En nuestra última entrega con aires de folletón
vimos como el gran Miguel Ángel Buonarroti nunca quiso ser pintor pero las
circunstancias le hicieron pintar dando
como apoteósica y espectacular eclosión pictórica la bóveda de la
Capilla Sixtina. Al igual que en la pintura, su obra escultórica es igualmente
magistral, lo más recordado: “David”, “Moisés”, “La
piedad”.
Estaba trabajando en las esculturas de “Los
esclavos” para el sepulcro de Julio II cuando pensó en dedicarse,
también, a otra arte por la cual estaba perfectamente dotado: la arquitectura,
no tan precoz en él como la escultura (su vocación más querida).
Se presenta en el concurso convocado por el papa León X (1) para decorar
la fachada de la iglesia de san Lorenzo de Florencia, propiedad de los Medicis
(familia a la cual pertenecía el papa), construída un siglo antes por el gran
arquitecto Filippo Brunelleschi, el cual había dejado desnudas las paredes (hoy
en día siguen igual) para recordar los tiempos de la fundación de la iglesia en
la época romana. León X, sin embargo, quería dar al templo un aspecto digno de
su familia. Ante los proyectos de Giuliano de Sangallo, de Rafael y de Jacobo
Sansovino se eligió el de Miguel Ángel (han quedado dibujos, una maqueta de
arcilla y un modelo de madera sin reproducir los relieves y esculturas que
debían decorar la fachada principal). Se proyectaron doce estatuas de mármol
gigantesco y también se hizo construir una carretera para transportar las piedras
a la ciudad. Su propuesta era originalísima: superponía una cobertura
rectangular delante de la forma escalonada de la basílica (en realidad una
pantalla para recoger las esculturas).
Dos años después, 1519- 1520, el papa suspendió
el proyecto y al propio tiempo se iniciaba la construcción de la “Sacristía
Nueva” en la misma iglesia de san Lorenzo. Encargada por León X y
deseada también por Clemente VII (primo de León X) es también conocida como “Capilla
Medicis” y se destinó a panteón sepulcral de la familia cuyas tumbas
realizó Miguel Ángel. Ocupa el espacio simétrico de la “Sacristía Vieja”,
construída por Brunelleschi un siglo antes con la colaboración escultórica de
Donatello. Para no distorsionar la simetría respetó en la planta el sistema
brunelleschiano de dos cuadrados en comunicación por arco de medio punto, uno
pequeño destinado al altar y otro mayor donde se colocarán los sepulcros,
observando también la dicromía de su antecesor entre los paramentos blancos y
cornisas labradas en mármol gris. Difiere en la ordenación vertical: bajo la
cúpula de casetones convergentes hacia el óculo de la linterna, ventanas
trapezoidales imponen opticamente una más acusada verticalidad. El trabajo no
se acabó hasta 1532, cinco años después del “Sacco” de Roma. Continuó
demostrando sus cualidades arquitectónicas en “La Biblioteca Laurentina”,
adosada a san Lorenzo y encargada también por Clemente VII: el vestíbulo ofrece
los primeros rasgos del estilo manierista --- nichos de ventana y elementos
decorativos provenientes del exterior --- como si Miguel Ángel quisiera
referirse a reflejar el concepto de “biblioteca”: un espacio concebido para la
contemplación intelectual e interior del ser humano. Las escaleras, divididas
en tres tramos, combinan formas ovaladas y rectas que atraen al visitante hacia
el interior de la biblioteca.
Su obra arquitectónica cumbre, y más popular,
será la “cúpula de la Basílica de san Pedro” en el Vaticano (2). Cuando
Miguel Ángel murió (1564) la cúpula estaba construída hasta el tambor y fue
acabada (1588- 1589) por Giacomo della Porta y Domenico Fontana, terminando la
bóveda en punta tal como había previsto el maestro, quien se había inspirado en
la cúpula de “Santa María de Fiore” (Florencia) creada por Brunelleschi un
siglo antes (3). Artistas como Donato Bramante, Rafael, Peruzzi, Giuliano de
Sangallo y su sobrino Antonio de Sangallo el Joven no se atrevieron con la
obra. Miguel Ángel alabó el diseño original de Bramante (había sido su rival)
que proponía centrada alrededor de la cúpula. Está concebida como un casquete
semiesférico en travertino, apoyado sobre un tambor y con fuertes nervaduras
que la enlazan con la linterna. Al morir Antonio de Sangallo el Joven, el papa
Pablo III (Alejandro Farnesio) encargó a nuestro hombre acabar la reforma del palacio familiar,
realizando profundas modificaciones que llevaron al Palazzo Farnesio a
superar en proporciones al resto de los palacios romanos coetáneos: 46 m. de
longitud en tramos horizontales claramente diferenciados y trece franjas
verticales con toda la fachada dominada por las ventanas. También diseñó y
trabajó en la puerta de la ciudad de Roma, en el norte, la llamada “Porta
Pia” (1561) en honor del papa Pío IV: ninguna función defensiva, solo
decorativa, tenía puerta elaborada con ladrillos, conclusión de la Via
Pia construída por el mismo papa. Dejando aparte sus ideas y trabajos
de urbanismo (plaza del Capitolio) Miguel Ángel hizo cinco proyectos para la Iglesia
de san Juan de los Florentinos y la adaptación del espacioso salón
de santa María de los Ángeles, aprovechando el tepidarium de las Termas
de Diocleciano.
Narcís
Ribot i Trafí
(1)-
Juan de Medicis, hijo de Lorenzo “el Magnífico”, accedió al pontificado como
León X. Conocía muy bien a Miguel Ángel en los breves años de pupilaje en el
jardín Medicis (Lorenzo veía ya a Miguel Ángel como artista en proyecto).
2)- La
iglesia dedicada a san Pedro se construyó en el siglo IV (consagrda en el 326
por el papa Silvestre I). Quedó en estado ruinoso tras el exilio de los papas a
Aviñón y el gran cisma del siglo XIV. A mediados del XV Nicolás V había
proyectado una ampliación de la antigua basílica. No obstante la obra se
finalizó en tiempos de Julio II.
3)-
Miguel Ángel admiraba profundamente a Brunelleschi. Dijo con toda modestia que
construiría una cúpula mayor en Roma pero no más hermosa.
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