miércoles, 4 de octubre de 2017

CATILINA EN LA LITERATURA Y EN LAS ARTES


                    “Quosque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? Quam diu etiam furor iste tuus nos eludet? Quem ad finem sese effrenata lectabit audacia?”  (“Hasta cuando abusarás, Catilina, de nuestra paciencia? ¿Hasta cuando esta locura tuya seguirá riéndose de nosotros? ¿Cuando acabará esta desenfrenada osadía tuya?”) Cicerón, frases iniciales de la I Catilinaria

                          Lucio Sergio Catilina (aprox. 108- 62 a. C.) provenía de una familia patricia. Es recordado por su vida disoluta, el derroche de su fortuna  y su recuperación al hacerse partidario del dictador Lucio Cornelio Sila, época en la que asesinó a su propio hermano. Fue demandado por haberse enriquecido mediante la corrupción en política (algo frecuente hoy en día), especialmente cuando ejercía el cargo de gobernador de África y también acusado de mantener relaciones con una sacerdotisa de Vesta (obligada a mantener la virginidad). Todo ello sirvió para bloquear su candidatura al consulado por parte de Cicerón y sus seguidores. Volvió a probar el acceso al consulado por segunda vez --- ahora apoyado por Craso y César --- y al fracasar de nuevo intentó un golpe de estado cuya primera acción sería asesinar a Cicerón pero este llegó a enterarse y le obligó al exilio declarándole enemigo público. Catilina consiguió formar un ejército --- aliado con los alóbrigos --- para atacar Roma. Los documentos de esta alianza cayeron en manos de Cicerón quien desea condenar a muerte a su enemigo ante la oposición de César que tan solo pide el destierro. Algunos de los seguidores de Catilina son ajusticiados. Él corrupto huye y al llegar la batalla de Pistoia, entre el ejército romano y los golpistas, Catilina es derrotado y muerto.
Ampliamente se describe la conspiración en “La conjura de Catilina” de Cayo Salustio (42-44 a. C.) en donde el escritor critica la sociedad la cual permitió a un ser tan vil como Catilina pudo ascender y convertirse en un peligro para las instituciones romanas. Salustio considera a Catilina como poseedor de una cualidades físicas y mentales formidables pero las usa para satisfacer su egoísmo y avidez de dinero, poder y vicios además de crear entre sus seguidores seres semejantes a él. Entre noviembre y diciembre del 63 a. C. Cicerón leyó en el Senado sus cuatro discursos contra Catilina por su intento de golpe de estado. Son las llamadas “Catilinarias(“In Catilinam”), en donde es señalado como un peligro público y también para las instituciones de la República Romana. Floro (siglo II d. C.) continúa describiendo a un ser depravado y sin escrúpulos mientras Plutarco en su biografía de Cicerón y Dión Casio señalan, incluso, que este individuo había practicado el canibalismo.
Pasando a las artes vemos que en el siglo XVII, en obras teatrales, Catilina es mostrado como un canalla tomando como base la obra de Salustio (de la cual llegaron a imprimirse 282 ediciones dejando aparte las traducciones). El primer drama conservado sobre Catilina es de 1611 escrito por Ben Jonson en donde el protagonista posee unas virtudes (el empuje, la valentía) que le enfrentan a un presuntuoso y soberbio Cicerón. En la obra de Abbé le Chevalier Pellegrin (1742) vuelve a ser un canalla pero Prosper Jolyot de Crébillon (1748) --- compartiendo los mismo puntos, en principio, que Pellegrin incluso en conflictos amorosos --- le justifica un tanto criticando la situación política de su momento mientras François Marie d'Arouet, más conocido por su pseudónimo de Voltaire, presenta en 1752 a un malvado y degenerado Catilina frente a un noble Cicerón.
Una ópera de Antonio Salieri y Giambattista Casti (1792) toca el tema así como un drama de Alejandro Dumas Sr. y Ferdinand Kürberger --- miembro activo en los actos revolucionarios de 1840 --- escribe una obra teatral en 1855 en donde Catilina es presentado como un héroe de la libertad, así como también tiene la simpatía del autor en el psicodrama de Henrik Johan Ibsen en su primera obra (1848-49) aunque la ambición del personaje  roza la locura. Adolfo Bartels señala a Catilina (1905) como héroe nietszchiano ante una Roma corrompida.
En los “Dialogues des morts”, de François de Salignac de la Mothe de Fénelon (1712), sacerdote, después obispo, escritor y poeta al igual que Ewal Christian von Kleist (1759) nuestro protagonista es señalado como paradigma de la excesiva ambición de poder. Johan Christian Friedrich von Schiller habla de Catilina en el prólogo de su “Die Räuber” (1781) comparándolo con el personaje de su obra y señalando que, según la coyuntura política, pueden triunfar rotundamente o llegar al fracaso total. Pasada la Revolución Francesa, Georges- Jacques Danton caracteriza a su rival Maximilien Robespierre como un Catilina que amena la república. Tanto Napoleón I como Napoleón III mostraron sus simpatías por Catilina al producirse su intento de golpe de estado.
Muy escasas representaciones de Catilina en las artes plásticas: Salvator Rosa pintó como Catilina y los suyos prestan juramento a la conspiración (1663) y Jean- François Peyron (1796-98) --- inspirándose en los textos de Cayo Salustio --- pintó esta y varias escenas más.


                                                                                                    Narcís Ribot i Trafí

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