Con
afecto a Jordi Morral Masiá, grande en todo: gran persona, gran amigo, gran
cristiano, gran músico y gran promotor musical de quien siempre recordaré
nuestras conversaciones de música clásica. (Mn.
Narcís)
“No solo en sueños, sino también despierto, cuando oigo música
encuentro una analogía y una unión íntima entre los colores, los sonidos y los
perfumes”.
Ernst Theodor Amadeus Hoffmann (“Kreisleriana”)
“La libertad es el gran espejo mágico donde toda la creación pura y
cristalina se refleja; en ella se abisman los espíritus tiernos y las
formas de la naturaleza entera”.
Novalis (poemas)
Hablando en términos
generales: cuando el cine ha intentado biografiar la vida de un famoso
compositor ofrece un argumento pivotado por unas cuantas (a veces pocas)
escenas de su vida, causas y sucesos que la configuraron, puntos más conocidos
por mayor número de personas, aunque no sean aficionados a la música o al cine
(la sordera de Beethoven, la precocidad musical de Mozart o la locura de
Schumann) surcadas por espesas secuencias sobre canciones y bailes creados por
el músico en cuestión.
En
verdad, y casi por regla general en el biopic sobre músicos, la historia entra
dentro del terreno del melodrama o se entrecruza con él y la parte amorosa se
funde o se substituye por el apartado musical. Hasta cierto punto es lógico
(melodrama; del griego melos= música). Se hicieron diversos
biopic sobre músicos: en Italia recordar los coloristas films sobre
compositores de ópera en los 50 como “Tragedia y triunfo de Verdi”,
“Melodía inmortal” o “Puccini” y Hollywood dio
varias versiones de diversos compositores. La fórmula funcionaba pero se llegó
al estereotipo: ostentación sobre la música del autor en cuestión, muestra de
lujosos decorados, de las vestimentas,
las penalidades del músico hasta conseguir ser reconocida su obra y
otros acomodaticios clichés no activos en la evolución del género ni como
reflexión sobre la música en el sentido de creación artística. “Sueño de
amor”, (subtitulada Historia de Franz Liszt”), de Charles
Vidor y George Cukor (1960), comentada aquí el pasado año, saliendo del mismo
punto de partida, para mi gusto va más allá del amontonamiento de tarjetas
postales y de la colocación estratégica de obras del autor en los momentos
oportunos, aparte, se anularon fragmentos (por suerte), algunos totalmente
anacrónicos, del guión entorpecedores de la historia como p. e. la aparición de
Franz Schubert (1) fallecido en 1828 cuando Liszt tenía 17 años y no era aún un
autor consagrado (podía haberle conocido, como sucedió con Beethoven, fenecido
en 1827, pero nunca de músico a músico haciendo exhibición de la obra de ambos),
además de presentárselo a Chopin, solo un año mayor que Liszt. Dijimos que Dirk
Bogarde fue un magnífico Franz Liszt aunque físicamente no se pareciera en nada
al auténtico, en “Canción inolvidable” Stephen Belkassy se acerca
más a los rasgos del compositor húngaro, aunque aparezca fugazmente, al igual
que Henry Daniell en “Pasión
inmortal” (la larga melena blanca) pero quien es prácticamente un clon
del auténtico músico es el escritor y actor Fritz Leiber (aunque también su
presencia sea escasa, más al final de la película) en “Phantom of the
Opera” (“El fantasma de la Ópera”), de Arthur Lubin
(1943), segunda versión (las dos primeras versiones son a cargo de Universal)
del popular personaje de Gaston Leroux. Lo reseñamos como pura curiosidad.
Aparte
de “Song Without “End” (“Sueño de amor”) o de “A Song
to Remember” (“Canción
inolvidable”) también de Charles Vidor (1945), sobre Frédéric Chopin,
existe un magnífico biopic sobre el triangulo formado por tres músicos, dos
hombres y una mujer: Robert Alexander Schumann (1810-1856), su esposa Clara
Wieck Schumann (1819- 1896) y el joven Johannes Brahms (1833- 1897): “Song
of Love” (“Pasión inmortal”), dirigida por Clarence Brown
en 1947.
I)- ROBERT Y CLARA SCHUMANN
“Aunque transportado por la emoción, deseo expresarla y no son
palabras lo que busco sino sonido” (Jean Paul Richter, novelista y poeta).
Un
joven alumno y admirador de Jean Paul escribió a los 17 años: “Es extraño
que allí donde el sentimiento habla más fuerte en mi, tenga que dejar de ser
poeta”. Este alumno era Robert Schumann, futuro compositor musical.
Robert
A. Schumann nació en la pequeña localidad de Zwickau (Sajonia), cerca de la
frontera de Checoeslovaquia, un 8 de julio de 1810. Su padre Frederick Augusto
Schumann poseía una librería y además era editor y autor, siempre animó a
Robert, el menor de sus cinco hijos, en su auténtica vocación: la música; en
cambio la madre: Johanna Christianne Schnabel solo al final de su vida dejó de
oponerse a la carrera de su hijo. Apasionado por la cultura y dentro del
movimiento romántico (exponente significativo y del cual nunca puede separarse)
devorará con fruición las obras de Byron, Walter Scott, Goethe, Schiller y,
sobre todo, de Frederick Richter (quien había tomado el pseudónimo de Jean Paul
Richter) mientras entra en contacto con la música de Beethoven, Mozart, Haydn y
Weber. Será en casa del doctor Carus, profesor de la Facultad de medicina,
cuando su esposa Inés, cantante, introduce a Robert en un mundo donde se juntan
las dos pasiones del joven: poesía y música. Gracias a Inés Carus descubre los
maravillosos lied (2) de Franz Schubert y decide su camino: será
músico. Más adelante es autorizado por Ferdinand Schubert, hermano de
Franz, a remover los papeles del músico
ya fallecido y descubrirá la partitura de la sinfonía 9 “La Grande”
(“Maravillosamente Grande”, en palabras de Schumann) que entrega al
también gran músico y amigo Felix Mendelssohn para dirigirla en público. Fue un
éxito total. Aprenderá mucho en casa del profesor de música Frederick Wieck,
enamorándose de su hija (1835), la virtuosa pianista CLARA WIECK quien le
corresponde. Claramente estaban hechos el uno para el otro. Es imposible
separar la vida de ambos, incluso en la creación musical de Robert como tampoco
puede desunirse a Felix Mendelssohn de
su hermana Fanny. Ante la oposición del profesor, Robert y Clara deciden
casarse (en este momento empieza nuestra película). El año 1840 es de los más
felices de la pareja: se casan y Robert logra su doctorado en filosofía. El
proyecto inicial del músico es convertirse en un virtuoso del piano como su
amigo Chopin pero una lesión en la mano se lo impide. A instancias de su esposa
Clara, gran pianista, sus esfuerzos se dirigirán a la composición donde el
piano ocupará una parte principal. Tiene fuertes depresiones (varios miembros
de su familia acabaron sus vidas en la locura), posee una revista de crítica
musical y es buen amigo de Liszt, Chopin y Mendelssohn. El 30 de septiembre de
1853 recibe en su casa al joven Johannes Brahms a quien el matrimonio Schumann
no solo le admite como pupilo sino que le consideran de la familia y Robert le
augura un gran futuro musical al escuchar sus composiciones. Desgraciadamente
Robert se hunde en la enajenación y es recluido en un sanatorio donde fallecerá
en 1856 a los 46 años. Brahms ayudará en todo a la familia y confesará su amor
a la viuda Clara (14 años mayor que él) de quien estuvo siempre enamorado. El
afecto y la estima entre los dos es muy grande pero nunca se casarán: Clara
deberá ayudar a sus siete hijos y a expandir la música de su difunto marido.
Fallecerá en 1896 (40 años sobrevivió a Robert) y un apenado Brahms la
acompañará a la tumba un año más tarde.
Hace años, al iniciarme en música clásica,
escribí en un semanario una breve reflexión sobre la obra de nuestro
compositor. La titulé “Schumann, epicentro del Romanticismo”.
Creo sinceramente que acerté el título ya que vivió en todo las características
del movimiento romántico, inmerso profundamente y formando parte inseparable
del “Sehnsucht” (3). Schumann no se sentía cómodo en
composiciones largas, hay fallos de orquestación y enlace planificativo en
composiciones sinfónicas. Lo suplía con la desbordante imaginación expositiva y
la innegable belleza lírica. A pesar de todo podemos admirar sin reservas el
formidable 2º movimiento de su 1ª sinfonía (“Primavera”),
auténtica transcripción musical de la estación templada o el primer movimiento
de su 2ª sinfonía, verazmente antitética a la anterior --- podría denominarse
perfectamente “Invierno”--- y escrita en tiempo de depresiones:
trompetas obsesivas que resuenan en su interior y que traspasa al pentagrama en
este primer movimiento, la tercera, llamada “Renana”, colorista y
fresca (con cinco movimientos en lugar de los cuatro habituales) y la cuarta
realizada de forma más compacta en distintos capítulos de su vida; su concierto
para piano y orquesta es una bellísima muestra donde la escritura pianística y
la fresca inventiva schumaniana tapan perfectamente alguna deficiencia de
orquestación, al igual que el concierto para violoncelo y orquesta de tensa y
hermosa fuerza lírica . Importante y fundamental es su música para piano, desde
sus “Estudios sinfónicos” (un tema y doce variaciones), pasando
por sus “Escenas de niños”, su complemento “Álbum para la
juventud”, su arrebatadora “Fantasía” hasta su obra
maestra “Carnaval”. Sobre las composiciones de cámara es
destacable su quinteto en mi bemol mayor, entre otras virtudes, por su dominio
técnico en los pasajes de música polifónica y atractivos los tres cuartetos
para cuerdas compuestos en pocas semanas. En cuanto a la música vocal, sus
lieder --- igual o más importante que la pianística --- destacan por la
perfecta simbiosis música- poesía, siempre eligió poemas de lo más selecto, de
los más grandes escritores (Heinrich Heine, Joseph von Eichendorff, Adalbert
von Chamisso, p. e.) y así de buena literatura nacía una densa efusión lírica
de inigualable belleza.
II)- JOHANNES BRAHMS
“Hija del dolor, ¡armonía, armonía! Lengua que para el amor inventa
al Genio”. Alfredo de Musset.
Nació
en Hamburgo (1833) en una familia modesta. Su padre Johann Jakob Brahms era
música de festejos y tabernas. Interesado por la música desde pequeño, acompañó
al violín a su padre para después recibir clases de armonía de reconocidos
maestros. Conoció a Joseph Joachim quien le presentó a Franz Liszt en Weimar.
Este atendió con su proverbial amabilidad a Brahms pero el joven jamás conectó
con la música llamada moderna o del porvenir, representada en Alemania por Liszt,
Richard Wagner y Anton Bruckner y en Francia por Héctor Berlioz. Joachim
también le presentó a Schumann en Dusseldorf con el cual se compenetró en todos
los sentidos. La música de Brahms es formalmente romántica (perteneció al
último período de este movimiento) pero su base reside en su (lógica)
admiración por el barroco Juan Sebastian Bach --- en su tiempo ya prácticamente
reconocido y valorado gracias a Felix Mendelssohn --- con fuertes raíces en el
clasicismo vienés de Joseph Franz Haydn, Wolfgang Amadeus Mozart y,
especialmente, Ludwig van Beethoven sin olvidarnos de Franz Schubert y entrando
en el Romanticismo a Robert Schumann, su maestro, amigo y mentor, y Mendelssohn.
Era un músico muy exigente consigo mismo, un auténtico perfeccionista (tardó
unos 20 años en componer la sinfonía que figura como primera), cuando no le
gustaba rompía la partitura y volvía. Creará música de todo tipo a excepción de
la ópera y formará un sólido corpus musical (demasiado macizo para algunos a
quien les resulta algo frío) con evidentes efervescencias románticas muy
personales y peculiares, era un auténtico matemático de la música. Elaboró
cuatro sinfonías, dos conciertos para `piano, uno para violín, sonatas,
serenatas, variaciones de todo tipo, música de cámara, el “Requiem Alemán”,
pieza que le abrió las puertas a la fama, oberturas, lied, etc. Y para quien
crea que Brahms era un músico “demasiado serio y grave” les recuerdo las
bulliciosas “Danzas húngaras”, algunos valses o la Obertura para un “Festival
Académico” (opus 80), que muchos estudiantes, y otros, cantan sin saber
que es de Brahms: “Gaudeamus igitur…” .
A
veces amable, a veces hosco, descuidado en sus últimos tiempos, bebía mucha
cerveza y vino y se le solía ver con un buen y enorme cigarro puro en sus
manos, tuvo varios amoríos pero --- como Beethoven, Schubert o Bruckner ---
jamás se casó aunque su amor tan ideal, platónico y sincero como irrealizable
fue Clara Schumann. “Hay dos cosas imposibles de realizar para mí: 1)
componer una ópera y 2) el matrimonio”. Brahms murió de una cirrosis en
1897. Poco antes de fallecer habló aún con humor: “Lamento morirme sin
probar el último vino que me han enviado”.
III) – “PASIÓN INMORTAL”
(1947), LA PELÍCULA
Clarence
Brown (1890- 1987) nació en Clinton (Massachusetts) hijo de un productor de
algodón. Se graduó en Tenesse como
ingeniero a los 19 años llevado por su pasión por los coches pero en 1913 dejó
la empresa automovilística por el cine y al poco se convirtió en ayudante de
dirección de Maurice Tourneur, substituyéndole en algunos planos de “El
último Mohicano” (1920) al sufrir el realizador titular un accidente. Siempre
admiró a Maurice Tourneur quien le influenció en la técnica, en el estilo
estético y en la elaboración de planteamientos románticos. Brown llegó a
Universal en 1924 pero dos años después fichaba por la M. G. M. para el resto
de su vida profesional, retirándose en 1953. Louis B. Mayer confió a Brown,
tras fallecer Irving Thalberg en 1936, la producción y realización de las
películas de la compañía en las que más creía y prefería. Título de renombre: “Edison,
el hombre” (1940), “La comedia humana” (1943), “El
despertar” (1946), etc. Dirigió en varias ocasiones a Greta Garbo con
la cual estaba perfectamente compenetrado y gracias ello la Metro se benefició no solamente en el
sentido artístico sino también a la hora de firmar contratos por el carácter
amable y a la vez diplomático de Brown quien se convirtió en especialista en
temas románticos. Tenía facilidad en las escenas de diálogos, dando libertad a
los actores en muchas ocasiones, buscaba siempre el ritmo natural y adecuado dentro
del desarrollo de la película; buen gusto
y sensibilidad en el movimiento de la cámara aportando talento en una
puesta en escena siempre pausada, sin saltos ni explosiones fílmicas. Primero
fue un realizador apreciado, luego la crítica le olvidó para posteriormente
resucitarle. Puede que no fuera personal como otros, como se ha dicho (antes le
consideraba más académico), con sus logros provenientes de su buena técnica, su
intuición y su “savoir faire” --- y su experiencia al pasar los años --- pero
su filmografía contiene títulos inmortales. Además de Greta Garbo trabajó con
Clark Gable, Joan Granwford, John Gilbert, Katharine Hepburn, Spencer Tracy,
Rodolfo Valentino, Leslie Howard, Paul Henreid, etc.…
Clarence
Brown produjo para M.G.M. y dirigió “Song of Love” (1947),
titulada en España “Pasión inmortal”. La película le encajó como
un guante: personajes románticos para un realizador versado en lo romántico. No
subrayó los tópicos clichés del biopic sino que introdujo escenas cómicas e
intimistas --- sin omitir las trágicas (el anuncio de la locura a Robert con
fuertes jaquecas y la nota LA resonando en su cabeza) pero nunca sin resaltar ni recrearse --- que
revalorizan el film.
Paul Henreid es Robert Schumann, Katharine
Hepburn encarna a Clara Schumann y Robert Walker a Johannes Brahms. Los tres están perfectos,
especialmente Henreid que borda totalmente su papel. El guión es de Ivan Tors,
Irmgard von Cube, Allen Vincent y Robert Ardrey sobre la obra de Bernard
Schubert y Mario Silva. Después de los créditos aparece una nota diciendo que
se han tomado libertades pero en general siguen los acontecimientos reales. La
música es de Bronislau Kaper (recordemos entre muchas otras la música de “La
humanidad en peligro”) --- sobre composiciones de Schumann y Brahms,
claro --- con la Symphony Orchestra de la M.G.M. conducida por William Steinberg.
Recordemos que Katharine Hepburn recibió intensas clases de piano y en
ocasiones (cuando no se veía su rostro) interpretaba una pianista profesional.
La música de Harry Stradling Sr. está en concordancia con lo deseado por el
director, es sensiblemente notable.
La
cinta se abre con el plano de un escenario abierto ocupado por una orquesta y
con un piano en el centro mientras un telón- decorado campestre de inspiración
romántica ornamenta la futura ejecución musical. A la derecha aparece la
pianista, Clara Wieck, acompañada de su padre quien toma asiento al lado de su
hija, seguidos del director de orquesta. Empieza la función y aparecen los
créditos. Plano sobre el cartel y así, de forma rápida, sabemos que estamos en
la Royal Opera de Dresden el 10- mayo- 1839. También sabemos la dedicación para
Augusto Federico II de Sajonia, presente con su familia en el palco real,
acompañados por Franz Liszt. Plano de acercamiento hasta llegar a Clara y
avanzar hasta convertirse en plano detalle de sus manos tocando las teclas.
Frederick Wieck hace observaciones a su hija mientras ella sigue tocando el
piano. Esta responde lacónicamente “Si, padre” (signo del
carácter dominante del progenitor, por cierto separado de su esposa). Acaba el
programa en apoteosis para Clara y ahora se dispone a interpretar una pieza
sorpresa. El padre: “Recuerda que es Campanella” (“Campanita”),
de Liszt (arreglo de unos estudios del nombrado violinista Nicolo Paganini)
pero ella ya le anuncia que tiene en mente otra interpretación que anuncia como
el de “un joven compositor” (Schumann). Y así toca el fragmento más
popular de “Escenas para niños” (opus 15) ante el enfado de su
padre, ex profesor del joven Schumann. Liszt con aspecto grave y serio, pero no
disgustado, escucha con atención la música e informa del nombre y apellido del
novel compositor a la familia real. Al finalizar la sesión Robert Schumann y
Clara se abrazan, están enamorados. El profesor Wieck (Leo G. Carroll) se
enzarza con Robert, en un ángulo del escenario, en una agria discusión y le
insulta tratándole de “don nadie”. La siguiente escena es ya el juicio (real,
donde el padre de Clara pasó 18 días en la cárcel por levantar falsos
testimonios y difamar). El público susurra a favor de la pareja y contra el
padre de Clara. El juez duda pero está a punto de fallar a favor de Frederick
cuando se levanta un personaje y pide la palabra. El público exclama ¡Franz
Liszt! Sin perder la grave expresión de su rostro y en tono irónico ante las
falsas acusaciones de Wieck defiende a Robert Schumann y la interpretación de
Clara. “Gustó a su majestad, en cuanto a Robert Schumann en mi opinión es
un brillante compositor a quien le auguro un gran porvenir”. El
personaje de Liszt solo volverá a aparecer en un encuentro con Brahms donde le confiesa
que él también estuvo enamorado de Clara. El juez da libertad a la pareja y el
ceñudo profesor Wieck desaparece para siempre de sus vidas. Un 12 d septiembre
de 1840 se casaron. Desde este día hasta la llegada de Brahms (1853) son trece
años que el realizador sintetiza magistralmente con elipsis muy bien empleadas:
besos de los esposos, entrada en la casa (aquel contrapicado desde el techo hacia
los conyugues), formación de una familia numerosa, problemas económicos y
domésticos etc.
Llega
el joven Johannes Brahms el día de fin de año --- calles nevadas, una figura
abrigada llega a casa de los Schumann y toca el timbre --- de 1853 (en realidad
llegó el 30 de septiembre); le abre la criada Berta (Elsa Janssen), siempre
refunfuñando y quejándose del excesivo trabajo (en la historia real fue Marie,
la hija mayor de los Schumann --- interpretada por Ann Carter --- quien le
abrió la puerta al joven músico). Mientras espera a Robert, Johannes ve
aparecer tras las cortinas un bebé, es Felix (“Tinker” Furtlong), el benjamín
de los Schumann (4) que Brahms toma en brazos y pasea ya que surgen los seis
restantes niños del matrimonio persiguiendo una gallina y no miran por donde
pasan y a quien pisan. Felix --- en honor del amigo Felix Mendelssohn --- nació
en realidad al año siguiente, cuando Robert estaba ya en la casa de salud. Si
se buscara una aproximación película- realidad hubiera sido Eugenie (Janine
Perrau) de dos años de edad en 1853 “¿Desde cuándo las visitas se
convierten en niñeras?” --- llega Robert --- y enseguida
confraternizan. Le invita a interpretar algo suyo después de enterarse que bien
de parte de Joachim y Brahms anuncia: “Es una rapsodia” (en
realidad fue la sonata nº 2 y alguna otra obra primeriza de Johannes, sus tres
rapsodias las compuso años después de la muerte de Schumann. Brahms para en
seco su interpretación: ha entrado Clara (se nota su atracción inmediata hacia
la esposa de Robert). El matrimonio queda entusiasmado por la pieza del joven y
le invitan a quedarse en la casa mientras dure su aprendizaje (“Solo
puedo estudiar y aprender con usted, profesor Schumann”). Allí realiza
algunas tareas domésticas ya que Berta se ha marchado, enfadada con Robert.
Genial me parece cuando Brahms con delantal de cocina actúa torpemente de forma
algo voluntaria cuando viene Berta a cobrar, la ensalza y logra (cómicamente)
que regrese a su trabajo ante la alegría del matrimonio. Otras escenas cómicas
e íntimas: cuando todos persiguen a la gallina y nadie se atreve a matarla y es
indultada porqué en aquel momento pone un huevo. Todo se arregla porqué Brahms
comprará un ganso (“ya está muerto, solo falta cocinarlo”) como
regalo en su introducción en casa de los Schumann; más adelante los niños le
llaman “tío Brahms” o la niña con sarampión cuando Brahms le
canta su “Canción de cuna”.
Las
dramáticas también están: en una fiesta empiezan los síntomas de enfermedad
para Robert mientras Johannes está al piano y cree, aunque nada dice, que el
alumno está desafinando. En realidad el mal de Schumann es lo que hoy se
llamaría un trastorno bipolar y que en la actualidad, con un tratamiento
adecuado, hubiera podido llevar una vida prácticamente normal. Brahms se marcha
de la casa, Clara intenta retenerle y él le confiesa que su decisión es debida
a lo que siente por ella. No quiere hacer daño a nadie. “Es lógico
está enamorado de ti”, dirá Robert. Algunas veces la mente de
Schumann queda en blanco, ya no puede ejercer de director de orquesta. Cuando
dirige “Fausto” sufre uno de sus lapsus mientras aparece Clara
vestida de negro (momentos de gran tensión dramática). Él mismo recomienda ser
internado después de algún intento de suicidio (fuera de escena en el film). En
su habitación tiene un piano (concedido por sus momentos de lucidez), ahora
toca, Clara está a su izquierda. La cámara pasa sobre la figura de ella y ya no
enfoca más a Robert (pensamos que ya ha muerto) pero de pronto oímos unas notas
que él interpreta, ya no le oímos más, solo que su cuerpo cae sobre el teclado.
Ahora sí, ha muerto. Es una de las más extrañas y a la vez conseguidas elipsis
de la historia del cine.
Brahms
y Clara volverán a acercarse. En una fiesta donde bailan y se abrazan él le
pide matrimonio, apoyándose además en el cariño que siente por los hijos de
Robert y Clara. Ella parece que duda pero un violinista interpreta una melodía
del difunto Schumann y la viuda le dice que debe dedicarse a dar a conocer la
música de su marido y que solo vive para ello. Una Clara envejecida toca el
mismo fragmento de “Escenas para niños”.
Antes,
en 1839, era un joven compositor aún desconocido, ahora es muy famoso…después
de muerto.
Narcís Ribot i Trafí
1)- FRANZ
PETER SCHUBERT (Viena, 1797- Viena, 1828), de humilde procedencia fue
compositor encuadrado dentro del Clasicismo y a la vez promotor del
Romanticismo. Fue niño prodigio y creó una música formidablemente fresca y,
muchas veces, alegre. Una de sus más grandes características era la melodía que
brotaba interminablemente en su imaginación. Beethoven era su ídolo. Si este
era superior (a todos) en las construcciones arquitectónicas, Schubert lo era
en la elaboración de la melodía (en nada tenía que envidiar en esta faceta a
Mozart). Aparte, dio carta de nobleza a los lied. Siempre he
sentido gran debilidad por su música, sencillamente apasionante.
2)- LIED
(LIEDER, en plural). En alemán significa canción con acompañamiento
(generalmente piano). En muchas ocasiones se colocaba música a poemas o
cuentos. Aunque Mozart, Haydn y Beethoven habían elaborado lied
(solo el último se preocupó de darle un poco más de realce) fue Schubert quien
elevó el lied a nivel de “música clásica”, con parangón a otros.
Cantidad y calidad: Schubert compuso más de 600 lieder, a veces
de versos de sus amigos aficionados (en ocasiones bastante horrendos) pero él
los enaltecía al máximo con su música. Schumann, por el contrario, buscaba una
base literaria de calidad. De haber producido solamente lieder,
Schubert hubiera pasado a la historia de la música, los otros no. A partir de
Schubert todo músico quiso componerlos: Schumann, Mendelssohn, Brahms, Wolf,
Mahler, etc.…
3)- SEHNSUCHT
– Término alemán usado en el Romanticismo sin traducción exacta para el
castellano. Señala búsqueda, anhelo de algo inteligible. Aunque no exactamente
se acerca a la “nostalgia” o a la “añoranza” pero “Sehsucht” es
más indefinido. C. S. Lewis lo señala como el “el incontrolable deseo”.
4)-
Los demás hijos de Robert y Clara Schumann fueron: Elise (Eilene Janssen),
Julie (Gigi Perrau), Ludwig (Jimmy Hunt) y Ferdinand (Anthony Sydes).
No hay comentarios:
Publicar un comentario