En 1940 Ray Harryhausen compró
su primera cámara de 16 mm. (antes había experimentado con cámaras de amigos)
con la intención de realizar un film documental, “Evolución”,
para comercializar en colegios e institutos pero desistió al visionar “Fantasía”
de Walt Disney, quien, según el propio Harryhausen, “ya lo había dicho todo y
muy bien”. La técnica usada, como sabemos, fue el Stop Motion que
consistía básicamente en crear la ilusión de realidad a partir de muñecos
articulados de no más de 60 cm. de altura, retratándolos en una posición
estática que era variada sólo unos milímetros en cada fotograma. Se consigue un
cuadro distinto por cada actividad y para cada una de las figuras
intervinientes en la escena; cuando estas imágenes sucesivas son proyectadas en
una pantalla a velocidad normal las figuras adquieren vida. Después se
coordinan los movimientos con la acción real mediante los llamados “travelling
mate” o con transparencias (1).
Después de “El gran
gorila” (1949) Ray Harryhausen se enfrenta en solitario por
primera vez profesionalmente con un largometraje donde nacería el
Dynamation. La base siempre es la Stop Motion, la animación fotograma a
fotograma, usada ya por su gran maestro Willis O’Brien y por los grandes
pioneros de la cinematografía (Méliès, Chomón, Stuart Blackton). La película en
cuestión fue “Beast from 20000 Fathoms” (“El monstruo de
tiempos remotos”, 1953), de Eugene Lourie (2). El Dynamation es,
sencillamente, aplicar el método de enmascaramiento (matte shot)
dentro del Stop Motion. El film de Lourie --- continuamos en
blanco/negro --- implanta el esquema habitual de este tipo de films, con
ligeras variaciones, sobre una criatura prehistórica hibernada en un
lugar remoto (en este caso, el Polo Norte), una explosión nuclear de prueba le
despierta y por mar va camino de New York sembrando desolación a su paso
(hunde barcos, emerge en las costas) y llega a la gran ciudad aterrorizando a
la población (un miedo añadido es que el redosaurio exhala un gas venenoso)
para ser finalmente abatido en un parque de atracciones gracias a un isótopo
radioactivo. La técnica de Dynamation (algunos la llaman Dynarama, más bien en
blanco-negro) está bien explicada en el libro de la Xunta de Galicia (además de
recordar las localizaciones de los rodajes, un volumen indispensable para el
aficionado a la animación y a la obra de Harryhausen), citado en el anterior
escrito. Resumiendo es así:
I)-- Se rueda primero en escenarios
reales, aquí una calle de New York—
II)-- Se coloca la figura de la
criatura sobre una pequeña plataforma, en este caso la representación de la
calle de la ciudad antes rodada. Detrás, sobre una pantalla se proyecta la
imagen filmada. La cámara frontal debe de estar colocada de manera que la
plataforma se acople con la calle real del fondo y así, por perspectiva,
parece que el “redosaurio” esté allí. Por último, delante de la cámara se ubica
una plancha de cristal donde se realizará el enmascaramiento. Tenemos ya el
segundo paso--
III)-- Mediante el cristal
oscurecido se bloquean los elementos en primer término, aquí algún edificio
detrás del que debe aparecer el animal. Por el visor de la cámara se ve el
edificio ennegrecido y detrás el fondo rodado y el dinosaurio. Se rueda
paso a paso la figura mientras la proyección en la pantalla trasera se mueve
también fotograma a fotograma, o sea mover con escasa variación el muñeco
articulado y se filma un fotograma; se avanza en la proyección trasera otro
fotograma y se mueve ligeramente el muñeco, y de nuevo se rueda otro más, hasta
completar un plano--
IV)-- El siguiente paso consiste en
quitar la figura animada y el cristal pintado de oscuro reemplazándolo por
otro. Se rebobina la película en la cámara y en el proyector, comenzando de nuevo
el 2º paso. Ahora en el cristal se pinta de negro toda la superficie menos lo
bloqueado en negro en el punto anterior y se rueda fotograma a fotograma
sobre el mismo negativo, de forma que la parte oscurecida precedentemente que
quedó virgen, retiene ahora la imagen captada—
De esta manera, después de ambas
filmaciones, en el mismo negativo quedan grabadas las dos tomas que --- tras el
revelado --- ofrecerán en la imagen final a la criatura apareciendo detrás del
edificio, creando así un efecto realista.
Un verdadero paso evolutivo en el
sistema de Stop Motion. Anteriormente se hubieran necesitado varios maquetistas
para construir una calle en miniatura donde se tenía que filmar con el muñeco
animado. Con ello, Harryhausen ahorraba dinero y tiempo. En determinados planos
si tenía que componer maquetas, pero tan solo de aquellos edificios u objetos
que la criatura fuese a golpear, tocar o destruir (en algunos casos
utilizaba fotografías recortadas y ampliadas de edificios reales). Con la
colaboración de William Cook, técnico en maquetas y pirotecnia, Harryhausen
ejecutó unos efectos, en parte aún en experimentación, con una suma de sólo
15.000 $ sobre los 210.000 $, coste total de la película. Comprada y
distribuida por Warner Bros, el film recaudó 5 millones de dólares en 1953.
Éxito técnico y comercial. El mismo año conoció al productor Charles H. Schneer
con quién formará sociedad para el resto de su carrera con las dos excepciones
de “The Animal World” (1955) y “Hace un millón de años”
(1966). Antes de trabajar juntos, Harryhausen realizó uno de sus cortometrajes
de animación basados en fábulas populares, en este caso “The story of
King Midas”.
El primer trabajo del tándem Schneer
(producción)- Harryhausen (efectos especiales) fue “It came from Beneath the
Sea” (1955) que no se estrenó comercialmente en España (al irse
editando la totalidad de la obra harryhausiana, primero en Vídeo, después en
DVD, apareció con el título de “Surgió del fondo del Mar”),
dirigida por Robert Gordon, con guión de George Worthing Yates. Se repite el
esquema fijo ya usado en “El monstruo de tiempos remotos”: allí
era un animal prehistórico no existente en la realidad (redosaurio), aquí es un
pulpo de colosales dimensiones responsable de aterrorizar las costas del
Pacífico; tanto uno como otro reviven por una explosión atómica de prueba
(el reptil prehistórico es despertado de su hibernación en el Polo Norte, el
pulpo gigante es afectado por una descarga nuclear en la fosa de Mindanao que
derrumba una pared natural poniéndolo en contacto con el mundo exterior aparte
de cargar al animal con radioactividad); desapariciones misteriosas de barcos y
fugaces ataques en las costas que siembran el pánico, autoridades que, en
principio, no creen en el monstruo; científico que investiga; su asistenta
enamorada del militar responsable de la investigación, sea de infantería (“El
monstruo de tiempos remotos”) o capitán de submarino (“It came
from Beneath the Sea”), interpretado por Kenneth Tobey, quien tenía un
rol secundario en el film de Lourie; las escenas intermedias que refuerzan
la terrible amenaza (el dinosaurio derrumbando un solitario faro que ha
confundido con una hembra de su especie, base del cuento de Ray Bradbury
inspirador del guión - barco arrastrado al fondo por el terrible pulpo); el
redosaurio asola New York antes de ser abatido por un arma atómica, el pulpo
aterroriza San Francisco, hundiendo incluso el famoso Golden Gate Bridge, hasta
finalmente ser destruido por un torpedo atómico.
Harryhausen animó seis en lugar de
los ocho tentáculos del pulpo (falta de tiempo y escaso presupuesto). El film
fue un nuevo éxito técnico y rindió muy bien en taquilla pese a la
convencionalidad previsible y rutinaria de las escenas entre los humanos.
El mismo año volvió a trabajar con
Willis O’Brien, animando dinosaurios en un capítulo del documental “The
Animal World” (finalmente lo conseguí en DVD), del productor-
realizador Irwin Allen, el cual produjo aquellas inolvidables series de SF para
TV de los años 60, como “El túnel del tiempo”, Viaje al
fondo del mar” y “Perdidos en el espacio”).
Dos peculiaridades muy
interesantes tenía el siguiente film, “Earth vs. The Flying Saucers”
(“La Tierra contra los platillos volantes”, 1956), de Fred F.
Sears: I) la animación esta vez no era de animales prehistóricos o gigantescos
sinó de platillos voladores usados por alienígenas invasores (resuelto con
ingeniosidad y eficacia, especialmente las escenas finales donde uno de los
platillos se estrella contra la torre del Capitolio, en Washington). Pese a ser
un remedo de la famosa “War of the Worlds” (“La guerra de
los mundos”, 1953), de Byron Haskin, además de las limitaciones de Fred
F. Sears la función es agradable gracias a la labor de Harryhausen y II) al
trabajo de los reputados guionistas, Curt Siodmack (escribió la historia para
el cine) y (3) George Worthing Yates (la convirtió en guión, ayudado por
Raymond T. Marcus).
La siguiente película trata de un
ser proveniente de Venus que se va agigantando en el transcurso de la acción: “20
Milions miles to Earth” (estrenada en Video y después DVD en nuestro
país con el literal título de “A 20 millones de millas de la Tierra”,
1957), de Nathan Juran en su primer encuentro con Harryhausen. La criatura en
cuestión, es el Ymir, dinosaurio antropomorfo venusiano, una de las más
entrañables de Ray: una nave espacial (sin supervivientes a causa de la
radioactividad incontrolada) transporta un enorme huevo recogido en Venus de
donde nacerá el Ymir, en principio inofensivo y más bien herbívoro. La nave se
estrella en las costas de Sicilia y el extraño ser será capturado por un
feriante. De sus escasos centímetros de altura pasará a tener la de un ser
humano, escapando de su jaula, acosado por las fuerzas del orden huirá, dará
muerte a un granjero y a su perro para ser de nuevo apresado y llevado al zoo
de Roma. Un accidente le dará la libertad para, tras terrible lucha, matar a un
elefante (en algunos planos se utilizó un proboscidio auténtico, en otros es un
muñeco animado de Harryhausen), aterrorizar la capital italiana, matar a varios
soldados y, finalmente ser abatido en el Coliseo por un bazooka, cayendo desde
lo alto. Como se ve es el esquema fijo de King- Kong con lógicas variantes
(cfr. los exteriores rodados en Italia). El Ymir inspirará/recordará otros personajes
harryhausianos como los cíclopes de “Simbad y la princesa” o el
troglodita de “Simbad y el ojo del tigre” y, respecto a sus
facciones, al Kraken de “Furia de titanes”. Es un film
interesante, con escaso presupuesto pero se puede ver con agrado.
Llegamos a 1958, Harryhausen ha
trabajado en films de SF, ahora se interesa por el llamado cine maravilloso,
cine de mitologías o mezcla de ellas. Schneer produce la fantasía oriental “The
7th Voyage of Simbad” (“Simbad y la Princesa”). El film
lo dirige Nathan Juran, honesto artesano que con “Simbad y la Princesa”
logra la película de su vida (mismo caso que Henry Levin con “Viaje al
centro de la Tierra”, 1959). Basado en el famoso personaje de las “1000
y una noches”, el imaginativo y bien dosificado guión de Kenneth Kolb,
según una idea de Harryhausen, las entrañables figuras de nuestro hombre en su
primer trabajo en color (Dynamation en pura esencia) hacen del film de Juran
una auténtica obra maestra. Parte de la película se rodó en puntos de la
geografía española: Alhambra de Granada, Madrid y Costa Brava (se reconoce la
playa de La Conca, cerca de S’Agaro, a unos 4 km de donde vivía un servidor en
su infancia). También se crea un esquema fijo en esta aportación que servirá
para los dos siguientes Simbad de Harryhausen- Schneer, además de “Jason
y los Argonautas” o “Furia de Titanes”: viaje a un lugar
remoto para cumplir un objetivo, un brujo dominante de las artes negras (en el
último Simbad será una bruja) que realizará toda clase de encantamientos en
contra de nuestros protagonistas, criaturas imposibles y maravillosas,
emocionantes aventuras y triunfo final del bien sobre el mal.
En esta ocasión Harryhausen usó
planos filmados en pantalla azul (blue screen) lo cual le permitía situar
actores de carne y hueso delante de sus creaciones cosa imposible con los
primeros matte shots en Dynamation. Se rodaba primero el fondo real, luego el
actor con una pantalla azul y finalmente el muñeco sobre un soporte similar al
suelo real y después de pasar por el laboratorio se veía al actor corriendo
delante de la criatura.
Aquí Harryhausen anima a una mujer-
serpiente que danza (en realidad una impertinente y gruñona camarera
convertida en reptil momentáneamente por el brujo en una exhibición); la
princesa disminuida en tamaño; la búsqueda del pájaro Roc bicéfalo (se parte de
la mitología pero la bicefalia es totalmente nacida de la imaginación
harryhausiana) cuya cáscara de huevo es el ingrediente para devolver el tamaño
natural a la princesa Parisa, la novia de Simbad; los gigantescos cíclopes con
cuerno y patas de cabra (en realidad aparecen tres, sensiblemente diferentes si
nos fijamos); el dragón de iconografía convencional, para impedir que entren
los cíclopes en la gruta que sirve de acceso al castillo del brujo y, como
guinda del pastel, la famosa, cronometrada y musicalizada lucha de Simbad
contra un esqueleto que el brujo da vida (los cruces de espadas sostenidas
musicalmente por los xilófonos del gran Bernard Hermann son apasionantes).
Contribuye al éxito la fotografía en technicolor de Wilkie Cooper: mares azul
turquesa- verde esmeralda, colores terrosos de rocas y tierras, cuevas
oscuras, poco y tenebrosamente iluminadas, pavorosos abismos, el colorido
rojo como símbolo de violencia y peligro venideros….dan un encanto naïf jamás
visto. Como datos anecdóticos digamos que el realizador español Eugenio Martín
actuó como ayudante de dirección, colaborando también conocidos técnicos
nacionales como Gil Parrondo, Fernando González y el maquetista Emilio Ruíz y
que apareció una colección de cromos deliciosamente diseñados sobre la
película...
El siguiente título se filmó en los
mismos emplazamientos del film anterior: “The 3 Worlds of Gulliver”
(“Los viajes de Gulliver”, 1960). La chata realización de Jack
Sher esquiva las aristas de trasfondo presente en el relato de Jonathan Swift,
ilustrando unas divertidas aventuras ya sea en el país de los enanos (Liliput)
o en el de los gigantes (Brobdingnag) gracias al trabajo de Harryhausen que en
esta ocasión no anima seres imaginarios, solo una ardilla y un cocodrilo,
gigantescos en proporción a Samuel Gulliver (interpretado por Kerwin Mathews,
el Simbad del film anterior, actor que entendía muy bien las ideas de
Harryhausen y se adaptaba perfectamente frente a sus creaciones). Gil Parrondo
repitió su dirección artística y Francisco Prosper el hacedor de maquetas y
componentes de atrezzo gigantes (a recordar la secuencia del gigantesco
tablero de ajedrez por donde deambula Gulliver).
Mismas localizaciones para el
siguiente rodaje: “Mysterious Island” (“La Isla Misteriosa”,
1961), de Cy Enfield, basado en la conocida obra homónima de Julio Verne. La
ambientación de la isla está muy bien conseguida en decorados y pinturas sobre
cristal --- matthe paintings --- nítidos y formidables y las
criaturas de Harryhausen, una vez más, constituyen lo mejor del film: el
Phororhacos, ave prehistórica que recuerda un gigantesco gallo, el cangrejo,
las abejas y el cefalópodo gigantes (no presentes en la obra literaria) debido
a los experimentos del capitán Nemo (destacable la interpretación de Herbert
Lom como Nemo, que en nada desmerece a la clásica de James Mason,
superviviente del apocalíptico final de “20.000 leguas de viaje
submarino”, que con el sumergible de su invención Nautilus,
averiado, ha ido a parar a esta isla desierta y experimenta el gigantismo con
animales para erradicar el hambre del mundo).
El cangrejo (ataca a los
protagonistas, pero estos logran arrojarlo a un géiser para después servirles
de alimento) se compró en un mercado, fue vaciado y le encajaron un esqueleto
articulado construido por el padre de Harryhausen (era ingeniero y, al
igual que su esposa, siempre ayudaron en todos los sentidos a su hijo en su
vocación artística), mientras Francisco Prosper elaboraba unas pinzas gigantes;
las abejas eran de tela, una se posa en una roca en miniatura para crear el
efecto realista y el cefalópodo llamado Nautilus (como la nave de Nemo) ---
cuerpo y tentáculos semejantes a los del pulpo en una cáscara de caracol
(impresionante la lucha de los buceadores con el gigantesco molusco en las
sumergidas ruinas de la Atlántida).
La Isla Misteriosa es un agradable
ejercicio de fantasía, para adultos y pequeños (siempre que he podido he
proyectado la película en diversos cine-fórum y en colegios donde el film
servía de apoyo para trabajos y estudios sobre Julio Verne).
El siguiente film es su primera
mirada a la mitología greco- romana, “Jason and the Argonauts” (“Jason
y los Argonautas”, 1963), sencillamente una película magistral. La
realización de un Don Chaffey inspirado se compenetra maravillosamente con la
labor de Harryhausen. Los invitados a esta fiesta son: la Hydra (dragón de
7 cabezas), las dos arpías --- cada una de distinto color --- que
martirizan a un pobre ciego impidiéndole comer (cosa que finalmente logrará al
reducir Jason a los engendros) --- si Harryhausen resolvió con holgura las
escenas marítimas (“Surgió del fondo del Mar”, “La Isla
Misteriosa”) también lo hace con las aéreas (los futuros pterodontes de
“Hace un millón de años” o “El Valle de Gwangi”),
aquí con las arpías volantes --- la gigantesca estatua metálica de Talos que
cobra vida (inspirada en la de “El coloso de Rodas”) y la lucha
de Jason y sus amigos contra siete esqueletos vivientes --- mismo truco de
Simbad y la Princesa pero multiplicando las dificultades por siete --- cuya
secuencia está rodada con 13 o 14 imágenes por día, por tanto el trabajo duró
casi cinco meses. En esta escena los actores tenían los movimientos
coreografiados con perfecto ajuste con los esqueletos animados. Resultado: una
de las mejores y más admiradas escenas de animación de nuestro hombre. La
película fue filmada en las costas italianas
“First Menn in the Moon”
(“La gran sorpresa”, 1964) es el retorno de Schneer- Harryhausen
a la SF (Ciencia- Ficción), adaptando una novela de H. G. Wells, “El
primer hombre en la luna” y rodada íntegramente en Gran Bretaña. La
dirección recayó de nuevo en Nathan Juran, aquí algo abúlico (lejos de su
correcta realización de “A 200 Millones de Millas de la Tierra” y a mucha
distancia de su maravillosa “Simbad y la princesa”) y cansino, parcialmente
compensado por la ambientación (algunos pasajes y subterráneos lunares) y
animación (Harryhausen da vida a los selenitas de aspecto de insecto).
Llega el 2º ejercicio fuera de la
producción de Schneer (después del documental “The Animal World”):
“One Millions Years B.C. (“Hace un millón de años”,
1966) con la cual la compañía británica
Hammer- Films (4) iniciaba su serie de films prehistóricos. En realidad son historias
anacrónicas ya que el ser humano jamás convivió con los dinosaurios pero se ve
con agrado gracias, una vez más, a los efectos de Harryhausen. La
dirección corre a cargo de Don Chaffey, el cual ilustra ajustadamente lo
pedido. En esta ocasión el rodaje tuvo lugar en las Islas Canarias,
especialmente Lanzarote. Nuestro hombre anima un brontosaurio (visto tan solo
unos cuantos segundos y de lejos), el ataque de un alosaurio cerca de las
cuevas donde vive una de las tribus, el feroz combate entre un ceratosaurus y
un triceratops, el vuelo del pteranodon capturando a Loana, (Raquel Welch), la
terrible lucha aérea entre el pteranodon y el ramphorynchus, además del
archelon (tortuga gigantesca de finales del Cretácico), una araña descomunal
(solo unos segundos de aparición) y una iguana real aumentada. La película
triunfó no solamente por la siempre habilidosa técnica de animación, también lo
hizo por la belleza física de la debutante Raquel Welch que --- como ha
sucedido en otras ocasiones --- se puso de moda durante algún tiempo.
De nuevo con Schneer, Harryhausen
vuelve a los dinosaurios con “Valley of Gwangi” (“El Valle
de Gwangi”, 1969), de Jim O’Connolly. Es una mezcla de aventuras,
western y fantasía rodada en Almería y Cuenca. Los protagonistas son miembros
de un circo (principios del siglo XX) que descubren un valle perdido en el
desierto de México, aislado del exterior por una entrada natural. Allí serán
atacados por un pteranodon y verán a un alosaurio (el llamado Gwangi)
devorando a un ornithomimus, la posterior lucha de Gwangi con un styracosaurio
(parecido al triceratops que Harryhausen no quiso repetir de su anterior film),
la captura del alosaurio mediante lazos, como los vaqueros con las reses,
imposible de realizar por la fuerza del animal (aunque se desprenden rocas de
la cueva de entrada sobre Gwangi y al dejarlo sin sentido favorece la acción de
los humanos de llevarse y exhibir a la fiera prehistórica), su posterior huída
de la plaza de toros, la lucha contra un elefante de circo hasta su destrucción
final dentro de la catedral (con la cola derriba unos lampadarios y se propaga
el fuego por los cortinajes). La portentosa animación hace avanzar la correcta
y, a veces, lenta realización de O’Conolly lo cual hace visionar con interés
este film cuya idea estaba en la mente de Willis O’Brien años antes (falleció
en 1962). Harryhausen quiso que viera luz como homenaje a su mentor.
Entramos en la década de los 70 con
el retorno a su querido personaje: “The Golden Voyage of Simbad”
(“El viaje fantástico de Simbad”, 1973), otro recital de
maravillosas aventuras. La realización de Gordon Hessler no resulta tan poética
como la de Juran (“Simbad y la Princesa”) o Chaffey (“Jason
y los Argonautas”) en sus respectivas obras maestras pero es más sólida
y eficaz que las de Sher, O’Connolly, Wanamaker o del Juran de “La gran
sorpresa”. Los efectos de Ray Harryhausen son de lo más alto de su
fructífera obra, acoplados perfectamente: el pequeño homúnculo volador (espía
del brujo Koura), el mascarón de proa que adquiere vida por cuenta del
hechicero para robar la carta de navegación, la estatua de la diosa Kali
animada por el brujo que danza y con sus seis brazos empuña sendas espadas
contra Simbad y sus amigos con la perfecta armonía de sus movimientos (para mí
el culmen de la animación de Harryhausen ex-aequo a los siete esqueletos de “Jason
y los argonautas”); el gigantesco centauro- cíclope (mezcla de
personajes de la mitología, idea totalmente harryhausiana), representante de
las fuerzas del mal como el griffon (otro ser mitológico con cabeza y alas de
águila y cuerpo de león) lo es de las fuerzas del bien (el combate entre ambos
fue de lo más difícil para la animación de Harryhausen). Rodada en Mallorca y
en diversos puntos de Andalucía, el nuevo Simbad era John Phillip Law y el
nuevo brujo, Koura, estaba interpretado por Tom Baker, substituto del Sokurah
(Torin Tatcher) de “Simbad y la Princesa”.
Es inferior la realización del
ex-actor Sam Wanamaker para el tercer Simbad que vino a continuación: “Simbad
and the eye of the tiger” (“Simbad y el ojo del tigre”,
1976), empezada a filmar en Andalucía y acabada en Malta. Es una puesta en
escena sin inflexiones, atonal y grisácea pero podemos visionar con gusto el
álbum de sorpresas que nos tiene preparado nuestro hombre: el Minaton (estatua
del minotauro, con una especie de reloj por corazón que cobra vida gracias a
las malas artes de la bruja Zenobia), el Walrus (especie de morsa gigante del
Polo Norte), los espectros que atacan a Simbad en el campamento (recuerdan en
mucho a los esqueletos de “Jason y los Argonautas”), el
gigantesco troglodita con cuerno y piel granulosa, inspirado en los cíclopes
del primer Simbad, el tigre “dientes de sable” y el príncipe Kassim convertido
en mandril. Este tercer Simbad es Patrick Wayne, correcto en su interpretación
aunque no nos haga olvidar a los dos anteriores. Habrá también la escena típica
de combate entre criaturas fantásticas: el dragón de Sokurah vs. El cíclope (“Simbad
y la Princesa”), el centauro-cíclope vs. El griffon (El viaje
fantástico de Simbad) y el troglodita contra el Smilodon o “Tigre de dientes de
sable”, mientras el vencedor morirá poco después; el dragón mata al cíclope
pero recibe una flecha gigantesca, cayendo muerto sobre Sokurah y aplastándolo
(“Simbad y la Princesa”), el centauro- cíclope, ayudado por
Koura, vence al griffon pero luego es lanceado y apuñalado por Simbad y sus
marinos (“El viaje fantástico de Simbad”) y el Smilodon degolla
al troglodita y poco después es alcanzado por una estalagmita desprendida que
acaba con su vida, en realidad es el
espíritu de Zenobia que se había introducido dentro del animal (“Simbad y el ojo del tigre”).
El relativo fracaso comercial ---
que no técnico, ni tampoco artístico --- de su última película, “Clash of
the titans” (“Furia de titanes, 1980”) dictaminó,
desgraciadamente, la jubilación anticipada de Ray Harryhausen y su sistema de
animación. La causa no fue la morosa e insegura puesta en escena de Desmond
Davis; otras veces el trabajo de Harryhausen ha salvado el interés por la
función (5), pero eran otros tiempos y aparecieron otros sistemas puestos de
moda y respaldados por presupuestos millonarios (aunque “Furia de titanes”
contó con el apoyo económico de MGM y un presupuesto más holgado, 16
millones de $, más elevado que la suma total de las otras películas Schneer-
Harryhausen). Como en “Jason y los argonautas” volvemos a la
mitología griega: Zeus/Júpiter (Lawrence Olivier), Afrodita/Venus (Ursula
Andrews) y otros juegan una vez más al ajedrez con personas humanas. El film se
rodó en diversas localidades de España, Italia, Grecia, Sicilia, Turquía y
Malta. Se reproduce la historia de Perseo y la medusa (que recuerda la mujer-
serpiente del primer Simbad), el Cancerbero, aquí perro gigantesco de dos
cabezas, Kraken, el monstruo submarino, Calibos (basado en los mitológicos
faunos, a veces muñeco animado, a veces actor maquillado), Pegasus (el caballo
volador) y el búho metálico (guiño a “La Guerra de las galaxias”). Nuestro
hombre salió por la puerta grande, él y su sistema serán recordados siempre por
los aficionados. Su trabajo fue substituido por la informática y ordenadores
cada vez más sofisticados pero los Lucas, Spielberg, Cameron y demás epígonos
--- poseen unos méritos que no niego --- los cuales con su técnica y sus
millones nunca podrán igualar la maravillosa y entrañable poesía de Ray
Harryhausen (6).
Narcís Ribot i Trafí
1)- El sistema de Harryhausen está
explicado en el libro de Adolfo Blanco Lucas, “Cinesaurios”,
editado por Royal Books (Barcelona, 1993) que recomiendo, no porqué el autor,
amigo mío, a quien envié material y escritos, me nombre como uno de los más grandes
expertos de Harryhausen en España --- modestia aparte --- sino por los
acertados comentarios y la completa filmografía sobre dinosaurios en el cine.
2)- Eugene Lourie escribió el guión
y dirigió “Behemoth, the Sea Monster” (“The
Giant Behemoth”, titulo en Estados Unidos, en España llegó en DVD como
“El monstruo submarino”) con Willis O’Brien en coral con otros
técnicos y muy bajo presupuesto, con algún momento interesante pero sin
alcanzar el impacto de “El monstruo de tiempos remotos”. Lourie
realizará una tercera aproximación dinosaúrica en 1960: “Gorgo”
(“Gorgo”), centrándose – sin abandonar el esquema prefijado ---en
el instinto maternal de los dinosaurios pero sin Harryhausen ni O'Brien sino
con un hombre disfrazado como en la filmografía japonesa de los Godzilla, Gappa
y compañía.
3)- Curtis Siodmak era guionista y
argumentista de reconocido nombre, además de autor de novelas (en su país,
Alemania, de donde huyó a causa de la subida al poder del nazismo), además de
realizador ocasional. Su más famoso relato es “El cerebro de Donovan”,
realizándose varias versiones cinematográficas y su guión más recordado, por
iniciar una serie, es la historia del pobre Lawrence Talbot, interpretado por
Lon Chaney Jr., un hombre bueno que por desgracia queda marcado por el estigma
de la licantropía: “El hombre-lobo”. Curt Siodmak (a quien conocí
en el Festival de Sitges de 1987) era hermano del director Robert Siodmak,
famoso por sus películas de cine negro. George Worthington Yates era otro gran
guionista, husmeador de ideas y momentos acertados en el campo de la SF y
fantasía. A él se deben argumentos como “Them” (“La
humanidad en peligro”), 1954), de Gordon Douglas, absoluta obra maestra
(hormigas gigantes a causa de la radiación atómica), “It came from
Beneath the Sea”, de Robert Gordon y efectos de Harryhausen, cambiando
las hormigas por el pulpo, o “La conquista del espacio” (1955),
de Byron Haskin.
4)- Hammer Films, modesta productora
británica, fue fundada por los hermanos Enrique y James Carreras y William
Hinds en 1935. En los 50, después del éxito de “El experimento del Dr.
Quatermass”, de Valt Guest (1955) decidieron hacer un revival de los
mitos del cine de terror. Consiguieron las versiones más hermosas y románticas
cuando contaron con el realizador Terence Fisher.
5)- En “Furia de titanes” Harryhausen tomó
como ayudante a Jim Danforth, gran técnico en Stop Motion,
responsable, entre otras, de la animación de “Cuando los dinosaurios
dominaban la Tierra”, segunda vuelta de Hammer sobre la prehistoria después
del éxito de “Hace un millón de años”. Lástima que su prometedora
labor no tuviera continuidad.
6)- Dos libros muy recomendables en
lengua castellana:
---”RAY HARRYHAUSEN, CREADOR
DE MONSTRUOS”. Maia Ediciones (colaboran Xunta de Galicia, Ayuntamiento
de La Coruña y Fundación Luis Seone), varios autores (2009)---
--- “RAY HARRYHAUSEN, EL MAGO
DEL STOP MOTION”. Calamar Ediciones, de Carlos Díaz Maroto (2010).
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