miércoles, 22 de mayo de 2019

EL FANTÁSTICO MUNDO DE WILLIS O’BRIEN (II)



             Después del éxito a todos los niveles de “King- Kong” (1933) los responsables de R.K.O- Radio decidieron hacer una secuela a finales del mismo año: “Son  of Kong” (“El hijo de Kong”). Merian C. Cooper dejaba el asiento de director para centrarse en la producción junto con David O’Selznick, Ernst B. Schoedsack en solitario asumía la realización sobre un guión de su esposa Ruth Rose, la parte musical continuaba bajo la batuta de Max Steiner como en el original “King-Kong” y Willis O’Brien fue llamado para hacerse cargo de los efectos especiales. En plena filmación los directivos de R.K.O. decidieron reducir el presupuesto inicial a 250.000 $ y comprimir el calendario de rodaje por lo cual muchas ideas creativas se suprimieron. O’Bie abandonó el plató y pidió que su nombre fuera borrado de los créditos de la película, cosa que Merian C. Cooper no permitió pero también se señala la gran desgracia abatida sobre su familia como causa del abandono. Con las maquetas y parte del film realizado, O’Brien fue reemplazado por Buzz Gibson y el metraje original reducido a una hora de duración con una primera parte excesivamente larga, preparativa de la llegada a “Skull Island” (“Isla del Cráneo”) --- el hogar de King-Kong --- donde la emoción sube de grado ya que aparte de encontrar los consabidos animales prehistóricos topan con un retoño de King- Kong, a quien llaman “Kiko”, de unos cuatro metros de alto y de pelaje blancuzco. La trama es continuación directa del film anterior. Carl Denham (de nuevo Robert Armstrong), perseguido por una legión de acreedores y por los familiares de las víctimas de King- Kong cuando este destrozó Nueva York, zarpa hacia la famosa “Isla del Cráneo” junto con el mismo capitán de barco, Englehorn (Frank Reicher), el marino Nils Hellstrom (John Marston) quien le asegura que en la isla hay un tesoro y Hilda (Helen Mack), una domadora de monos para números circenses. Allí encontrarán a Kiko, a quien Denham salva de hundirse en unas arenas movedizas (“Se lo debía, después de lo que hice a su padre”, dice Denham) quien les librará de los ataques a cargo de los seres prehistóricos. El film fue un éxito moderado (en lo artístico y comercial) aunque sin la fuerza del anterior. Recordemos que no es el amor imposible del rey-Kong por una mujer quien mueve a actuar sino el afecto y la estima que siente Kiko por Hilda y el sincero aprecio por Carl Denham a causa de haberle librado de la muerte. El enfoque de la película es totalmente de aventuras con injertos humorísticos (los ojos del gorila que dan vueltas y ve las estrellas tras recibir un golpe). Destacable la secuencia de la lucha sostenida con un enorme y negro oso de las cavernas --- mucho más corpulento que él --- el cual desea devorar a Hilda y a Carl: Kiko le aplica llaves de judo y tras diversas alternativas lo ahuyentará golpeándole varias veces con un tronco de árbol que ha arrancado. Aparte del plantígrado terciario aparecen un Styracosaurus (parecido al Triceratops, cambiando la especie de coraza protectora del cuello en forma de sombrilla abierta por otra de púas separadas; relación de parecido como el Allosaurus es al Tyranosaurus) que persigue a los expedicionarios, la extraña criatura parecida al Protosaurus (penetra en la cueva para comerse a la pareja) que luchará con Kiko hasta que éste le mate aplicándole la llave “desencaja mandíbulas”, --- usada por su padre contra el Tyranosaurus del anterior film --- y el Elasmosaurus (reptil marino) que devora al intrigante y egoísta Hellstrom cuando intentaba huir en la lancha de socorro. Finalmente la “Isla de la Calavera” o “Isla del Cráneo” se hundirá totalmente en el mar tras un terremoto y Kiko sacrificará su vida por salvar a los humanos. La animación es igual o más perfecta que “King- Kong” a pesar de los avatares sufridos durante el rodaje de la película.; en principio se iban a incluir modelos de la frustrada “Creation” y figuras usadas en el primer Kong (como una estampida de dinosaurios al entrar en erupción los volcanes que anuncian el final de la isla) pero se desechó al reducirse el presupuesto y la figura del pequeño Kong se montó sobre el armazón de su padre, ahora con pelo blanco (recordemos al original recubierto con pieles de oso y, según otras fuentes, de conejo negro; las maquetas del animal entero, cabeza, mano, pie y hombros), recubierto de nuevas piezas de goma y piel. Un punto curioso: en 1933, fecha del film, no se conocía la existencia de gorilas albinos, el primer caso documentado fue nuestro entrañable “Copito de Nieve”, recogido como cría en Guinea Ecuatorial en 1966.
Prueba que no fue una rotura total es el siguiente film de Ernst Beaumont Schoedsack, “The Last Days of Pompeii” (“Los últimos días de Pompeya”) para R.K.O. Radio donde Merian Caldwell ejercía de productor (además de realizar algunas escenas no acreditado) y pidió a Willis O’Brien hacerse cargo de los efectos especiales. Se partía de un sólido e inteligente guión de Ruth Rose y Boris Ingster según un argumento original de James Ashmore Creelman y Melville Baker, no sobre la novela de Edward Bulwer Lytton, la cual fue adaptada al cine en diversas ocasiones (en los genéricos del film se nos dice que nada tiene que ver con la obra del barón de Lytton aunque los responsables del film le agradezcan la precisa descripción de la antigua Pompeya, antes de la erupción del Vesubio del 24 de agosto del 79). La música era de Roy Weeb, quien utilizó fragmentos de Max Steiner en “King- Kong”. De esta forma nos encontramos ante un film a la vez de aventuras, histórico (en el sentido que al final se nos muestra el hecho histórico: el hundimiento bajo las cenizas de Pompeya, Herculano y Estabia) y  religioso, centrándose en la ambición de algunos políticos y gobernantes del Imperio y en la interacción de la sociedad romana, el judaísmo y el aún joven cristianismo (una treintena más un lustro de existencia) mientras la historia de Bulwer Lytton (y sus adaptaciones para el cine) trata del choque entre el cristianismo, la mitología egipcia y la romana (recordemos que en el gobierno de los dos primeros Flavios, Vespasiano y Tito --- padre e hijo --- los cristianos gozaban de libertad;  en la fecha, considerada discutible, de la erupción del volcán, la destrucción de Pompeya y las otras dos localidades era ya emperador Tito Flavio): un herrero llamado Marco (Preston Foster) pierde a su esposa e hijo y se hace gladiador, adopta el hijo de otro gladiador muerto por él en la arena hasta que recibe una herida que le incapacita para la lucha y se traslada a Judea donde conoce al gobernador Poncio Pilato (Basil Rathbone). El hijo adoptivo de Marco cae del caballo y sufre una grave herida; el antiguo gladiador lleva al joven ante un hombre que sana a los enfermos y hace milagros, algunos le reconocen como El Mesías: Jesús de Nazaret. Poco después los más influyentes del Sanedrín le condenan a muerte en la cruz ante la  indiferencia de Pilato. Años más tarde, en Pompeya, el que fuera gobernador aunque altivo y orgulloso confiesa a sus amigos tener remordimientos por su falta de compromiso ante la justicia y su inhibición sobre el caso de Jesús mientras observa el crecimiento del cristianismo y la confirmación de lo que había oído de aquel hombre: su resurrección al tercer día. Ahora estalla el Vesubio….
La película fue un reconocido éxito. O’Brien y su equipo prepararon además los decorados en un trabajo distinto. Es destacable la exposición del circo romano en Pompeya presidido por aquella enorme estatua. La erupción del Vesubio y la destrucción de la ciudad están magníficamente visualizadas, y más teniendo en cuenta que solo podía hacerse una vez…
O’Bie realizará los efectos visuales de otra producción R.K.O. Radio (1936): “The Danzing Pirate” (“El bailarín pirata”), dirigida por Lloyd Corrigan donde lo más recordable quizá sea el hecho de tratarse del primer musical en color en la totalidad de la película.
En el transcurso de dos años tiene magníficas e imaginativas ideas sobre historias que nunca podrá trasladar a la pantallas (como las anteriores “Atlantis” y “Creation” y también el proyecto de realizar un “Frankenstein” con maqueta de Stop- Motion antes que James Whale dirigiera su clásico interpretado por Boris Karloff en 1931): “War Eagles”, en 1939, donde unos vikingos montados sobre gigantescas águilas combaten contra los dinosaurios en un mundo perdido (se frustró a causa del inicio de la II Guerra mundial) y “Gwangi” (1941), proveniente a su vez de una idea del mismo O’Brien titulada “Valley of the Mist”. El proyecto fue a parar al desván donde será rescatado por Ray Harryhausen para rodarlo siete años después de la muerte de Willis O’Brien: “Valley of Gwangi” (“El valle de Gwangi”), realizada por Jim O’Connolly con efectos del mismo Harryhausen (1969), quien homenajeaba a su admirado maestro (el guión es de William E. Bast sobre la idea original de O’Brien). En este caso se trata de un valle perdido en el desierto de México donde unos cow –boys capturan un allosaurio para exhibirlo en la civilización. En la plaza de toros de Cuenca (México) el animal escapará sembrando el terror en el poblado hasta penetrar en la catedral. Allí Tuck Kirby (James Franciscus) le hostigará desde un pasillo lateral con una lanza, con la cola el allosaurio derramará un brasero y al prenderse fuego en  unos cortinajes perecerá finalmente entre las llamas (repetición de la historia de King- Kong: deseo de mostrar al animal como atracción de feria, escapada, destrucción de parte de la localidad y muerte).
En 1939 Merian C. Cooper fundó una pequeña productora asociado con John Ford, Argosy Pictures, donde, hasta el cierre de la compañía en 1956, se filmaron diez películas de las cuales nueve eran de Ford: “Hombres intrépidos”(en coproducción con United Artists, 1940),“Caravana de paz”(1950), “Fort Apache”(1948), “La legión invencible”,(1949) “Río Grande”(1950), “Tres padrinos”(1948), “El hombre tranquilo”(1952), “El sol siempre brilla en Kentucky” (1953) y “El fugitivo” (1947) y una de Ernst B. Schoedsack (“El gran gorila”, 1949). “Mighty Joe Young” (“El gran gorila”), producción de Argosy para R.K.O. Radio, es la tercera vuelta al tema del extraordinario gorila y su relación con los humanos por parte de Schoedsack y Cooper. Ya no hay la violencia ni el erotismo de “King- Kong” (ya dulcificado en “El hijo de Kong”) sino la más pura amistad y fidelidad a Jill Young (Terry Moore) quien compró el gorila, llamado “Joe Young”, a unos indígenas cuando este era una cría y  creció desmesuradamente hasta llegar casi a los cuatro metros (se trata de un caso de gigantismo animal, no una especie prehistórica como en “King-Kong”). Un empresario del espectáculo, Max O’Hara (excelente Robert Armstrong, no podía ser otro) convence a la muchacha para llevar al gorila a la civilización y lo convierta en atracción circense. Exhibido en un night club (excelentemente mostrado por Schoedsack mediante un travelling aéreo) desarrollará varias actividades, entre ellas un concurso de fuerza mediante una cuerda por un lado tirada por los diez hombres más fuertes del mundo (encabezados por el real Primo Carnera, campeón mundial de boxeo en la década anterior) y en el otro por Joe Young quien les vence y caen todos a una piscina situada en medio del local. Todo va bien hasta que unos gamberros borrachos dan de beber whisky (el realizador suma hábilmente otro travelling al anterior para señalar la estupidez y la irresponsabilidad de algunos seres humanos) y emborrachan a su vez al gorila que huye sembrando el pánico hasta que es capturado y condenado a muerte. Rescatado por Jill y un vaquero llamado Gregg Johnson (Ben Johnson), empleado de O’Hara y enamorado de la muchacha, el simio salvará a los niños de un orfanato donde se había declarado un incendio. Absuelto, Joe Young, junto con la pareja, ahora ya prometidos, regresaran a África.
En la película hay intimidad, suspense, humor y magníficas aventuras perfectamente fotografiadas en blanco/negro por J. Roy Hunt y pese a ser principalmente dirigida a un público familiar la respuesta en taquilla fue tan tibia como la crítica. Hoy, en día, sin embargo, es considerado un ágil y conseguido film fantástico, no una obra maestra como “King- Kong” pero si una cinta de culto (quizá más que “El hijo de Kong”).
El guión de Ruth Rose partía de un argumento de Merian C. Cooper y John Ford actuó como productor ejecutivo y, según algunos datos, también como director de 2º unidad. Hay escenas verdaderamente de ensueño y la animación es formidable. En principio se pensó realizar la película en color pero ello hubiera disparado el presupuesto (1.550.000 $, de los cuales 204.000 eran para los efectos especiales) y finalmente se filmó en blanco/negro, virándose en rojo la escena del incendio del hospicio (aunque casi siempre los pases por TV la dan en blanco y negro). Más tranquilo, O’Brien trabajó a su gusto y finalmente alcanzó en los Oscar anuales un galardón reconociendo sus méritos (en aquel tiempo aún no existían oscares para efectos especiales). Aparte, tiene mucha importancia este film en el campo de la animación ya que O’Brien --- secundado siempre por eficaces ayudantes como Marcel Delgado o Pete Peterson, colaborador también varias veces con O’Bie, tramoyista y constructor de decorados y figuras humanas en miniatura --- acreditó a un joven Ray Harryhausen como ayudante suyo, realizando bastantes partes de la animación del film. O’Brien elaboró con gran vitalidad las escenas de Stop- Motion, dirigiendo incluso a los actores que debían fusionarse con las maquetas. Se construyeron cuatro modelos de cuerpo entero de 43 cm de altura cada uno, un busto y otra figura entera de 13 cm para las tomas lejanas (1). Al igual que la “Isla de la Calavera” de “King- Kong” y “El hijo de Kong” está inspirada en un cuadro del pintor simbolista, el suizo Arnold Böcklin (“La isla de los Muertos”, de la cual realizó cinco versiones: dos en 1880, una 1883, otra en 1884 y la última en 1886), algunas escenas de África de “El gran gorila” también recuerdan varios cuadros del mismo autor (1827-1901), poseedor de un indiscutible espíritu romántico.
Más adelante alumno y maestro, O’Brien- Harryhausen, volvieron a encontrarse en un documental producido y dirigido por Irwin Allen (2) donde se nos describe la vida animal, desde los extintos dinosaurios hasta el tiempo actual: “The Animal World” (1956). Durante mucho tiempo esta película resultaba imposible de conseguir y, además, diversas escenas fueron recortadas para usarse en otras producciones. Finalmente apareció un DVD (aquí llegó por importación) en lengua original inglesa y puedo asegurar que lo mejor son las escenas de obertura más otras intercaladas donde vemos a los dinosaurios animados magistralmente por Willis O’Brien y Ray Harryhausen. Lo demás son explicaciones sobre la vida animal del planeta filmadas de manera tan correcta como fría, resultando en algunos momentos bastante soporífero.
El mismo Irwin Allen (lo prefiero como avispado productor que como discreto realizador) proyectará en 1960 un remake del film de Harry Hoyt: “The lost world” (“El mundo perdido”), producida y dirigida por el mismo Allen, donde se contrató a Willis O’Brien por el prestigio de su nombre (“supervisor de efectos especiales”, “supervisor técnico”) y nada más. Los dinosaurios eran animales de la época actual “disfrazados” (con protuberancias y crestas) y aumentados (lagartos e iguanas, hasta un pequeño cocodrilo). El resultado fue un desastre, solo salvable por el reparto que reunía a Claude Rains, Michael Rennie, David Hedison y Jill St. John. O’Bie para nada intervino en la animación.
Algo similar pasó en “The Beast of Hollow Mountain” (“La bestia de la montaña”) dirigida por Edward Nassour e Ismael Rodriguez (coproducción EE.UU- México) en 1956. Una vez más se pagó a Willis O’Brien para figurar su nombre como supervisor y nada más. Louis DeWitt, Jack Rabin  y Henry Sharp cuidaban de los efectos especiales y la animación por Stop- Motion era efectuada por el  realizador Edward Nassour que conocía la técnica. El guión era de Robert Hill sobre una historia del mismo Willis O’Brien titulada “El toro estrella”, aunque cambiara en su totalidad. La película tiene momentos interesantes (aquellos bosques, valles y desiertos por donde ronda un Allosaurus superviviente de su época por capricho de la naturaleza, el ataque al ganado y a los humanos) hasta que finalmente se hundirá en unas arenas movedizas. La animación no está mal del todo, hay momentos mejores y otros no tanto pero no es igual de haberla hecho O’Brien. El animal es de un verde vistoso y brillante aunque con una roja lengua exageradamente larga.
Más protagonismo tenía Willis O’Brien en “The Black Scorpion” (“El escorpión negro”), producción independiente U.S.A. (1957) dirigida por Edward Ludwig, con guión de Robert Blees y el reputado escritor de ciencia- Ficción David Duncan. La temática es parecida a la inolvidable “La humanidad en peligro” (Gordon Douglas, 1954), cambiando las hormigas por escorpiones. La historia es previsible pero tiene buenos momentos, especialmente la animación de los animales a cargo de un O’Brien, que ya había traspasado la barrera de los 70 años y no gozaba de muy buena salud pero hizo un trabajo encomiable, ayudado por Pete Peterson.
“Giant Behemot” (1959), no estrenado comercialmente en España, del ex director artístico Eugene Lourié, es un dinosaurio indefinido que surge del mar para atacar las localidades costeras (pude visionarla en inglés). Cuando el animal está en el agua, no muy visible, recuerda las ilustraciones de aquellas sagas nórdicas donde aparecían gigantescas serpientes marinas y cuando está en tierra firme O’Brien demuestra su talento. Además de devorar y aplastar a los humanos, el monstruoso renacido de una explosión nuclear desprende radioactividad y emite un gas altamente venenoso…
Giant Behemoth” es otra vuelta a la tuerca de “El monstruo de tiempos remotos” (1953) del mismo Lourié con los efectos magistrales de Ray Harryhausen. Eugene Lourié cerraría su trilogía “dinosaúrica” con “Gorgo” (“Gorgo, 1961), bastante entretenida pero sin la intervención de O’ Brien ni de Harryhausen.
Finalmente se le confió a O’Bie los efectos visuales de “It’s a Mad Mad Mad Mad World” (“El mundo está loco, loco, loco”, 1962), comedia de Stanley Kramer donde la creación de las miniaturas corría a cargo de una joven promesa en el campo del Stop- Motion, Jim Danforth y la animación efectuada por Marcel Delgado. El día 8- noviembre – 1962 Willis O’Brien (3) nota un ligero dolor en el pecho que él atribuye a una indigestión. En su casa, durante la noche, sentado ante el televisor, morirá de un infarto. El cine perdía a uno de sus más insignes artistas y para mi (en aquel momento era un niño y aún faltaban años para entender y admirar la obra de O’Bie) se constituyó en gran pesar el no haber conocido personalmente a Willis O’Brien como años después conocí al que fuera su alumno y también gran creador Ray Harryhausen…
                                                     Narcís Ribot i Trafí

1)- “King- Kong, el rey del cine”, de Carlos Díaz Maroto. Editorial Jaguar- 2006. Libro muy recomendable.
2)- Irwin Allen (1916-1991), productor y realizador americano. Diseñó series para TV como “Viaje al fondo del mar”, “Perdidos en el espacio”, El túnel del tiempo” y “Tierra de gigantes” que hacían nuestras delicias infantiles en los 60 (los capítulos que llegaban aquí, claro; ahora las series completas se pueden encontrar en importación).
3)- “Los mundos perdidos de Willis O'Brien”, coordinado por Jorge Adsuara y prologado por Miguel Fernando Ruíz de Villalobos (2013), editado para la IV Jornada de Literatura Fantastica, Ciencia- Ficción y Terror de Castellón es el único libro en castellano centrado totalmente en Willis O'Brien (dedicado a la memoria de Ray Harryhausen, fallecido el mismo 2013), como he repetido varias veces. Se trata de una obra coral en la que participó quien escribe estas líneas.



sábado, 4 de mayo de 2019

EL FANTASTICO MUNDO DE WILLIS O’BRIEN (I)



        Una familia, una comunidad religiosa, una parroquia, un grupo o una asociación tienen mucha suerte si entre sus miembros hay una persona de aquellas “que sabe hacer de todo”. Desde cualquier reparación doméstica (colocar un enchufe, arreglar una persiana, cuidar el jardín…) hasta darte valiosas ideas. En verdad es muy positiva la existencia de esta clase de hombres o mujeres, llamados comúnmente “manitas”. De entre ellos hay algunos conformados en ir realizando su cometido durante muchos años, quizás toda su vida… me parece bien y otros poseedores de un espíritu aventurero, deseosos de conocer cosas nuevas, tierras nuevas, posibilidades nuevas…también me parece muy bien; he conocido varios de esta casta y en el segundo caso he admirado su filosofía de la vida, su forma de pensar ante la cotidianidad, su afán investigador y su deseo aventurero…
Willis Harold O’Brien (Oakland, California, 1886- Los Ángeles, 1962) era uno de ellos, del segundo grupo. Descendiente de irlandeses, hijo de un etimologista y director de academia y de hotel, escapa de su casa a los 11 años para trabajar en ranchos, regresar al hogar y marchase definitivamente dos años después. Será trampero (en Oregón), guardafrenos, escultor, mozo de granja avícola, de botones a delineante en una empresa de arquitectos, jockey, caricaturista deportivo, empleado en una tienda de artesanía en San Francisco, boxeador y guía para excavaciones arqueológicas. Es en el establecimiento de San Francisco (1915) donde --- quizás involuntariamente --- descubre el sistema de “Stop- Motion” (animación escena por escena), cosa que cambió totalmente su vida. Antes, ya lo dijimos, el procedimiento fue descubierto a cargo de varios pioneros por separado como Georges Méliès (al encallarse la cámara) o Segundo de Chomón (al entrar una mosca) pero estos no se preocuparon de patentarlo (también se atribuyó a James Stuart Blackton aunque se dedicara más y aplicara sus hallazgos en el campo de los dibujos animados) y la técnica pasó al limbo del olvido hasta la resurrección efectuada con su propio esfuerzo por Willis O’Brien (O’Bie, para los amigos). Nuestro hombre modeló por primera vez en arcilla (comprada en la Feria Mundial de San Francisco) la figura de dos boxeadores a los que animaba manualmente y remodelaba cada vez que sufrían desperfectos e hizo filmar el combate (este primer corto se titulaba “Morpheus Mike”). A continuación se le ocurrió rodar un corto protagonizado por un cavernícola y un dinosaurio (figuras de algunos centímetros de altura) también de arcilla, sirviéndose de unos simples esqueletos de madera a los que animaba imagen por imagen (filmar-cortar- variar la posición de las figuras unos milímetros- volver a filmar y así sucesivamente…muy laborioso; para rodar unos cuantos movimientos animados se necesitaban varias horas de trabajo) y con unas cuantas piedras distribuidas por el suelo funcionando como marco ambiental. Llamó a un fotógrafo y efectuó la prueba en la terraza del Banco de Italia en San Francisco. El fotógrafo tomaba un movimiento, Willis variaba la posición de las figuras unos milímetros y se impresionaba otro movimiento. El corto duraba un minuto y su resultado entusiasmó a H. Wober, un productor cinematográfico que financió con un presupuesto de 5000 $ otro corto con el sistema Stop- Motion: “The Dinosaur and the Missing Link” (1917). Para no tener que remodelar una y otra vez cubrió las figuras de arcilla con finas hojas de goma que conservaban su forma, disponiendo además de esqueletos con uniones metálicas más flexibles y articuladas que las de su primer trabajo. Hemos visto como la idea de dedicarse al cine en la rama de maquetista y animador surgió de su propia y fecunda imaginación en sus últimos trabajos: 1) arte (comerciante en objetos de artesanía) y habilidad, 2) la idea de los boxeadores fue decisiva (él había practicado el boxeo), pero  aún más, 3), siendo guía en una expedición científica de Universidad de California descubrió algunos restos de un prehistórico smilodonte (conocido también como el “tigre de dientes de sable”), aumentando su afición a la prehistoria y a los relatos de fantasía. “The Dinosaur and the Missing Link” (conocida también como “The Dinosaur and the Baboon”) fue vendida a la compañía de Thomas Edison a cuyos directivos entusiasmó por lo cual ofrecieron un contrato a O’Bie para preparar lotes destinados a un público familiar: esencialmente comedias prehistóricas donde Willis preparaba los escenarios, moldeaba las figuras y llagaba a producir sus propias películas. Las cintas eran de 500 pies de largo (150 metros) y O’Brien recibía un dólar por pie.
Willis abandonó la productora al ver su desaparición y en 1918 entró en contacto con el mayor Herbert M. Dawley, productor y (supuesto) maquetista para realizar “The Ghost of the Slumber Mountain” donde O’Bie animaba a varios reptiles prehistóricos. A pesar del éxito comercial (sobre un presupuesto de 3.000 $ se recaudaron 100.000 $ de aquel tiempo) la asociación acabó mal ya que su socio borró el nombre de O’Brien de los créditos y patentó la técnica de Stop Motion como suya propia. Se entabló un pleito donde los abogados de Willis demostraron de forma indiscutible, afortunadamente, quien tenía la razón. O’Bie modelaba muñecos de goma sobre un esqueleto metálico con partes articuladas (según explica detalladamente el libro de los hermanos Payán, 1) para ofrecer un abanico de trucajes nunca visto: las estrellas invitadas fueron un brontosaurio, un “diatrima” (ave gigantesca del Terciario) devorando una enorme serpiente y una lucha entre dos triceratops cuyo superviviente es atacado y devorado por un alosaurio (las maquetas eran movidas ya casi en forma estándar sobre figuras de miniatura en una fracción de pulgada= 2,54 centímetros por cada fotograma de filmación) . Además de la creación de maquetas y efectos especiales, O’Brien escribió el guión, fotografió e interpretó al fantasma del ermitaño. El film de 45 minutos de duración original fue recortado hasta 17 minutos, tal como lo conocemos hoy en día. 
El hecho anacrónico, científicamente, de aparecer en una misma cinta animales del Terciario junto con los dinosaurios del Secundario y con seres humanos es algo corriente en el cine, en donde impera la fantasía y en muchos casos se busca el espectáculo.
En la época donde llegó la consagración a O’Brien, “King- Kong” (“King- Kong”, de Ernst Beaumont Schoedsack y Merian Caldwell Cooper, 1933) se enfrentó a una gran desgracia al perder de golpe toda su familia. Había contraído nupcias con Hazel Ruth Collete en 1925, a quien se le diagnosticó cáncer y tuberculosis en 1931 (la pareja se había separado en 1930) y uno de sus dos hijos, William, contrajo también la tuberculosis y a continuación la ceguera. La tragedia total llegó en 1933: su ex esposa, aparentemente bajo un ataque de locura, asesinó a sus dos hijos e intentó suicidarse con la misma escopeta quedando gravemente herida. O’Brien no quiso verla más y logró el divorcio antes de que ella falleciera (1934). O’Brien contrajo matrimonio con Darlyine Prenett el mismo año y, gracias a su segunda esposa (le sobrevivió bastantes años), los aficionados al cine fantástico y al cine en general sabemos muchos datos y anécdotas de O’Bie que podían haberse perdido.
Retrocedamos a 1925: O’Brien tenía ya renombre y prestigio en su labor de efectos especiales. El productor Watterson R. Rothaker decidió dar una adaptación cinematográfica de la novela de Sir Arthur Conan Doyle (creador del personaje de Sherlock Holmes) “The Lost World” (“El mundo perdido”), publicada en 1912, y decidió confiar a Willis O’Brien la sección de efectos especiales. Nuestro hombre había hecho amistad con el escultor y modelista mexicano Marcel Delgado (1901- 1976) quien estudiaba y trabajaba en una tienda para poder pagarse los estudios. O’Brien apreció el trabajo de Delgado y le animaba a colaborar con él en el cine mas este se resistía ya que quería ser escultor, al menos en un principio. Finalmente le pudo convencer y ambos emprendieron el reto de animar “El mundo perdido”, cuya realización fue concedida a Harry Hoyt. Los dinosaurios de O’Brien, eficazmente ayudado por Marcel Delgado, combinados con el invento de Ralph Hammeras (1874- 1970), consistente en la “filmación con cristal” o sea superposiciones pintadas en un cristal colocado delante de la cámara hicieron triunfar el film en forma espectacular (Hammeras, aparte de efectos visuales y especiales, era director de fotografía y decorador, actuando en varios films sin acreditar, como “The Black Scorpion”, 1957 o “20.000 leguas de viaje submarino”, 1954).
Aquí conseguía O’Bie unas maquetas y una animación aún más perfecta y realista que en sus anteriores logros (ver la evolución profesional de nuestro hombre): esqueletos de acero cubiertos con hojas de goma (usadas en las prótesis dentales) y hule, esponja roja para dar volumen, piel de látex, chocolate de taza para simular sangre en las heridas de los dinosaurios y, además, se introducían válvulas de hinchar balones dando sensación de respirar por parte de los animales. O’Brien combinó perfectamente la acción de personas con dinosaurios en un mismo encuadre, movimiento de cámara (cfr. planos detalle) cuando en trabajos anteriores la cámara estaba fija, ofreciendo despliegue de imágenes mucho más impactantes y emocionantes que antes. Los primeros planos sobre las cabezas de los dinosaurios son impresionantes, con detalles como la saliva saliéndoles de la boca, giro de ojos y respiración. La escena en donde los dinosaurios huyen ante la erupción de un volcán se filmó en una posada de 23 x 46 m y los animales prehistóricos estaban inspirados en los dibujos de Charles R. Kinght del Museo de Historia Nacional. Aparte de Triceratops (herbívoro, prácticamente antecesor del rinoceronte, con una especie de collar protegiéndole la cabeza de los depredadores) Tyranosaurus (el más temido carnívoro), Pteranodon (reptil volador), Allosaurus (parecido al Tyranosaurus) y Stegosaurus (cabeza pequeña, toda la espina dorsal hasta la cola protegida con duras crestas, una cola dura y de golpe mortífero y tres cerebros…)  con frecuencia presentes en la ya larga filmografía “dinosaúrica”   y el más ocasional --- en el cine que vendrá después--- Brontosaurus, aparecerán también el Agathaumas y el Trachodon. Por vez primera observábamos el movimiento de muchos dinosaurios a la vez en una llanura (lo normal era ver uno o dos, en escena de lucha generalmente, no más), todos con movimiento propio por lo cual es de admirar el trabajo de O’Brien y Delgado. Estos modelos posteriormente se exhibieron en el Museo de Artes y Ciencias de Los Ángeles. Arthur Conan Doyle aparecía como presentador del film original que se perdió tras un incendio en los estudios (circulaba una copia con metraje reducido para colegios pero hace algunos años, gracias a la Filmoteca Checa, podemos disfrutar de una versión más completa, la distribuida en circuito DVD). “El mundo perdido” gozó también de un buen reparto: Wallace Beery (profesor Challenger), Lewis Stone (sir John Roxton), Lloyd Hughes (Edward Malone) y Bessie Love (Paula White). La trama, más adelante estereotipada, se centra en una expedición a una región rodeada/protegida por montañas donde la vida aún es prehistórica en su fauna y flora (dinosaurios, cavernícolas) situada en una inexplorada y casi inaccesible región del Brasil. También se repetirá la captura de uno de los animales (el herbívoro Brontosaurus) para llevarlo a Londres y poder demostrar Challenger sus teorías que posteriormente escapa, derrumba paredes, amenaza con aplastar humanos y finalmente su peso hunde un puente sobre el Támesis y el animal se aleja a nado para volver a su lugar de origen (lo mismo hará King- Kong en Nueva York pero en su caso la bestia encontrará la muerte a causa de su amor por una mujer).
Al año siguiente, 1926, O’Brien había pensado en una secuela que, como muchos proyectos suyos, jamás se realizó: “Atlantis”. Mismo caso para “Creation” aunque sus esbozos y sus pocos minutos filmados de prueba emocionó al productor/realizador Merian Caldwell Cooper, para R. K. O. (había un boceto de un gorila gigante con una muchacha en su mano). Primera idea para la gestación del inmortal “King- Kong” (1933). Merien C. Cooper (1894-1973) fue productor (su faceta más habitual e importante), 2), directivo de varias empresas cinematográficas, guionista, realizador, aventurero, aviador y oficial de las Fuerzas Aéreas de U.S.A. Junto con su compañero de aventuras Ernst Beaumont Schoedsack (1883- 1979) formaron un tándem valiosísimo que eclosionó en dos obras absolutamente maestras no solo del cine fantástico sino del general: “The Most Dangerous Game(“El malvado Zaroff”, 1932), dirigida por Schoedsack e Irving Pichel, producida por Merian C. Cooper y David O’Selznick para R.K.O. y guión de James Ashmore Creelman sobre un relato de Richard Connell y “King- Kong” (“King- Kong”, 1933), producida por Schoedsack y Cooper y David O’Selznick (productor ejecutivo) según guión de James Ashmore Creelman y Ruth Rose (esposa de Schoedsack) sobre un argumento del escritor Edgar Wallace (falleció antes del estreno del film) y Merian C. Cooper. Los protagonistas masculinos de “El malvado Zaroff” fueron Joel McCrea y Leslie Banks (conde Zaroff), los de “King- Kong”, Bruce Cabot y Robert Armstrong mientras que la protagonista femenina en ambos films fue Fay Wray (a quien conocí en Sitges- 1989, había nacido en 1907 y falleció en 2004).
Para “King- Kong” Mario Larrinaga y Byron Crabbe preparaban los fabulosos decorados, Schoedsack y Cooper, aparte de productores, compartían el asiento de director (se ha dicho que la 1ª parte, la de la misteriosa isla con sus apasionante selvas donde el rey Kong hace su aparición fue filmada por Cooper y la 2ª parte, la de Nueva York aterrorizada por Kong cuando ha logrado escapar se realizó a cargo de Schoedsack) y Willis O’Brien, junto y perfectamente compenetrado con Marcel Delgado, modelaban las nuevas figuras aún más perfectas (la evolución era continuada) que las de “El mundo perdido”. Para ello se prepararon dos maquetas del gorila (no alcanzaban el ½ metro), además de varios animales prehistóricos. Se utilizó un nuevo modelo de arcilla como guía; sobre el esqueleto de acero se colocaba una musculatura de látex que podía ser animada con gran verismo, se empleaba algodón para dar volumen al animal y se terminaba empapando con una capa de látex líquido al modelo, creando los detalles finales antes que se secara. Para las escenas donde intervenían actores humanos se crearon modelos a escala natural de la cabeza y hombros de Kong junto con una mano y un pie además de miniaturas representando seres humanos. La cabeza, mano, pie y hombros formaban parte de un conjunto proporcional e idéntico, forrado con varias pieles de oso y movido por  un dispositivo de aire comprimido.
Es conocida la historia del aventurero y realizador cinematográfico Carl Denhan (Bruce Cabot) --- proyección dentro de la pantalla del dúo Schoedsack- Cooper --- el cual embarca en busca de una isla perdida y ausente en muchos mapas llamada “Skull” (“Calavera”) donde hay la leyenda de estar habitada por animales prehistóricos y un gorila gigante de unos 15 m de altura. Acompañan a Denham la bella Ann Darrow (Fay Wray), a quien había encontrado robando manzanas (estamos en USA, durante la depresión iniciada en 1929) y Jack Driscoll (Bruce Cabot). Los nativos de la isla, separados de “la parte prehistórica” por una muralla, raptan a Ann para ofrecérsela al dios- Kong pero este no la matará sino que se enamorará de ella y la defenderá de tres depredadores: un Tyranosaurus Rex, un Notosaurus (anfibio, prácticamente una serpiente con patas) y un Pteranodon. La muchacha es rescatada por Driscoll, derrumba Kong la puerta de separación del mundo perdido- poblado de indígenas y finalmente es capturado al arrojarle Denhan una granada lacrimógena. Llevado a nueva York para ser exhibido como “la octava maravilla”, el simio se excita ante los flashes de los fotógrafos (cree que hacen daño a su enamorada), rompe las cadenas y huye a la calle sembrando la destrucción, el terror y la muerte hasta encontrar a Ann a quien rapta y huye con ella en lo alto del Empire State. Deposita a Ann en una pequeña terraza mientras es abatido por la aviación militar, cayendo al vacío (los aviadores con bufanda del biplano monomotor que mata a Kong --- el animal había logrado derribar a uno --- eran los mismos Schoedsack y Cooper). “Por fin la aviación ha acabado con él, dice un policía. Denham contesta: “No, ha sido una mujer”.
El éxito fue tan apoteósico que Schoedsack y Cooper prepararon una continuación, también producida por R.K.O. a finales del mismo 1933: “Son of Kong” (“El hijo de Kong”) con el concurso de O’Brien. Esto lo contaremos, Dios mediante, en una segunda parte sobre los trabajos de O’Bie a partir de “King- Kong” hasta el final de su vida, debido a un ataque cardíaco, en 1962.
Willis O’Brien (3), al igual que su alumno y sucesor Ray Harryhausen, siempre fue fiel a su técnica “Stop- Motion” o “escena por escena”. Verdadero artista y  gran creador en una elaboración, podríamos decir, “artesanal” y “casera”. Quizás hoy, sus movimientos nos pueden parecer algo mecánicos, como he oído alguna vez en “King- Kong” (muchos desconocen el significado de la palabra “sensibilidad”), pero este aparente primitivismo e incluso estas imperfecciones que algunos se empeñan en buscar dan una dimensión de “maravilloso” y de poesía que aún hoy en día, con sus técnicas millonarias de efectos digitales y ordenadores, se está lejos de igualar.

                                                                              Narcís Ribot i Trafí

1)-“LOS EFECTOS ESPECIALES (1900-2001): DE KING KONG A LA GUERRA DE LAS GALAXIAS,” de Javier y Miguel Juan Payán. Pozuelo de Alarcón (Madrid, 2001).
2)- Merian C. Cooper como productor: King- Kong” (además de co-realizador), “Dr. Cyclops”, “El gran gorila”, “Los últimos días de Pompeya”, “She, la diosa del fuego”, todas ellas realizadas por Schoedsack; asociado con John Ford (Argosy Pictures) le produjo varios films como “El sol siempre brilla en Kentucky”, “El hombre tranquilo”, “Tres padrinos”, “El fugitivo” o la “trilogía de la caballería” (“Fort Apache”, “La legión invencible” y “Río Grande”). Como director: “Chang” (1927), documental, aún en la época muda, sobre animales, especialmente gorilas, “King-Kong” y también al alimón con Schoedsack en “Los últimos días de Pompeya”. Como guionista: “King- Kong” y “El gran gorila” (1949), donde Willis O’Brien era ayudado por un aficionado admirador suyo que se convertiría en su dignísimo sucesor: Ray Harryhausen.
3)- “CINESAURIOS”,de Adolfo Blanco Lucas. Royal Books (Barcelona. 1993). Libro recomendado varias veces como los que vienen a continuación.
- “CINEZOICO” (“EL DINOSAURIO A TRAVÉS DE LA HISTORIA DEL CINE)”, de Octavio David López Payán (prólogo de José Luis Sanz). Editorial Rosetta Cabezo de Torres, Murcia, 2017).
- “MITOLOGÍA DE LOS DINOSAURIOS”, de José Luis Sanz (Taurus, Madrid, 1999)-
- “LOS MUNDOS PERDIDOS DE WILLIS O'BRIEN”, obra coral con prólogo de Miguel Fernando Ruíz de Villalobos y coordinado por Jorge Juan Adsuara. Editado por CINE CLUB MUSEO FANTÁSTICO para la IV JORNADAS DE LITURATURA FANTÁSTICA, CIENCIA- FICCIÓN Y TERROR en Castellón (2013- Único estudio, hasta el momento, en formato de libro y en lengua castellana, integramente dedicado a  Willis O´Brien.