sábado, 28 de octubre de 2017

MARCO JUNIO BRUTO EN LAS ARTES



                        Marco Junio Bruto (89- 42 a. C.) principalmente pasó a la historia por ser uno de los conspiradores que acabaron con la vida de Cayo Julio César. Era hijo adoptivo de César y corría la voz que también era hijo natural. En la Guerra Civil entre Cneo Pompeyo y César se unió al primero y cuando el segundo derrotó a Pompeyo en la batalla de Farsalia (48 a. C.) buscó afanosamente el cuerpo de Bruto entre los muertos para finalmente encontrarle vivo, le perdonó, le restituyó los honores y continuó favoreciéndole como hizo siempre. A pesar de ello Bruto se confabuló con otros senadores (Casio, Casca, Décimo Bruto) para acabar con la vida de César al cual acusaban de ambicioso, de intentar difuminar la República e instaurar la monarquía, cosa muy discutible (en el testamento de Julio César, que cayó en manos de Marco Antonio, dejaba la mayor parte de sus posesiones al pueblo) concluyendo en los Idus de Marzo (15 de marzo del 44 a. C.) con el asesinato de César en el Senado. Recibió 23 puñaladas y cayó muerto a los pies de la estatua de Pompeyo al cual siempre respetó aunque fuera su enemigo (también había sido su yerno pero al morir Julia su relación se volvió tensa hasta desembocar en una guerra civil). Marco Antonio, el lugarteniente de César, logró apoderarse del testamento y, astutamente, alabó a Bruto y a los demás conspiradores pero luego elogió a César y lo escrito en su testamento. Bruto y los demás conspiradores tuvieron que huir o hubiesen sido linchados por la furia popular. Reclutaron ejércitos pero ninguno de ellos sobrevivió más de tres años a la muerte del conquistador. En el “Julio César”, tragedia de William Shakespeare (probablemente escrita en 1599) el personaje principal es Marco Bruto mientras Julio César aparece solo en tres escenas y como espectro se  materializa ante Bruto para recriminarle  su complicidad con los demás conspiradores y su criminal acción antes de la batalla de Filipos en dos parte (la primera el 3 de octubre, la segunda y definitiva el 23 de octubre del 42 a.C.). Derrotados los conjurados por las tropas de Marco Antonio y Octavio u Octaviano César, sobrino- nieto de Julio César (el futuro emperador Augusto), --- ambos formarían el II Triunvirato junto con Marco Emilio Lépido, jefe de caballería de Julio César --- Marco Junio Bruto se suicidó, habiendo recibido antes la noticia del suicidio de su esposa Porcia.
La figura de Bruto dependerá del punto de vista de cada uno. La historiografía, la literatura y las artes en general se decantan por el ignominioso asesinato del dictador César (la palabra “dictador” no tenía el mismo significado que en la actualidad, un dictador era nombrado por la República para solucionar un grave problema y, prácticamente, se le concedía carta blanca en muchos asuntos) o bien por el fiel republicano Bruto cuyo acto se justifica por acusar a César de querer ser rey, cosa blasfema en la Roma republicana. Centrémonos en las obras en donde tiene mayor protagonismo Bruto, no las que conceden la prioridad a César.
Cicerón presenta a Bruto como un idealista con gran ética en el sentido jurídico y político: no se mueve por afán de poder sino para salvar a la República en peligro. No ve con buenos ojos a Bruto el historiador Dión Casio ni tampoco Valerio Máximo. Por el contrario Plutarco considera noble a Bruto por la imparable ascensión de César al poder como un estudiado plan contra las instituciones republicanas. En su epopeya “Pharsalia”, Marco Anneo Lucano (mediados del siglo I d. C.) carga contra César.
Atravesamos la Edad Media y cerca de su teórico final Dante Alighieri en su “Divina Comedia” (publicada en 1307) manda a Bruto a la parte más profunda del Infierno junto con otro conspirador, Casio, y Judas Iscariote. Coluccio Salutatti sigue a Dante en esta condena dentro de su obra “De Tyranno” (1400). Con esta condena de Dante no están de acuerdo los posteriores humanistas florentinos de tendencias republicanas Leonardo Bruni y Cristoforo Landino.
Miguel Ángel Buonarotti esculpe el busto de Bruto en 1537, encargado en honor de Lorenzino de Medicis (le llamaban el “Bruto toscano”) y un siglo después se sigue idealizando a Bruto por mano de Francisco de Quevedo en “La vida de Marco Bruto” (1644),  basándose en el texto de Plutarco, en donde se reflexiona y equipara las figuras de Bruto y César. Admiración para Bruto en la “Pindarick Ode” (1656) de Abraham Cowley y Jonathan Swift en su popular relato de “Los viajes de Gulliver” (1726) hay una crítica contra la tiranía y la ambición en forma de un sexteto de testigos contra ella (Marco Junio Bruto, su antepasado Lucio Junio Bruto, Sócrates,Epaminondas, Catón de Útica y Thomas More). Pierre Bayle en su “Dictionnaire Critique et Historique” no tiene ninguna simpatía por César (1695- 97) aunque reproche a Bruto que haya matado a su padre adoptivo (y quizás natural) el cual le quería y siempre fue su benefactor y otro crítico con el asesinato fue Edward Gibbon en su “Character of Brutus” (1765-66), publicado póstumamente,  señalando además la impotencia del conspirador para poner orden a los acontecimientos que siguieron a la muerte de César.

También en el teatro las obras centradas en Bruto y el asesinato de César la mayoría de veces tienen un significado político, sobretodo en la Ilustración donde generalmente se ensalza a Bruto como héroe y a César como un tirano. Sin embargo Françoise – Marie Aronet, más conocido como Voltaire, nos muestra en su “La mort de César” (1731) el conflicto entre dos hombres unidos por la amistad en los cuales se produce un enfrentamiento entre la amistad y la obligación pero en las obras de Antonio Conti (1751), Joachim Wilhelm von Brawe (1768) y Johann Jakob Bodmer (1782) Bruto es el héroe absoluto mientras Vittorio Alfiere (1789) plantea el choque entre libertad y tiranía (“Bruto Secondo”) para Italia. Giacomo Leopardi continúa haciendo un canto de alabanza a Bruto en su oda “Canzoni”, de poesía, la cual consta de diez partes y una de ellas es “Bruto Minore” (1824) mientras el dramaturgo argentino Ventura de la Vega (1807- 1865) en su drama histórico “La muerte de César” (1865) emplea los esquemas de la tragedia pasados por el turmix del romanticismo para presentar a los dos hombres señalados por la fatalidad. Leopardi había tocado ya los personajes en un poema (1821) sobre las reflexiones de Bruto antes de su suicidio, tema presente en las novelas de Phyllis Bentley, “Freedom Farewell” (1936), y Roy Fuller, “Brutus Orchard” (1957).

miércoles, 4 de octubre de 2017

CATILINA EN LA LITERATURA Y EN LAS ARTES


                    “Quosque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? Quam diu etiam furor iste tuus nos eludet? Quem ad finem sese effrenata lectabit audacia?”  (“Hasta cuando abusarás, Catilina, de nuestra paciencia? ¿Hasta cuando esta locura tuya seguirá riéndose de nosotros? ¿Cuando acabará esta desenfrenada osadía tuya?”) Cicerón, frases iniciales de la I Catilinaria

                          Lucio Sergio Catilina (aprox. 108- 62 a. C.) provenía de una familia patricia. Es recordado por su vida disoluta, el derroche de su fortuna  y su recuperación al hacerse partidario del dictador Lucio Cornelio Sila, época en la que asesinó a su propio hermano. Fue demandado por haberse enriquecido mediante la corrupción en política (algo frecuente hoy en día), especialmente cuando ejercía el cargo de gobernador de África y también acusado de mantener relaciones con una sacerdotisa de Vesta (obligada a mantener la virginidad). Todo ello sirvió para bloquear su candidatura al consulado por parte de Cicerón y sus seguidores. Volvió a probar el acceso al consulado por segunda vez --- ahora apoyado por Craso y César --- y al fracasar de nuevo intentó un golpe de estado cuya primera acción sería asesinar a Cicerón pero este llegó a enterarse y le obligó al exilio declarándole enemigo público. Catilina consiguió formar un ejército --- aliado con los alóbrigos --- para atacar Roma. Los documentos de esta alianza cayeron en manos de Cicerón quien desea condenar a muerte a su enemigo ante la oposición de César que tan solo pide el destierro. Algunos de los seguidores de Catilina son ajusticiados. Él corrupto huye y al llegar la batalla de Pistoia, entre el ejército romano y los golpistas, Catilina es derrotado y muerto.
Ampliamente se describe la conspiración en “La conjura de Catilina” de Cayo Salustio (42-44 a. C.) en donde el escritor critica la sociedad la cual permitió a un ser tan vil como Catilina pudo ascender y convertirse en un peligro para las instituciones romanas. Salustio considera a Catilina como poseedor de una cualidades físicas y mentales formidables pero las usa para satisfacer su egoísmo y avidez de dinero, poder y vicios además de crear entre sus seguidores seres semejantes a él. Entre noviembre y diciembre del 63 a. C. Cicerón leyó en el Senado sus cuatro discursos contra Catilina por su intento de golpe de estado. Son las llamadas “Catilinarias(“In Catilinam”), en donde es señalado como un peligro público y también para las instituciones de la República Romana. Floro (siglo II d. C.) continúa describiendo a un ser depravado y sin escrúpulos mientras Plutarco en su biografía de Cicerón y Dión Casio señalan, incluso, que este individuo había practicado el canibalismo.
Pasando a las artes vemos que en el siglo XVII, en obras teatrales, Catilina es mostrado como un canalla tomando como base la obra de Salustio (de la cual llegaron a imprimirse 282 ediciones dejando aparte las traducciones). El primer drama conservado sobre Catilina es de 1611 escrito por Ben Jonson en donde el protagonista posee unas virtudes (el empuje, la valentía) que le enfrentan a un presuntuoso y soberbio Cicerón. En la obra de Abbé le Chevalier Pellegrin (1742) vuelve a ser un canalla pero Prosper Jolyot de Crébillon (1748) --- compartiendo los mismo puntos, en principio, que Pellegrin incluso en conflictos amorosos --- le justifica un tanto criticando la situación política de su momento mientras François Marie d'Arouet, más conocido por su pseudónimo de Voltaire, presenta en 1752 a un malvado y degenerado Catilina frente a un noble Cicerón.
Una ópera de Antonio Salieri y Giambattista Casti (1792) toca el tema así como un drama de Alejandro Dumas Sr. y Ferdinand Kürberger --- miembro activo en los actos revolucionarios de 1840 --- escribe una obra teatral en 1855 en donde Catilina es presentado como un héroe de la libertad, así como también tiene la simpatía del autor en el psicodrama de Henrik Johan Ibsen en su primera obra (1848-49) aunque la ambición del personaje  roza la locura. Adolfo Bartels señala a Catilina (1905) como héroe nietszchiano ante una Roma corrompida.
En los “Dialogues des morts”, de François de Salignac de la Mothe de Fénelon (1712), sacerdote, después obispo, escritor y poeta al igual que Ewal Christian von Kleist (1759) nuestro protagonista es señalado como paradigma de la excesiva ambición de poder. Johan Christian Friedrich von Schiller habla de Catilina en el prólogo de su “Die Räuber” (1781) comparándolo con el personaje de su obra y señalando que, según la coyuntura política, pueden triunfar rotundamente o llegar al fracaso total. Pasada la Revolución Francesa, Georges- Jacques Danton caracteriza a su rival Maximilien Robespierre como un Catilina que amena la república. Tanto Napoleón I como Napoleón III mostraron sus simpatías por Catilina al producirse su intento de golpe de estado.
Muy escasas representaciones de Catilina en las artes plásticas: Salvator Rosa pintó como Catilina y los suyos prestan juramento a la conspiración (1663) y Jean- François Peyron (1796-98) --- inspirándose en los textos de Cayo Salustio --- pintó esta y varias escenas más.


                                                                                                    Narcís Ribot i Trafí