“He de entregarme a lo que me envuelve, unirme con las nubes y las rocas, para ser el que soy. Necesito la soledad para conversar con la naturaleza”. Caspar David Friedrich, 1821
La primera impresión de su obra es la de la inmensidad de la naturaleza delante de la diminuta presencia humana (incluso hay cuadros donde la naturaleza humana no está presente). Las raíces de su obra paisajística pueden encontrarse en la pintura “vedutista” del siglo XVIII (Canaletto, Belloto, Carlevarija, Guardi, Marieschi, etc.) o de paisano suyos no coetáneos: Durero, entre otros (amantes de pintar paisajes “cósmicos”). En sus obras existían los paisajes denominados “sublimes” (mar, montaña, etc.). Con todo, las pinturas de Friedrich nada tienen del “interés turístico” de sus antecesores. Son paisajes “íntimos” donde se hace presente el estado anímico de los observadores. Contiene siempre dos elementos: 1) la realidad objetiva de la naturaleza y 2) el estado de ánimo del espectador que, a veces, parece duplicarse en otro espectador colocado de espaldas. Los grandiosos paisajes horizontales lejanos y el limitado espacio reservado a las figuras humanas en primer plano hacen referencia a los dos aspectos de la existencia humana: cuerpo y alma, el terrenal y el espiritual; Friedrich fue un pintor- filósofo.
Siempre fue un gran nacionalista alemán, su ferviente patriotismo es punto esencial para analizar sus cuadros: en algunas obras aparecen personajes con el vestido típico alemán (en ocasiones prohibido), p. e. “Dos hombres contemplando la luna” (1819 o 1820) --- que ilustraba el escrito anterior (“Caspar David Friedrich, infinitud y cristianismo”) --- o su otra versión del mismo tema, “Hombre y mujer contemplando la luna” (hacia el 1824), donde muchos opinan que el hombre repetido en ambos cuadros similares (siempre de espaldas) , es el propio Friedrich así como los dos hombres de “Rocas cretáceas en Rügen” (1818), uno de sus trabajos más célebres, --- interpretada por algunos como alegoría del amor --- donde vemos dos hombres y una mujer contemplando el mar desde el acantilado. Unos opinan que los dos hombres son el mismo Friedrich (de joven y de mayor), otros que es el pintor y un hermano mientras que la mujer es la esposa del artista, en aquel tiempo recién casados y también en “El viajero contemplando un mar de nubes” (1817- 1818) se piensa que el hombre de espaldas es el mismo Friedrich o bien un patriota caído caído a la guerra ya que el pintor fue siempre un encarnizado enemigo de la política e ideología de Napoleón Bonaparte (a diferencia de otros intelectuales y artistas ), quien había invadido gran parte de Europa.
Principalmente, como hemos visto, siempre fue paisajista; su técnica, de acuerdo con la escuela romántica alemana, fue detallista y cuidadosa, la elaboración de la obra, de estilo tradicional, a diferencia de los románticos franceses (técnica más esbozada, pincelada más suelta y libre). Sus obras no pretenden ser reportajes sobre la naturaleza sino una emoción metafísica inaprensible donde frecuentemente el primer plano y el fondo son separados por un inmenso abismo mientras el todo de la obra es eminentemente romántica: noches, agrestes montañas, paisajes a la luz de la luna, mar de hielo, paisaje helado, iglesias, ruinas, cementerios, crucifijos…..Los cuadros son de una minuciosa composición de diversos elementos pero a diferencia de sus antecesores paisajistas se inspiró en los panoramas reales que conoció (algunos casi o nada conocidos): Rügen, Bohemia, Nuevo Brandeburgo, Grifswald, localizaciones de Riesengerbirge o del Hartz. De esta forma aunque se dejara llevar por influencias de pintores antiguos (lógico, todos lo han hecho) que admiraba, logró una obra totalmente original, coherente con su forma de ser, pensar y actuar. Según él la obra siempre debe rotar entre las dos creaciones de Dios: los seres humanos y la naturaleza, potenciando sus sentimientos en ambas. Los cuadros de Friedrich responden a una construcción geométrica rígida con líneas verticales y horizontales en contraste, al autor no le interesan los paisajes para crear una impresión naturalista sino paisajes para el estado de ánimo. Una pintura debía cumplir una impresión anímica para cumplir (según palabras del propio autor) las exigencias de una verdadera obra de arte. Un cuadro que reproduce rigurosamente una naturaleza puede ser bello, pero no afecta realmente al espectador. Otra característica –- nos dice Javier Arnaldo --- “el espacio próximo y extrañado en muchos de sus cuadros tiene su fundamento en esa simplicidad compositiva en superficie y el fuerte contraste entre términos próximos- lejanos. Su inconfundible sintaxis, consigue conducir la mirada a una proyección ilimitada en profundidad, sin prestar una concatenación regular al ritmo de compensación de las dimensiones en escorzo” (&),”…. suponiendo con ello supone una ruptura absoluta con la perspectiva centralizada para la organización del espacio en profundidad”……
Narcís Ribot i Trafí
(&)- “CASPAR DAVID FRIEDRICH” – “Colección “El arte y sus creadores”, nº 33- Historia-16. (1993). El profesor Javier Arnaldo da una serie de interesantes ideas sobre el artista, especialmente técnicas que son de muy agradecer.
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