domingo, 23 de diciembre de 2012

“SUEÑO DE AMOR”. “LA HISTORIA DE FRANZ LISZT”



(Charles Vidor y George Cukor, 1960)
Escrito en 2011, a los 200 años del nacimiento de Franz Liszt.

Recordando con admiración y agradecimiento al padre Federico Sopeña Ibáñez, gran musicólogo, autor del primer libro de música que leí (“Estudios sobre Mahler”).
         “Sueño de amor” me parece uno de los biopic más interesantes jamás filmado. El biopic o película biográfica dramatiza la vida de persona o personas en los hechos más significativos de su vida y/o en los años más importantes de su vida/su obra. Esta es la más clara definición de un género basado en personas reales aunque algunas de sus acciones mostradas en el cine no lo sean o se tomen pequeñas o grandes libertades para acoplarse mejor al terrero del celuloide. Hay biopics sobre inventores, héroes, conquistadores, sabios, escritores, músicos, etc.…. La película de hoy pertenece a la vida de un músico. No en vano está subtitulada como “La historia de Franz Liszt”. “Song Without End: The Story of Franz Liszt”, debía titularse originalmente “Magic Flame” pero el realizador Charles Vidor falleció durante el rodaje (4-junio-1959) siendo terminada por George Cukor quien no quiso ser acreditado  y pidió solamente citar a Vidor (aunque se recuerde la contribución de Cukor al film antes de nombrar al director original).
Charles Vidor tenía ya la experiencia de otro exitoso biopic musical: “A Song to Remember” (“Canción inolvidable”, 1944), con Cornel Wilde como Fredéric Chopin, Merle Oberon  (George Sand) y Paul Muni (profesor Joseph Elsner). Así, puede decirse que Charles Vidor realizó dos biopics sobre los más grandes pianistas del período romántico musical. Entre los círculos cinematográficos he leído más alabanzas para la película de Chopin; personalmente (a pesar del aprecio que siento por ella) prefiero “Sueño de amor” pese a su alargamiento (a causa de tener forzosamente dos directores), la veo --- aunque parezca contradictorio --- más equilibrada y comedida en su puesta en escena (en diversos momentos es bastante similar) ya que en la película sobre Chopin, el profesor Elsner estropea en ocasiones (por otra parte excelentemente interpretado por Paul Muni) con sus chistes, sus ocurrencias graciosas y su verborrea risible la fluidez narrativa y estorba el conflictivo amor entre el músico y George Sand.
El guión de Oscar Millar es conciso, no retrata toda la vida del compositor sino que empieza con su (ya avanzada) relación estable con Marie de Flavigny, condesa de Agoult (la conoció en verano de 1833 en casa de Chopin) con quien tuvo tres hijos (la segunda, Cósima, llegaría a ser la esposa de Richard Wagner), citados en el film, su posterior amor por la princesa Carolina de Sayn- Wittgenstein (comienza durante una gira en 1847) que forma el nudo del film y el final cuando los deseos de la princesa de casarse por la Iglesia podían cumplirse (el tribunal eclesiástico había rechazado la petición de los enamorados de anular el matrimonio de Carolina pero después fallece el marido) no será así ya que el músico siempre había tenido una cierta vocación religiosa. El film termina en apoteosis, tanto musical como en imágenes: Franz Liszt entra en un convento franciscano para más tarde recibir las órdenes menores (conferidas por el cardenal Gustav Hohenlohe) en 1865. Un Liszt con hábito eclesiástico al piano con  impresionante música elevada cierra la película……..
El título en España, “Sueño de amor” está tomado de los tres nocturnos para piano solo “Liebesträume” (S/541), publicados en 1850 (el más famoso y popular, por “cantábile” es el 3º) ya que la traducción literal del film original sería “Canción sin fin”/”Song Without End”.
I)- APORTACIONES DE FRANZ LISZT, EL TITÁN DEL ROMANTICISMO
Ahí tenéis al hombre a quien debe rendirse el mayor homenaje. Cuando todo el mundo se burlaba de mi, me demostró una fe inquebrantable. Sin él, quizá no hubieseis podido oír hoy una sola nota mía. Cuanto soy y cuanto poseo se lo debo a él”. Richard Wilhelm Wagner refiriéndose a Franz Liszt en la inauguración del festival de Bayruth, 1876.
Unos meses después del nacimiento de Chopin y Robert- Alexander Schumann (1810), dos años después del de Felix Mendelssohn (1809) y dos antes del de Verdi y Wagner (1813) nace Franz Liszt en la propiedad de los Esterhazy (1811). Su padre, Adam Liszt era intendente de la aristocrática familia que años atrás había tenido a Joseph- Franz Hydn como maestro de capilla. Adam era un músico aficionado: tocaba la guitarra, el violín y el piano. En su único hijo, nacido en Doborjan (Hungría), de constitución delicada, descubrió la facilidad para el piano y el repetir los temas musicales que le daba viendo en él a un futuro Mozart. Apasionado por la música de sus antecesores, especialmente Beethoven con quien habló en una ocasión, Franz Liszt conquistó su gran reputación de músico muy temprano. Viaja incansablemente por toda Europa, es ya músico consumado, sea ya como pianista (su faceta más conocida) o como espléndido director de orquesta, interpretando obras propias o de amigos suyos como Schumann o Hector Berlioz y, más adelante, Wagner. Tuvo amores, algunos con mujeres de la nobleza (sus relaciones más duraderas fueron con la condesa Marie d’Agoult y con la princesa Carolina de Sayn Wittgenstein) o con bailarinas como la famosa Lola Montes. No obstante, nunca contrajo matrimonio. Era un hombre simpático, cordial, abierto y un auténtico amigo de sus amigos. Ayudó a Berlioz, a Chopin (además de escribir una biografía sobre el músico polaco) pero sobretodo comprendió las grandiosas óperas de Wagner a quien ayudó en todos los sentidos.
-Una de las aportaciones musicales más valiosas de Liszt es el “poema sinfónico”, como lo bautizó él. El nombre de poema se refiere al contenido poético que forma el programa (una pintura, un héroe novelesco, un drama, una escena, un poema, una idea, una impresión) complementado por la música en un solo movimiento (inspirado por la “Sinfonía Fantástica” de Berlioz, sus sustentadores fueron, entre otros, Shakespeare, Byron, Hugo, Schiller) aunque la composición musical pueda escucharse perfectamente sin esta grandiosa base literaria. Compuso 13 poemas sinfónicos-
-Las sinfonías “Fausto”, según los personajes de Johann Wolfgang von Gohete y “Dante”, centrándose en “La divina comedia” de Dante Alighieri, son resueltas sintetizando los temas musicales sobre los principales personajes-
-En sus dos conciertos para piano Liszt anula las fronteras entre los diversos tiempos y en su 2º concierto los pasajes de distintos tiempos se funden entre si sucesivamente, ofreciendo la más clara noción de “combate” entre solista y orquesta-
-Con su sonata en si menor para piano (dedicada a Schumann) reduce en un solo tiempo “gigante” los cuatro movimientos comenzando por un fragmento lento. Esta creación (que en un principio desconcertó al propio Schumann) no totalmente comprendida en tiempo de su aparición, hoy se ha convertido en pieza capital de la música pianística (influenció a muchos músicos que vendrían después, entre ellos Cesar Franck)-
-Su única ópera la elaboró a los 13 años, “Don Sancho”, con buen fundamento pero escaso éxito. Comprendió que este no era su camino en el campo musical-
-Nunca dejó de tratar la música religiosa pero merece especial atención la de su último período cuando había tomado ya el hábito eclesiástico y era conocido como “el abad Liszt”: misas solemnes, oratorios, salmos musicados, cantatas y diversas piezas para órgano-
Humanista, poeta, gran músico, creó un cosmos de música rutilante en color y matices, rico en su vocabulario armónico, señalándose como el más arriesgado explorador del mundo musical que abría la puerta a las conquistas del siglo XX (el mismo Wagner bebió en muchas ocasiones de la fuente musical de su amigo y suegro Liszt).
II CHARLES VIDOR
De verdadero nombre Vidor Károly (1900- 1959), nació en una familia judía de clase media de Hungría. Acabada la I Guerra Mundial estudió ingeniería en la Universidad de Budapest y después en la de Berlín. Allí entró en el cine trabajando como montador y director asistente para emigrar a Estados Unidos en 1924. Formó parte de un grupo especializado en óperas de Wagner para después entrar en un coro de Broadway. En 1931 dirigió un cortometraje, “The Bridge”, financiado por él mismo, que caló en un mandatario de la Metro Goldwyn Mayer quien al reconocer su buena técnica y calidad le ofreció un buen contrato. Al año siguiente codirigió --- aunque no esté acreditado --- “The Mask of Fu-Manchu” (“La máscara de Fu-Manchú”, 1932), de Charles Brabin que es una delicia y la mejor adaptación del personaje de Sax Rohmer con un Boris Karloff pletórico al encontrar el éxito tras su interpretación de “Frankenstein” (“El Dr. Frankenstein”), de James Whale (1931). De 1933, a partir de “Sensation Hunters”   (“Dama de cabaret”) hasta 1939 realizó nueve films para M. G. M.  En 1940 entra en Columbia Pictures y compone una docena de películas hasta 1948 para volver en 1952 a  la M. G. M. y a alguna que otra productora. Al principio de esta etapa es destacable “Blind Alley” (“Rejas humanas”, 1939) para encontrase en 1946 con el mayor éxito de su carrera profesional: “Gilda” (“Gilda”), recordada entre otras muchas cosas por la famosa bofetada de Glenn Ford a Rita Hayworth, siendo “The loves of Carmen” (“Los amores de Carmen”, 1948), también con Rita Hayworth, la última de esta 2ª etapa ( se trata de una película destacable pero no me atrevería a decir que es la mejor de las adaptaciones de la obra de Prosper Mérimée). En este capítulo hay otros films interesantes como  “Cover Girl” “Las modelos” (1944), “Canción inolvidable”, la comedia “The Tuttles of Thaití” (“Se acabó la gasolina”, 1942), protagonizada por Charles Laughton, y “Ladies of Retirement” (“El misterio de Fiske Manor”, 1941), drama gótico a la hitchcockiana “Rebecca”, bastante bien resuelto.
En la década de los 50, su tercera etapa, tiene siete films de los cuales destacaría especialmente la encantadora “Hans Christian Andersen” (“El fabuloso Andersen”, 1952), sobre el escritor de cuentos, “Rapsody” (Rapsodia”, 1954), una historia de amor dentro el mundo de la música y “A Farewll to Arms(Adiós a las armas”, 1957). En 1956 logró crear su propia productora (Aurora Productions) aunque no llegara a realizar sus proyectos por su repentina muerte mientras filmaba “Sueño de amor”.
Charles Vidor fue siempre un técnico competente y habilidoso, daba una fluidez encomiable a la narración, sabía sacar provecho de los actores y cuidaba perfectamente los decorados y la ambientación donde conseguía en ocasiones cuadros inolvidables. Planos bien elegidos la mayoría de veces, frescura narrativa y buen gusto y elegancia en la composición. Este era su estilo ¿Creador? Está hoy considerado en la frontera de lo artesanal, discutible por supuesto. Al igual que otro caso similar, Henry Hathaway, y al igual que este tiene pocos estudios sobre su cine pero si el autor de “Tres lanceros bengalíes” tocó casi todos los géneros (bélico, negro, western, aventuras, espionaje), Vidor se centró en películas más íntimas, drama, biografías aunque en ocasiones arañara el cine negro (“Gilda”) o el western por dos veces (“El valiente de Arizona”, 1935 y “Los desesperados”, 1943, con Glenn Ford y Randolph Scott, casos aislados dentro de su filmografía). Las productoras le respetaron siempre por su seriedad, profesionalidad y conocimiento técnico aunque a veces le encargasen trabajos más bien rutinarios. No creador en el sentido de un John Ford, Raoul Walsh, Howard Hawks o King Vidor (con el cual no guardaba ningún parentesco) pero si un buen realizador, un director destacable del que los aficionados quisiéramos hubiesen más como él.
III “SUEÑO DE AMOR”
El film ganó un “Globo de oro”, el de “Mejor película musical”, al igual que varias nominaciones al “Mejor Actor para una Película Musical” para Dirck Bogarde que encarnó maravillosamente a Franz Liszt aunque no se pareciera a él físicamente (el Franz Liszt secundario pero necesario para ayudar al protagonista Chopin de “Canción inolvidable”, interpretado Stephen Bekassy, era más cercano al retrato del músico, incluso con la larga melena gris y su delgadez) y Geneviève Page, sencillamente perfecta, como la condesa Marie d’Agoult, así como otra nominación para Capucine quien encarnó a la princesa Carolina.También los secundarios me parecen perfectamente ajustados en sus respectivos roles: Martita Hunt como la Gran Duquesa que avergüenza a su hermano el zar el haber llegado tarde al concierto, Alexander Davion como Chopin y Lyndon Brook como Wagner en sus tres escasas y breves apariciones, apuntando su carácter fuerte y temperamental, exigente y ególatra; en su primer encuentro Liszt no le hace caso por tener prisa, en el segundo pide disculpas a un Wagner ceñudo, confesándole lo maravillosa que es su música, y en el tercero Wagner pide dinero a Liszt para huir a Suiza ya que es buscado por la justicia por no cumplir un contrato (en innumerables ocasiones le ayudó). Al cerrarse la historia cuando el compositor toma los hábitos queda fuera el amor de Wagner con Cósima (que no aparece para nada en el film). Al casarse Liszt rompió relaciones, momentáneamente, con ellos (apreciaba mucho a Wagner, como demostró, pero no le quería como yerno). Si es verdad que Wagner maniobró hasta lograr la reconciliación cuatro años después (1). La princesa Carolina le dirá a Franz: “Este hombre es un monstruo”, refiriéndose a Wagner; sonríe el compositor y contesta: “Es insoportable pero su música llega al alma, es maravillosa y debo ayudarle”; continúan hablando y la princesa le aconseja que se centre más en su propia música a lo que Liszt responde que se debe ayudar  a todo aquel que ofrezca una música genial, en beneficio de la humanidad y como acción para acercarse a Dios (en más de una ocasión confesará ante la pantalla su arrepentimiento de la vida bohemia, de conquistador y mujeriego y su deseo de servir a Dios tomando los hábitos). También queda fuera del film la visita histórica que recibió Liszt del papa Pío IX (hubiera podido ser motivo para subrayar su vocación religiosa).
Tanto el vestuario del diseñador Jean- Louis y la dirección artística de Walter Holscher son acertados y magníficos, reproduciendo perfectamente el ambiente y la época del compositor. La escena inicial es significativa: música de nuestro hombre con plano general nocturno de la localidad, plano de acercamiento a una casa y la conversación de Liszt al piano y Marie cortando unas flores. Se nota que hay diferencias entre los dos amantes, ella opina que la nueva obra tiene resonancias “religiosas”, que ya sabe como piensa, él le contesta mostrando su deseo de educar a sus tres hijos en la fe católica y la condesa replica que de acuerdo pero que ellos viven en adulterio, cosa totalmente cierta (Marie no era atea pero no vivía la doctrina cristiana, su concepción representa más bien deísta). Llegan a continuación Chopin, George Sand y el representando Potin, todo ello narrado en continuidad de planos medios y americanos muy bien resueltos. El buen nivel se mantendrá en el resto de la cinta.
La música (el piano era interpretado por el compositor Jorge Bolet), por su parte, recibió un Oscar a la “Mejor Banda Sonora”, para Harry Sukman (adaptador y coordinador) y Morris Stoloff (supervisor) con la “Philaremonic Orchesta” de los Ángeles. Aparte de la música de Liszt aparece también la de otros compositores que él interpreta o como fondo: Verdi, Schumann, Mendelssohn, Bach, Paganini, Haendel, Beethoven y, por supuesto, Chopin y Wagner. Como en otros biopics musicales aquí no llega a acaramelarse o hacerse pegadiza, está como elemento más, centrándose al principio en el compositor (2) como hombre totalmente dado a su música, cariñoso, abierto a todo el mundo y tan apasionado en sus amores como en su música (un acierto más a cargo de Dirk Bogarde). Luego la cinta se centra en el triángulo amoroso Marie- Franz- Carolyne, la marcha de la primera que deja el campo libre a los nuevos enamorados y el protagonismo más absoluto del pleito por el divorcio de la princesa y cuando se abre la esperanza viene el cambio de vida. La princesa lo comprende: se marcha de una iglesia después de rezar con el rosario entre sus manos mientras Liszt con sotana interpreta una de sus obras sacras al órgano y aparece el FIN de esta película que supo recrear formidablemente el romanticismo de unos personajes típica y eminentemente románticos (3).
                                              Narcís Ribot i Trafí
(1). Liszt influenció en el matrimonio de uno de sus alumnos preferidos, el director de orquesta y wagneriano Hans von Bulow, con su hija Cósima quien respetaba a su marido pero no le quería. Estaba enamorada de Wagner.
(2). Este año es el bicentenario del nacimiento de Liszt. En algunas localidades se han organizado conciertos a tal efecto, en otras no ya que la música clásica no les debe importar. Como siempre.
(3). Wagner falleció de un infarto en Venecia, 1883. Liszt quedó profundamente afectado. Tres años después (1886) moría nuestro hombre de una pulmonía contraída en el tren.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

TITO FLAVIO EN LA LITERATURA Y EN EL ESCENARIO



Desde entonces, señor, Nerón, Calígula, monstruos cuyo nombre cito aquí con desagrado, y que no conservando de hombre más que la figura, pisotearon, salvajes, todas las leyes de Roma, solamente ésta respetaron y no encendieron ante nuestro ojos la antorcha de un odioso himeneo”.  (“Berenice”, tragedia de Jean Racine, 1670)

  El emperador Nerón había enviado al general Vespasiano a sofocar la rebelión de los judíos en el 66 d. C. Dos años después: suicidio de Nerón, año (68) de los “cuatro emperadores”, Galba, Otón, Vitelio y Vespasiano,  guerra civil, muerte de Vitelio --- comandante de las legiones de Germania --- a manos de sus propios soldados (como anteriormente Galba, Otón se suicidó) y aclamación por todos de Vespasiano como emperador, incluido el Senado. “Por fin se sentó un croupier horado en el trono”… decía un historiador. Quedó viudo de Domitila y jamás volvió a casarse. Habían tenido tres hijos: Tito Flavio Vespasiano (mismos nombres padre-hijo, se conoce al padre como Vespasiano y al hijo como Tito; recordemos el caso de los emperadores Tiberio y Claudio, tío- sobrino, ambos se llamaban Tiberio Claudio Nerón), Tito Flavio Domiciano que también sería emperador y Domitila la Menor. Vespasiano subió los impuestos para arreglar la hundida economía a causa de los dispendios de Nerón y la crisis de la guerra civil que siguió a su muerte. Una vez cuadradas las cuentas rebajó la contribución.
Su hijo Tito quedó comandante en jefe de las cuatro legiones desplegadas en Judea substituyendo al padre, aclamado emperador: la X= Frantensis, XII= Fulminata, V= Macedónica y XV= Apollinaris. Recordemos los cruentos combates, la destrucción del Templo de Jerusalén (en contra de la voluntad de Tito), la toma de la ciudad, la resistencia de Masada, etc.
Vespasiano gobernó diez años (69-79), el más sabio reinado, hasta entonces, junto con el de Augusto. Era un hombre con sentido del humor, procedente de las provincias, haciendo participar a los provincianos del gobierno y senado, algo impensable antes de él. Había culminado su carrera militar, el generalato, con Claudio, siendo además un hombre de confianza del emperador mientras que el siguiente, Nerón, en una ocasión le condenó a muerte por haberse dormido en un concierto de música dado por él en el Palatino. La pena le fue conmutada al verle tan inocente pero le envío a Judea para reprimir la revuelta, quizás para quitárselo de encima. Una complicación intestinal acabó con su vida y Tito reemplazó a su padre como emperador mientras la sucesión era vista con temor y desconfianza ya que la juventud de Tito había sido muy poco edificante (orgías, excesos, incluso señalado como pederasta) pero pronto se cambió de idea. En sus dos escasos años de gobierno siguió las directrices de su padre, fue amado y respetado por todos y nunca usó la pena capital. En su muerte fue llorado por todo el pueblo (año 81). Se recuerda su apasionado amor por la princesa judía Berenice, descendiente del rey Herodes (al final renunció a ella) varias veces como tema de la literatura y la erupción del Vesubio (año 79) a sus cuatro meses de gobierno (envió ayuda médica y alimenticia); una conjura que, al descubrirse, perdonó a todos los implicados; acabó las obras del famoso Coliseo empezadas por su padre; otro incendio en Roma (año 80) y una terrible epidemia en la misma capital que atendiendo personalmente los enfermos le costó la vida al contraer unas fiebres.
El grueso de la información sobre Tito pertenece a Dion Casio y la biografía de Cayo Suetonio mientras que la acción de Tito en Judea está ampliamente descrita en Flavio Josefo (“Guerras judías”). El texto fue reinterpretado en los Países Bajos en su lucha contra España: p. e. Joost van den Volden escribió en 1620 “Hierusalem verwoest” (“Jerusalén destruida”).
La relación Tito- Berenice fue tema prolífero en la literatura francesa, basándose en Suetonio y Dion Casio. Una tragicomedia de Jean Magnon (1660) y las obra teatrales de Pierre Corneille y Jean Racine (estrenadas ambas en 1670 con una semana de diferencia). En Racine están profundamente enamorados pero al final prevalecerá el “Tito- Emperador” el cual con sus razones de estado será más fuerte que el “Tito- hombre”. En Corneille una Berenice más protagonista y personal romperá ella misma la relación sentimental. Más tarde (1677) vendrá una obra de Thomas Otway, inspirándose en Racine, dando el tema más de sí en las obras teatrales de Albert Du Bris y Alberich Magnard (ambas de 1911), además de una novela de Danielle Lelouche (1988).
Basándose en Racine hay una decena de óperas, las más conocidas son las de Nicola- Antonio Porpora (1710), Francesco Araja (1730), Georg- Friedrich Haendel (1738) y Baldassare Galuppi (1741). Hay varias óperas sustentadas por el libreto de Pietro Metastasio (escrito en 1734), “La clemenza di Tito” (“La clemencia de Tito”), las más importantes corresponden a Christoph Willibald von Gluck (1752), Niccolo Jommeilli (1758) y Wolfgang Amadeus Mozart (1791), su última ópera. El tema se centra en líos amorosos y en una conspiración después del noviazgo Tito- Berenice. Descubierto el complot, Tito será clemente y perdonará a todos los conjurados.
El episodio de la destrucción de Pompeya por la erupción del volcán Vesubio fue tocado especialmente en el siglo XIX: una ópera conjunta de Giovanni Pacini y Leone- Andrea Tottola (1825), los poemas de Delphine, Mme. De Girardin (1828) y Jean Méry (1830), además de las narraciones y novelas de Edward Bulwer- Lytton (1834), inspirador de varias versiones cinematográficas de “Los últimos días de Pompeya”, Charles Baudelaire (1846) y Theophile Gautier (1852).
                                                                    Narcís Ribot i Trafí


sábado, 1 de diciembre de 2012

INTRODUCCION A LA GRECIA CLÁSICA EN EL CINE



Si contemplamos la filmografía de la Grecia Antigua veremos que es bastante larga pero si la comparamos con la perteneciente a la Roma Antigua descubriremos que es mucho más corta. Hay diversas (y lógicas) explicaciones. La historia de la Grecia Clásica (&) no tiene la unidad de la romana, dividida cronológicamente en Monarquía, República e Imperio. La Grecia Antigua nunca fue una nación sino un conjunto de “Polis” (“ciudades- estado”), ora amigas y aliadas entre sí, ora enemigas (cfr. Atenas, Esparta, Corinto, Tebas) con solo algunas escasas, pero importantes, ocasiones formando “piña nacional” contra los persas, típico y clásico invasor extranjero en las Guerras Médicas: “La batalla de Marathon”, de Jacques Tourneur (1959) narraba muy libremente los hechos, centrándose en el legendario corredor que murió a causa de la fatiga después de comunicar la noticia de la victoria griega en la citada batalla; “El león de Esparta”, de Rudolph Maté (1962) nos cuenta la heroica resistencia del rey espartano Leónidas, sus escasos soldados y algunos aliados en el paso de las Termópilas que solo pudieron ser derrotados por la traición (versión moderna a cargo de Zag Snyder, “300”, con los excesos propios del cine de género actual) y gracias al heroísmo de Leónidas y los suyos Temístocles tuvo tiempo de levantar toda la Hélade contra el invasor persa y su emperador Jerjes a los cuales venció en la batalla naval de Salamina para ser más adelante, los persas, estrepitosamente derrotados en las batallas de Platea y Micale.
La entrada en el helenismo está representada principalmente por “Alejandro Magno”, de Robert Rossen (1955), con Richard Burton (como Alejandro), el hijo del rey Filipo II de Macedonia, nos muestra cómo consiguió unificar/dominar la Hélade y combatir al antiguo invasor persa en su propio país para posteriormente lanzarse a una conquista expansionista de otros países en fulgurantes victorias que la prematura muerte del caudillo frustró (versión actual no mejor que la citada).
Otra causa de la inferioridad cuantitativa de los films de tema griego en comparación con los romanos es el de la inexistencia del cristianismo. El tema de los mártires que el cine explotó como un filón (persecución iniciada por Nerón, seguida por Domiciano años después por otra causa y continuada por otros emperadores) en Grecia puede substituirse por la oposición al tirano de turno como en la curiosa cinta de Sergio Leone, “El coloso de Rodas” (1961) donde una parte del aparato represor (salas de tortura, prisiones, verdugos, soldados- policía) están en el interior de la gigantesca estatua (nada a ver con las ilustraciones de la auténtica). Punto muy importante es la no existencia sobre tema griego de la novela del siglo XIX que tan definitiva fue para el mundo romano títulos como “Fabiola”, “Quo Vadis”? o “Los últimos días de Pompeya”. Podemos citar como excepción “La Atlántida”, de Pierre Benoît, aunque su argumento sea de tema “fantastique” (con su correspondiente descendencia cinematográfica). Por lo tanto los soportes esenciales sobre el cine de tema griego clásico serán las antiquísimas obras de Homero: “La Ilíada” y “La Odisea”, convenientemente reducidas/adaptadas/retocadas/deformadas por guionistas- argumentistas en su paso por la pantalla. Habrá también temas mitológicos (inventados y/o adaptados), el ciclo de las tragedias (mezcladas/adaptadas/retocadas) extraídas del teatro (Esquilo, Sófocles y Eurípides) al igual que las comedias (Aristófanes y Menandro), muy escasas en cine y TV. Así, hay películas como “Helena de Troya” (1955), de Robert Wise o “La guerra de Troya” (1961), de Giorgio Ferroni, las dos interesantes, donde los personajes son en una positivos y heroicos (Paris y Helena en la primera) y en la otra negativos y antipáticos. Una continuación de “La guerra de Troya”, “La leyenda de Eneas” (1962) a cargo de Albert Band, es mucho más fiel al espíritu de Virgilio que las otras anteriormente citadas al de Homero. Otra cinta importante, y serenamente realizada, es “Ulises” (1954), de Mario Camerini, de nuevo adaptación libre pero sin perder de vista a Homero aunque se anularan todas las intervenciones sobrenaturales y, sobretodo, sin las concesiones al gusto juvenil de la época propias de “La guerra de Troya”. La interpretación de Kirk Douglas como Ulises también es factor de peso en el éxito de la cinta que con el paso de los años se ha revalorizado justamente.
Si entramos en el mundo mágico- mitológico veremos a los dioses griegos (Zeus, Hera, etc.) con defectos y virtudes humanas que a veces juegan con las personas en estilo partida de ajedrez como en la magnífica “Jason y los Argonautas” (1963), de Don Chaffey con los efectos del gran Ray Harryhausen. La obra “Las Argonaúticas”, de Apolonio de Rodas es la fuente lejana de inspiración que servirá de base al “Hércules” (1957), de Pietro Francisci, bastante notable, iniciando una serie sobre el personaje. Otros héroes mitológicos como Perseo (destructor de Medusa), Teseo (vencedor del Minotauro) y otros tendrán una o más versiones cinematográficas. En “Furia de Titanes” (1980), de Desmond Davis, protagonizada por Perseo, los dioses irrumpen frecuentemente en la vida de los humanos, siendo el último trabajo de Harryhausen antes que los efectos especiales de “discoteca” se hicieran amos de la función y parte del cine estuviera pensado para atraer solo a determinado público, muchos desconocedores del Séptimo Arte..
Al entrar en el tema del cine sobre la Grecia Clásica veremos en ocasiones los mismos errores de ambientación presentes también en el cine sobre la Roma Clásica. Demos algunos ejemplos: en “La destrucción de Corinto” (1961), de Mario Costa, vemos al protagonista (Jacques Sernas) con uniforme de oficial perteneciente a las legiones romanas que aparecería años después, la heroína (Geneviève Grad) con minifalda y peinada a la moda de cuando se rodó el film; en “La batalla de Siracusa” (1960), de Pietro Francisci interesa más la vida privada del sabio Arquímedes --- retardó la invasión romana con sus famosos espejos incendiarios de naves (Siracusa era aliada de los cartagineses en la II Guerra Púnica) aunque no pudiera evitar la victoria de Roma, para finalmente perder la vida --- que la batalla en sí. Dudoso entre dos amores, los guionistas no atendieron la realidad histórica: Arquímedes debía tener unos 70 años en el momento de los hechos; en “Helena de Troya” el decorado de la corte es atractivo pero no corresponde en ningún elemento a la realidad (especialmente las estatuas y columnas minoicas) y en “El marido de la amazona” (1934), de Walter Lang, todo parecido con la decoración griega (cualquier estilo de la época clásica) es pura coincidencia. Nada a ver  la estatua de “El coloso de Rodas” con la auténtica obra (ni forma, ni estilo, ni colocación de la gigantesca estatua, ni función de la misma) pero al menos no tenía pretensiones, se limitaba a narrar limpia y llanamente la lucha entre la bondad y la opresión, algo que es de agradecer.
Dentro de los buenos momentos que nos ha hecho pasar el cine sobre nuestro tema es de lamentar la constatación de la práctica inexistencia sobre el llamado “Siglo de oro de la Grecia Antigua”, también citado como “El siglo de Pericles” (IV a. C.), la base de la cultura occidental y una de las cimas del espíritu humano. Parece ser que interesan más héroes y reyes que no los filósofos y sabios. Los primeros ya tienen sus películas ¿Por qué no los segundos?

                                                                                                   Narcís Ribot i Trafí

(&)- El estudio de Fernando Lillo Redonet: “El cine de tema griego y su aplicación didáctica(Ediciones Clásicas S. A., Madrid- 1997) es sencillamente indispensable en la introducción del tema. Otro trabajo interesante es “El péplum, la Antigüedad en el cine”, de Rafael de España (Ediciones Glénat, colección Dr. Vértigo, 1998) por su globalización cronológica y aportación de datos y filmografía.