Del 15 de abril al
15 de mayo de 1874 un grupo de artistas organizó en París (en el estudio del
fotógrafo Nadar, 35 boulevard des Capucines)
una exposición independiente de cuadros, en claro intento de conseguir
para sus obras una salida al margen del salón oficial (1).
Al igual que en otras
ocasiones cuando se trata de innovación,
sus trabajos fueron tomados por muchos a cachondeo, promoviendo críticas
atroces que hoy sorprenden por su ignorancia en lo que a pintura se refiere.
Claude Monet expuso un cuadro titulado “Impresión:
amanecer” y varias reseñas escogieron
este título por considerar que reflejaba la característica predominante de las
obras allí expuestas y un crítico, Louis Leroy, en plan de burla la tituló “La exposición de los impresionistas”.
Poco sospechaban que años después estos cuadros se cotizarían a precios
millonarios y, más importante, que sus autores quedarían consagrados en el
pabellón de los inmortales de la pintura y del arte en general.
Aquella auténtica
revolución pictórica llamada definitivamente
Impresionismo se desarrolló en Francia y, después, en el extranjero durante
la 2ª. mitad del siglo XIX y 1er. cuarto del siglo XX. Se trata de una pintura
que consiste en reproducir pura i simplemente la impresión, tal como ha sido percibida realmente. El pintor
impresionista se propone representar los objetos de acuerdo con sus impresiones
personales, sin preocuparse de reglas convencionalmente admitidas.
Casi siempre pinta
directamente al aire libre, fragmenta y abrevia la pincelada, emplea únicamente
los colores puros del prisma y aspira captar y reproducir la intensidad
luminosa, los reflejos de la vida en su instantaneidad.
A pesar de su
condición de innovadores, los impresionistas tuvieron precursores lejanos y
cercanos (como el realista Gustave Courbet, que influyó en Monet y, más
intensamente, en Edouard Manet)), pintores venecianos del Renacimiento o las
acuarelas y cuadros de Turner, Constable
o Delacroix...
El Impresionismo es un arte puramente instintivo
y visual y esta visión renovada es función de la luz y de sus constantes variaciones, hasta el punto de que la luz
llegará a ser, en mucho, el verdadero objeto del cuadro. Se pinta la naturaleza
y para ello se trabaja al aire libre y lo más rápidamente posible ya que la
naturaleza cambia constantemente y se trata de aprehender “una impresión
fugaz”. No hay preocupaciones previas de ordenar una composición ya que
instalan sus caballetes en cualquier sitio, en un: paseo, por ejemplo, atentos
tan solo a los efímeros y fugaces aspectos de la naturaleza. El mar y sus
cambiantes horizontes, el río con sus agitadas aguas, el cielo y sus nubes viajeras,
el sol y sus vibraciones luminosas, la nieve con sus variaciones tonales
nacaradas. Todo lo que es reflejo, y en particular elemento fluido, atrae
prioritariamente su atención, todo es matiz y sugestión.
Quieren pintar los
colores y las formas, no como se cree que son sino como se ven, bajo la acción
deformadora de la luz. Abandonan algunos principios tradicionales del arte
pictórico: se desprenden del dibujo-contorno que precisa la forma y sugiere el
volumen, substituido por toques fragmentados y divididos, yuxtapuestos unos a
otros. La perspectiva no tiene ya como base la geometría sino que se obtiene desde
el primer plano a la línea del horizonte, por la degradación de tintes y tonos (2)
que define también espacio y volumen. Los impresionistas abandonan el
claroscuro y sus contrastes violentos; anulan de sus paletas los negros, grises,
blancos puros, los “tierras”, los marrones y únicamente utilizan los colores
del prisma: azules, verdes, amarillos, naranjas, rojos o violetas y, a partir
de aquí, representan lo que ven, no lo que se conoce, por ejemplo, pintarán la
tierra ya sea violeta o malva, azul y rosa o naranja, pero no marrón. A menudo
emplean estos colores de acuerdo con la técnica de la mezcla óptica: dos
colores puros yuxtapuestos sobre tela y no mezclados, a partir de sus pigmentos
en la paleta. Entonces, el ojo del espectador tiene que recomponer el color
deseado por el pintor: breves toques rojos y azules, yuxtapuestos, por ejemplo,
permitirán al espectador “ver” un violeta, gracias al efecto de vibración así
obtenido.
Denigrado primero,
exaltado y puesto de moda después el Impresionismo
fue tomado, en ocasiones, años después, como una tendencia excesiva a hacer de
este arte un fin en si mismo, cuando no una orientación revolucionaria. Quien
mejor llegó a entender la situación fue Paul Cézanne quien comprendió los
peligros de una pintura excesivamente espontánea (y el agotamiento del estilo)
y se preocupó en buscar una amplia síntesis en la que se conjugaran
espontaneidad y rigor, instantaneidad y persistencia, visión de la naturaleza y
sensaciones organizadas, evanescencia y estructura, colores y formas. Con ello
pretendía reconstruir, más allá de las apariencias, en mundo en su entidad y
tendía así, poética y filosóficamente, al absoluto. Se le puede considerar el
primero de los grandes modernos, precursor de los fauves y cubistas.
NARCÍS RIBOT I TRAFÍ
1)- En la primera
de las ocho exposiciones colectivas compuesta por treinta artistas (1874)
destacaban Claude Monet, Camille Pissarro, Pierre Auguste Renoir, Alfred
Sisley, Edgar Degas, Paul Cézanne y Berthe
Morisot, representante femenina. Estos siete artistas, junto con Edouard
Manet, son considerados, por lo general, como los principales pintores impresionistas.
2)- TINTE es la cualidad del color: dentro
de la gama de verdes, por ejemplo, el verde esmeralda, el verde veronés, el
verde inglés, etc.
- TONO
es el grado de intensidad de un tinte de más a menos.
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