lunes, 11 de noviembre de 2019

“DUEL” O “EL DIABLO SOBRE RUEDAS” (STEVEN SPIELBERG, 1971)



                  “Duel” (1971) fue estrenada en España como “El diablo sobre ruedas”. Se trata de una película producida por George Eckstein a cuenta de Universal, en principio para TV pero --- después de su sorprendente éxito --- pasada a la pantalla ancha. Es la “ópera prima” (o sea el primer film profesional tras varios  ensayos en plan cine amateur) de Steven Spielberg. “El diablo sobre ruedas”, primero en 16 mm, fue presentado por la cadena ABC el 13-11-1971. Posteriormente, después de unos retoques y añadidos (afortunadamente, en este caso, no chirrían) se preparó para cine en 35 mm dos años después (1973), ampliando la duración de 74 a 90 minutos.
El guión original es de Richard Matheson --- estupendo y reconocido autor de Ciencia Ficción, fantasía y terror, siempre sorprendente --- según su relato corto homónimo (1), publicado por vez primera en la revista Playboy. Pocas diferencias hay, quizás un poco más al pasar de telefilm a pantalla ancha, leí la historia hace años, visioné la película antes y ahora la he revisado y continúa siendo una muy buena cinta, algunos dicen la mejor de Spielberg: a pesar del poco presupuesto tuvo bastante libertad de filmación y eligió el sistema y los planos adecuados para llegar a buen puerto. El tema nacido de la lúcida mente de Matheson (2) no puede ser más sencillo (a quienes no les gusta el cine/la literatura fantástico/a dirán que absurdo): un hombre de clase media de vida normal, David Mann (Denis Weaver), casado y con dos hijos, en viaje de negocios circula por una carretera secundaria en una zona bastante aislada y desértica cerca de la frontera con México. Al adelantar un enorme y oxidado camión cisterna (aparentemente transporta inflamables) parece molestar al chófer --- nunca se le verá la cara --- el cual iniciará una persecuación mortal contra el coche y su ocupante, sea para aplastarlo o provocar un accidente con los mismos resultados. No hay lógica para su proceder, si se busca una explicación solo podemos pensar que el conductor del camión ha perdido totalmente el juicio al igual que en “The Birds” (“Los pájaros”, 1963) de Alfrd Hitchcock --- a quien Spielberg le debe varias ideas --- no se sabe nunca el porqué del ataque de las aves (en el breve relato de Daphne du Maurier, el punto de partida, si lo hay). Ello obligará a David Mann a sacar fuerzas de flaqueza  y aceptar forzosamente el duelo del título original que en condiciones normales él nunca hubiera entrado. Es una historia de David contra Goliat y al igual que en la narración bíblica no vencerá el más fuerte sino el más inteligente.
El rodaje de la película duró del 13 de septiembre al 4 de octubre de 1971 (en principio estaban previstos unos 14 días pero tuvo que alargarse), la produjo George Eckstein --- con un presupuesto de 400.000 $, cantidad bastante normal para la TV de ABC --- para Universal y recibió los premios del Festival de Cine Fantástico de Avoriaz (1973) para el realizador y Emmy de 1982 por el sonido, además de las candidaturas por la fotografía de Jack A. Marta en el Emmy 1972, la del Premio Globo de Oro al mejor telefilme (1972) y la del Saturno al mejor lanzamiento en DVD (2005). Se filmó en los espacios naturales de Route 14 y Soledad Canyon Road, carreteras circundantes en los casi yermos cañones al sur de California (3).
I)- CAMIÓN VERSUS COCHE
Actores como Gregory Peck, David Janssen y Dustin Hoffman rechazaron el papel de protagonista, recayendo finalmente en Denis Weaver (conocido como protagonista de la serie televisiva “McCloud”)  quien hizo un trabajo encomiable. El otro personaje principal no es humano, es el camión (recordemos que salvo algunos planos sobre las botas, brazos o manos nada sabemos del conductor del robiznado y amenazante trasto). Spielberg eligió un Peterbilt- 281 de 1956, no quería un camión moderno, chato, sino de los antiguos y con morro, puesto que ello recuerda más a un rostro humano (la naríz). Hizo añadir un depósito a cada lado de la parte inferior de la cabina (similitud con las orejas humanas) y embadurnar el vehículo con una espesa capa de pintura marrón para que se viera oxidado y la luna delantera ensuciada con restos de alimañas (de esta forma no se veía con claridad al conductor). El camión estaba muy deteriorado y, además, al final ha de quedar totalmente destrozado al caer por un precipio. Durante la filmación se utilizó un segundo camión, un Peterbilt- 281 de 1960, debidamente “maquillado” como su pariente de más edad. La escena del desenlace se rodó al natural, sin maquetas ni trucos y el camión quedó totalmente destruído pero no se incendió como en el cuento de Matheson; Spielberg prefirió narrar detalladamente la agonía del “monstruo” (chatarra retorciéndose, varias vueltas de campana, estruendo, mucho polvo). La difícil secuencia final se rodó con seis cámaras con la finalidad de tener abundante material para elegir en el montaje. Punto y aparte merece el especialista Cary Loftin como el conductor del camión (nunca se le ve el rostro, repito) quien mantuvo la dirección del vehículo hasta pocos metros del barranco y luego saltó en una maniobra arriesgada para después el montaje borrar el salto aunque quedara la puerta abierta: da absolutamente igual, el conductor “muere” con su camión; David se queda unas horas mirando al destrozado cisterna --- gritando su victoria, él también se ha transformado, de cazado a cazador y de hombre apocado a resolutivo y sin miedo ya que las circunstancias para sobrevivir le han convertido en otro hombre, diferente del que era antes --- y nadie sale de la cabina en vistas a una posible secuela (hoy en día tan frecuente si el film tiene éxito comercial pero para nada se pensó en ello, ni Spielberg, ni Matheson, ni tampoco Eckstein y la película funcionó en taquilla y como aportación artística y también lo fue de crítica aunque esto, muchas veces, ninguna relación tenga con la calidad del film y/o el éxito comercial). Parece ser, según noticia posterior, que se utilizó un tercer Peterbilt, un 351 de 1964, para escenas extras en miras a las salas de cine. El camión despeñado (en única toma, por supuesto) fue el original, el de 1956.
También acertada la elección del coche de David Mann: un Plymouth Valiant- 1970 de color rojo para destacar y no confundirse con los ocres y marrones del paisaje desértico por donde circula, ni tampoco con su oponente oxidado.
La puesta en escena de Spielberg casi acaricia la perfección. Su narrativa planificadora nos hace creíble lo increíble y absurdo, de una historia cuyo resultado podría resultar equivalente al cansancio y a lo insípido (solo la carrera, persecución camión- coche, una “road movie” --- películas de coches, carreteras o carreras --- aburrida, insulsa y posiblemente mala), saca partido al sabio uso del montaje alternado (de Frank Morris) y soluciones del lenguaje televisivo --- recordemos que en su origen era un celuloide para TV --- que si bien en muchos casos el trasplante ha perjudicado al cine de pantalla ancha (en muchas ocasiones se busca la comodidad y el abaratamiento del producto reduciendo la creatividad siempre debida por parte del director), aquí funciona perfectamente gracias al estilo implantado por Spielberg el cual también se inspiró en Hitchcock en algunos recursos como el montaje acelerado (descomponer una escena en varios o muchos planos breves) de algunas secuencias de tensión así como también estos citados elementos propios de las TV como los ritmos vertiginosos, los planos bastante o muy cerrados, las distorsiones ópticas producidas por el zoom y el “ojo de pez” (hoy se abusa mucho, y gratuitamente de ellos y de las falsas distancias para lograr deformaciones y emocionar o aterrar al espectador) o el montaje salteado. Con todo ello Spielberg consigue fabricar una atmósfera, un ambiente claustrofóbico de angustia, casi desesperación por parte del perseguido, una sensación de “aplastamiento” inminente cuando el camión se acerca al coche lo cual confiere a la película un suspense tan original como bien conseguido. No pasa, como en muchas ocasiones, en callejones oscuros en la nocturnidad o en bosques aislados o mansiones/castillos aterradores sino a plena luz del día durante kilómetros y más kilometros en carreteras poco frecuentadas y zonas desérticas con escasas paradas (bares, paradores, gasolineras) durante el trayecto. Un punto para añadir al suspense “in crescendo” es el que terceras personas a quienes pide ayuda (solo una llamada a la policía) no le crean en absoluto y piensen de él como un desquiciado: los dos hombres en el café de Chuck cuando logra frenar aparatosamente, la pareja de ancianos, el conductor del autobús escolar o la señora Sally que regenta la segunda gasolinera además de exponer serpientes y otros animales en jaulas; este personaje, a diferencia de los demás, será testigo del ataque del camión asesino, perseguidor de Mann, el cual le ha destrozado todo el local y no puede llamar a la policia ya que el único teléfono ha quedado inutilizado...
Las escenas donde el camión gana terreno y se aproxima al coche, creando una sensación de inquietud, están filmadas desde el asiento trasero del vehículo de Mann mediante planos subjetivos en combinación con el zoom deformante de la perspectiva, aquí muy bien utilizados.
Hay otros títulos, algo inspirados en el film de Spielberg, sobre coches asesinos atacantes de los humanos pero el enfoque es diferente, entrando en el terreno de lo sobrenatural mientras que en “El diablo sobre ruedas” sabemos de un ser humano (?) conductor.  Recuerdo “Christine” (“Christine”, 1983), de John Carpenter según la novela homónima de Stephen King en donde un Plymouth Fury- 1958 cobra vida y parece enamorarse del muchacho que lo compró, a veces se autoconduce, se regenera cuando es destrozado por unos gamberros a los que persigue y atropella uno por uno. Realización correcta --- nada más --- de Carpenter quien se quejó sobre el modelo de coche por ser poco impresionante, demasiado normal, cara al espectador. Más sobrecogedor es el Lincoln Mark III (1968-1971), negro con cristales opacos (arreglos en los faros, parachoques y carrocería para ser más terrorífico) de “The Car” (“El asesino invisible”, 1977), de Elliot Silverstein, sobre un coche que aparece en una comarca y en lugares solitarios atropella a inocentes vianantes o ciclistas. Tampoco se ve nunca el conductor pero el hecho de que unos niños de un colegio con sus profesores en día de fiesta puedan zafarse del terrible coche al refugiarse en un viejo cementerio (el automóvil no puede entrar en el recinto por más que lo intente, es tierra sagrada) nos da evidencias de quien lo conduce e igualmente en la impresionante camioneta, también negra, Chevrolet que persigue a un sacerdote que ha perdido su fe (afectado por la muerte de un niño en un cruce de balas policía- delincuentes en el atraco a un banco) por carreteras secundarias y desérticas: un sketch de los cuatro componentes de “Nighmares” (“Pesadillas”, 1983), de Joseph Sargent. En el momento que la camioneta aparece delante del coche desde debajo la tierra estamos ya ante un relato sobrenatural. El sacerdote volcará y saldrá malherido de su automóvil pero logrará arrojar lo primero que tiene a mano contra el vehículo perseguidor que se esfuma inmediatamente. Luego se dará cuenta que era un recipiente con agua bendita aún guardado en su coche. Al atender al herido los de la ambulancia le dicen que van a llevarle al hospital y él contesta: “No, a la parroquia”...
II)- COCHE VERSUS CAMIÓN
Hay cinco añadidos (la mayoría de espectadores no han visto la versión original para TV) para la traslación a pantalla ancha. Exponiendo el esquema del guión y gracias al formidable estudio de Santiago García podemos saber: el primer añadido está ya en el logotivo de “Universal” ACTO I --- El segundo está en el asiento del conductor (autoreflexión de David, piensa o habla consigo mismo) en la primera secuencia, escucha un programa radiofónico matutino de extrema estupidez --- Aparición del camión (tubo de escape hacia arriba, David habla consigo mismo de contaminación), el coche adelanta, despues, sorprendentemente, el camión adelanta al coche --- La primera gasolinera, para. El camión también lo hace. David mira bajo el camión y ve las botas del conductor que reclama al empleado ser atendido haciendo sonar el ruidoso claxon (es el tercer añadido cinematográfico). David llama a su casa, su esposa le reprende (tercer añadido). Vemos los dos niños jugando mientras la madre está al teléfono. El empleado le indica que debería cambiar el manguito del radiador. Él contesta que en otro momento, hay prisa. El empleado: “Usted manda”. David: “No en mi casa” (ironia de Spielberg). Los añadidos 2 y 3 son para subrayar a Mann como un hombre algo pusilánime y tímido ---De nuevo en la carretera: un adelantamiento casi mortal, ahora ya se ven las intenciones asesinas del camión --- El ACTO II empieza con el tercer adelantamiento y la persecución hasta el café de Chuck (pura acción) --- El ACTO III en el café de Chuck: frenazo brusco del coche cerca del establecimiento ¡El camión está fuera! --- Reflexiona sentado en una mesa --- Culpa a un camionero y le amenaza con llamar a la policía, éste le pega dos puñetazos y los clientes le toman por un desquiciado. El dueño del local calma al camionero y este se va. Ahora Mann ve que se ha equivocado, no era este. Sube a otro camión. Su perseguidor también arranca --- ACTO IV. David reemprende la marcha --- Aparece un autobús escolar (4º añadido para el cine), David quiere ayudar pero escapa: por detrás aparece el camión. Por el retrovisor ve al camión empujando al autobús para ayudarle a ponerlo en marcha (ironía) --- Ataque al paso a nivel (5º añadido): Mann se para ante un paso a nivel, pasa el tren. Aparece el camión por detrás y le empuja lentamente hacia la vía. Logra zafarse en tiempo justo que acaba de pasar el tren y se alzan las barreras --- Huye, llega a la segunda gasolinera, aparece el camión el cual se dirige directo hacia la cabina telefónica. Logra huir en el último segundo. El camión destroza todo el establecimiento --- ACTO V. Parece que el hombre ha logrado burlar a su enemigo. Queda dormido en su coche cerca de un cementerio de automóbiles. Despierta, ve al camión parado, como una fiera acechando a su presa. Mann desciende de su coche y se acerca al camión, este retrocede hasta desaparecer. Parará a un coche antiguo de una pareja de ancianos que no le hacen caso. De nuevo en carretera, vuelve a ver el camión detrás de él --- ACTO VI. Da la sensación que David acepta el reto, que ha perdido el miedo. El manguito del radiador falla, pierde velocidad, el camión otra vez detrás, a punto de alcanzarle. David logra poner su coche en marcha y sube por el desvío hacia un promontorio --- Confrontación final: llega arriba, sabe que su enemigo llegará dentro de unos momentos. Gira el coche, pone su maletín bloqueando el acelerador y salta. El Plymouth choca con el Peterbilt y se incendia. Intento de reducir la velocidad, pisa el pedal del freno pero no hay tiempo (dos planos subjetivos desde el asiento del conductor). Camión y coche se despeñan (en un solo plano) mientras se oye por última vez el sonido de su estruendosa sirena. Al caer los dos vehículos la imagen se ralentiza. No hay incendio (prueba que la cisterna estaba vacía, justificando la alta velocidad desarrollada en las persecuciones). Una piedra que rueda hacia la cámara pone punto y final al clímax (una gota de aceite y una rueda girando hasta detenerse testifican la muerte de “la bestia”). David salta de júbilo y celebra su victoria. Ha perdido el coche y el maletín pero ha sobrevivido. ¿Quien era el conductor del camión? ¿Porqué perseguía a muerte a David Mann? Él nunca lo sabrá y nosotros tampoco. Son “macguffins” o sea pretextos (herencia hitchcockiana) que llevan la trama al desarrollo pero que luego pierden importancia ...
Las escasas 27 páginas del libro pudieron facilitarle en mucho su trabajo para el pase a la pantalla (primero pequeña, después grande). Formuló unas situaciones las cuales pasarán a ser escenas y dado que además de excelente escritor era un curtido e imaginativo guionista encontró lo justo para funcionar sin saltos ni alargos innecesarios y superfluos. Veamos algunas diferencias libro- film:
--- En el libro se trata de un camión cisterna con trailer cisterna, ambas unidades con seis pares de ruedas. El camión está abollado y las dos cisternas (mal) pintadas de un color plateado barato ---
--- El libro nos informa de la matrícula del camión: California, y lleva un letrero con el apellido Keller (en un momento Mann parece leer “Killer” = “Asesino”). En el film lleva varias matrículas como trofeo (o como piezas de caza/víctimas según algún comentario) ---
--- El David Mann literario es un hombre más tosco (dice palabrotas, blasfema), el de la película es más educado y cultivado ---
--- La novela corta carece de las  sigüientes secuencias: de la 1ª gasolinera; del autobús escolar, los dos hombres al aparcar delante el café de Chuck, allí no dice nada, ni amenaza a ningún camionero al cual cree (equivocadamente) su perseguidor, solo reflexiona y por tanto no recibe ningún puñetazo; la pareja de ancianos en su coche, la 2ª gasolinera, la señora Sally y sus bichos, el paso a nivel ---
--- La parte final ya comentada. En el relato piensa que va a morir dentro de su coche que casi no puede correr. El camión no tiene tiempo de coger el desvío y se precipita por el barranco. Estalla, se incendia y luego estalla el trailer, produciendo otro incendio y una onda expansiva mayor que roza a David ---
Podríamos decir que el libro es telegráfico, comprimido y funcional además de bien escrito, cualidades para un relato breve. La película tiene equivalentes cualidades correspondientes a la cinematográfica y enriquece notablemente el trabajo de Richard Matheson ...
No tengo carnet de conducir, no he conducido nunca y a pesar de los inconvenientes estoy más tranquilo y más después de visionar esta interesante “El diablo sobre ruedas”.
                                                                                                                              Narcís Ribot i Trafí
1) “El diablo sobre ruedas” se publicó en castellano en una recopilación sobre Richard Matheson. El relato principal es el de “El increible hombre menguante” y el que da título al libro. Le siguen “La prueba”, “Mantage”, “El repartidor” y “El diablo sobre ruedas”. Editorial “La Factoría de iIdeas” (2006).
2)- Richard Burton Matheson (USA, 1926- 2013) ya escribía a los ocho años, después de la II Guerra Mundial cursó estudios de periodismo en Missouri y a principios de los cincuenta empieza a ser conocido en el campo de la fantasía, el terror y la Ciencia- Ficción. Entre 1953 y 1954 escribe dos de su más famosas novelas: “El increíble hombre menguante” y “Soy leyenda” y entra en el mundo del cine como guionista, productor e incluso actor. Fue guionista de sus propias novelas: “El increible hombre menguante” (Jack Arnold, 1957) y la primera de las tres versiones de “El último hombre sobre la Tierra”/”Soy leyenda” (co-guionista junto con otros tres). Entre su prolífera y cuantitativa producción será también guionista de la serie de Roger Corman con Vincent Price según relatos de Edgar A. Poe (cuatro de los siete títulos), incluso dos para Hammer- Films dirigido uno por Terence Fisher (“The Devil’s Rides Out”, 1968, según novela de Denis Wheatley). También entró en TV (“Twilight Zone”). Otro título destacado basado en libro suyo con propio guión es “La leyenda de la mansión del infierno” y muchos más. Es uno de los más grandes cultivadores del género. El choque real- fantástico es lo más característico de sus producciones con fricciones, fusiones e inversiones de ambos vectores.
3)- “El diablo sobre ruedas”- “Guías para ver y analizar” nº 51 de Santiago García Ochoa. “Nau Llibres” (Valencia, 2013). Magnífico y completo estudio además de desmenuzar el guión y comentar escena por escena. Imprescindible.



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