lunes, 19 de noviembre de 2012

PASIÓN INMORTAL (CLARENCE BROWN, 1947)


Con afecto a Jordi Morral Masiá, grande en todo: gran persona, gran amigo, gran cristiano, gran músico y gran promotor musical de quien siempre recordaré nuestras conversaciones de música clásica. (Mn. Narcís)
                                             “No solo en sueños, sino también despierto, cuando oigo música encuentro una analogía y una unión íntima entre los colores, los sonidos y los perfumes”. 
                                                      Ernst Theodor Amadeus Hoffmann (“Kreisleriana”)
“La libertad es el gran espejo mágico donde toda la creación pura y cristalina se refleja; en ella se abisman los espíritus tiernos y las formas  de la naturaleza entera”.
                                                                      Novalis (poemas)                             
          Hablando en términos generales: cuando el cine ha intentado biografiar la vida de un famoso compositor ofrece un argumento pivotado por unas cuantas (a veces pocas) escenas de su vida, causas y sucesos que la configuraron, puntos más conocidos por mayor número de personas, aunque no sean aficionados a la música o al cine (la sordera de Beethoven, la precocidad musical de Mozart o la locura de Schumann) surcadas por espesas secuencias sobre canciones y bailes creados por el músico en cuestión.
En verdad, y casi por regla general en el biopic sobre músicos, la historia entra dentro del terreno del melodrama o se entrecruza con él y la parte amorosa se funde o se substituye por el apartado musical. Hasta cierto punto es lógico (melodrama; del griego melos= música). Se hicieron diversos biopic sobre músicos: en Italia recordar los coloristas films sobre compositores de ópera en los 50 como “Tragedia y triunfo de Verdi”, “Melodía inmortal” o “Puccini” y Hollywood dio varias versiones de diversos compositores. La fórmula funcionaba pero se llegó al estereotipo: ostentación sobre la música del autor en cuestión, muestra de lujosos decorados, de las vestimentas,  las penalidades del músico hasta conseguir ser reconocida su obra y otros acomodaticios clichés no activos en la evolución del género ni como reflexión sobre la música en el sentido de creación artística. “Sueño de amor”, (subtitulada Historia de Franz Liszt”), de Charles Vidor y George Cukor (1960), comentada aquí el pasado año, saliendo del mismo punto de partida, para mi gusto va más allá del amontonamiento de tarjetas postales y de la colocación estratégica de obras del autor en los momentos oportunos, aparte, se anularon fragmentos (por suerte), algunos totalmente anacrónicos, del guión entorpecedores de la historia como p. e. la aparición de Franz Schubert (1) fallecido en 1828 cuando Liszt tenía 17 años y no era aún un autor consagrado (podía haberle conocido, como sucedió con Beethoven, fenecido en 1827, pero nunca de músico a músico haciendo exhibición de la obra de ambos), además de presentárselo a Chopin, solo un año mayor que Liszt. Dijimos que Dirk Bogarde fue un magnífico Franz Liszt aunque físicamente no se pareciera en nada al auténtico, en “Canción inolvidable” Stephen Belkassy se acerca más a los rasgos del compositor húngaro, aunque aparezca fugazmente, al igual que Henry Daniell  en “Pasión inmortal” (la larga melena blanca) pero quien es prácticamente un clon del auténtico músico es el escritor y actor Fritz Leiber (aunque también su presencia sea escasa, más al final de la película) en “Phantom of the Opera” (“El fantasma de la Ópera”), de Arthur Lubin (1943), segunda versión (las dos primeras versiones son a cargo de Universal) del popular personaje de Gaston Leroux. Lo reseñamos como pura curiosidad.
Aparte de “Song Without “End” (“Sueño de amor”) o de “A Song to Remember”  (“Canción inolvidable”) también de Charles Vidor (1945), sobre Frédéric Chopin, existe un magnífico biopic sobre el triangulo formado por tres músicos, dos hombres y una mujer: Robert Alexander Schumann (1810-1856), su esposa Clara Wieck Schumann (1819- 1896) y el joven Johannes Brahms (1833- 1897): “Song of Love” (“Pasión inmortal”), dirigida por Clarence Brown en 1947.
I)- ROBERT Y CLARA SCHUMANN
“Aunque transportado por la emoción, deseo expresarla y no son palabras lo que busco sino sonido” (Jean Paul Richter, novelista y poeta).
Un joven alumno y admirador de Jean Paul escribió a los 17 años: “Es extraño que allí donde el sentimiento habla más fuerte en mi, tenga que dejar de ser poeta”. Este alumno era Robert Schumann, futuro compositor musical.  
Robert A. Schumann nació en la pequeña localidad de Zwickau (Sajonia), cerca de la frontera de Checoeslovaquia, un 8 de julio de 1810. Su padre Frederick Augusto Schumann poseía una librería y además era editor y autor, siempre animó a Robert, el menor de sus cinco hijos, en su auténtica vocación: la música; en cambio la madre: Johanna Christianne Schnabel solo al final de su vida dejó de oponerse a la carrera de su hijo. Apasionado por la cultura y dentro del movimiento romántico (exponente significativo y del cual nunca puede separarse) devorará con fruición las obras de Byron, Walter Scott, Goethe, Schiller y, sobre todo, de Frederick Richter (quien había tomado el pseudónimo de Jean Paul Richter) mientras entra en contacto con la música de Beethoven, Mozart, Haydn y Weber. Será en casa del doctor Carus, profesor de la Facultad de medicina, cuando su esposa Inés, cantante, introduce a Robert en un mundo donde se juntan las dos pasiones del joven: poesía y música. Gracias a Inés Carus descubre los maravillosos lied (2) de Franz Schubert y decide su camino: será músico. Más adelante es autorizado por Ferdinand Schubert, hermano de Franz,  a remover los papeles del músico ya fallecido y descubrirá la partitura de la sinfonía 9 “La Grande” (“Maravillosamente Grande”, en palabras de Schumann) que entrega al también gran músico y amigo Felix Mendelssohn para dirigirla en público. Fue un éxito total. Aprenderá mucho en casa del profesor de música Frederick Wieck, enamorándose de su hija (1835), la virtuosa pianista CLARA WIECK quien le corresponde. Claramente estaban hechos el uno para el otro. Es imposible separar la vida de ambos, incluso en la creación musical de Robert como tampoco puede desunirse a  Felix Mendelssohn de su hermana Fanny. Ante la oposición del profesor, Robert y Clara deciden casarse (en este momento empieza nuestra película). El año 1840 es de los más felices de la pareja: se casan y Robert logra su doctorado en filosofía. El proyecto inicial del músico es convertirse en un virtuoso del piano como su amigo Chopin pero una lesión en la mano se lo impide. A instancias de su esposa Clara, gran pianista, sus esfuerzos se dirigirán a la composición donde el piano ocupará una parte principal. Tiene fuertes depresiones (varios miembros de su familia acabaron sus vidas en la locura), posee una revista de crítica musical y es buen amigo de Liszt, Chopin y Mendelssohn. El 30 de septiembre de 1853 recibe en su casa al joven Johannes Brahms a quien el matrimonio Schumann no solo le admite como pupilo sino que le consideran de la familia y Robert le augura un gran futuro musical al escuchar sus composiciones. Desgraciadamente Robert se hunde en la enajenación y es recluido en un sanatorio donde fallecerá en 1856 a los 46 años. Brahms ayudará en todo a la familia y confesará su amor a la viuda Clara (14 años mayor que él) de quien estuvo siempre enamorado. El afecto y la estima entre los dos es muy grande pero nunca se casarán: Clara deberá ayudar a sus siete hijos y a expandir la música de su difunto marido. Fallecerá en 1896 (40 años sobrevivió a Robert) y un apenado Brahms la acompañará a la tumba un año más tarde.
 Hace años, al iniciarme en música clásica, escribí en un semanario una breve reflexión sobre la obra de nuestro compositor. La titulé “Schumann, epicentro del Romanticismo”. Creo sinceramente que acerté el título ya que vivió en todo las características del movimiento romántico, inmerso profundamente y formando parte inseparable del “Sehnsucht” (3). Schumann no se sentía cómodo en composiciones largas, hay fallos de orquestación y enlace planificativo en composiciones sinfónicas. Lo suplía con la desbordante imaginación expositiva y la innegable belleza lírica. A pesar de todo podemos admirar sin reservas el formidable 2º movimiento de su 1ª sinfonía (“Primavera”), auténtica transcripción musical de la estación templada o el primer movimiento de su 2ª sinfonía, verazmente antitética a la anterior --- podría denominarse perfectamente “Invierno”--- y escrita en tiempo de depresiones: trompetas obsesivas que resuenan en su interior y que traspasa al pentagrama en este primer movimiento, la tercera, llamada “Renana”, colorista y fresca (con cinco movimientos en lugar de los cuatro habituales) y la cuarta realizada de forma más compacta en distintos capítulos de su vida; su concierto para piano y orquesta es una bellísima muestra donde la escritura pianística y la fresca inventiva schumaniana tapan perfectamente alguna deficiencia de orquestación, al igual que el concierto para violoncelo y orquesta de tensa y hermosa fuerza lírica . Importante y fundamental es su música para piano, desde sus “Estudios sinfónicos” (un tema y doce variaciones), pasando por sus “Escenas de niños”, su complemento “Álbum para la juventud”, su arrebatadora “Fantasía” hasta su obra maestra “Carnaval”. Sobre las composiciones de cámara es destacable su quinteto en mi bemol mayor, entre otras virtudes, por su dominio técnico en los pasajes de música polifónica y atractivos los tres cuartetos para cuerdas compuestos en pocas semanas. En cuanto a la música vocal, sus lieder --- igual o más importante que la pianística --- destacan por la perfecta simbiosis música- poesía, siempre eligió poemas de lo más selecto, de los más grandes escritores (Heinrich Heine, Joseph von Eichendorff, Adalbert von Chamisso, p. e.) y así de buena literatura nacía una densa efusión lírica de inigualable belleza.
II)- JOHANNES BRAHMS
Hija del dolor, ¡armonía, armonía! Lengua que para el amor inventa al Genio”. Alfredo de Musset.
Nació en Hamburgo (1833) en una familia modesta. Su padre Johann Jakob Brahms era música de festejos y tabernas. Interesado por la música desde pequeño, acompañó al violín a su padre para después recibir clases de armonía de reconocidos maestros. Conoció a Joseph Joachim quien le presentó a Franz Liszt en Weimar. Este atendió con su proverbial amabilidad a Brahms pero el joven jamás conectó con la música llamada moderna o del porvenir, representada en Alemania por Liszt, Richard Wagner y Anton Bruckner y en Francia por Héctor Berlioz. Joachim también le presentó a Schumann en Dusseldorf con el cual se compenetró en todos los sentidos. La música de Brahms es formalmente romántica (perteneció al último período de este movimiento) pero su base reside en su (lógica) admiración por el barroco Juan Sebastian Bach --- en su tiempo ya prácticamente reconocido y valorado gracias a Felix Mendelssohn --- con fuertes raíces en el clasicismo vienés de Joseph Franz Haydn, Wolfgang Amadeus Mozart y, especialmente, Ludwig van Beethoven sin olvidarnos de Franz Schubert y entrando en el Romanticismo a Robert Schumann, su maestro, amigo y mentor, y Mendelssohn. Era un músico muy exigente consigo mismo, un auténtico perfeccionista (tardó unos 20 años en componer la sinfonía que figura como primera), cuando no le gustaba rompía la partitura y volvía. Creará música de todo tipo a excepción de la ópera y formará un sólido corpus musical (demasiado macizo para algunos a quien les resulta algo frío) con evidentes efervescencias románticas muy personales y peculiares, era un auténtico matemático de la música. Elaboró cuatro sinfonías, dos conciertos para `piano, uno para violín, sonatas, serenatas, variaciones de todo tipo, música de cámara, el “Requiem Alemán”, pieza que le abrió las puertas a la fama, oberturas, lied, etc. Y para quien crea que Brahms era un músico “demasiado serio y grave” les recuerdo las bulliciosas “Danzas húngaras”, algunos valses o la Obertura para un “Festival Académico” (opus 80), que muchos estudiantes, y otros, cantan sin saber que es de Brahms: “Gaudeamus igitur…” .
A veces amable, a veces hosco, descuidado en sus últimos tiempos, bebía mucha cerveza y vino y se le solía ver con un buen y enorme cigarro puro en sus manos, tuvo varios amoríos pero --- como Beethoven, Schubert o Bruckner --- jamás se casó aunque su amor tan ideal, platónico y sincero como irrealizable fue Clara Schumann. “Hay dos cosas imposibles de realizar para mí: 1) componer una ópera y 2) el matrimonio”. Brahms murió de una cirrosis en 1897. Poco antes de fallecer habló aún con humor: “Lamento morirme sin probar el último vino que me han enviado”.
III) – “PASIÓN INMORTAL” (1947), LA PELÍCULA
Clarence Brown (1890- 1987) nació en Clinton (Massachusetts) hijo de un productor de algodón. Se graduó en Tenesse  como ingeniero a los 19 años llevado por su pasión por los coches pero en 1913 dejó la empresa automovilística por el cine y al poco se convirtió en ayudante de dirección de Maurice Tourneur, substituyéndole en algunos planos de “El último Mohicano” (1920) al sufrir el realizador titular un accidente. Siempre admiró a Maurice Tourneur quien le influenció en la técnica, en el estilo estético y en la elaboración de planteamientos románticos. Brown llegó a Universal en 1924 pero dos años después fichaba por la M. G. M. para el resto de su vida profesional, retirándose en 1953. Louis B. Mayer confió a Brown, tras fallecer Irving Thalberg en 1936, la producción y realización de las películas de la compañía en las que más creía y prefería. Título de renombre: “Edison, el hombre” (1940), “La comedia humana” (1943), “El despertar” (1946), etc. Dirigió en varias ocasiones a Greta Garbo con la cual estaba perfectamente compenetrado y gracias  ello la Metro se benefició no solamente en el sentido artístico sino también a la hora de firmar contratos por el carácter amable y a la vez diplomático de Brown quien se convirtió en especialista en temas románticos. Tenía facilidad en las escenas de diálogos, dando libertad a los actores en muchas ocasiones, buscaba siempre el ritmo natural y adecuado dentro del desarrollo de la película; buen gusto  y sensibilidad en el movimiento de la cámara aportando talento en una puesta en escena siempre pausada, sin saltos ni explosiones fílmicas. Primero fue un realizador apreciado, luego la crítica le olvidó para posteriormente resucitarle. Puede que no fuera personal como otros, como se ha dicho (antes le consideraba más académico), con sus logros provenientes de su buena técnica, su intuición y su “savoir faire” --- y su experiencia al pasar los años --- pero su filmografía contiene títulos inmortales. Además de Greta Garbo trabajó con Clark Gable, Joan Granwford, John Gilbert, Katharine Hepburn, Spencer Tracy, Rodolfo Valentino, Leslie Howard, Paul Henreid, etc.…
Clarence Brown produjo para M.G.M. y dirigió “Song of Love” (1947), titulada en España “Pasión inmortal”. La película le encajó como un guante: personajes románticos para un realizador versado en lo romántico. No subrayó los tópicos clichés del biopic sino que introdujo escenas cómicas e intimistas --- sin omitir las trágicas (el anuncio de la locura a Robert con fuertes jaquecas y la nota LA resonando en su cabeza)  pero nunca sin resaltar ni recrearse --- que revalorizan el film.
Paul Henreid es Robert Schumann, Katharine Hepburn encarna a Clara Schumann y Robert Walker a Johannes Brahms. Los tres están  perfectos, especialmente Henreid que borda totalmente su papel. El guión es de Ivan Tors, Irmgard von Cube, Allen Vincent y Robert Ardrey sobre la obra de Bernard Schubert y Mario Silva. Después de los créditos aparece una nota diciendo que se han tomado libertades pero en general siguen los acontecimientos reales. La música es de Bronislau Kaper (recordemos entre muchas otras la música de “La humanidad en peligro”) --- sobre composiciones de Schumann y Brahms, claro --- con la Symphony Orchestra de la M.G.M. conducida por William Steinberg. Recordemos que Katharine Hepburn recibió intensas clases de piano y en ocasiones (cuando no se veía su rostro) interpretaba una pianista profesional. La música de Harry Stradling Sr. está en concordancia con lo deseado por el director, es sensiblemente notable.
La cinta se abre con el plano de un escenario abierto ocupado por una orquesta y con un piano en el centro mientras un telón- decorado campestre de inspiración romántica ornamenta la futura ejecución musical. A la derecha aparece la pianista, Clara Wieck, acompañada de su padre quien toma asiento al lado de su hija, seguidos del director de orquesta. Empieza la función y aparecen los créditos. Plano sobre el cartel y así, de forma rápida, sabemos que estamos en la Royal Opera de Dresden el 10- mayo- 1839. También sabemos la dedicación para Augusto Federico II de Sajonia, presente con su familia en el palco real, acompañados por Franz Liszt. Plano de acercamiento hasta llegar a Clara y avanzar hasta convertirse en plano detalle de sus manos tocando las teclas. Frederick Wieck hace observaciones a su hija mientras ella sigue tocando el piano. Esta responde lacónicamente “Si, padre” (signo del carácter dominante del progenitor, por cierto separado de su esposa). Acaba el programa en apoteosis para Clara y ahora se dispone a interpretar una pieza sorpresa. El padre: “Recuerda que es Campanella” (“Campanita”), de Liszt (arreglo de unos estudios del nombrado violinista Nicolo Paganini) pero ella ya le anuncia que tiene en mente otra interpretación que anuncia como el de “un joven compositor” (Schumann). Y así toca el fragmento más popular de “Escenas para niños” (opus 15) ante el enfado de su padre, ex profesor del joven Schumann. Liszt con aspecto grave y serio, pero no disgustado, escucha con atención la música e informa del nombre y apellido del novel compositor a la familia real. Al finalizar la sesión Robert Schumann y Clara se abrazan, están enamorados. El profesor Wieck (Leo G. Carroll) se enzarza con Robert, en un ángulo del escenario, en una agria discusión y le insulta tratándole de “don nadie”. La siguiente escena es ya el juicio (real, donde el padre de Clara pasó 18 días en la cárcel por levantar falsos testimonios y difamar). El público susurra a favor de la pareja y contra el padre de Clara. El juez duda pero está a punto de fallar a favor de Frederick cuando se levanta un personaje y pide la palabra. El público exclama ¡Franz Liszt! Sin perder la grave expresión de su rostro y en tono irónico ante las falsas acusaciones de Wieck defiende a Robert Schumann y la interpretación de Clara. “Gustó a su majestad, en cuanto a Robert Schumann en mi opinión es un brillante compositor a quien le auguro un gran porvenir”. El personaje de Liszt solo volverá a aparecer en un encuentro con Brahms donde le confiesa que él también estuvo enamorado de Clara. El juez da libertad a la pareja y el ceñudo profesor Wieck desaparece para siempre de sus vidas. Un 12 d septiembre de 1840 se casaron. Desde este día hasta la llegada de Brahms (1853) son trece años que el realizador sintetiza magistralmente con elipsis muy bien empleadas: besos de los esposos, entrada en la casa (aquel contrapicado desde el techo hacia los conyugues), formación de una familia numerosa, problemas económicos y domésticos etc.
Llega el joven Johannes Brahms el día de fin de año --- calles nevadas, una figura abrigada llega a casa de los Schumann y toca el timbre --- de 1853 (en realidad llegó el 30 de septiembre); le abre la criada Berta (Elsa Janssen), siempre refunfuñando y quejándose del excesivo trabajo (en la historia real fue Marie, la hija mayor de los Schumann --- interpretada por Ann Carter --- quien le abrió la puerta al joven músico). Mientras espera a Robert, Johannes ve aparecer tras las cortinas un bebé, es Felix (“Tinker” Furtlong), el benjamín de los Schumann (4) que Brahms toma en brazos y pasea ya que surgen los seis restantes niños del matrimonio persiguiendo una gallina y no miran por donde pasan y a quien pisan. Felix --- en honor del amigo Felix Mendelssohn --- nació en realidad al año siguiente, cuando Robert estaba ya en la casa de salud. Si se buscara una aproximación película- realidad hubiera sido Eugenie (Janine Perrau) de dos años de edad en 1853 “¿Desde cuándo las visitas se convierten en niñeras?” --- llega Robert --- y enseguida confraternizan. Le invita a interpretar algo suyo después de enterarse que bien de parte de Joachim y Brahms anuncia: “Es una rapsodia” (en realidad fue la sonata nº 2 y alguna otra obra primeriza de Johannes, sus tres rapsodias las compuso años después de la muerte de Schumann. Brahms para en seco su interpretación: ha entrado Clara (se nota su atracción inmediata hacia la esposa de Robert). El matrimonio queda entusiasmado por la pieza del joven y le invitan a quedarse en la casa mientras dure su aprendizaje (“Solo puedo estudiar y aprender con usted, profesor Schumann”). Allí realiza algunas tareas domésticas ya que Berta se ha marchado, enfadada con Robert. Genial me parece cuando Brahms con delantal de cocina actúa torpemente de forma algo voluntaria cuando viene Berta a cobrar, la ensalza y logra (cómicamente) que regrese a su trabajo ante la alegría del matrimonio. Otras escenas cómicas e íntimas: cuando todos persiguen a la gallina y nadie se atreve a matarla y es indultada porqué en aquel momento pone un huevo. Todo se arregla porqué Brahms comprará un ganso (“ya está muerto, solo falta cocinarlo”) como regalo en su introducción en casa de los Schumann; más adelante los niños le llaman “tío Brahms” o la niña con sarampión cuando Brahms le canta su “Canción de cuna”.
Las dramáticas también están: en una fiesta empiezan los síntomas de enfermedad para Robert mientras Johannes está al piano y cree, aunque nada dice, que el alumno está desafinando. En realidad el mal de Schumann es lo que hoy se llamaría un trastorno bipolar y que en la actualidad, con un tratamiento adecuado, hubiera podido llevar una vida prácticamente normal. Brahms se marcha de la casa, Clara intenta retenerle y él le confiesa que su decisión es debida a lo que siente por ella. No quiere hacer daño a nadie. “Es lógico está enamorado de ti”, dirá Robert. Algunas veces la mente de Schumann queda en blanco, ya no puede ejercer de director de orquesta. Cuando dirige “Fausto” sufre uno de sus lapsus mientras aparece Clara vestida de negro (momentos de gran tensión dramática). Él mismo recomienda ser internado después de algún intento de suicidio (fuera de escena en el film). En su habitación tiene un piano (concedido por sus momentos de lucidez), ahora toca, Clara está a su izquierda. La cámara pasa sobre la figura de ella y ya no enfoca más a Robert (pensamos que ya ha muerto) pero de pronto oímos unas notas que él interpreta, ya no le oímos más, solo que su cuerpo cae sobre el teclado. Ahora sí, ha muerto. Es una de las más extrañas y a la vez conseguidas elipsis de la historia del cine.
Brahms y Clara volverán a acercarse. En una fiesta donde bailan y se abrazan él le pide matrimonio, apoyándose además en el cariño que siente por los hijos de Robert y Clara. Ella parece que duda pero un violinista interpreta una melodía del difunto Schumann y la viuda le dice que debe dedicarse a dar a conocer la música de su marido y que solo vive para ello. Una Clara envejecida toca el mismo fragmento de “Escenas para niños”.
Antes, en 1839, era un joven compositor aún desconocido, ahora es muy famoso…después de muerto.

                                                        Narcís Ribot i Trafí

1)- FRANZ PETER SCHUBERT (Viena, 1797- Viena, 1828), de humilde procedencia fue compositor encuadrado dentro del Clasicismo y a la vez promotor del Romanticismo. Fue niño prodigio y creó una música formidablemente fresca y, muchas veces, alegre. Una de sus más grandes características era la melodía que brotaba interminablemente en su imaginación. Beethoven era su ídolo. Si este era superior (a todos) en las construcciones arquitectónicas, Schubert lo era en la elaboración de la melodía (en nada tenía que envidiar en esta faceta a Mozart). Aparte, dio carta de nobleza a los lied. Siempre he sentido gran debilidad por su música, sencillamente apasionante.
2)- LIED (LIEDER, en plural). En alemán significa canción con acompañamiento (generalmente piano). En muchas ocasiones se colocaba música a poemas o cuentos. Aunque Mozart, Haydn y Beethoven habían elaborado lied (solo el último se preocupó de darle un poco más de realce) fue Schubert quien elevó el lied a nivel de “música clásica”, con parangón a otros. Cantidad y calidad: Schubert compuso más de 600 lieder, a veces de versos de sus amigos aficionados (en ocasiones bastante horrendos) pero él los enaltecía al máximo con su música. Schumann, por el contrario, buscaba una base literaria de calidad. De haber producido solamente lieder, Schubert hubiera pasado a la historia de la música, los otros no. A partir de Schubert todo músico quiso componerlos: Schumann, Mendelssohn, Brahms, Wolf, Mahler, etc.…
3)- SEHNSUCHT – Término alemán usado en el Romanticismo sin traducción exacta para el castellano. Señala búsqueda, anhelo de algo inteligible. Aunque no exactamente se acerca a la “nostalgia” o a la “añoranza” pero “Sehsucht” es más indefinido. C. S. Lewis lo señala como el “el incontrolable deseo”.
4)- Los demás hijos de Robert y Clara Schumann fueron: Elise (Eilene Janssen), Julie (Gigi Perrau), Ludwig (Jimmy Hunt) y Ferdinand (Anthony Sydes).


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