sábado, 16 de abril de 2016

RECORDANDO AL DR. MARAÑÓN

                        Era enero del año 1979, estaba en Madrid para visitar a un amigo (desgraciadamente fallecido). Haciendo tiempo entré en el Corte Inglés y compre el libro “Tiberio, historia de un resentimiento” del Dr. Gregorio Marañón. Me entusiasmó cuando lo leí entero. Ya era aficionado a la historia pero este libro me hizo tomarla con mayor profundidad. También conocía, solo de oídas, a don Gregorio Marañón. A partir de entonces empecé a comprar sus libros. Ahora, gracias a un regalo de otro buen amigo, tengo las obras completas publicadas por Espasa Calpe (edición de 1966) y prologadas por Pedro Laín Entralgo.
Todos los profesionales o interesados por la historia deberían conocer, al menos de forma parcial, la obra del Dr. Gregorio Marañón Posadillo (1887- 1960), “ilustre hombre de ciencia y brillantísimo escritor liberal” como señala la erudita biografía de Marino Gómez- Santos (&) aparecida en el centenario de su nacimiento (1987). Quisiera recordar ahora, en un brevísimo repaso, quien ha sido mi guía en el campo de la historia por la cual hemos de servir de forma más honesta posible a la verdad. Será uno de mis mayores pesares el no haber conocido personalmente al Dr. Marañón como también lo será el no poder retroceder en el tiempo y haber coincidido con Gustavo Adolfo Bécquer o Ramón María del Valle- Inclán.
Gregorio Marañón nació en Madrid el 19 de mayo de 1887, hijo cuarto (nació con un hermano gemelo, Luís, que falleció meses después) del notable abogado Manuel Marañón y de Carmen Posadillo. Es normal que desde su infancia a Gregorio se le incubara el signo de la intelectualidad (aparte de su inteligencia). Su padre le llevaba a casa de Benito Pérez Galdós con quien mantenía una buena amistad. Allí, junto a un retrato de Richard Wagner (Marañón fue siempre un gran wagneriano; en esto y su admiración por las pinturas del Greco --- al cual dedicaría una biografía --- coincide plenamente con quien le rinde este homenaje) don Benito y su sobrino, Hurtado de Mendoza, interpretaban a armonio y piano obras de Bach, Mozart y Beethoven, entre otros. Cuando se despertó en Marañón su vocación médica nunca dejó de escribir y redactar ensayos, tanto médicos como literarios o históricos, tuvo como profesor a don Santiago Ramón y Cajal por quien siempre sintió una gran admiración al igual que con don Miguel de Unamuno con el cual mantuvo siempre abundante correspondencia. Políticamente siempre fue liberal --- encerrado injustamente en la cárcel (1926) durante un mes, acusado injustamente de conspirar contra el gobierno en la dictadura del general Miguel Primo de Rivera --- aunque jamás se comprometió con ningún partido o grupo concreto (dio clases de medicina a los hijos del dictador Primo de Rivera sin jamás recriminarles nada sino al contrario: dijo que eran excelentes alumnos).
Marañón era ya famoso en casi toda Europa  como especialista en glándulas de secreción interna cuando a sus 43 años (1930) publicó su primera biografía: “Ensayo biológico sobre Enrique IV de Castilla y su tiempo”, considerada más bien un ejercicio de un médico culto que busca en el pasado la confirmación de sus teorías biológicas (confiesa tratar de colaborar con los historiadores profesionales), o sea aplicar el conocimiento de ciertos puntos históricos los métodos de la fisiología y patología. Diecisiete años después Marañón corroborará sus teorías al descubrirse los restos del monarca que serán arquológicamente estudiados por nuestro hombre.
Como historiador don Gregorio no hunde ni ensalza a sus personajes ni se deja apasionar por ideología alguna, su espíritu es tolerante y su generosidad absoluta. Las figuras tendrán su parte positiva y su parte negativa.
A continuación viene un trabajo que parte de ejercicios suyos publicados anteriormente, también sobre un personaje real: “Amiel, un estudio sobre la timidez” y otro sobre uno ficticio, “Don Juan origen de su leyenda”, cuyas bases descansan en artículos sueltos ya publicados por él mismo. Lo ficticio parece inspirarse aquí en personajes reales como Casanova. En 1934, el año de su ingreso en la Academia de la Lengua”, Marañón se interesó y estudió a un benedictino gallego: “Las ideas biológicas del padre Feijoo”. En 1936, pocos meses antes de estallar la Guerra Civil, dio a conocer otra completa y documentada biografía: “El conde- duque de Olivares” (subtitulada “La pasión de mandar”) revelándose como auténtico historiador (su discurso de ingreso en la Academia  ”Las mujeres y el conde- duque de Olivares” le sirvió de base).
Exilado a Francia (1937- 1942), escribió una breve biografía de Luis Vives con el cual se identificaba. En 1939 se publicaba una nueva biografía, en este caso la única cuyos hechos no estaban relacionados con España o figuras españoles: “Tiberio, la historia de un resentimiento”, formidable a todas luces, abriendo caminos a la investigación de la complicada vida de este emperador romano tan discutido. Marañón le vio muchas más cualidades de las que sus  historiadores coetáneos y posteriores (Tácito, Suetonio), opuestos a él ideologicamente, eran republicanos (discutible porqué Tiberio comentó en más de una ocasión el restablecer la República), supieron verle. Su trabajo más extenso y ambicioso lo da en 1947: “Antonio Pérez”, de casi 500 páginas cada uno de los dos volúmenes que componen la obra. Es la historia imparcial del discutido secretario de Felipe II. “Vida e historia” (1940) contenía, a partir de su segunda edición española, cinco ensayos publicados en sudamérica. Dos de ellos son históricos y retoman las figuras del padre Feijoo y el rey Felipe II, como también son obras dignas de mención sus “Ensayos liberales” y la biografía sobre su admirado profesor: “Cajal, su tiempo y el nuestro”, en donde conecta las causas las causa del retraso científico español y el porqué se produjeron, oponiendo a todo ello la ejemplar figura de Cajal.
Ya enfermo (de una dolencia circulatoria diagnosticada por él mismo), el 26 de marzo de 1960 escribía a Menéndez Pidal: “Mi ausencia de la Academia es quizás el sacrificio que más me cuesta”. Tampoco acudía a la cátedra ni al hospital, la noche del mismo día 26 fallecía a los 72 años el Dr. Gregorio Marañón, atruista, médico, gran historiador, humanista, literato ilustre, insigne en todas sus facetas.

                                                          Narcís Ribot i Trafí


(&)- “Vida de Gregorio Marañón”- Marino Gómez- Santos. Plaza & Janés Editores (1987). Premio nacional de Literatura.

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