domingo, 24 de abril de 2011

GREGOR MENDEL, PADRE DE LA GENÉTICA

“No hemos de considerar a Mendel como un precursor, sino como el verdadero creador de la ciencia de la herencia”. (Jean Rostand).

Mn. Francesc Nicolau en su magnífico libro Església i ciència al llarg de la història (col.lecció Cultura i pensament, nª 18, editorial Claret, 2002) nos indica que la lista de los clérigos de los siglos XIX y XX que han trabajado en el ámbito de las ciencias es larguísima. Con referencia a la biología el más importante de todos fue un humilde religioso agustino en un convento provincial de la ciudad de Moravia llamado  Brünn (en alemán) o Brno (en checo), que por entonces formaba parte del Imperio Austrohúngaro.
Lo que investigó  aquel religioso llamado Gregor Mendel (1822-1884) abría un nuevo capítulo de la ciencia de los seres vivos o, mejor dicho, inauguraba una ciencia nueva llamada ahora genética.  Mn. Nicolau nos dice que puede compararse con el sacerdote francés René J. Haüy (1743-1822) que creó la ciencia de la cristalografía, también nueva.
Su nombre de pila era Johann, su apellido Mendel; nació en Heizendorf (Austria), cerca de Odrau, hijo de familia campesina muy humilde. De pequeño aprendió mucho sobre cultivos gracias a su padre (1). Por consejo de su profesor, que le veía muy inteligente, los padres le enviaron a estudiar a Leipzig y a Olmütz y al acabar sus estudios se sintió llamado por Dios, entrando en el convento de Santo Tomás que los agustinos tenían en Brünn. Al ingresar en esta congregación religiosa tomó el nombre de Gregor, con el que firmará en adelante todos sus trabajos. En 1847, a los 25 años, fue ordenado sacerdote y en 1851 se doctoró en ciencias y matemáticas en Viena. A partir de 1856 comenzó una serie de experimentos de cruzamiento de diversas plantas, empezando por diferentes tipos de arveja común o guisante para investigar como era la descendencia. Luego experimentó con otras plantas llegando a la conclusión que se podían encontrar unas regularidades claras. Eso le animó a realizar nuevas probaturas. Durante 14 años  explicó a la Escuela Moderna de Brünn historia natural y física mientras hacía sus experimentos en el huerto/jardín del monasterio. En 1868 fue elegido superior y tuvo que dejar parte de sus tareas científicas.
Durante ocho años, sin ninguna ayuda, llevó a cabo el cultivo, la polinización artificial y el estudio meticuloso de más de 12.000 plantas para finalmente redactar los resultados en una voluminosa memoria, Versuche über Pflanzenhybriden (“Ensayo sobre híbridos de plantas”) que presentó en 1865 en la Sociedad de Historia Natural de Brünn. Como se sabe, no le hicieron ningún caso. Tendrían que pasar más de 30 años (cuando Mendel ya había fallecido) para que su trabajo fuera reconocido y valorado en su totalidad (2). En 1865 la teoría celular era ya comúnmente aceptada, ya se describían los principales orgánulos visibles con microscopia óptica y se había publicado “El origen de las especies” de Charles Darwin, quien ofrecía la selección natural como mecanismo de selección de caracteres pero el handicap de la teoría de Darwin y el de toda la biología del siglo XIX es el desconocimiento del sistema por el cual estos mismos caracteres se transmitían de una generación a otra. Darwin reconoció que la mezcla no era factor (al menos no el principal) y sugirió que la ciencia no tenía aún la respuesta que vino de su contemporáneo Mendel. Por desgracia Darwin nunca conoció los resultados de Mendel. En sus trabajos sobre guisantes llamó “caracteres” a las apariencias externas y “elemento” a las entidades hereditarias separadas. “Elementos” y “Caracteres” son conocidos hoy como “Genes”. Las llamadas “leyes de Mendel” son: 1)- “Ley de uniformidad”. El tipo hereditario no es intermedio entre los tipos de los padres, sino que en él predomina el de uno u otro. Si se cruzan dos variedades bien definidas de una misma especie, el descendiente híbrido mostrará la característica distintiva de uno de los progenitores (característica dominante); 2)- “Ley de la segregación o disyunción”  de los genes antagónicos. La característica del otro progenitor (característica recesiva) es latente y se manifestará en la siguiente generación resultante de cruzar híbridos entre si: 3/4 muestran la característica dominante y 1/4 la característica recesiva; 3)- “Ley de la recombinación” de los genes o sea la transmisión independiente de los genes. Cada una de las características puras de cada variedad (color, rugosidad de la piel, etc.) se transmiten a la siguiente generación de forma independiente entre sí, siguiendo las dos primeras leyes.
Hemos dicho que primero experimentó con la arveja común, una flor que normalmente se autopoliniza, contiene, pues, una parte masculina (antera) y otra femenina (gineceo). Para sus pruebas Mendel abrió el pimpollo antes de la maduración y retiró las anteras con pinzas evitando la autopolinización. Luego las polinizó artificialmente, espolvoreando el estigma con polen recogido de otras plantas. Cruzó primero unos ejemplares de raza pura con semillas lisas con otra que siempre producía semillas rugosas. Todas las semillas resultantes fueron lisas. Al año siguiente plantó estas semillas y permitió que las mismas se autofecundaran . Resultado: de 7324 semillas en total, 5474 fueron lisas y 1850 rugosas. O bien: mezcla de guisantes de talla grande con otros de talla pequeña, la 2ª. generación todos son grandes y en la 3ª. generación habrá un 75% de talla grande y un 25% de pequeña.
Sobre la puerta del museo Mendel en Brünn hay una inscripción de nuestro hombre que dice: “Mi tiempo llegará”. A partir de 1900 sus principios fueron redescubiertos en su totalidad.
                                                                                       
                  Mn. Narcís Ribot i Trafí

1)- Mendel no partió de cero, ni en la teoría ni en la práctica. Conocía los hallazgos científicos hasta la fecha.

2)- El motivo del momentáneo olvido sobre los trabajos de Mendel es que los biólogos de su época no estaban aún sensibilizados por las cuestiones relativas a  la genética. Fue un científico adelantado a su tiempo. Su mérito ha sido reconocido por todos, no solamente por el mundo científico. El 10/3/1984 se conmemoró en Roma su memoria (a los 100 años de su fallecimiento); una sesión académica promovida por el Consejo Pontificio para la Cultura, para la Orden de San Agustín y por el Instituto de Genética Gregorio Mendel de la ciudad. Asistió el papa Juan Pablo II, quien hizo un discurso de alabanza de aquel hijo genial de la Iglesia.

LEÓNIDAS, LOS 300 Y LAS TERMÓPILAS

“Caminante, ve a Esparta y di a los espartanos que aquí yacemos por obedecer sus leyes”
                                                             Simónides de Ceos
                                                        
    Esparta o Lacedemonia (Lakeidamon), situada en el centro de Laconia fue, con Atenas, la polis (ciudad-estado) más importante de Grecia (1). Probablemente los aqueos la fundaron a mediados del milenio II (citado por Homero). Reconstruida por los dorios, un siglo después alcanzó gran nivel intelectual y artístico para replegarse después (siglo VI a. C) y  someterse a las instituciones militares, (atribuido a las reformas de Licurgo) repudiando el arte y viendo como su industria y su comercio decaían; en cambio su hegemonía militar quedó absoluta, eran profesionales de la guerra.
El imperio persa, vencedor de los caldeos/babilonios, llegó a poseer el ejército más potente del mundo en su tiempo. Reprimió el levantamiento de algunas ciudades griegas en Asia y se enzarzó en la I Guerra Médica que acabó cuando el emperador persa Darío I fue derrotado en Maratón por Milcíades. Precisamente es por estas fechas (490 a. C.) cuando Leónidas es nombrado rey de Esparta. Los persas volvieron al ataque una década después, iniciándose la II Guerra Médica.  Un consejo reunido en Corinto decidió enviar unos 7000 hombres para defender el paso de las Termópilas (2) al mando de Leónidas (con sus 300 hoplitas que constituían el cuerpo de élite espartano) quien rechazó valerosamente al enemigo. Traicionados por el malio Efialtés, el cual mostró otro camino a los persas, Leónidas hizo regresar a la mayor parte del ejército heleno, manteniendo a sus 300, un grupo de tespios y otro de tebanos. Resistencia heroica hasta la muerte (los persas perdieron unos 20.000 hombres de los 800.00 constituyentes de su ejército) que retrasó la invasión. Tiempo después, los griegos vencieron en las batallas de Salamina, Platea y Micala y los invasores fueron expulsados.
La figura de Leónidas, sus hombres y sus hazañas serán alabados en un poema de Simónides de Ceos al finalizar la guerra, mientras el historiador Herodoto reseñaba los rituales espartanos antes de la batalla. El desprecio hacia la muerte será señalado después por Cicerón (“Tusculanae Disputationes”) y Valerio Máximo. El presbítero y escritor François de Salignag de Fenelon de la Mothe emplaza a Leónidas frente al emperador persa Jerjes, hijo y sucesor de Darío I en sus “Dialogues des morts” (1712), presentando a un Jerjes autoritario y despótico rodeado de aduladores, comparación ya realizada por Platón en “Las leyes”. Mucho éxito obtuvo el relato de Richard Glover, “Leónidas” (1737), otro gran admirador de Esparta como también lo fueron un grupo de autores filohelénicos  del siglo XIX, Victor Hugo, por ejemplo en su poema “Les Trois Cents” (1873) o la tragedia de Michel Pichat (1825) ---- también con gran éxito ---- cuando ya abiertamente se comparaba el choque de las Termópilas con situaciones y problemas socio-políticos del momento. Existe también una obra cantada, para coro y solistas, de Max Bruch y H. Bulthaupt (1894).
Hasta el siglo XVIII muy poco hay de representaciones sobre Leónidas en el campo pictórico. Pietro de Cristoforo Vanucci, más conocido como Perugino, gran pintor del Renacimiento y maestro de Rafael Sanzio, lo plasmó en 1500, Stefano Torelli representó la batalla alrededor de 1740 en Bayreauth y Jacques-Louis David ---- el más representativo pintor neoclásico, activista de la Revolución Francesa y posteriormente adulador de Napoleón Bonaparte ---- dará el lienzo más conocido (de 1800 a 1814), donde Leónidas mira tranquilo al espectador, consciente de su inmolación mientras sus hombres se entregan a los rituales precedentes de la batalla.
En el cine la más que correcta “El león de Esparta” o “Los 300 espartanos”, dirigida por Rudolph Maté (3) en 1962, constituyendo uno de los “peplum” más interesantes de la década (reproducción bastante fiel, buena interpretación encabezada por sir Ralph Richardson como Temístocles, gran “strategos”, amigo y aliado de Leónidas y vencedor en la batalla naval de Salamina).
La reciente versión de Zack Snyder, 300, sencillamente no la considero cine, es un video-clip: posee los lamentables errores del actual cine de acción y del “fantastique”. Muchos planos recuerdan el còmic de Frank Miller en el que se basó (más que literalmente) presentando un compendio de violencia al máximo, donde los espartanos son cuerpos-Danone y los persas parecen sacados de un tratado de teratología, incluyendo al gigantesco afeminado Jerjes y al traidor Efialtés, una gárgola-freak invitada a la función...........

                                                                                         Narcís Ribot i Trafí

1)- Esparta era una diarquía (dos reyes, uno en combate y otro en “reserva”). Su equivalente al consejo de gobierno de Atenas (Areópago) o de Roma (Senado) era la “Gerusia”.
- Aunque Grecia fuera una tierra dura de labrar (muchas regiones solo eran aptas para las cabras y ovejas, especialmente las que rodeaban a Esparta) constituía una fuente casi indispensable para la vida. A diferencia del resto de Grecia, los militares espartanos no cultivaban la tierra. Esta tarea la realizaban los esclavizados ilotas. Cereales, legumbres (lentejas, judías y garbanzos), espárragos, repollo y ajo eran la base de la dieta (no conocían el arroz ni, por supuesto, las patatas); cabras y ovejas proporcionaban la leche y había gran cantidad de fruta: uvas, higos, manzanas, peras, membrillos (no conocían las naranjas ni los limones) y la miel era el substituto del azúcar mientras la sal marina era muy apreciada.
                                   
2)- Termópilas/Thermopylai, significa “Puertas Calientes”. Es una quebrada de escasa anchura. “Puertas” se debe a su condición de ruta natural y “Calientes” por sus manantiales de aguas medicinales sulfurosas. Aquí es donde en agosto del 480 a. C. se dio la famosa batalla. La geomorfología ha variado mucho a causa de varios terremotos y los depósitos aluviales del río Esperqueo.

3)- Antiguo (y excelente) fotógrafo pasado a director, realizó un clásico de la Ciencia-Ficción de los 50: “Cuando los mundos chocan”. En su versión reproduce magníficamente, p. e., el escudo de los hoplitas (soldado griego de infantería pesada, la palabra proviene del escudo de madera con dos embazaduras, “hoplon”) con la letra lamba (como una V invertida), equivalente a nuestra L, inicial de Lacedemonia. También lo hace Synder. Lo que no tienen en cuenta el còmic y las dos versiones cinematográficas es presentar a los espartanos con barba y bigote, cuando en realidad se afeitaban el labio superior en señal de sumisión a su patria.

ADRIANO EN LAS LETRAS

Publio Elio Adriano (76-139 d.C.) procedía de Itálica (España), hijo del pretor Publio Elio Afer y de Domicia Paulina, hija de una de las familias más ricas de Gades (Cádiz). A sus 10 años perdió a su padre y el tutelaje pasó a manos del emperador Trajano(del 98 al 117) con quien estaba emparentado, recibiendo una formación encaminada a la carrera militar. Su relación con Trajano fue siempre fría y problemática aunque se distinguió en las tareas militares encomendadas por su tutor. Casó con Vibia Sabina, sobrina lejana del emperador, en un matrimonio de conveniencias donde faltó amor e hijos. A la muerte de Trajano (117), su viuda Plotina manifestó que su marido había nombrado a Adriano como sucesor (en realidad ella firmó los documentos) lo cual era falso, nunca nombro a nadie como substituto. Con todo, Adriano jamás mostró gran interés por el poder, lo ejercitó y ya está (algunos autores señalan la buena compenetración entre Adriano y Plotina y que su relación fue”algo más”que familiar). En el momento de la muerte del emperador nuestro hombre desempeñaba el cargo de gobernador de Siria. Trajano había logrado la máxima extensión del Imperio, prácticamente en las puertas de la India, con guerras de expansión; Adriano, más prudente, abandonó las últimas conquistas de su antecesor y renunció siempre a futuras guerras. Fueron ejecutados algunos mandatarios. El emperador (que no regresaría a Roma hasta mucho después) juró públicamente que nada tenía que ver con todo aquello (algo nunca visto) y que la orden había partido del Senado, granjeándose su enemistad para siempre(1).
Hombre de gran capacidad intelectual, admirador de la cultura griega, substituyó las clásicos banquetes/ orgías de palacio por reuniones con intelectuales de todo tipo. Durante casi todo su mandato estuvo viajando por lo cual residió muy poco en Roma. Gran constructor, no podemos olvidar algunos de sus monumentos: reconstruyó el Partenón de Agripa en Roma; construyó el famoso “muro de Adriano” en Inglaterra, para impedir las invasiones de tribus bárbaras; su mausoleo en  Roma; el templo de Zeus Olímpico en Atenas; la Villa Adriana en Tívoli, su residencia de descanso y los construidos en su honor, como el Arco de Adriano en Atenas o el templo de Éfeso. Era un hombre de personalidad rara y compleja; en ocasiones era tacaño, en otras, generoso; a veces afable, a veces intratable; era a la vez humilde y jactancioso; cruel y misericordioso  (2)
Durante su mandato se reprimió crudamente la rebelión del judío Bar Kobcha. Mucha parte del pueblo israelita fue expulsado y diseminado y se prohibieron sus prácticas religiosas. Una guerra obligada, que él no buscó, pero terriblemente sangrienta. En un viaje a Asia Menor, en Bitinia, conoció a un joven llamado Antinoo que se convirtió en su amante. Antinoo se ahogó en el Nilo (parece ser que se trató de un suicidio ritual y voluntario) y el desesperado emperador lo proclamó oficialmente dios y además fundó la ciudad de Antinoopolis frente a Hermópolis.
Conocemos la vida de Adriano a través de Dión Casio y Aurelio Víctor y por la “Historia Augusta de la Antigüedad tardía”. No muy contentos estuvieron con él Tácito y Suetonio, este, además fue su secretario. Adriano jamás amó a su esposa pero despidió a Cayo Suetonio por ser irrespetuoso con ella.
Con referencia a Antinoo, Numerio escribió un discurso de consolación para el emperador y Mesomenes de Creta un poema de alabanza bastante parecido a otro, anónimo, conocido a través de inscripciones fragmentarias. Justino Mártir, como cristiano, reprueba la relación amorosa del emperador con su amante y también Tertuliano (“Ad naciones”), Orígenes (“Contra Celso”) y Prudencio (“Tratado contra Símaco”).
En el siglo XIX  surge Antinoo como símbolo del amor ideal. Joris-Karel Huysmans en sus series de personajes como Heliogábalo y Sardanápalo y en Claude Lorrain(“Le sang des dieux”) donde Antinoo es representado como Jacinto. Stefan-Anton George presenta a Maximino, su joven amigo fallecido, como Antinoo en “In memorian” y  un poema de Fernando Pessoa(1918) se reimprimió más tarde, después de ser censurado.
Adriano es descrito por Georg Eber en “Der Kaiser”, en 1881, como el soberano ideal (y lo fue en muchos aspectos). Louis-Marie Couperus escribe en 1910 “De laatse morgen te Tibur”(La última mañana de Tibur), relatando los últimos días del emperador cuando pedía y suplicaba la muerte para ahorrarse los sufrimientos de la enfermedad pero nadie se atrevió a hacerlo. Hay otro relato anónimo en 1919 donde se describe la atmósfera intelectual de Roma potenciada por Adriano.
En 1951 llegó una novela histórica de gran calidad: “Memorias de Adriano”, de Marguerite Yourcenar, reconstrucción de la vida del emperador, donde la escritora demuestra una gran labor de erudición, conocimientos y labor investigadora consiguiendo una obra redonda y poética, atendiendo los aspectos políticos y humanos del emperador. Hay una ópera de Giovanni Battista Pergolesi, escrita por Pietro Metastasio: “Adriano en Siria”(1734), con la rebelión judía en segundo plano mientras se canta el amor de una mujer llamada Farnaspe con Adriano…….

NARCIS  RIBOT I TRAFI

1)-Tras su muerte muchos senadores querían borrar su memoria (“damnatio memoriae”), como se hizo con Calígula o Nerón. Antonino Pío, hijo adoptivo y sucesor de Adriano (en la elección de Antonino también acertó Adriano) detuvo el proceso.

2)-En uno de sus viajes pasó por Tarragona. Un esclavo salió de una mina, burló a la guardia e 
 intentó agredir al emperador con una barra de hierro. Adriano, hombre alto y fuerte, le desarmó y 
 lo entregó a los médicos que le declararon loco. El emperador mandó que le dejaran libre.