jueves, 4 de mayo de 2017

OPERA ITALIANA: ROSSINI


                              Injustamente considerado, durante mucho tiempo, como simple compositor de ópera buffa (en el original italiano) con música fácil y rimbombante, se reconocieron finalmente sus auténticos méritos y ahora, generalmente, goza de un prestigio y una fama merecidas. Aparte de ello fue un gran gourmet, fiel a la buena mesa: diversos artículos alimenticios, entre los cuales recordamos por la propaganda los famosos “Canelones Rossini” o el “Foie Gras·Rossini” llevan su nombre en homenaje.
Gioacchino Antonio Rossini (1792-1868) --- nacido de padre músico y madre cantante, desde pequeño con gran interés por la música --- está muy por encima de estas superficiales consideraciones. Superficialidad es una fuerza, con frecuencia, proliferante en el estado español que no destaca precisamente --- hablo en comparación con otros países --- en el interés hacia la música clásica Aquella concejal, cfr. --- de”cultura” y de un partido autodenominado “progresista” --- de mi localidad la cual manifestó su patética ignorancia sobre el arte y su historia diciendo que “La música clásica es elitista” mientras fomentaba espectáculos pretendidamente populistas, en realidad ridículos y grotescos, para ganar votos, claro.
Rossini tiene, efectivamente, óperas bufas (cómicas) pero también serias y de gran calidad junto con obras alejadas del campo de la ópera: diversas sonatas, “Misa de Gloria”, “Pequeña Misa Solemne” o su famoso “Stabat Mater” En todos los géneros cultivados por él demostró ser un gran compositor. Excepción en lo anteriormente dicho de un país en donde un partido de fútbol incluso suspende la vida cotidiana: ha de reconocerse a Barcelona como una de las ciudades que más ha hecho para rehabilitarlo (también a Wagner). María Callas y Teresa Berganza contribuyeron al “Renacimiento Rossini” ya que antes de estas dos eminentes intérpretes se habían dado, salvo alguna excepción, pésimas representaciones y, además, el no tomarse al autor en serio por parte de pseudo divas y empresarios poco escrupulosos solo pensantes en los beneficios de taquilla.
Rossini amalgama inteligentemente la música del Rococó y del Clasicismo con un enfoque de su época con lo cual prepara los más deliciosos y equilibrados objetivos del Primer Romanticismo. Humaniza y hace más racional la ópera seria a la que aparta de su postura inmobilista durante tantos años, estatificada como un pesado “corpus” sin vías creativas; de la misma manera y siguiendo los pasos de los notables Domenico Cimarosa, Giovanni Battista Pergolesi y, principalmente, del gran Wolfgang Amadeus Mozart, ofreciendo las líneas definitorias de la ópera bufa (surgida en Italia a principios del siglo XVIII  gracias a Pergolesi y Alessandro Scarlatti y, como su nombre indica, proviene de la comedia italiana siendo, en principio, mucho menos elaborada la “buffa” que la seria). En sus obras están presentes la jovialidad, la alegría, la vida, la frescura … Está provisto de una técnica perfecta y posee el instinto teatral, una prodigiosa imaginación musical, por igual en el campo de la rítmica como en el de la melodía y su obra sigue viva gracias al ser refractario a los excesos en los cuales cayeron otros cuando en su tiempo se le atacó por ello.
Unicamente cuando se conoce más la obra de Rossini (óperas serias) se entiende la totalidad de su importancia  negada durante tanto tiempo. Unas transformaciones que suavemente configuran la ópera italiana sin las cuales hubieran impedido o dificultado en mucho la eclosión de los posteriores Vicenzo Bellini y Gaetano Donizetti. Lo más positivo en la música rossiniana es la proliferación, la espontaneidad y la prodigalidad de las cuales brotan música e imágenes de su pródiga imaginación. Es la cima más alta del belcantismo italiano, mucho más que Bellini o Donizetti, sus acompañamientos musicales frecuentemente son más ricos que los pertenecientes a los dos músicos citados antes o que los de Giuseppe Verdi y, no obstante,  más utilizar más su facultad para reforzar armonías y ritmos fuertes, cambiantes y apabullantes; en contra, Rossini tuvo siempre el inconveniente de enfrentarse a libretos frecuentemente pobres, construidos en pocos días y en ocasiones con poco o nada de ingenio (en comparación, p. e., de los diáfanos y elaborados libretos puestos a disposición de Verdi). En 1810 debutó en Venecia con una ópera breve (una farsa corta): “La Cambiale di Matrimonio” aunque antes había compuesto pequeñas piezas orquestales y una ópera con libreto de mediocre calidad (“Demetrio y Polibio”). Estando  de moda este tipo de farsas no es extraño que la carrera de Rossini fuera meteórica: “L'Inganno Felice”, La Scala di Seria” y una gran ópera bufa: “L'Italiana in Algiere”, además de la seria “Tancredi”, así como “Ciro in Babilonia”, para citar solo unas pocas de su etapa inicial.
Creado ya el molde de la “buffa” se prolongan las formas (a la vez que aparecían imitaciones entre las cuales destacaban algunas de Donizetti) como “Il Turco in Italia” y las famosas “La Cenerentola” (“La Cenicienta”), según libreto de J. Ferretti basado en el cuento de Charles Perrault e “Il Barbieri  di Siviglia” (“El barbero de Sevilla”). Acercándose al estilo francés compone “Le Comte d'Ory” y a partir de 1815 pasa a Nápoles bajo contrato. Allí creará un envidiable elenco de óperas serias: “Elizabeth, Regina d'Inghilterra”, “La Gazza Ladra” (semiseria), “Mose” y la formidable “La Dona dil Lago”, eminentemente romántica.  Más adelante elaborará obras sin la necesaria reflexión con libretos insuficientes o mediocres “Maometto II” o “Matilde di Shabran” para finalmente dar una pieza incomprendida en su estreno: “Semiramide”, basado en un tema de la Antigüedad extraída de una tragedia de Voltaire con libreto de Gaetano Rossi. Entre remodelaciones de antiguas óperas suyas y encargos escribió en 1829 “Guillaume Tell” (“Guillermo Tell”), ejemplo de gran ópera de moda en París a partir de entonces. Con una bellísima partitura romántica  (destacan las arias de los protagonistas) es un ejercicio bastante largo: cuatro actos según libreto de Étienne de Jouy e Hipolyte Bis sobre el drama de Friedrich Schiller. Después del éxito total de “Guillermo Tell” Rossini desapareció inexplicablemente de la escena a sus 37 años (posiblemente los factores fueron mala salud y/o situación económica buena) para volver a acabar su “Stabat Mater”, obra sublime de la música religiosa.

Actualmente  sus restos reposan en la Basílica de la Santa Cruz de Florencia junto con otros persoanjes célebres como Miguel Angel, Nicolás Maquiavelo o Galileo Galilei...

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