford y encadena con el río, ahora helado, Abe camina para llegar a una lápida --- aún no ha pasado el invierno, Ann ha muerto, es su tumba ---, nuestro hombre coge unas flores y la cámara enfoca el nombre de Ann en la lápida, ahora Abe parece hablar con el espíritu de Ann; con unos segundos de sabiduría cinematográfica Ford nos ha señalado el transcurrir del tiempo y los sucesos (muerte de Ann). El cine de Ford posee en gran número estos momentos memorables. Otra escena es aquella donde Abe, montado en un asno y con su atuendo iconográfico (vestiduras oscuras, camisa blanca, lazo negro, sombrero de copa) atraviesa su localidad y llega al lugar de los campesinos, habla con ellos, donde hay un carro con un mulo, las personas continúan hablando y caminando hasta convertirse en frontal pero sin cambiar de plano quedando la cabeza del mulo alineada con las personas que continúan hablando. Y podríamos citar muchos más….
                                                                                    Narcís Ribot i Trafí      

1)- Una biografía recomendable es la de César Vidal, “LINCOLN”, (Editorial Planeta, 2002 en su 1ª edición).
-La revista “Clio- Historia” en su número 136 nos ofrece una excelente síntesis histórica.
-Es interesante la biografía novelizada de Gore Vidal: “LINCOLN” (EDHASA, 1985 en su 1ª edición). Se trata de una novela histórica donde se desgrana la biografía.
2)- “HOW THE WEST A WON(“La conquista del Oeste”, 1962) fue realizada por tres directores. John Ford filmó de “The Civil War” (“La Guerra Civil”), George Marshall cuidó de las espectaculares escenas de “The Railroad” (“El Ferrocarril”) y Henry Hathaway se encargó de “The Plains” (“Las llanuras”).
3)- Quizás quien mejor lo explica y con más detalles sea Quim Casas, un gran fordiano, gran admirador de estas y otras escenas que sabía transmitir John Ford. Su libro “John Ford, el arte y la leyenda” está entre lo mejorcito grabado en letra impresa, creo haberlo ya recomendado pero repito: “JOHN FORD, EL ARTE Y LA LEYENDA”