En
el Festival de Sitges de 1986 conocí a
un señor con gorra turística similar a un capitán de barco. Charlamos un rato y,
en el transcurso del certamen, siempre que nos veíamos me saludaba a la manera
militar. Este señor, entre otras, había dirigido la mejor versión del hundiminto del más famoso paquebot: “A Night to Remember” (“La última noche del Titanic”, 1958). Este señor era Roy Ward Baker (Londres,
1916- Londres, 2010). Entró en la compañía Hammer más tarde que otros
realizadores como John Gilling o Freddie Francis y lo hizo con una película
importante del género de Ciencia- Ficción: “Quatermass
and the Pitt” (“¿Qué sucedió entonces”) --- tercera vuelta de tuerca del personaje con el
cual entró la productora Hammer en el género fantástico y de terror (1)
--- en 1967 cuando la compañía de los
Michael Carreras y Anthony Hinds estaba en la cúspide de su actividad gracias
al éxito de las versiones de Terence Fisher (2).
Roy Ward Baker realizó varios trabajos para
Hammer siendo “Dr. Jekyll and Sister Hyde” (“Dr.
Jekyll y su hermana Hyde”, 1971) su mayor logro dentro del género
fantástico y uno de los mejores de su carrera pofesional. Cuando Hammer llegó a
su fin (mitad de los 70) hizo el experimento de mezclar dos géneros, el de
fantasía y terror con el de karatecas y kung-fu, conectó con la Shaw Brothers
(Hong-Kong), productora especializada en artes marciales y encargó a Baker
dirigirla en su parte “fantástica” mientras Chang Che (no acreditado) realizaba
las escenas de karate y kung-fu naciendo así “The Lengend of the 7 Golden
Vampires” (1974), titulada
en España “Kung-fu contra los 7 vampiros de oro” cuando fue estrenada un
año después (1975).
La película no funcionó mal en taquilla pero la
falta de entendimiento entre las dos productoras frustró la aparición de algún
título más aunque según Michael Carreras el público se decantaba ya por un
fantástico no formado por personajes/iconos clásicos tipo “El Exorcista” o “La
Profecía” y, desgraciadamente, Hammer desapareció. Algo de razón tenía
Carreras aunque también pudiera ser en parte la saturación del mercado.
Recordemos como tras la eclosión de la compañía británica muchos decidieron
imitarla (gracias al éxito de Hammer surgió el cine de terror italiano con Mario
Bava, Riccardo Freda y Antonio Margheriti al frente o Roger Corman en USA con
su serie sobre adaptaciones de Edgar Allan Poe lo cual me parece muy positivo,
por citar dos ejemplos; “La máscara del demonio” de Bava es
una obra maestra además de una serie de films muy apreciables) y aún, en alguna
ocasión, alguien la criticó cuando él no había hecho nada más que denigrar el
género en su totalidad (recordar aquel señor con nombre bíblico y apellido de
dictador el cual dio la peor versión basado en el personaje de Bram Stoker con
un Christopher Lee pesimamente estático al mismo nivel que el resto del reparto
sin hablar de la inexistente dirección: “El Conde Drácula”, 1970,
coproducción española, “of course”).
La puesta en escena de Ward Baker es
consistente y la progresión narrativa generalmente es fluida especialmente en
las escenas nocturnas. Algún molesto zoom y alguna secuencia de lucha la cual
se pega a otra de cine “fantastique”
y produce una discutible extrañación, aunque no llegue a chirriar, no empaña
los aciertos de la realización de una película que con el paso del tiempo ha
subido su cotización por parte de los auténticos estudiosos, aficionados e
interesados por el fantástico. Antes de empezar Ward Baker tenía ante si un
material difícil (nunca se había mezclado el vampirismo con el kung-fu), en
otro realizador se podía haber caído en el más espantoso de los ridículos y sin
embargo Baker logra un producto con una dignidad estética más que notable.
El guión es de Don Houghton (también actúa como
productor para Hammer mientras Vee King Shaw lo hizo para Shaw Brothers) quien
recicló otro de la compañía que nunca se filmó: “Kali, Devil Bride of Dracula”
(se habían pensado en Terence Fisher para dirigirla), substituyendo el exotismo
de la India por el de China y realizó otro libreto, subvalorado y a veces
atacado injustamente, de exposición sencilla y lineal para ser “digerido” mejor
por el espectador el cual tenía ante sí una mixtura dudosa pero si se me
permite, viendo el resultado final, apasionante. Don Hougthon había escrito los
guiones para las dos últimas entregas sobre la saga del más famoso vampiro: “Dracula
A. D. 72” (“Dracula- 73”, 1972) y “Satanic Rites of Dracula” (“Los
ritos satánicos de Drácula”, 1973), ambas de Alan Gibson, en un
intento de adaptar al vampiro a principios de los años 70 ya que, aparte de los
guiones del irregular Anthony Hinds (copropietario de Hammer metamorfoseado en
John Elder para la escritura de los guiones) --- dos o tres buenos hallazgos dentro de un film junto
soluciones repetitivas y a veces inadecuadas o ingénuas --- además de la
entrada de realizadores televisivos (Peter Sasdy) llevaron al personaje al
agotamiento y casi a un callejón sin salida. El mismo Baker había dirigido en
1970 la quinta de la serie (3) con menos presupuesto que las anteriores: “Scars
of Dracula” (“Las cicatrices de Drácula”) con
algunas excelentes ideas de guión chocantes con otras fallidas (John Elder)
pero la dirección elevaba por encima de la media un film (intensificando el
rojo intenso y la coloración en general además del sadismo más exacerbado de
toda la serie) consiguiendo óptimas escenas junto con otras no tan bien
logradas (recordemos el horripilante final). El mismo años nuestro hombre filmó
“Vampire
lovers” (estrenada en España directamente en vídeo como “Las
amantes del vampiro”), más pulcra, exquisita y mejor estructurada
(excelente ambientación) que “Las cicatrices de Drácula” (el
argumento era la novela de Sheridan Le Fanu y el guión de Tudor Gates quien
escribió dos entregas más a cuenta de Hammer /4/ para la saga de “Carmilla”,
el vampiro femenino de Le Fanu, “Laura y Carmilla”, en el cual se
inspiró en parte Bram Stoker para su
famosa e inmortal novela “Drácula”).
La música James Bernard, recordado
compositor desde el inicio de Hammer (“El
experimento del Dr. Quatermass”), especialment por el tema central
sobre los cinco primeros títulos de la serie de Drácula con variaciones en cada
título. Para “Kung- fu contra los 7 vampiros de oro” está, sencillamente,
entre lo mejor de su carrera profesional y la fotografía de John Wilcox
(asistido por Roy Ford) sigue a la misma altura del gran nivel de los demás
fotógrafos Hammer que tan bien conocían y experimentaban con el color (Jack
Asher, Arthur Grant, Moray Grant, Michael Reed, etc.).
En el apartado de la interpretación el conde
Drácula no podía ser otro que Christopher Lee pero rechazó la oportunidad de
volverlo a encarnar. Se había escrito para él a pesar que solo, en su figura,
aparece unos instantes al principio y al final. Se eligió a John Forbes
Robertson quien había representado al conde Karstein en “Vampire Lovers” (“A falta
de pan buenas son tortas”) y lo hace con cierta gracia. Por suerte si se pudo
contar con su némesis, este gran caballero (en todos los sentidos) llamado
Peter Cushing como el profesor Van
Helsing y el resto del reparto cumple con su cometido: la viuda Vanessa Buren
(Julie Ege), el hijo de Van Helsing, Leyland (Robin Stewart), Hsi Ching (David
Chiang), experto en karate y su hermana Hsi Mei Chiao (Shi Szu) la cual maneja
a la perfección un par de puñales. Hay seis
hermanos más: los gemelos de las espadas, el forzudo portador de los
mazos, el experto en el hacha, el de las flechas y el maestro de la lanza.
Todas las armas son de plata pura, de esta forma podrán enfrentarse a los
vampiros y a los “muertos- vivientes”, una legión de “zombies” al servicio de
los nosferatu dirigidos por el sumo sacerdote Kah (Shen Chan) bajo cuya figura
se esconde el rey de los vampiros, el conde Drácula el cual recitará a Van Helsing,
al final todos sus “títulos” demoníacos. Recordemos algunas escenas
interesantes:
---Al inicio cuando Kah llega a Transilvania y
pide ayuda al conde delante de su sepulcro: “Insensato, Drácula no concede
favores a sus súbditos pero me servirás”. Toma el cuerpo del chino para
poder huir de su entorno y llegar a China para hacerse con la jefatura de los
siete vampiros de oro quienes aterrorizan el pequeño poblado ---
--- El sacrificio del pastor, destruyendo a uno
de los siete no-muertos, la cabalgada de los vampiros, seguidos de los zombies
a pie, que nos recuerdan a los templarios de Amando de Ossorio (una de las
mejores secuencias). Los vampiros chinos difieren de los europeos: el vestido
negro y capa negra-roja son substituidos por túnicas de corte oriental
(lógico), con un antifaz de oro que cubre su rostro semidescompuesto, largas
cabelleras y un colgante en forma de murciélago también de oro. Su imagen me
recuerda aquel señor con un disfraz similar que nos atizaba armado de una
escoba en el “Tren de la bruixa” (“El tren de la bruja”) en la ferias de fiesta
mayor ---
--- La primera batalla, humanos contra humanos
es de demostración/exhibición. Los ocho hermanos acaban con el malvado
terrateniente Leung Hon (Wong Ha Chang)
y sus hombres. Este sujeto quería apoderarse de las joyas de Vanessa y de su persona ---
--- La segunda batalla ya es la de humanos vs.
lo sobrenatural/terrorífico/extraño. Tres de los vampiros se introducen en la
cueva en donde pasan la noche y les acompañan un tropa de zombies. Contra estos
últimos además de la plata sirve el fuego o arrancarles el corazón, cosa
difícil lograda por Hsi Ching, el luchador con las manos desnudas. Una flecha
atravesará el corazón del primer vampiro, las espadas gemelas lo harán con el
segundo y la antorcha de Van Helsing, combatiendo a los zombies, se clavará en
el pecho del tercero. El resto de los
“muertos- vivientes” huirá. Una batalla sensacional. Van Helsing había
explicado que el vampiro retrocede ante lo sagrado: un crucifijo en Europa, una
imagen de Buda en la China, que solo pueden ser destruídos con un arma de plata
o una estaca de madera atravesándoles el corazón y que el fuego no sirve en
Europa, en Oriente lo ignora. Que si uno es atacado por un vampiro puede
convertirse en lo mismo o bien en un zombie a su servicio ---
--- La tercera y definitiva batalla tras las
murallas del pueblecito también es apasionante. De la pagoda que les sirve de
refugio salen los tres restantes vampiros con sus cabalgaduras mientras
Kah/Drácula invoca a los zombien con un gong que suena estridentemente. Los del
pueblo al final pierden su miedo y logra acabar con otro vampiro al atravesarle
con una estaca, Vanessa será víctima del último vampiro y se convertirá en
criatura de la noche, abraza a Hsi Ching de quien se había enamorado y desea
morderle. “¡Has de destruirla!” grita Van Helsing. Hsi la ensarta en una
empalizada de estacas y al verse casi contaminado hace lo propio consigo mismo.
Como unos nuevos Romeo y Julieta. El último vampiro rapta a Hsi Mei Chiao y se
la lleva a su cubil. Se enfrenta a Leyland, enamorado a su vez de la muchacha.
A punto de sucumbir será salvado por su padre quien logra clavar la lanza de
plata y atravesar el corazón del último vampiro. Este grita, se retuerce, parte
la lanza y cae en el gran recipìente donde sangraban a sus víctimas, al caer en
la sangre solo quedará la punta plateada y unas cenizas. Parece que todo ha
acabado pero surge Kah, en realidad el conde Drácula que recobra su aspecto a
petición de Van Helsing. Un rápido enfrentamiento que acabará cuando Van
Helsing consiga clavar el fragmento de lanza quebrada en su corazón. Drácula
queda tendido en una mesa y se deshace hasta quedar reducido a cenizas. Ahora
si, la maldición ha terminado ---
Pueden aceptarse todo lo dicho sobre ello:
comic en movimiento, mescolanza, algo de caspa, exotismo, absurdo (para otros)
pero tiene un encanto indiscutible …
Narcís Ribot i Trafí
1)- “Quatermass Xperiment” (“El
experimento del Dr. Quatermass”), en 1955, Hammer entraba en el género
de terror y Ciencia- Ficción. Dos años después el mismo realizador, Val Guest,
dirigía “Quatermas II” (“Quatermas 2”) con el mismo protagonista: Brian
Donlevy.
2)- Terence Fisher dio las versiones más
trangresoras, románticas y bellas de los personajes clásicos. Un tanto por
ciento muy elevado de lo conseguido por la Hammer fue gracias a él.
3)- La primera fue “Horror of Dracula” (“Dracula”,
1958), una obra maestra, casi a su altura está “Dracula, Prince of Darkness”
(“Drácula,
principe de las tinieblas”, 1965), ambas de Terence Fisher, “Dracula
has Risen from the Grave” (“Drácula vuelve de la tumba”,
1968), de Freddie Francis es aún una buena película con un agudo guión de John
Elder, “Taste the Blood of Dracula” (“El
poder de la sangre de Drácula”, 1970) de Peter Sasdy es mejor correr un
tupido velo y “Scars of Dracula” (“Las cicatrices de Drácula”, 1970) de
Roy Ward Baker en donde hay un intento de renovación (conseguido a medias) a
pesar de sus imperfecciones. El sexto y séptimo jalón son los dos films ya
citados de Alan Gibson situados en los años 70. No es de la serie “Brides
of Dracula” (“Las novias de Drácula”, 1960), de
Terence Fisher porqué el famoso conde no aparece: es substituido por un
discípulo, el barón Meinster pero se trata de una gran película, para mi
superior a todos los Drácula post- Fisher.
4)- El éxito de “Vampire Lovers” (1970) de
Roy Ward Baker generó dos secuelas: “Lust for a Vampire” (en España se
estrenó directamente en vídeo con su traducción literal: “Lujuria para un vampiro”),
1971, del que fuera guionista de los primeros Fisher y de una serie de
terror-psicológico, Jimmy Sangster y “Twins of Evil” (“Drácula
y las mellizas”, 1971), de John Hough.
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