domingo, 19 de enero de 2014

CONCIERTOS DE BRANDENBURGO


           Se denomina “Concerto Grosso” al género musical --- su máximo apogeo se sitúa a finales del barroco --- cuya formación orquestal distribuye los músicos en dos grupos: los solistas (o “Concertino”) y el grueso o propiamente “Concerto Grosso” (conocido también como “Ripieno”) los cuales “dialogaban” entre sí.
Los llamados “6 conciertos de Brandenburgo” (BWV 1046 -1051) fueron elaborados con una técnica e inspiración sin igual por el gran Juan Sebanstian Bach (1685 -1750) y redactados en limpio el 24- marzo- 1721 para ser dedicados a Christian Ludwig, margrave de Brandenburg y primo de Federico Guillermo, rey de Prusia. En el manuscrito caligrafiado en francés el autor se refiere a “seis conciertos con muchos instrumentos”. Posiblemente nunca se escucharan en palacio --- no se tenían los instrumentos adecuados para su ejecución --- aunque después fuesen interpretados, de forma precaria en Brandenburg. Incluso en esto Bach  fue un adelantado a su época: parte del instrumental adecuado para musicarlos en su totalidad y perfección se inventarían años después (la primera edición es de 1850).
En teoría Bach les dio forma de “Concerto Grosso” (especialmente los números 2, 4 y 5) pero cada uno tiene forma diferente de desarrollo ya que cada grupo “concertino” está pensado para instrumentos diferentes y, además, actúa a su manera con una originalidad e inventiva nunca repetidas.
Los números 2, 3 y 6 están compuestos en su parte orquestal por coros instrumentales de igual importancia, proyectándose los temas unos a otros en amena conversación y que solo en ocasiones dejan la voz cantante a un instrumento surgente entre ellos. Tiene su origen en la antigua “Canzona” veneciana, con coros instrumentales contrastantes (se denominaron también “Conciertos para orquesta” o “Sinfonías de concierto”). Los números 2, 5 y 5 se caracterizan por el acompañamiento de los instrumentos de cuerda, el “Ripieno”, compitiendo con el “Concertino” que consta de tres o cuatro instrumentos solistas. Excepto el 1º (consta de cuatro tiempos) están elaborados en la forma de tres tiempos/movimientos propios del concierto. El Primer Concierto es el más expresivo y rico, escrito para violín, tres oboes, dos trompas, un fagot y cuerda. Parece como si a la forma normal y tripartita de concierto (Allegro- Adagio- Allegro) quisiera Bach añadirle una suite como coronación que consta de cuatro minuetos y dos tríos simétricamente  dispuestos a una polonesa (algo nunca visto en la música de su tiempo).
El Segundo Concierto, de perfectas proporciones, conferido como paradigma de “Concerto Grosso”, en sus tres tiempos incluye un violín solista, flauta, oboe, trompeta y cuerda además del bajo continuo (como en el anterior). Los tres solistas  crean combinaciones alrededor de un mismo tema mientras el bajo da la pauta rítmica. Tiene un especial atractivo con el instrumental metálico en agudo registro de clarín. A veces la obra adquiere un carácter de concierto para solista junto a la brillantez del tratamiento de trompeta (se exige mucha pericia a los ejecutantes).
Posiblemente el Tercer Concierto sea el más popular. Quizás por ser el 3º de la serie, Bach quiso que todo girase en torno al número 3 en su movimiento inicial: tres grupos de instrumentos que dialogan a tres voces, tres violines, tres violas y tres violoncelos (también, naturalmente, el bajo continuo). Pero lo más original de toda la obra es la vivísima danza popular alemana (ländler) que atraviesa toda la composición.
También es popular el Cuarto Concierto aunque su orquestación sea menos atractiva que la de los anteriores: violín principal --- en ocasiones adquiere un protagonismo especial (como en el movimiento inicial) ---, violoncelo continuo y dos flautas  de eco. El “Presto” final tiene las características de una fuga perfectamente engastada con el resto.
El Quinto Concierto para flauta travesera, violín, viola “en Ripieno”, violoncelo, contrabajo y clavicémbalo. En su segundo tiempo solo participan la flauta, el violín y el clavecín pero este último sigue manteniendo su protagonismo. Es por ello que esta pieza es la más emparentada con los conciertos de clavecín de Bach, manteniendo su primacía sobre el resto de solistas.
El Sexto Concierto no tiene violines y es de sonoridad un tanto aterciopelada. Dos antiguas violas de “Braccio” y dos violas más, estas “de Gamba”, dominan la función sobre el contrabajo, cémbalo y violoncelo. El esquema es parecido al nº 3 pero la simetría no es tan exacta ni brillante por su tono oscuro. Con todo es original, poseyendo además fragmentos de gran belleza.
La más grande variedad, la abundancia de perspectivas, el colorido, etc. hacen de estas obras un auténtico tesoro que forman parte de las cimas más altas conseguidas en la música universal.


                                                   Narcís Ribot i Trafí 

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