“Nadie
podrá imaginar nunca el horror de mi trabajo llevado a cabo en secreto,
moviéndome en la húmeda oscuridad de las tumbas”.
(
“Frankenstein”, de Mary Shelley)
En Villa Diodati, residencia suiza de lord
Byron, Mary Wollstonecraft Shelley (amante y después esposa del poeta Percy B.
Shelley) escribió en 1816 la historia de “Frankenstein”, considerada por
muchos como la primera obra de Ciencia- Ficción. En junio de este mismo año un
grupo de amigos pertenecientes al movimiento romántico --- además de Percy y
Mary se encontraban George Gordon, 6º barón de Byron y su médico de cabecera y
amigo John William Polidori --- decidieron escribir, cada uno, un cuento de
terror animados y forzados por la lluvia y el mal tiempo que les retenía en la
mansión. Al volver el buen tiempo Percy y lord Byron desistieron en su empeño
de acabar sus respectivas narraciones, solo Mary y Polidori cumplieron, éste
escribió “El vampiro” (una de las inspiraciones de Bram Stoker para
confeccionar en 1897 su inmortal “Drácula”) y aquella muchacha con
solo 18 años pergeñó “Frankenstein, o el moderno Prometeo”,
una fábula moral en un relato de terror, donde un joven científico crea un ser
artificial con restos de cadáveres para acabar todo en tragedia.
Sobre la reunión de los
intelectuales románticos se ha escrito mucho (1) y también se han realizado
películas como “Ghotic” (“Ghotic”, 1986), de Ken Russell con
su acostumbrada borrachera planificativa, lanzando la cámara en un
delirante/mareante tiovivo repleto de gratuidades, la española “Remando
al viento” (1988), de Gonzalo Suárez, de puesta en escena reposada y,
quizás, un poco lenta y “Haunted Summer” (“Verano atormentado,
1988), de Ivan Passer, que sigue inédita para mi.
La novela de Mary Shelley
es una profunda reflexión moral y ética, muy avanzada en su época. Con
pinceladas nos muestra el hallazgo del profesor pero elimina cualquier
descripción científica del experimento. Él ha descubierto una energía eléctrica
que puede dar vida a un cuerpo debidamente preparado. En la novela hay un
retorno admirativo del pasado: revisión de la mitología griega (no en vano el
relato se subtitula “El moderno Prometeo”), una
valoración de la alquimia (se citan los nombres de Cornelio Agripa, Paracelso y
Alberto Magno) así como la realización de unos ideales “desafiantes de lo
establecido”, aparte de actuar como catalizador del avance de las ciencias y de
los nuevos planteamiento, cosa totalmente alejada de la versión cinematográfica
de James Whale (1931), que quedó como clásica, filmada más de cien años después
del libro.
Nace el cine. Después
del cortometraje de J. Searle Dawley (USA, 1910), “Frankenstein”, “Life
without Soul”, de Josep W. Smiley (USA, 1915), película desaparecida y “Il
mostro di Frankenstein”, mediometraje de Eugenio Testa (Italia, 1920),
también desaparecido llega la versión clásica de James Whale para Universal
(1931), “Frankenstein” (“El Dr. Frankenstein”) cuando la productora de
Carl Laemmle Jr. ha decido introducirse definitivamente en el género fantástico
y de terror (debemos a Universal, entre otras, la magnífica versión muda de
Rupert Julian, protagonizada por Lon Chaney, “El Fantasma de la Ópera”)
--- a poco del nacimiento del cine sonoro --- tras el éxito de “Dracula”
(“Drácula”,
1931), de Tod Browning e interpretado por Bela Lugosi. Se estaba preparando la
adaptación de “Frankenstein” a cargo de Robert Florey con Bela Lugosi como la
criatura, pero endiosado por el éxito de “Drácula”, rechazó el la
interpretación del personaje por no querer servir de percha al maquillaje
además de estar desprovisto de diálogo y Florey perdió la dirección (relación
tensa con Laemmle) aunque dirigiera otros títulos (“Los crímenes de la calle Morgue,
con Lugosi, 1932, según relato de Edgar Allan Poe).
I-
ETAPA: UNIVERSAL
James Whale dio el rol
del monstruo a un amigo suyo que había interpretado papeles secundarios: Boris
Karloff. A partir de ahora será difícil desasociar el nombre de Frankenstein
(la criatura robará el apellido al creador) a Karloff, enfundado con el
incomparable maquillaje de Jack P. Pierce (un ser rectangular y cuadrado en
toda su composición, con dos electrodos en el cuello y rematado con dos enormes
zapatos de plomo que le permiten hacer movimientos de inclinación semejantes a
un tentetieso), genial --- el mejor hallazgo
en caracterizaciones del cine fantástico, sin lugar a dudas --- pero
totalmente alejado de la concepción descrita por Mary Shelley. Universal
realizó ocho films sobre los personajes de la escritora, los tres primeros interpretados
por Karloff, los cinco restantes por Lon Chaney Jr. (famoso por su personaje
que encarnó cinco veces de Larry Talbot, el hombre-lobo), Bela Lugosi (que en
su decadencia aceptó el papel rechazado de antaño) y Glenn Strange en las tres
últimas películas, acentuando la imagen del “robot de carne”, en las antípodas
del ser torturado y, a la vez, reflexivo ideado por Mary Shelley.
James Whale utiliza
ingredientes del Expresionismo Alemán presentando lo real como un saco abierto,
un universo normal donde poco a poco va introduciendo lo “fantástico”,
subrayado enfáticamente por la puesta en escena: lo subversivo forma una
burbuja creando otro nivel, otro estadio; la planificación siempre señalará al
monstruo como amo de su mundo separándole del entorno donde se mueve. No hay un
solo lamento de la criatura por su condición de marginado, como en la novela,
su maldad proviene de un error por parte de Frankenstein al injertarle el
cerebro de un asesino perturbado. Por otra parte el personaje de Henry Frankenstein
(Víctor, en la novela) al trastornar el orden --- momentáneamente --- pasará al
arrepentimiento y como penitencia encabezará el grupo de perseguidores de su
propia obra y nadie le pedirá responsabilidades (heredero de la baronía de los
Frankenstein). Sin dejar de ser una aportación personal con momentos muy bellos
el título está lejos de la pretendida originalidad otorgada (basada
directamente en una obra teatral, no en el relato de Mary Shelley). La escena
(desaprovechada), p. e. donde el monstruo se presenta ante la aterrorizada
Elizabeth y huye después confiere una frialdad y un vacío dentro de la
narración y, sobretodo, la de la niña que el monstruo mata irresponsablemente
(se acaban las flores que lanzan al río y la arroja a ella…), cortando la escena
continuativa donde el engendro se desespera y con las manos en la cabeza huye
lamentándose al comprobar que el cuerpo de la niña se ha hundido… Si no se
hubiera suprimido esta secuencia la película subiría muchos enteros.
Cuatro años después
Whale dará una continuación la cual se erigirá en su obra maestra y en una de
las obras cumbres del “fantastique”, “Bride of Frankenstein” (“La
novia de Frankenstein”, 1935), muy superior a su antecesora, rompiendo
la regla de “Nunca segundas partes fueron buenas”, en este caso fueron
muchísimo mejores. En algunos momentos Whale no prescinde de su método/estilo (formación
del mundo “fantástico” que se introduce en el real, separación de lo normal-
monstruoso) pero en otros aúna los vectores (los más fulgurantes de la cinta)
lo cual hace pensar en el universo de Tod Browning (unión/ fundición real-
fantástico) y consigue una aportación menos maniquea y más abierta a las
necesidades heterogéneas del género fantástico.
Al humanizar al
monstruo- Karloff provocó el desacuerdo de los productores de Universal (por lo
visto muy alejados del “fantastique”, con la el único deseo de ganar dinero) y,
a pesar del éxito artístico y comercial de la película, supuso la marginación
de Whale. Los seis films restantes de Universal fueron concedidos a otros
realizadores para que, a partir del quinto, se mezclara con otros personajes
del terror también en decadencia (2), buscando la espectacularidad que de
rendimiento en taquilla y olvidándose de la reflexión. Con todo se consigue un
lirismo delirante que atrae el aficionado al género aunque resulte sorprendente
la mixtura de personajes tan diferentes entre si (p. e. en el cartel
publicitario de “La mansión de Drácula”, séptima del ciclo, leemos: “Todos
juntos: “El monstruo de Frankenstein”, “El hombre- lobo”, “Drácula”, el doctor
loco, la jorobada….”). Es justo reconocer, sin embargo, “Son
of Frankenstein” (“La sombre de Frankenstein”, 1939),
de Rowland V. Lee, tercer jalón de la serie como una película preciosamente
barroca y más expresionista que nunca. El perfecto contenido del plano hace que
el film de V. Lee, sin igualar la excelsa “La novia de Frankenstein”, supere al
primer film de Whale, siempre sobrevalorado.
Olvidables films de teenagers
, películas sueltas de otras productoras, como el curioso “Frankenstein
1970” (“Frankenstein 1970) realizada por Howard W. Koch en 1958 con el
reclamo de Boris Karloff como último descendiente del “hombre que creó un
monstruo”, llegamos a una modesta productora británica que renovará totalmente
el mito y los dos personajes que lo componen (creador y criatura).
II
ETAPA: HAMMER
El realizador
británico, hasta entonces desconocido, Terence Fisher (1904- 1980), a quien la
productora de James y Michael Carreras, Hammer Films debe prácticamente todo su éxito, volverá paciente
y concienzudamente a las fuentes de la historia
renovándola desde otro punto de vista más material y realista, más
reflexivo e igualmente poético, insinuando además la parte sexual velada en las
versiones de los años 30-40 y centrándose mucho más en el profesor y su
experimento que en el ser creado por él. En su primera confrontación “The
curse of Frankentein” (“La maldición de Frankenstein), producida en
1957 fue el estreno de Hammer en el género de terror y fantasía (el éxito en 1955
de “El
experimento del Dr. Quatermass”, de Valt Guest, pequeño y logrado film
de Ciencia- Ficción, les hizo ver las posibilidades del género fantástico).
Aquí Fisher presenta un byroniano doctor Víctor Frankenstein desde su juventud
(magnífico Peter Cushing, quien repetirá su rol cinco veces más) enfrentado con
una inmovilista sociedad victoriana la cual no ve con buenos ojos los
experimentos del profesor. Si el doctor en la serie Universal (Colin Clive en
las dos primeras cintas) estaba perfectamente integrado en la sociedad, solo
sufriendo la “locura” pasajera a raíz de sus descubrimientos para luego renegar
y perseguir a su creación, al de Hammer le vemos la evolución de su persona a
partir de su infancia: asesinará sin dudarlo para conseguir un cerebro (luego
estropeado por un trozo de cristal lo cual hará de su criatura un ser brutal e
indomable) y hará ejecutar por el monstruo a su criada que le chantajea. La
creación (maquillaje de Phil Leakey), aquí menos importante que el creador
(encarnado por Christopher Lee que un año después interpretaría junto a Peter
Cushing y bajo la dirección de Fisher aquel inimitable “Drácula”, la mejor
versión de la obra de Stoker) está bastante más cerca de la idea de Mary
Shelley que la concepción clásica de Universal pierciana- karloffiana: un
cuerpo creado en base de diferentes cadáveres con señales de cosidos y
operaciones quirúrgicas. El primer Frankenstein en color fue un éxito que
Hammer/Fisher prolongaron con “Revenge of Frankenstein” (1958),
solo vista en España por RTVE. Al igual que Whale, Fisher se superó en su
segunda entrega. Podríamos decir que “Revenge of Frankenstein” es la mejor
versión del mito. Como pasará en otros títulos de Hammer el monstruo ya no
aparece (ha quedado totalmente destruido por el fuego y ácido), el profesor ha
sido condenado a la guillotina por los crímenes cometidos por su criatura y en
un supremo esfuerzo por salvarse soborna al verdugo y a su deforme ayudante
siendo ejecutado en su lugar el sacerdote quien le escuchó su historia en el
capítulo anterior. Frankenstein, con nombre falso, dirige un hospital para
indigentes y continúa experimentando en contra de todos (barriobajeros,
burguesía, los otros médicos por envidia, las autoridades), su nombre inspira
horror. Finalmente al descubrirse su identidad los indigentes le apalearán casi
a muerte pero, siguiendo sus enseñanzas, un alumno trasplantara su cerebro a
otro cuerpo idéntico para después abrir una nueva consulta en Londres. Venganza
y victoria final.
Tras el eslabón de
Freddie Francis, “Evil of Frankenstein” (1964) --- nada desdeñable por cierto
(guión de John Elder, pseudónimo de Anthony Hinds, uno de los propietarios de
Hammer Films) --- que retoma la imaginería de Universal, incluso el monstruo se
parece a Boris Karloff (Kiwi Kingston) y que pudimos ver gracias al Festival de
Sitges, Terence Fisher dará una versión profundamente sexualizada, “Frankenstein
created woman” (1966) con un guión solo parcialmente conseguido de John
Elder, interesante pero inferior a los de Jimmy Sangster, autor de los dos
primeros títulos de la serie. Aquí se trata de la transmigración de almas.
Con “Frankenstein
must be destroyed” (“El cerebro de Frankenstein”, 1969)
es otra obre maestra de Terence Fisher y del género, con un Peter Cushing en
plena forma, dándonos el barón Frankenstein más cínico y cruel (chantajea,
viola, roba, asesina) de toda la serie mientras el realizador daba su canto de
cisne con “Frankenstein and the monster from Hell”, 1973 (en España lo
vimos al reproducirse hace algunos años en soporte DVD, al igual que “Frankenstein
created woman”) donde ya no pudo contar con los habituales
colaboradores (el decorador Bernard Robinson había fallecido en 1970 y el
cámara Arthur Grant en 1972), el público se interesaba por otras variantes del
género, el estilo televisivo había invadido el cine, también Hammer, nuevos
realizadores como Peter Sasdy, Peter Sykes o Robert Young diseñaron productos
lights perdiendo la poesía y el encanto de antaño pese a la rebuscada
perfección formal pero Fisher consiguió un film interesante --- auténtico
reciclaje de sus anteriores trabajos --- aunque no tuvo éxito en taquilla. En
1970 el ex guionista Jimmy Sangster probó suerte como realizador con algunos
films para Hammer. Prácticamente adaptó su propio guión de “Curse
of Frankenstein.” para “Horror of Frankenstein” (“El
horror de Frankenstein”), interesante como humor negro pero sin alcanzar
los niveles conseguidos por Fisher (el profesor fue interpretado por Ralph
Bates, única ocasión donde no era Peter Cushing).
Fuera de Hammer y
Universal se han hecho innumerables versiones más o menos acertadas cuando no
bodrios infames como la parodia “El jovencito Frankenstein”. Veremos
que nos depara el futuro………….
Narcís Ribot i Trafí
1)- Es interesante un
estudio sobre Mary Shelley editado por Alderabán S.A. (1999): “Mary
Shelley, la gestación del mito de Frankenstein”, de Pilar Vega
Rodríguez.
2)- Las ocho películas
de Universal son:
“Frankenstein”
(“El
Dr. Frankenstein”, 1931), “Bride of Frankenstein” (La
novia de Frankenstein”, 1935), ambas de James Whale, “Son
of Frankenstein” (“La sombra de Frankenstein”, 1939),
de Rowland Van Lee (en el pase televisivo de 1971 se tituló literalmente “El hijo de Frankenstein”),
“Ghost
of Frankenstein”, 1942, de Erle C. Kenton (no se estrenó comercialmente
en España, en el citado pase por RTVE se tituló “El fantasma de Frankenstein”),
“Frankenstein
meets the wolfman” (“Frankenstein y el hombre-lobo”,
1943), de Roy William Neill, “House of Frankenstein” (“La
zíngara y los monstruos”, 1944), “House of Dracula” (“La
mansión de Drácula”, 1945), ambas de Erle C. Kenton y la parodia “Abbot
and Costello meet Frankenstein”(“Abbot y Costello contra los fantasmas” 1948), de
Charles T. Barton
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