Publio Elio Adriano (76-139 d.C.) procedía de Itálica (España), hijo del pretor Publio Elio Afer y de Domicia Paulina, hija de una de las familias más ricas de Gades (Cádiz). A sus 10 años perdió a su padre y el tutelaje pasó a manos del emperador Trajano(del 98 al 117) con quien estaba emparentado, recibiendo una formación encaminada a la carrera militar. Su relación con Trajano fue siempre fría y problemática aunque se distinguió en las tareas militares encomendadas por su tutor. Casó con Vibia Sabina, sobrina lejana del emperador, en un matrimonio de conveniencias donde faltó amor e hijos. A la muerte de Trajano (117), su viuda Plotina manifestó que su marido había nombrado a Adriano como sucesor (en realidad ella firmó los documentos) lo cual era falso, nunca nombro a nadie como substituto. Con todo, Adriano jamás mostró gran interés por el poder, lo ejercitó y ya está (algunos autores señalan la buena compenetración entre Adriano y Plotina y que su relación fue”algo más”que familiar). En el momento de la muerte del emperador nuestro hombre desempeñaba el cargo de gobernador de Siria. Trajano había logrado la máxima extensión del Imperio, prácticamente en las puertas de la India, con guerras de expansión; Adriano, más prudente, abandonó las últimas conquistas de su antecesor y renunció siempre a futuras guerras. Fueron ejecutados algunos mandatarios. El emperador (que no regresaría a Roma hasta mucho después) juró públicamente que nada tenía que ver con todo aquello (algo nunca visto) y que la orden había partido del Senado, granjeándose su enemistad para siempre(1).
Hombre de gran capacidad intelectual, admirador de la cultura griega, substituyó las clásicos banquetes/ orgías de palacio por reuniones con intelectuales de todo tipo. Durante casi todo su mandato estuvo viajando por lo cual residió muy poco en Roma. Gran constructor, no podemos olvidar algunos de sus monumentos: reconstruyó el Partenón de Agripa en Roma; construyó el famoso “muro de Adriano” en Inglaterra, para impedir las invasiones de tribus bárbaras; su mausoleo en Roma; el templo de Zeus Olímpico en Atenas; la Villa Adriana en Tívoli, su residencia de descanso y los construidos en su honor, como el Arco de Adriano en Atenas o el templo de Éfeso. Era un hombre de personalidad rara y compleja; en ocasiones era tacaño, en otras, generoso; a veces afable, a veces intratable; era a la vez humilde y jactancioso; cruel y misericordioso (2)
Durante su mandato se reprimió crudamente la rebelión del judío Bar Kobcha. Mucha parte del pueblo israelita fue expulsado y diseminado y se prohibieron sus prácticas religiosas. Una guerra obligada, que él no buscó, pero terriblemente sangrienta. En un viaje a Asia Menor, en Bitinia, conoció a un joven llamado Antinoo que se convirtió en su amante. Antinoo se ahogó en el Nilo (parece ser que se trató de un suicidio ritual y voluntario) y el desesperado emperador lo proclamó oficialmente dios y además fundó la ciudad de Antinoopolis frente a Hermópolis.
Conocemos la vida de Adriano a través de Dión Casio y Aurelio Víctor y por la “Historia Augusta de la Antigüedad tardía”. No muy contentos estuvieron con él Tácito y Suetonio, este, además fue su secretario. Adriano jamás amó a su esposa pero despidió a Cayo Suetonio por ser irrespetuoso con ella.
Con referencia a Antinoo, Numerio escribió un discurso de consolación para el emperador y Mesomenes de Creta un poema de alabanza bastante parecido a otro, anónimo, conocido a través de inscripciones fragmentarias. Justino Mártir, como cristiano, reprueba la relación amorosa del emperador con su amante y también Tertuliano (“Ad naciones”), Orígenes (“Contra Celso”) y Prudencio (“Tratado contra Símaco”).
En el siglo XIX surge Antinoo como símbolo del amor ideal. Joris-Karel Huysmans en sus series de personajes como Heliogábalo y Sardanápalo y en Claude Lorrain(“Le sang des dieux”) donde Antinoo es representado como Jacinto. Stefan-Anton George presenta a Maximino, su joven amigo fallecido, como Antinoo en “In memorian” y un poema de Fernando Pessoa(1918) se reimprimió más tarde, después de ser censurado.
Adriano es descrito por Georg Eber en “Der Kaiser”, en 1881, como el soberano ideal (y lo fue en muchos aspectos). Louis-Marie Couperus escribe en 1910 “De laatse morgen te Tibur”(La última mañana de Tibur), relatando los últimos días del emperador cuando pedía y suplicaba la muerte para ahorrarse los sufrimientos de la enfermedad pero nadie se atrevió a hacerlo. Hay otro relato anónimo en 1919 donde se describe la atmósfera intelectual de Roma potenciada por Adriano.
En 1951 llegó una novela histórica de gran calidad: “Memorias de Adriano”, de Marguerite Yourcenar, reconstrucción de la vida del emperador, donde la escritora demuestra una gran labor de erudición, conocimientos y labor investigadora consiguiendo una obra redonda y poética, atendiendo los aspectos políticos y humanos del emperador. Hay una ópera de Giovanni Battista Pergolesi, escrita por Pietro Metastasio: “Adriano en Siria”(1734), con la rebelión judía en segundo plano mientras se canta el amor de una mujer llamada Farnaspe con Adriano…….
NARCIS RIBOT I TRAFI
1)-Tras su muerte muchos senadores querían borrar su memoria (“damnatio memoriae”), como se hizo con Calígula o Nerón. Antonino Pío, hijo adoptivo y sucesor de Adriano (en la elección de Antonino también acertó Adriano) detuvo el proceso.
2)-En uno de sus viajes pasó por Tarragona. Un esclavo salió de una mina, burló a la guardia e
intentó agredir al emperador con una barra de hierro. Adriano, hombre alto y fuerte, le desarmó y
lo entregó a los médicos que le declararon loco. El emperador mandó que le dejaran libre.
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