martes, 12 de julio de 2016

ANTONIO Y CLEOPATRA (IV): TRIÁNGULO ANTONIO-CLEOPATRA-CÉSAR EN EL CINE


                                La historia nos dice que Cayo Julio César fue dictador (connotación diferente del término en la actualidad), conquistador, general, gran estratega militar (a diferencia de Alejandro Magno, Aníbal de Cartago o Napoleón Bonaparte su obra perduró varios siglos después de su muerte), político, también escritor y amado por el pueblo... Nació cerca del año 100 a. C. en una familia romana patricia pero arruinada, fue escalando en la política y en el ejército, tuvo sus problemas con el dictador Lucio Cornelio Sila por ser sobrino de su eterno enemigo Cayo Mario, fue condenado a muerte, pena conmutada a cambio del exilio, acabó con unos piratas que le habían raptado y, más tarde, miembro del I Triunviro formado por su amigo y  yerno Cneo Pompeyo y Marco Licinio Craso (el que acabó con la rebelión de Espartaco). Después de la muerte de Craso en Carras (53 a. C.) se enemistó con Pompeyo --- Julia, hija de César y esposa de Pompeyo había fallecido --- comenzando una guerra civil en donde César venció a Pompeyo en Farsalia y otros puntos. En Egipto Pompeyo fue apuñalado y su cabeza presentada a César, cosa que le disgustó. Por cuestiones de estado entró en relación con la reina helena- egipcia Cleopatra VII --- última reina de Egipto y de la dinastía Ptolemaica, llamada también Lágida --- en un país al borde de la guerra civil entre Cleopatra y su hermano Ptolomeo XIII. Fueron amantes, posiblemente César y Cleopatra se enamoraran de verdad pero César fue el dueño de Egipto. Víctima de una conspiración en la cual estaba implicado Marco Junio Bruto (habían voces que le señalaban también como hijo natural), César --- acusado por los implicados de querer instaurar la monarquía --- recibió 23 puñaladas, estaban en el Senado, y cayó a los pies de la estatua de Pompeyo. Año 44 a. C en los famosos “Idus de marzo”, novela histórica de Thornton Wilder (1948) y película escrita, producida y dirigida por George Clooney (2011) se centran en la muerte de César.
Su lugarteniente Marco- Antonio Crético quiso proseguir su obra y se alió con Cayo Octaviano, u Octavio Turino (en un futuro: Octavio César Augusto, primer emperador de Roma), por aquel entonces con 18 años. A pesar de no llevarse bien nunca se convirtieron en yernos al casar Marco- Antonio con Octavia, hermana de Octavio, y junto con Marco Emilio Lépido (jefe de la caballería de César), crearon el II Triunviro. Guerra Civil otra vez: derrotado Lépido, su vida fue perdonada por Octavio, Marco Antonio y Cleopatra se enamoraron y ambos rompieron con el futuro Augusto. Gracias a su fiel general Marco Vipsanio Agripa, Octavio venció en Accio (31 a. C.) y los dos amantes se suicidaron. Empezaba literalmente el principado con Octavio César Augusto como emperador, iniciándose la gran obra administrativa, política y cultural. Gran parte de ello lo debía a su tío abuelo Cayo Julio César.
Podría decirse que el cine nace con Julio César, su obra, sus amores con Cleopatra, su asesinato, amores Marco Antonio- Cleopatra y todos los acontecimientos aquí resumidos. La fuente principal es Plutarco y “La Guerra Civil”/”De Bello Civilis” escrita por el mismo Julio César (también redactó “La Guerra The Bello Gallico”/”La Guerra de las Galias”). Plutarco, a partir de “La vida de César”, escribió “La vida de Bruto”, el ferviente republicano, y “La vida de Antonio”, el cual solo cobra protagonismo después del asesinato de César, cuando el libertino lugarteniente pronuncia el discurso que lanzará al pueblo detrás los asesinos de su jefe para acabar con ellos.
Generalmente el cine toma como punto de partida  lo relatado por William Shakespeare en sus dos obras: “Julio César” y “Antonio y Cleopatra” (esta es prácticamente una continuación de la primera) cuya traducción extrajo de Sir Thomas North, no directamente de Plutarco.
El padre del cine fantástico, el gran Georges Méliès, fue el primero en tocar esta historia en 1899: “Cleopatra” y “La muerte de Julio César”, rodada en 1907, un año después J. Stuart Blackton nos da “Antonhy and Cleopatra” (1908), William V. Ranous filma “Julius Caesar” y Giovanni Pastrone dirige “Giulio Cesare o Brutus” (1909). A partir de este momento el tema será tratado en infinidad de ocasiones, siempre centrándose en los momentos álgidos de esta historia: los amores César- Cleopatra, el asesinato, el final de los conjurados, los amores Antonio- Cleopatra, guerra civil, derrota y suicidio de los dos amantes. Muy pocos (quizás solo citado de paso anécdoticamente) o ninguno ofrecen la reconversión de Roma a cargo del ambicioso y sin escrúpulos Octavio, ahora convertido en Augusto, su cambio de actitud al tomar el poder, como si hubiese transformado su personalidad: ahora era un hombre prudente y tolerante, ahora perdonaba, ahora olvidaba y no persiguió a sus enemigos políticos después de su coronación.
Una curiosa versión es “Giulio Cesare, il conquistatore delle Gallie” (“Julio César, el conquistador de las Galias”), de A. Antonio (1963), protagonizada por Cameron Mitchel y basada en “La Guerra de las Galias”, en donde se nos presenta un César bueno y misericordioso que busca la unidad de la patria y la victoria sobre Vercingetorix (en realidad César en ocasiones actuó noblemente, en otras de forma cruel, justificado por él mismo para evitar males mayores).
La única película en donde se nos muestra su juventud es “Giulio Caesare contro i pirati”, de Sergio Grieco (1962), dentro de un plano totalmente aventurero mientas que en “Cesar and Cleopatre” (“César y Cleopatra”), de Gabriel Pascal (1945) con Claude Rains (César) y Vivian Leigh (Cleopatra) es claramente una comedia basada en la obra teatral de Bernard Shaw. Rodada en Technicolor el film tuvo muchos problemas (final de la II Guerra Mundial, accidente de Vivian Leigh, retrasos, etc.) y fue un fracaso estrepitoso que arruinó a la Rank Organisation pero fue nominada al Oscar de la mejor dirección artística del año. Recuerdo que busqué infructuosamente el libreto de Shaw durante tiempo hasta que finalmente logré fotocopiarlo en castellano a “l'Institut del Teatre” de Barcelona. Ahora guardo estas fotocopias como un tesoro.
Podríamos citar un par de rarezas encarnadas en el más puro “peplum” como aquella dirigida por alguien a quien se le reconocieron los méritos --- tanto popularmente como intelectualmente --- dentro del género, alguien llamado Vittorio Cottafavi quien dirigió “Las legiones de Cleopatra” (1959) y “Una reina para el César” (1962) de Victor Tourjansky y Pier Pierotti en donde el culturista Gordon Scott encarnaba a Julio César, algo inadecuado ya que el conquistador no era  alto y si, delgado y calvo …
La versión más reconocida y admirada es “Julius Caesar” (“Julio César”), de Joseph Leo Mankiewicz (1952), con Marlon Brando (Marco Antonio), James Mason (Bruto), John Gielgud (Casio) y Louis Calhern (Julio César). Auténtico Shakespeare (Mankiewicz era un gran aficionado al dramaturgo inglés), aquí --- siguiendo el libro --- aún no aparece Cleopatra. Se filmó con un presupuesto mínimo y sin creer los directivos de M. G. M. en el éxito del film.
El realizador polaco no pudo conseguir lo mismo con “Cleopatra” (“Cleopatra”), gran superproducción de 20th Fox (1961-63) donde le obligaron a decantarse hacia el gran espectáculo: danzas exóticas, números circenses, colores chillones para mostrar el presupuesto contrastado con las escenas en intimidad (lo deseado por Mankiewicz en su totalidad), aparte de vencer numerosos obstáculos y condicionamientos como la histeria de Elizabeth Taylor (Cleopatra) y la desigualdad del guión basado en relatos de Plutarco, Suetonio y Apiano, el citado relato de Bernard Shaw, en Shakespeare y en el libro de C. M. Franzero, “The life and times of Cleopatra”(apareció en castellano el libro que poseo de una edición de Círculo de Lectores Vergara en 1957, cuatro años antes del rodaje de la película, otro tesoro adquirido de 2ª mano).
También era resultaba difícil superar la excelente --- y no siempre reconocida --- versión de Cecil B DeMille en 1934: “Cleopatra” (“Cleopatra”), con Claudette Colbert como la última reina de Egipto, aunque también adoleciera de magnificados espectáculos  recordables a los del Folies Bergère. “Aquel musical sin partitura...” como señala Luis Cano en su imprescindible estudio sobre “Roma en el cine”.

Muchos detalles, alguna serie televisiva y otros puntos que podríamos dejar para una hipotética futura entrega...

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