Se denomina “Concerto Grosso”
al género musical --- su máximo apogeo se sitúa a finales del barroco --- cuya
formación orquestal distribuye los músicos en dos grupos: los solistas (o “Concertino”)
y el grueso o propiamente “Concerto Grosso” (conocido también como
“Ripieno”) los cuales “dialogaban” entre sí.
Los llamados “6 conciertos de Brandenburgo” (BWV 1046
-1051) fueron elaborados con una técnica e inspiración sin igual por el gran
Juan Sebanstian Bach (1685 -1750) y redactados en limpio el 24- marzo- 1721
para ser dedicados a Christian Ludwig, margrave de Brandenburg y primo de
Federico Guillermo, rey de Prusia. En el manuscrito caligrafiado en francés el
autor se refiere a “seis conciertos con muchos instrumentos”. Posiblemente
nunca se escucharan en palacio --- no se tenían los instrumentos adecuados para
su ejecución --- aunque después fuesen interpretados, de forma precaria en
Brandenburg. Incluso en esto Bach fue un
adelantado a su época: parte del instrumental adecuado para musicarlos en su
totalidad y perfección se inventarían años después (la primera edición es de
1850).
En teoría Bach les dio forma de “Concerto Grosso”
(especialmente los números 2, 4 y 5) pero cada uno tiene forma diferente de desarrollo
ya que cada grupo “concertino” está pensado para instrumentos
diferentes y, además, actúa a su manera con una originalidad e inventiva nunca
repetidas.
Los números 2, 3 y 6 están compuestos en su parte
orquestal por coros instrumentales de igual importancia, proyectándose los
temas unos a otros en amena conversación y que solo en ocasiones dejan la voz
cantante a un instrumento surgente entre ellos. Tiene su origen en la antigua “Canzona”
veneciana, con coros instrumentales contrastantes (se denominaron también “Conciertos
para orquesta” o “Sinfonías de concierto”). Los números
2, 5 y 5 se caracterizan por el acompañamiento de los instrumentos de cuerda,
el “Ripieno”, compitiendo con el “Concertino” que
consta de tres o cuatro instrumentos solistas. Excepto el 1º (consta de cuatro
tiempos) están elaborados en la forma de tres tiempos/movimientos propios del
concierto. El Primer Concierto es el más expresivo y rico, escrito para violín,
tres oboes, dos trompas, un fagot y cuerda. Parece como si a la forma normal y
tripartita de concierto (Allegro- Adagio- Allegro) quisiera Bach añadirle una
suite como coronación que consta de cuatro minuetos y dos tríos
simétricamente dispuestos a una polonesa
(algo nunca visto en la música de su tiempo).
El Segundo Concierto, de perfectas proporciones,
conferido como paradigma de “Concerto Grosso”, en sus tres
tiempos incluye un violín solista, flauta, oboe, trompeta y cuerda además del
bajo continuo (como en el anterior). Los tres solistas crean combinaciones alrededor de un mismo
tema mientras el bajo da la pauta rítmica. Tiene un especial atractivo con el
instrumental metálico en agudo registro de clarín. A veces la obra adquiere un
carácter de concierto para solista junto a la brillantez del tratamiento de trompeta
(se exige mucha pericia a los ejecutantes).
Posiblemente el Tercer Concierto sea el más popular.
Quizás por ser el 3º de la serie, Bach quiso que todo girase en torno al número
3 en su movimiento inicial: tres grupos de instrumentos que dialogan a tres
voces, tres violines, tres violas y tres violoncelos (también, naturalmente, el
bajo continuo). Pero lo más original de toda la obra es la vivísima danza
popular alemana (ländler) que atraviesa toda la composición.
También es popular el Cuarto Concierto aunque su
orquestación sea menos atractiva que la de los anteriores: violín principal ---
en ocasiones adquiere un protagonismo especial (como en el movimiento inicial)
---, violoncelo continuo y dos flautas
de eco. El “Presto” final tiene las características de una
fuga perfectamente engastada con el resto.
El Quinto Concierto para flauta travesera, violín, viola
“en Ripieno”, violoncelo, contrabajo y clavicémbalo. En su
segundo tiempo solo participan la flauta, el violín y el clavecín pero este
último sigue manteniendo su protagonismo. Es por ello que esta pieza es la más
emparentada con los conciertos de clavecín de Bach, manteniendo su primacía
sobre el resto de solistas.
El Sexto Concierto no tiene violines y es de sonoridad un
tanto aterciopelada. Dos antiguas violas de “Braccio” y dos
violas más, estas “de Gamba”, dominan la función sobre el
contrabajo, cémbalo y violoncelo. El esquema es parecido al nº 3 pero la
simetría no es tan exacta ni brillante por su tono oscuro. Con todo es
original, poseyendo además fragmentos de gran belleza.
La más grande variedad, la abundancia de perspectivas, el
colorido, etc. hacen de estas obras un auténtico tesoro que forman parte de las
cimas más altas conseguidas en la música universal.
Narcís Ribot i
Trafí
No hay comentarios:
Publicar un comentario