lunes, 1 de abril de 2019

EL MARAVILLOSO MUNDO DE RAY HARRYHAUSEN (y II)



 En 1940  Ray Harryhausen compró su primera cámara de 16 mm. (antes había experimentado con cámaras de amigos) con la intención de realizar un film documental, “Evolución”, para comercializar en colegios e institutos pero desistió al visionar “Fantasía” de Walt Disney, quien, según el propio Harryhausen, “ya lo había dicho todo y muy bien”. La técnica usada, como sabemos, fue el Stop Motion que consistía básicamente en crear la ilusión de realidad a partir de muñecos articulados de no más de 60 cm. de altura, retratándolos  en una posición estática que era variada sólo unos milímetros en cada fotograma. Se consigue un cuadro distinto por cada actividad y para cada una de las figuras intervinientes en la escena; cuando estas imágenes sucesivas son proyectadas en una pantalla a velocidad normal las figuras adquieren vida. Después se coordinan los movimientos con la acción real mediante los llamados “travelling mate” o con transparencias (1).
  Después de “El gran gorila” (1949) Ray Harryhausen se enfrenta en solitario  por  primera vez profesionalmente con un largometraje donde nacería el Dynamation. La base siempre es la Stop Motion, la animación fotograma a fotograma, usada ya por su gran maestro Willis O’Brien y por los grandes pioneros de la cinematografía (Méliès, Chomón, Stuart Blackton). La película en cuestión fue “Beast from 20000 Fathoms” (“El monstruo de tiempos remotos”, 1953), de Eugene Lourie (2). El Dynamation es, sencillamente, aplicar el método de enmascaramiento (matte shot) dentro del Stop Motion. El film de Lourie --- continuamos en blanco/negro --- implanta el esquema habitual de este tipo de films, con ligeras variaciones, sobre una criatura  prehistórica hibernada en un lugar remoto (en este caso, el Polo Norte), una explosión nuclear de prueba le despierta y por mar va camino de New York sembrando desolación  a su paso (hunde barcos, emerge en las costas) y llega a la gran ciudad aterrorizando a la población (un miedo añadido es que el redosaurio exhala un gas venenoso) para ser finalmente abatido en un parque de atracciones gracias a un isótopo radioactivo. La técnica de Dynamation (algunos la llaman Dynarama, más bien en blanco-negro) está bien explicada en el libro de la Xunta de Galicia (además de recordar las localizaciones de los rodajes, un volumen indispensable para el aficionado a la animación y a la obra de Harryhausen), citado en el anterior escrito. Resumiendo es así:
I)-- Se rueda primero en escenarios reales, aquí una calle de New York—
II)-- Se coloca la figura de la criatura sobre una pequeña plataforma, en este caso la representación de la calle de la ciudad antes rodada. Detrás, sobre una pantalla se proyecta la imagen filmada. La cámara frontal debe de estar colocada de manera que la plataforma se acople  con la calle real del fondo y así, por perspectiva, parece que el “redosaurio” esté allí. Por último, delante de la cámara se ubica una plancha de cristal donde se realizará el enmascaramiento. Tenemos ya el segundo paso--
III)-- Mediante el cristal oscurecido se bloquean los elementos en primer término, aquí algún edificio detrás del que debe aparecer el animal. Por el visor de la cámara se ve el edificio ennegrecido  y detrás el fondo rodado y el dinosaurio. Se rueda paso a paso la figura mientras la proyección en la pantalla trasera se mueve también fotograma a fotograma, o sea mover con escasa variación el muñeco articulado y se filma un fotograma; se avanza en la proyección trasera otro fotograma y se mueve ligeramente el muñeco, y de nuevo se rueda otro más, hasta completar un plano--
IV)-- El siguiente paso consiste en quitar la figura animada y el cristal pintado de oscuro reemplazándolo por otro. Se rebobina la película en la cámara y en el proyector, comenzando de nuevo el 2º paso. Ahora en el cristal se pinta de negro toda la superficie menos lo bloqueado en negro en el punto anterior  y se rueda fotograma a fotograma sobre el mismo negativo, de forma que la parte oscurecida precedentemente que quedó virgen, retiene ahora la imagen captada—
De esta manera, después de ambas filmaciones, en el mismo negativo quedan grabadas las dos tomas que --- tras el revelado --- ofrecerán en la imagen final a la criatura apareciendo detrás del edificio, creando así un efecto realista.
Un verdadero paso evolutivo en el sistema de Stop Motion. Anteriormente se hubieran necesitado varios maquetistas para construir una calle en miniatura donde se tenía que filmar con el muñeco animado. Con ello, Harryhausen ahorraba dinero y tiempo. En determinados planos si tenía que componer maquetas, pero tan solo de aquellos edificios u objetos que la criatura fuese a golpear, tocar o destruir (en algunos casos  utilizaba fotografías recortadas y ampliadas de edificios reales). Con la colaboración de William Cook, técnico en maquetas y pirotecnia, Harryhausen ejecutó unos efectos, en parte aún en experimentación, con una suma de sólo 15.000 $ sobre los 210.000 $, coste total de la película. Comprada y distribuida por Warner Bros, el film recaudó 5 millones de dólares en 1953. Éxito técnico y comercial. El mismo año conoció al productor Charles H. Schneer con quién formará sociedad para el resto de su carrera con las dos excepciones de “The Animal World” (1955) y “Hace un millón de años” (1966). Antes de trabajar juntos, Harryhausen realizó uno de sus cortometrajes de animación basados en fábulas populares, en este caso “The story of King Midas”.
El primer trabajo del tándem Schneer (producción)- Harryhausen (efectos especiales) fue “It came from Beneath the Sea” (1955) que no se estrenó comercialmente en España (al irse editando la totalidad de la obra harryhausiana, primero en Vídeo, después en DVD, apareció con el título de “Surgió del fondo del Mar”), dirigida por Robert Gordon, con guión de George Worthing Yates. Se repite el esquema fijo ya usado en “El monstruo de tiempos remotos”: allí era un animal prehistórico no existente en la realidad (redosaurio), aquí es un pulpo de colosales dimensiones responsable de aterrorizar las costas del Pacífico; tanto uno como  otro reviven por una explosión atómica de prueba (el reptil prehistórico es despertado de su hibernación en el Polo Norte, el pulpo gigante es afectado por una descarga nuclear en la fosa de Mindanao que derrumba una pared natural poniéndolo en contacto con el mundo exterior aparte de cargar al animal con radioactividad); desapariciones misteriosas de barcos y fugaces ataques en las costas que siembran el pánico, autoridades que, en principio, no creen en el monstruo; científico que investiga; su asistenta enamorada del militar responsable de la investigación, sea de infantería (“El monstruo de tiempos remotos”) o capitán de submarino (“It came from Beneath the Sea”), interpretado por Kenneth Tobey, quien tenía un rol secundario en el film de Lourie; las escenas intermedias que refuerzan la  terrible amenaza (el dinosaurio derrumbando un solitario faro que ha confundido con una hembra de su especie, base del cuento de Ray Bradbury inspirador del guión - barco arrastrado al fondo por el terrible pulpo); el redosaurio asola New York antes de ser abatido por un arma atómica, el pulpo aterroriza San Francisco, hundiendo incluso el famoso Golden Gate Bridge, hasta finalmente ser destruido por un torpedo atómico.
Harryhausen animó seis en lugar de los ocho tentáculos del pulpo (falta de tiempo y escaso presupuesto). El film fue un nuevo éxito técnico y rindió muy bien en taquilla pese a la convencionalidad previsible y rutinaria de las escenas entre los humanos.
El mismo año volvió a trabajar con Willis O’Brien, animando dinosaurios en un capítulo del documental “The Animal World” (finalmente lo conseguí en DVD), del productor- realizador Irwin Allen, el cual produjo aquellas inolvidables series de SF para TV de los años 60, como “El túnel del tiempo”, Viaje al fondo del mar” y “Perdidos en el espacio”).
Dos  peculiaridades muy interesantes tenía el siguiente film, “Earth vs. The Flying Saucers” (“La Tierra contra los platillos volantes”, 1956), de Fred F. Sears: I) la animación esta vez no era de animales prehistóricos o gigantescos sinó de platillos voladores usados por alienígenas invasores (resuelto con ingeniosidad y eficacia, especialmente las escenas finales donde uno de los platillos se estrella contra la torre del Capitolio, en Washington). Pese a ser un remedo de la famosa “War of the Worlds” (“La guerra de los mundos”, 1953), de Byron Haskin, además de las limitaciones de Fred F. Sears la función es agradable gracias a la labor de Harryhausen y II) al trabajo de los reputados guionistas, Curt Siodmack (escribió la historia para el cine) y (3) George Worthing Yates (la convirtió en guión, ayudado por Raymond T. Marcus).
La siguiente película trata de un ser proveniente de Venus que se va agigantando en el transcurso de la acción: “20 Milions miles to Earth” (estrenada en Video y después DVD en nuestro país con el literal título de “A 20 millones de millas de la Tierra”, 1957), de Nathan Juran en su primer encuentro con Harryhausen. La criatura en cuestión, es el Ymir, dinosaurio antropomorfo venusiano, una de las más entrañables de Ray: una nave espacial (sin supervivientes a causa de la radioactividad incontrolada) transporta un enorme huevo recogido en Venus de donde nacerá el Ymir, en principio inofensivo y más bien herbívoro. La nave se estrella en las costas de Sicilia y el extraño ser será capturado por un feriante. De sus escasos centímetros de altura pasará a tener la de un ser humano, escapando de su jaula, acosado por las fuerzas del orden huirá, dará muerte a un granjero y a su perro para ser de nuevo apresado y llevado al zoo de Roma. Un accidente le dará la libertad para, tras terrible lucha, matar a un elefante (en algunos planos se utilizó un proboscidio auténtico, en otros es un muñeco animado de Harryhausen), aterrorizar la capital italiana, matar a varios soldados y, finalmente ser abatido en el Coliseo por un bazooka, cayendo desde lo alto. Como se ve es el esquema fijo de King- Kong con lógicas variantes (cfr. los exteriores rodados en Italia). El Ymir inspirará/recordará otros personajes harryhausianos como los cíclopes de “Simbad y la princesa” o el troglodita de “Simbad y el ojo del tigre” y, respecto a sus facciones, al Kraken de “Furia de titanes”. Es un film interesante, con escaso presupuesto pero se puede ver con agrado.
Llegamos a 1958, Harryhausen ha trabajado en films de SF, ahora se interesa por el llamado cine maravilloso, cine de mitologías o mezcla de ellas. Schneer produce la fantasía oriental “The 7th Voyage of Simbad” (“Simbad y la Princesa”). El film lo dirige Nathan Juran, honesto artesano que con “Simbad y la Princesa” logra la película de su vida (mismo caso que Henry Levin con “Viaje al centro de la Tierra”, 1959). Basado en el famoso personaje de las “1000 y una noches”, el imaginativo y bien dosificado guión de Kenneth Kolb, según una idea de Harryhausen, las entrañables figuras de nuestro hombre en su primer trabajo en color (Dynamation en pura esencia) hacen del film de Juran una auténtica obra maestra. Parte de la película se rodó en puntos de la geografía española: Alhambra de Granada, Madrid y Costa Brava (se reconoce la playa de La Conca, cerca de S’Agaro, a unos 4 km de donde vivía un servidor en su infancia). También se crea un esquema fijo en esta aportación que servirá para los dos siguientes Simbad de Harryhausen- Schneer, además de “Jason y los Argonautas” o “Furia de Titanes”: viaje a un lugar remoto para cumplir un objetivo, un brujo dominante de las artes negras (en el último Simbad será una bruja) que realizará toda clase de encantamientos en contra de nuestros protagonistas, criaturas imposibles y maravillosas, emocionantes aventuras y triunfo final del bien sobre el mal.
En esta ocasión Harryhausen usó planos filmados en pantalla azul (blue screen) lo cual le permitía situar actores de carne y hueso delante de sus creaciones cosa imposible con los primeros matte shots en Dynamation. Se rodaba primero el fondo real, luego el actor con una pantalla azul y finalmente el muñeco sobre un soporte similar al suelo real y después de pasar por el laboratorio se veía al actor corriendo delante de la criatura.
Aquí Harryhausen anima a una mujer- serpiente que danza (en realidad una  impertinente y gruñona camarera convertida en reptil momentáneamente por el brujo en una exhibición); la princesa disminuida en tamaño; la búsqueda del pájaro Roc bicéfalo (se parte de la mitología pero la bicefalia es totalmente nacida de la imaginación harryhausiana) cuya cáscara de huevo es el ingrediente para devolver el tamaño natural a la princesa Parisa, la novia de Simbad; los gigantescos cíclopes con cuerno y patas de cabra (en realidad aparecen tres, sensiblemente diferentes si nos fijamos); el dragón de iconografía convencional, para impedir que entren los cíclopes en la gruta que sirve de acceso al castillo del brujo y, como guinda del pastel, la famosa, cronometrada y musicalizada lucha de Simbad contra un esqueleto que el brujo da vida (los cruces de espadas sostenidas musicalmente por los xilófonos del gran Bernard Hermann son apasionantes). Contribuye al éxito la fotografía en technicolor de Wilkie Cooper: mares azul turquesa- verde esmeralda, colores terrosos de rocas y tierras, cuevas oscuras,  poco y tenebrosamente iluminadas, pavorosos abismos, el colorido rojo como símbolo de violencia y peligro venideros….dan un encanto naïf jamás visto. Como datos anecdóticos digamos que el realizador español Eugenio Martín actuó como ayudante de dirección, colaborando también conocidos técnicos nacionales como Gil Parrondo, Fernando González y el maquetista Emilio Ruíz y que apareció una colección de cromos deliciosamente diseñados sobre la película...
El siguiente título se filmó en los mismos emplazamientos del film anterior: “The 3 Worlds of Gulliver” (“Los viajes de Gulliver”, 1960). La chata realización de Jack Sher esquiva las aristas de trasfondo presente en el relato de Jonathan Swift, ilustrando unas divertidas aventuras ya sea en el país de los enanos (Liliput) o en el de los gigantes (Brobdingnag) gracias al trabajo de Harryhausen que en esta ocasión no anima seres imaginarios, solo una ardilla y un cocodrilo, gigantescos en proporción a Samuel Gulliver (interpretado por Kerwin Mathews, el Simbad del film anterior, actor que entendía muy bien las ideas de Harryhausen y se adaptaba perfectamente frente a sus creaciones). Gil Parrondo repitió su dirección artística y Francisco Prosper el hacedor de maquetas y componentes de atrezzo gigantes (a recordar la secuencia del  gigantesco tablero de ajedrez por donde deambula Gulliver).
Mismas localizaciones para el siguiente rodaje: “Mysterious Island” (“La Isla Misteriosa”, 1961), de Cy Enfield, basado en la conocida obra homónima de Julio Verne. La ambientación de la isla está muy bien conseguida en decorados y pinturas sobre cristal --- matthe paintings --- nítidos y formidables y las criaturas de Harryhausen, una vez más, constituyen lo mejor del film: el Phororhacos, ave prehistórica que recuerda un gigantesco gallo, el cangrejo, las abejas y el cefalópodo gigantes (no presentes en la obra literaria) debido a los experimentos del capitán Nemo (destacable la interpretación de Herbert Lom como Nemo, que en nada desmerece a la  clásica de James Mason, superviviente del apocalíptico final de “20.000 leguas de viaje submarino”, que con el  sumergible de su invención Nautilus, averiado, ha ido a parar a esta isla desierta y experimenta el gigantismo con animales para erradicar el hambre del mundo).
El cangrejo (ataca a los protagonistas, pero estos logran arrojarlo a un géiser para después servirles de alimento) se compró en un mercado, fue vaciado y le encajaron un esqueleto articulado construido por el padre de Harryhausen  (era ingeniero y, al igual que su esposa, siempre ayudaron en todos los sentidos a su hijo en su vocación artística), mientras Francisco Prosper elaboraba unas pinzas gigantes; las abejas eran de tela, una se posa en una roca en miniatura para crear el efecto realista y el cefalópodo llamado Nautilus (como la nave de Nemo) --- cuerpo y tentáculos semejantes a los del pulpo en una cáscara de caracol (impresionante la lucha de los buceadores con el gigantesco molusco en las sumergidas ruinas de la Atlántida).
La Isla Misteriosa es un agradable ejercicio de fantasía, para adultos y pequeños (siempre que he podido he proyectado la película en diversos cine-fórum y en colegios donde el film servía de apoyo para trabajos y estudios sobre Julio Verne).
El siguiente film es su primera mirada a la mitología greco- romana, “Jason and the Argonauts” (“Jason y los Argonautas”, 1963), sencillamente una película magistral. La realización de un Don Chaffey inspirado se compenetra maravillosamente con la labor de Harryhausen. Los invitados a esta fiesta son: la Hydra (dragón de  7 cabezas), las dos arpías --- cada una de distinto color --- que martirizan a un pobre ciego impidiéndole comer (cosa que finalmente logrará al reducir Jason a los engendros) --- si Harryhausen resolvió con holgura las escenas marítimas (“Surgió del fondo del Mar”, “La Isla Misteriosa”) también lo hace con las aéreas (los futuros pterodontes de “Hace un millón de años” o “El Valle de Gwangi”), aquí con las arpías volantes --- la gigantesca estatua metálica de Talos que cobra vida (inspirada en la de “El coloso de Rodas”) y la lucha de Jason y sus amigos contra siete esqueletos vivientes --- mismo truco de Simbad y la Princesa pero multiplicando las dificultades por siete --- cuya secuencia está rodada con 13 o 14 imágenes por día, por tanto el trabajo duró casi cinco meses. En esta escena los actores tenían los movimientos coreografiados con perfecto ajuste con los esqueletos animados. Resultado: una de las mejores y más admiradas escenas de animación de nuestro hombre. La película fue filmada en las costas italianas
First Menn in the Moon” (“La gran sorpresa”, 1964) es el retorno de Schneer- Harryhausen a la SF (Ciencia- Ficción), adaptando una novela de H. G. Wells, “El primer hombre en la luna” y rodada íntegramente en Gran Bretaña. La dirección recayó de nuevo en Nathan Juran, aquí algo abúlico (lejos de su correcta realización de “A 200 Millones de Millas de la Tierra” y a mucha distancia de su maravillosa “Simbad y la princesa”) y cansino, parcialmente compensado por la ambientación (algunos pasajes y subterráneos lunares) y animación (Harryhausen da vida a los selenitas de aspecto de insecto).
Llega el 2º ejercicio fuera de la producción de Schneer (después del documental “The Animal World”): “One Millions Years B.C. (“Hace un millón de años”, 1966) con la  cual la compañía británica Hammer- Films (4) iniciaba su serie de films prehistóricos. En realidad son historias anacrónicas ya que el ser humano jamás convivió con los dinosaurios pero se ve con agrado gracias, una vez más, a los efectos de Harryhausen.  La dirección corre a cargo de Don Chaffey, el cual ilustra ajustadamente lo pedido. En esta ocasión el rodaje tuvo lugar en las Islas Canarias, especialmente Lanzarote. Nuestro hombre anima un brontosaurio (visto tan solo unos cuantos segundos y de lejos), el ataque de un alosaurio cerca de las cuevas donde vive una de las tribus, el feroz combate entre un ceratosaurus y un triceratops, el vuelo del pteranodon capturando a Loana, (Raquel Welch), la terrible lucha aérea entre el pteranodon y el ramphorynchus, además del archelon (tortuga gigantesca de finales del Cretácico), una araña descomunal (solo unos segundos de aparición) y una iguana real aumentada. La película triunfó no solamente por la siempre habilidosa técnica de animación, también lo hizo por la belleza física de la debutante Raquel Welch que --- como ha sucedido en otras ocasiones --- se puso de moda durante algún tiempo.
De nuevo con Schneer, Harryhausen vuelve a los dinosaurios con “Valley of Gwangi” (“El Valle de Gwangi”, 1969), de Jim O’Connolly. Es una mezcla de aventuras, western y fantasía rodada en Almería y Cuenca. Los protagonistas son miembros de un circo (principios del siglo XX) que descubren un valle perdido en el desierto de México, aislado del exterior por una entrada natural. Allí serán atacados  por un pteranodon y verán a un alosaurio (el llamado Gwangi) devorando a un ornithomimus, la posterior lucha de Gwangi con un styracosaurio (parecido al triceratops que Harryhausen no quiso repetir de su anterior film), la captura del alosaurio mediante lazos, como los vaqueros con las reses, imposible de realizar por la fuerza del animal (aunque se desprenden rocas de la cueva de entrada sobre Gwangi y al dejarlo sin sentido favorece la acción de los humanos de llevarse y exhibir a la fiera prehistórica), su posterior huída de la plaza de toros, la lucha contra un elefante de circo hasta su destrucción final dentro de la catedral (con la cola derriba unos lampadarios y se propaga el fuego por los cortinajes). La portentosa animación hace avanzar la correcta y, a veces, lenta realización de O’Conolly lo cual hace visionar con interés este film cuya idea estaba en la mente de Willis O’Brien años antes (falleció en 1962). Harryhausen quiso que viera luz como homenaje a su mentor.
Entramos en la década de los 70 con el retorno a su querido personaje: “The Golden Voyage of Simbad” (“El viaje fantástico de Simbad”, 1973), otro recital de maravillosas aventuras. La realización de Gordon Hessler no resulta tan poética como la de Juran (“Simbad y la Princesa”) o Chaffey (“Jason y los Argonautas”) en sus respectivas obras maestras pero es más sólida y eficaz que las de Sher, O’Connolly, Wanamaker o del Juran de “La gran sorpresa”. Los efectos de Ray Harryhausen son de lo más alto de su fructífera obra, acoplados perfectamente: el pequeño homúnculo volador (espía del brujo Koura), el mascarón de proa que adquiere vida por cuenta del hechicero para robar la carta de navegación, la estatua de la diosa Kali animada por el brujo que danza y con sus seis brazos empuña sendas espadas contra Simbad y sus amigos con la perfecta armonía de sus movimientos (para mí el culmen de la animación de Harryhausen ex-aequo a los siete esqueletos de “Jason y los argonautas”); el gigantesco centauro- cíclope (mezcla de personajes de la mitología, idea totalmente harryhausiana), representante de las fuerzas del mal como el griffon (otro ser mitológico con cabeza y alas de águila y cuerpo de león) lo es de las fuerzas del bien (el combate entre ambos fue de lo más difícil para la animación de Harryhausen). Rodada en Mallorca y en diversos puntos de Andalucía, el nuevo Simbad era John Phillip Law y el nuevo brujo, Koura, estaba interpretado por Tom Baker, substituto del Sokurah (Torin Tatcher) de “Simbad y la Princesa”.
Es inferior la realización del ex-actor Sam Wanamaker para el tercer Simbad que vino a continuación: “Simbad and the eye of the tiger” (“Simbad y el ojo del tigre”, 1976), empezada a filmar en Andalucía y acabada en Malta. Es una puesta en escena sin inflexiones, atonal y grisácea pero podemos visionar con gusto el álbum de sorpresas que nos tiene preparado nuestro hombre: el Minaton (estatua del minotauro, con una especie de reloj por corazón que cobra vida gracias a las malas artes de la bruja Zenobia), el Walrus (especie de morsa gigante del Polo Norte), los espectros que atacan a Simbad en el campamento (recuerdan en mucho a los esqueletos de “Jason y los Argonautas”), el gigantesco troglodita con cuerno y piel granulosa, inspirado en los cíclopes del primer Simbad, el tigre “dientes de sable” y el príncipe Kassim convertido en mandril. Este tercer Simbad es Patrick Wayne, correcto en su interpretación aunque no nos haga olvidar a los dos anteriores. Habrá también la escena típica de combate entre criaturas fantásticas: el dragón de Sokurah vs. El cíclope (“Simbad y la Princesa”), el centauro-cíclope vs. El griffon (El viaje fantástico de Simbad) y el troglodita contra el Smilodon o “Tigre de dientes de sable”, mientras el vencedor morirá poco después; el dragón mata al cíclope pero recibe una flecha gigantesca, cayendo muerto sobre Sokurah y aplastándolo (“Simbad y la Princesa”), el centauro- cíclope, ayudado por Koura, vence al griffon pero luego es lanceado y apuñalado por Simbad y sus marinos (“El viaje fantástico de Simbad”) y el Smilodon degolla al troglodita y poco después es alcanzado por una estalagmita desprendida que acaba con su vida,  en realidad es el espíritu de Zenobia que se había introducido dentro del animal  (“Simbad y el ojo del tigre”).
El relativo fracaso comercial --- que no técnico, ni tampoco artístico --- de su última película, “Clash of the titans” (“Furia de titanes, 1980”) dictaminó, desgraciadamente, la jubilación anticipada de Ray Harryhausen y su sistema de animación. La causa no fue la morosa e insegura puesta en escena de Desmond Davis; otras veces el trabajo de Harryhausen ha salvado el interés por la función (5), pero eran otros tiempos y aparecieron otros sistemas puestos de moda y respaldados por presupuestos millonarios (aunque “Furia de titanes”  contó con el apoyo económico de MGM y un presupuesto más holgado, 16 millones de $, más elevado que la suma total de las otras películas Schneer- Harryhausen). Como en “Jason y los argonautas” volvemos a la mitología griega: Zeus/Júpiter (Lawrence Olivier), Afrodita/Venus (Ursula Andrews) y otros juegan una vez más al ajedrez con personas humanas. El film se rodó en diversas localidades de España, Italia, Grecia, Sicilia, Turquía y Malta. Se reproduce la historia de Perseo y la medusa (que recuerda la mujer- serpiente del primer Simbad), el Cancerbero, aquí perro gigantesco de dos cabezas, Kraken, el monstruo submarino, Calibos (basado en los mitológicos faunos, a veces muñeco animado, a veces actor maquillado), Pegasus (el caballo volador) y el búho metálico (guiño a “La Guerra de las galaxias”). Nuestro hombre salió por la puerta grande, él y su sistema serán recordados siempre por los aficionados. Su trabajo fue substituido por la informática y ordenadores cada vez más sofisticados pero los Lucas, Spielberg, Cameron y demás epígonos --- poseen unos méritos que no niego --- los cuales con su técnica y sus millones nunca podrán igualar la maravillosa y entrañable poesía de Ray Harryhausen (6).

                                                       
                                                                            Narcís Ribot i Trafí


1)- El sistema de Harryhausen está explicado en el libro de Adolfo Blanco Lucas, “Cinesaurios”, editado por Royal Books (Barcelona, 1993) que recomiendo, no porqué el autor, amigo mío, a quien envié material y escritos, me nombre como uno de los más grandes expertos de Harryhausen en España  --- modestia aparte --- sino por los acertados comentarios y la completa filmografía sobre dinosaurios en el cine.
2)- Eugene Lourie escribió el guión y dirigió “Behemoth, the Sea Monster” (“The Giant Behemoth”, titulo en Estados Unidos, en España llegó en DVD como “El monstruo submarino”) con Willis O’Brien en coral con otros técnicos y muy bajo presupuesto, con algún momento interesante pero sin alcanzar el impacto de “El monstruo de tiempos remotos”. Lourie realizará una tercera aproximación dinosaúrica en 1960: “Gorgo” (“Gorgo”), centrándose – sin abandonar el esquema prefijado ---en el instinto maternal de los dinosaurios pero sin Harryhausen ni O'Brien sino con un hombre disfrazado como en la filmografía japonesa de los Godzilla, Gappa y compañía.
3)- Curtis Siodmak era guionista y argumentista de reconocido nombre, además de autor de novelas (en su país, Alemania, de donde huyó a causa de la subida al poder del nazismo), además de realizador ocasional. Su más famoso relato es “El cerebro de Donovan”, realizándose varias versiones cinematográficas y su guión más recordado, por iniciar una serie, es la historia del pobre Lawrence Talbot, interpretado por Lon Chaney Jr., un hombre bueno que por desgracia queda marcado por el estigma de la licantropía: “El hombre-lobo”. Curt Siodmak (a quien conocí en el Festival de Sitges de 1987) era hermano del director Robert Siodmak, famoso por sus películas de cine negro. George Worthington Yates era otro gran guionista, husmeador de ideas y momentos acertados en el campo de la SF y fantasía. A él se deben argumentos como “Them” (“La humanidad en peligro”), 1954), de Gordon Douglas, absoluta obra maestra (hormigas gigantes a causa de la radiación atómica), “It came from Beneath the Sea”, de Robert Gordon y efectos de Harryhausen, cambiando las hormigas por el pulpo, o “La conquista del espacio” (1955), de Byron Haskin.
4)- Hammer Films, modesta productora británica, fue fundada por los hermanos Enrique y James Carreras y William Hinds en 1935. En los 50, después del éxito de “El experimento del Dr. Quatermass”, de Valt Guest (1955) decidieron hacer un revival de los mitos del cine de terror. Consiguieron las versiones más hermosas y románticas cuando contaron con el realizador Terence Fisher.
 5)- En “Furia de titanes” Harryhausen tomó como ayudante a Jim Danforth, gran técnico en Stop Motion, responsable, entre otras, de la animación de “Cuando los dinosaurios dominaban la Tierra”, segunda vuelta de Hammer sobre la prehistoria después del éxito de “Hace un millón de años”. Lástima que su prometedora labor no tuviera continuidad.
6)- Dos libros muy recomendables en lengua castellana:
---”RAY HARRYHAUSEN, CREADOR DE MONSTRUOS”. Maia Ediciones (colaboran Xunta de Galicia, Ayuntamiento de La Coruña y Fundación Luis Seone), varios autores (2009)---
--- “RAY HARRYHAUSEN, EL MAGO DEL STOP MOTION”. Calamar Ediciones, de Carlos Díaz Maroto (2010).



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