miércoles, 26 de octubre de 2016

MAHLER: MÚSICA ETERNA (II)


                                        GUSTAV MAHLER (1860- 1911) ha sido el compositor más marcado por la música del siglo XIX y del XX, su inspiración es fundamentalmente romántica por su imaginación y musicalmente audaz  y atrevida por su mezcla de ideas poéticas, metafísicas y religiosas (Bruno Walter) coexistentes en su ideario musical mientras que su construcción arquitectónica es de formación clásica, especialmente en su última etapa.
Su idea de estructura global en elaborar sus distintas partes sigue el esquema de Beethoven y también hay la calidad espontánea propias de un Schubert o de un Bruckner. De este último comparte los desarrollos inmensos, la devoción por la música y obra total de Richard Wagner --- a pesar de la diferencia generacional, Bruckner (1824- 1896) y Mahler llegaron a conocerse --- y el joven aprendiz Mahler, en su adolescencia, admiraba ya al viejo profesor Bruckner sin más relación (se duda si Bruckner fue profesor suyo, como se ha dicho en alguna ocasión). También sigue  al francés Héctor Berlioz el cual le influye más en el sentido expresivo por su lenguaje musical arriesgado que a muchos les resulta extraño y no lo entendieron.
Siendo sus padres judíos (nació en Kaliste, Bohemia, perteneciente a la antigua República Checa y fallecido en Viena) su música fue prohibida en Alemania --- al igual que la de Mendelsshon --- en cuanto subió al poder el nefasto nazismo. Eso quizá contribuyó a que su obra retrasara en el justo conocimiento a los aficionados y profesionales de la música (*).
Mahler era consciente de de sus grandes virtudes musicales y sabía que en un futuro serían apreciadas aunque lo fueran muchos años después de su muerte. Su frase “Mi tiempo llegará” es lógica y exacta a pesar de que fuera extravagante e inaccesible para muchos críticos y aficionados.. Cincuenta años después de su fallecimiento, directores de orquesta como Leonard Bernstein , Otto Klemperer, Bruno Walter o Rafael Kubelik, compositores como Shostakokovich, Britten o Schoemberg exhumaron su obra, la interpretaron y la dieron a conocer demostrando, una vez más, la relatividad de los juicios estéticos de los “santones oficiales” de una sociedad en donde los genios no son entendidos (al menos al momento) y, en muchas ocasiones, reconocidos.
Mahler tuvo que luchar con el handicap de ser director de orquesta, director de la Ópera de Viena y compositor, tratando de convencer a sus contemporáneos que un aspecto no excluye al otro y siempre devino un compositor de ”verano” o sea que creaba sus obras durante sus vacaciones por lo cual nuestro hombre no fue un autor prolífico: diversas obras de juventud, la mayoría extraviadas, cinco ciclos de “lieder”, alguna cantata, alguna “canción sinfónica” y sus diez sinfonías, la última inacabada. Una sana obsesión suya fue la síntesis entre “lieder” y sinfonías, algo difícil, al menos en apariencia. En realidad Mahler fue siempre un compositor extenso, nunca amorfo, un creador romántico convencido (“Das Klagende Lied” y “Canciones de un compañero errante” lo certifican) con una mezcla de elementos románticos y clásicos en su posterior evolución. Desde pequeño tuvo una vida no muy feliz y nada fácil. De su esposa Alma Marie Schindler (Alma Mahler) tuvo dos hijas que fallecieron en su infancia (les dedicó el ciclo de “lieder” “Canción para los niños muertos”). Sus últimas palabras fueron “¡Mozart!”...
                                                                                              Narcís Ribot i Trafí


(*). Es obvio que los gobiernos totalitarios prohiben el arte que pueda molestarles o al artista que piensa diferente pero ello también funciona (de manera más escondida) en las democracias. Si no enaltece la ideología de su partido ya no vale y por tanto no se apoya, demostrando, además muchos de ellos, el desinterés total y la más pura ignorancia sobre el arte y la cultura. Recuerdo en una ocasión una concejal de “cultura” dijo que “La música clásica es elitista y por tanto iba a suprimir la subvención a quienes se esforzaban en programar conciertos” (una pequeña subvención que siempre se ha dado). Al final no lo hizo y ya está, afortunadamente, fuera del gobierno del Ayuntamiento. En su mandato intensificó las “fiestas” y “festejos populistas”, algunos de dudoso gusto y otros lamentables, siempre con la marca de su intervención. La música clásica puede o no puede gustar pero la señora ignoraba que es la madre de toda la “música”. Otra gansada comparable a la realizada a nivel nacional por quien (es) quería (n) cambiar el idioma (cfr. “Miembros y Miembras”).

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