sábado, 4 de mayo de 2013

WAGNER: DE LA ÓPERA AL DRAMA MUSICAL



En su ideal de unificación de la poesía con la música --- además de las artes escénicas, la interpretación e incluso una nueva, difícil y original forma de canto --- el sin par Richard Wilhelm Wagner (1813-1883) puso difícil la tarea de historiadores y musicólogos en referencia a la nomenclatura de sus obras. En un principio se sirvió de las formas, ya conocidas, de la ópera convencional. Sus primeros trabajos estaban “rutinariamente bien hechos”, con las lógicas deficiencias del principiante (Wagner no nació como genio, se hizo; no fue “niño prodigio” como Mozart, Schubert o Mendelssohn): “Las Hadas” (1834), “La Prohibición de Amar” (1835) --- en un intento de atraerse el público francés --- o “Rienzi” (1840), con momentos de excelente música pero lastrada por su larga duración (seis horas) y un libreto demasiado esclavo de la historia. En la segunda etapa aún coexisten ballets, recitativos y arias, posteriormente eliminadas y substituidas por una melodía continua y lírica, a veces cercana al “parlando” según exigencias de la obra y con la aparición del “leiv motiv” (no fue Wagner su creador pero si quien mejor lo usó) además de la orquesta de matiz claramente sinfónico. Es la etapa de sus “obras románticas”. En cierta manera nos recuerda la expresividad de Weber pero Wagner con “El Holandés Errante” (también conocido como “El Buque Fantasma”, 1841), “Tanhauser” (1845) y “Lohengrin” (1848) entra por méritos propios en el Romanticismo musical alemán.
Ha sido siempre un error calificar/clasificar de óperas los logros de su tercera etapa. La denominación de “Drama Musical” no convenció al propio autor pero ha subsistido (más que la de “Ópera Sinfónica”) como también es una lamentable equivocación representarlas en escenarios dedicados a las óperas: la ingente “tetralogía” de “EL ANILLO DEL NIBELUNGO”, formada por “El Oro del Rin” (1854), “La Walkiria” (1856), “Sigfrido” (1871) y “El Ocaso de los Dioses” (1874), siguiendo con “Tristan e Isolda” (1859), quizás la obra más perfecta del autor, la cómica “Los Maestros Cantores de Núremberg” (1862) para acabar con la grandiosa “Parsifal” (1882). Mucho se ha hablado de estas obras portadoras todas ellas de novedad musical, quisiera ahora señalar algunos de estos logros:
--- la admiración de Wagner por Beethoven, el teatro griego, Dante y Shakespeare confluyen/influyen con su inspiración: ante todo Wagner es poeta, después músico, no añade melodías conseguidas y/o pegadizas a unos libertos ajenos (por esto nunca musicó libretos de otro, la poesía y el drama brotaban al unísono de la música) ---
--- el uso del “leiv motiv” suele representar una persona, una cosa, un estado anímico e incluso una abstracción. Exquisitos cambios armónicos y melódicos, a pesar de permitir mutaciones, poseían trazos similares que permitían entrelazarse y constituían el tejido sinfónico el cual daba pie a una música atrevida, cromática, inigualable ---
--- también la orquesta adquiere dimensiones colosales en combinación con el canto (un instrumento más de la orquesta) ---
--- los cambios de escena han de realizarse ante el espectador sin bajar el telón, ayudando con ello a la evolución de la trama de manera similar a la narración literaria---
--- la leyenda y la mitología eran las fuentes inagotables (magistralmente utilizadas, alargadas o reducidas, por Wagner). Con estas premisas, aparte de “Rienzi”, el autor abandona toda ligazón histórica ya que con estas tramas intemporales se sentía mucho más libre… la no interrupción del desarrollo del argumento mediante intermedios (cfr. “El Holandés Errante” en un solo acto a pesar que a veces se representa en tres), el hacer oscurecer toda la sala para que el público se fije solo en la acción del escenario y el no permitir la entrada una vez comenzada la sesión (antes de Wagner la iluminación del escenario era la misma de la del teatro y el público entraba y salía continuamente) ---
--- crear un lugar adecuado para representar sus dramas  (Gran teatro de los Festivales Wagnerianos de Bayreuth) ---
Con esta amalgama de elementos el autor conseguía su propósito… Su música puede o no gustar pero es indudable que Richard Wagner --- en cierto sentido el músico más original, precisamente por ser músico- poeta --- es una de las figuras más grandes de toda la historia del arte.
Se cumplen 200 años del nacimiento de Wagner, también de Giuseppe Verdi (1813-1901) como los 100 años de la terminación de “La Abstracción Lírica” de Kandinsky si pasamos al campo de la pintura. Supongo harán algo en algunas localidades, en otras los representantes políticos responsables de la “Cultura” o “Kultura”, para ellos, ni se han enterado, no interesa; solo espectáculos populacheros, muchos con grado supino de ordinariez y chabacanería…Quizás sea propio de nuestro país que los responsables de “Cultura” no sepan el significado de la palabra o, a lo mejor Wagner, Verdi y Kandinsky no militaran en el mismo partido político de aquellos que acceden a un cargo por llevar el carnet en la boca…

                                                     Narcís Ribot i Trafí
                                          

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