“El sol de agosto es como una
hoja de sable fundido. Te quema el cuello y el dorso de la mano hasta
dejártela ampollada e inútil mientras
miras. Te quema el labio inferior hasta dejar el tejido rígido y
cicatrizado y empapa de sudor camisas y
cintos hasta dejarlos malolientes y pegajosos mientras estás parado”. (“Masacre”,
de James Warner Bellah *)
Los historiadores cinematográficos han dado en llamar “la
trilogía sobre la Caballería” a los tres films que John Ford dedicó a
este singular cuerpo del ejército de los Estados Unidos. Las tres películas son
“Fort
Apache” (“Fort Apache”, 1948), “She Wore a Yellow Ribbon” (“La
legión invencible”, 1949) y “Río Grande” (“Río Grande”, 1950).
Conectan libremente entre si con la Caballería como protagonista colectivo y en
el marco ambiental de “Monument Valley” cuyos paisajes eran
los preferidos de Ford y tiene lugar en época de relativa paz entre blancos e
indios con el temor de los primeros de
reemprender los indios las hostilidades por el injusto trato dado por
los “rostros pálidos”.
John Wayne está
presente en las tres cintas. Es el capitán Nathan Brittles en “La
legión invencible” y el capitán Kirby
York en “Fort Apache” para repetir más envejecido, ahora coronel Kirby
York, en “Río Grande”. Los dos personajes interpretados por Wayne serán
la base del triángulo Isósceles construido por Ford en la trilogía. Wayne
encarna al soldado ideal quien desafía las ordenes del arrogante teniente
coronel Owen Thrusday (Henry Fonda) en “Fort Apache”, lleva a cabo una
secreta misión sin dar cuenta a sus superiores para conseguir la paz con los
indios en “La legión invencible” y rompe un tratado entrando en México
poniendo por delante el heroico espíritu de la Caballería a las órdenes de su
propio gobierno en “Río Grande”. Los otros dos lados de este hipotético triángulo
serían: 1) la confrontación con los indios en una nación que surge; pero no nos
engañemos puesto que pese a los tonos de romanticismo y heroísmo representados
especialmente por Wayne se sabe que la Caballería era un grupo de marginados
(tanto como los propios indios) que la sociedad americana blanca despreciaba
pero que necesitaba para hacer “el trabajo sucio” de neutralizar y eliminar a
los “pieles rojas”. Eran un grupo de aventureros cargados de deudas,
inmigrantes e inadaptados (y, a veces, delincuentes) cara a la sociedad civil y
ello no pasa en absoluto por alto a John Ford el cual culpa a los ineptos políticos
de Washington (en este sentido llegará más lejos aún con la colosal “El
gran combate”) creándose una sociedad prácticamente a base de suprimir
una raza (los indios) y esclavizar a muchos componentes de otra (los negros).
2) Un cuestionamiento sobre la crisis de la jefatura en la Caballería, siempre
con ramificaciones familiares, memorizadora de heroicas gestas pasadas y la
proximidad de la jubilación (Nathan Brittles en “La legión invencible”,
Kirby York en “Río Grande”) o el intentar conseguir, mediante una masacre de
indios, una gloria sacrificando la vida de sus soldados (el egomaníaco Thrusday
en “Ford
Apache”), actitudes siempre reforzadas con sentimientos de nostalgia,
frustración, campechanería de equipo militar (excluyendo a Thrusday, demasiado
orgulloso para poseer alguna de estas virtudes), compañerismo, camaradería y
espíritu de sacrificio.
Recordemos que
en los tres films actuaron como productores ejecutivos John Ford y Merian C.
Cooper (productor y codirector del inmortal “King- Kong”). En “Fort
Apache” el guión es del hábil Frank S. Nugent sobre una idea del
coronel James Warner Bellah (plasmada en su relato “Massacre”), “La
legión invencible” fue escrita por Laurence Stallings y Frank S. Nugent
inspirándose en las narraciones “War Party”, “Big Hunt” y “Command”,
de James Warner Bellah y “Río Grande” fue guionizada por James
Kevin McGuinnes sobre la historia “Mission with No Record”, también del
coronel Bellah. Los tres films se desarrollan tras el desastre del general
George A. Custer que sirvió para la elevación “oficial” a la heroicidad de la
Caballería.
“Fort
Apache” es la oposición del amargado e inconsciente teniente coronel
Thrusday (prácticamente es un Custer camuflado) y el honrado capitán York,
amigo de algunos indios y deseoso de mantener la paz. Thrusday, despótico en
muchas ocasiones con sus hombres y maniático de las ordenanzas militares
(aunque él lo niega) le grita a York por haber tratado secretamente con el jefe
indio Cochise para intentar conseguir la paz (“… ¡Y usted, un militar de
carrera, cree en la palabra de un salvaje, un incivilizado e inculto indio!).
Los planos están
sabiamente tratados. La batalla final donde Thrusday perece con sus hombres es
formidable así como la entrada del antipático teniente coronel a “Fort
Apache”. Este hombre tampoco ha evolucionado en las concepciones de la
vida familiar ya que desea impedir los amoríos de su hija Philadelphia con
O’Rourke, un oficial de “escala inferior”. En la masacre final ordena /obliga a
O’Rourke a volver a retaguardia salvándole la vida. La escena final nos muestra
al teniente O’Rourke felizmente casado con Philadelphia Thrusday mientras York
salva --- otra vez --- la memoria de la Caballería y del obsesionado teniente
coronel declarando a los periodistas la “heroicidad” de su superior fallecido.
Aún “Fort
Apache” sigue pareciéndome la mejor versión, la más fiel sobre Custer
sin las mistificaciones antagónicas de “Murieron con las botas puestas”, por
otra parte un magnífico film de Raoul Walsh o de la estridencia unilateral de “Pequeño
gran hombre”, de Arthur Penn, tramposa en su elaboración pese a su
insistencia en la verdad histórica y técnicamente deleznable (aunque ahondaría
aún más en lo negativo la nefasta “Soldado azul”).
Quizás sea “La
legión invencible” la más dinámica de la trilogía (la única en
formidable technicolor a cargo de Winton Coch que le supuso un Oscar). Aquí más
que nunca la nostalgia se revela como importante: el viudo capitán Nathan
Brittles espera de un momento a otro su jubilación; toda la trama gira ante la
nostalgia del pasado ideal aunque nos da imágenes de activo líder capaz aún de
solucionar los conflictos que se le presentan. Una vez retirado del ejército
provocará una estampida de caballos para evitar una nueva guerra entre indios y
blancos. Brittles salvará la vida de su subalterno, el sargento Quinncanon
(Victor McLaglen) emborrachándole y arrestándole para evitar, de esta forma,
entrar en combate y perder la vida.
“Río
Grande” se realizó con menos presupuesto (las otras estaban producidas por
Argosy Pictures, la productora de Merian C. Cooper y John Ford, para R. K. O.
mientras que “Río Grande” lo estaba por Argosy para Republic, mucho menos
potente que R. K. O.) y me había parecido el hermano pequeño de las anteriores,
incluso al verlo por primera vez caí en el error de considerarlo solamente un
film “bien hecho”, con excesivo diálogo, y nada más pero al revisarlo tiempo
después veo que tiene las mismas aprovechadas cualidades de Ford y si bien no
iguala a “La legión invencible” ni es tan compacta como “Fort
Apache” si sirve de eficaz apoyo en las virtudes del cine de Ford ya
presentes en los dos títulos anteriores y es además, un buen complemento. “Río
Grande” se centra sobre la llegada de la esposa e hijo del ahora coronel
York al campamento (el militar estaba separado de su esposa a causa de la
Guerra de Secesión, ella era sureña y había desavenencias que les llevó a la
rotura, durante años, del matrimonio y además hacía mucho tiempo que no veía a
su hijo; al final habrá reconciliación y reconstrucción matrimonial y querrá
más a su hijo).
Los films de
Ford han servido para señalar el mal causado por hombres a otros hombres, no
por “bestias”, “cerdos” o “monstruos” como en la versión de Penn, en su momento
defendida y apoyada por la que podríamos llamar “pijoprogresía” de aquella
época la cual demostraba, una vez más, la falta de comprensión, no solamente de
la parte técnica o ideológica de las películas sino del entendimiento lineal de
la narrativa cinematográfica (un
comentarista consideraba inaudito el apoyo de estos a celuloides tan
abominables como “Pequeño gran hombre” o “Soldado azul”, hoy día estos señores
han “desertado” de las salas de cine).
Narcís Ribot i Trafí
(*)- Con el
título de “Un tronar de tambores”
se publicó un libro (Editorial Valdemar, Colección Frontera, 2012) que
contiene seis relatos de James Warner Bellah:
-“Command”/”Comando”
(1946), “Big Hunt”/”La gran cacería” (1947) y “War Party”/”Partida de guerra”
(1948) sirven a Ford de punto de partida de “La legión invencible”.
-“Massacre”/”Masacre”
(1947) es la base de “Fort Apache”.
-“Mission
with No Record”/”Misión inexistente” (1947) lo es de “Río
Grande”.
-“A
Thunder of Drums”/”Un tronar de tambores” (1961) ---
que da título al libro --- inspiró la película “A Thunder of Drums” (“Fort
Comanche”), dirigida en el mismo año del relato (1961) por Joseph M.
Newman.
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