domingo, 24 de enero de 2016

LAS SINFONÍAS DE BRAHMS




               “En esta época tumultuosa e iconoclasta, las sinfonías de Brahms aún ocupan un lugar esencial en el mundo: son pilares de arquitectura clásica , los sones románticos y decimonónicos de los cuales, de base firme y consonante, se elevan hacia las alturas mediante un plan preconcebido, en el cual el menor detalle ha sido tenido en cuenta”.                  Julius Harrosin (*)

                    En el ambiente de los aficionados a la música clásica hay quien considera las cuatro sinfonías de Brahms (1833- 1897) como las mejores que se hayan elaborado nunca, otros, no obstante, las encuentran “demasiado perfectas” y no las entienden. Volvemos a equivocarnos. Conservador para unos, renovador para otros, el eterno error.
El nuevo camino abierto por Franz Listz fue seguido por insignes compositores germánicos y así: hubo posibilidad de establecer un nexo conceptual en el discurso sonoro que permitió al oyente seguir las elucubraciones sonoras (una manera atractiva y pedagógica). Brahms, al contrario, sigue una estructura “clásica” (al principio), no hay la libertad formal y el romanticismo sonoro de un Mahler o un Bruckner; en él todo es diferente y han de olvidarse de las agrias polémicas despertadas. Si analizamos  las cuatro sinfonías de Brahms vemos que, a pesar de lo anunciado siguiendo la línea beethoveniana, los terceros movimientos --- reflexivos --- están muy lejos de los movidos scherzos de Beethoven. Como muy bien señala el erudito Harrison “hace servir una orquesta más pequeña para pintar de acuarela pastel en contraste con los grandes cuadros que son los movimientos extremos”.
Los instrumentos eran elegidos con mucho cuidado: en tres de sus cuatro sinfonías añade un contra-fagot con resultado muy expresivo. En la sinfonía 2, la tuba ocupa su lugar. Los trombones pocas veces: en la nº. 1 y en la nº. 4 solo en los movimientos finales, en la nº 2 y nº. 3, en tres de los cuatro movimientos que tiene cada obra. El triángulo en compañía del flautín en el tercer movimiento de la nº. 4 . Con discreción usa las trompas y las trompetas. Al igual que Beethoven, Brahms fue un eminente práctico: maestro del diseño y, dentro de él, coordinación de ideas, diferentes tonalidades y expresiones orquestadas de una forma que muy pocos compositores pueden igualar. Matemática y sabiduría musical.
Habiendo creado ya muchas obras, su 1ª sinfonía tardó 14 años en elaborarse (1862- 1876) y parece ser su maestro y amigo, el gran Robert Schumann, quien le animó para arriesgarse en crear una sinfonía. La sinfonía nº. 1 en do menor (opus 68) es un trabajo de técnica y aplicación. No es desacertado el título de “10ª de Beethoven” dado por algunos en un futuro (el primero fue el director de orquesta Han von Bulow, alumno de Listz y primer esposo de su hija Cósima Listz la cual fue amante y después esposa de Wagner): tormento y desesperación dominan el primer movimiento, la cuerda destaca en el “Andante” y reposo en el tercer movimiento donde la cuerda y la madera establecen un fino diálogo con el metal lo cual da paso al “Allegro” final con brillantes timbres orgánicos; una apoteosis similar a la del “Himno de la alegría” con el cual Beethoven cerraba su sinfonía nº 9 (“Coral”). Una inspiración común que ata lo universal y lo humano.
Por el contrario, la sinfonía nº 2 en re mayor (opus 73) apareció en el verano de 1877 y parece recrear escenas pastoriles a semejanza de la nº 6 de Beethoven (“Pastoral”). Primer movimiento en forma sonata que enlaza con el segundo de carácter lúgubre a un alegre (pastoril) scherzo con tríos (dos) apoyados por el óboe. La forma sonata regresa con tranquilidad y exuberancia cerrando la obra. Algunos consideran la sinfonía nº 3 (1883) en fa mayor (opus 90) la mejor de las suyas. Apareció después de sus dos conciertos para piano y el único para violín, se vio favorecida por la experiencia y gran técnica del autor (aún más perfeccionada que en las otras dos anteriores). Más breve, con un 2º movimiento en forma de lied, guarda cierta relación con la 3 (“Heroica”), de Beethoven. Si a la 1ª de Brahms se le puede llamar “Patética” (sugiere la nº 9 de Beethoven), la 2ª brahamsiana corresponde a la 6ª por los sugerir temas “pastoriles” y las terceras de los dos músicos son “Heroicas”, la nº  4 de Brahms (1884-85) , en mi menor (opus 98), de duración similar a la 1ª y a la 2ª, continúa el autor con la forma sonata de líneas firmes y gran elegancia de los violines (primer “tempo”), para proseguir en un tiempo típico claroscuro (pasajes arpegiados, breve exaltación, tranquilidad que nos lleva a un scherzo (en realidad un allegro) con un tiempo juvenil y otro más oscuro con coda enlazando con el recuerdo del motivo original para desembocar en el 4º tempo (“Allegro Apassionato- Enérgico”), donde Brahms se inspira en la “Chacona” de Bach, considerándose como el mejor monumento a la escritura contrapuntística del siglo en homenaje (nunca plagio) a los valores musicales de más de un siglo atrás...

                                                                             Narcís Ribot i Trafí

(*)- “La sinfonía de Hayndn a Dvorak”, II parte)- Editorial Taurus, 1983. coordinado por Robert Simpson, donde cada músico es estudiado por diferentes especialistas.


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