“Naturaleza y
arte parecen rehuirse, pero se encuentran antes de lo imaginable”. (Goethe)
LIED- Palabra
alemana que significa “canción” (su plural es LIEDER). Es un tipo de canción germánica a base de una sola voz
solista y un acompañamiento pianístico la cual comenzó a surgir a finales del
siglo XVIII y a principios del XIX (época romántica). En estas composiciones la
calidad de los versos posee tanta importancia como la misma música. Existen dos
tipos de “lieder”: 1) el que repite la misma música para todas las
estrofas del poema (lieder estrófico) y 2), el que por cada
estrofa se compone de una música diferente (“druchkomponient”).
Antes de nacer
Franz Schubert (1797- 1828) existían ya los lieder, evidentemente él
no fue el inventor pero sí es quien tiene el honor de elevar esta forma
musical a la categoría de obra de
concierto puesto que antes de Schubert este tipo de música era considerada
menor. Los tres colosos más representativos de la época (y entre los más
importantes de toda la historia de la música) situados en el epicentro musical,
o sea Viena, nunca dieron importancia a los lieder: Haydn y Mozart
dedicaron una minúscula parte de su producción a estas canciones a las cuales
no se les atribuía ninguna categoría artística para más adelante Beethoven
trabajarlos con más interés aunque no llegara (*) a la dinámica melódica
demostrada por Schubert. Ninguno de los tres “clásicos” no hubiera pasado a la
historia por sus composiciones de lieder, Schubert sí. Incluso un
profesor que dio clases a Schubert, Antonio Salieri (a quien la historia coloca
como rival de Mozart y envidioso de sus obras), hizo lo posible para lograr que
el joven Franz no prestase atención a las canciones y sí a la ópera. Estaba tan
equivocado como aquellos interesados en convertir a Giacomo Puccini en
organista cuando su vocación era la de óperas. Schubert hizo óperas jamás
estrenadas: el argumento, a veces, era pésimo pero la música seguía siendo
deliciosa.
Más que en los
tres compositores de primera fila (Haydn, Mozart, Beethoven) los antecedentes
de los lieder de Schubert han de buscarse en músicos de segunda (o
tercera) categoría, populares en su época quienes nacieron a mediados
del siglo XVIII: Reichart, Zelter, Zumsteeg, todos olvidados hoy en día.
Zumsteeg fue
quien más influyó en Schubert y en una balada suya se basó para componer su
primer lied: “Hagars Klage” (1811) mientras con “Gretchen
a la Rueca” (1814) llegaba su primera obra maestra, inspirada en el “Fausto”
de Joann Wolfgang von Goethe. Ha de tenerse en cuenta que la mayoría de
canciones de Schubert estaban elaboradas sobre guitarra a causa de la extrema pobreza del compositor
que le impedía tener un piano (y una casa) en propiedad. Componía primero los acompañamientos
con guitarra y después los transcribía a piano, llegando a crear más de 600 lieder.
En su trabajo empleaba poemas de gran cantidad de autores, algunos tan
desconocidos como los músicos que le inspiraron y con letra de no mucha calidad
lo cual daba más mérito a Schubert y que sin sus lieder estas letras
hubieran caído en el pozo sin fondo del olvido. Los poetas de los cuales
nuestro hombre tomó más versos sí estaban ya consagrados: Goethe con 71 y
Frederick Schiller con 42 (el autor del cual Beethoven tomó el texto para su
inmortal sinfonía 9, “Coral”), sin olvidarnos a Novalis
(“Marie”, “Vier Hymnen” y “Nachthymne” y a Frederick Rücket
(poeta muy presente en Gustav Mahler) sobre el cual musicó cinco poemas y
también poetas de segunda fila pertenecientes al círculo de amistades del músico.
Algunos de ellos poseían algún talento, otros eran simples aficionados, pero
ninguno de ellos podía compararse con Schiller o a Goethe (Grillparcer,
Schobart, Mayrhofer, etc.).
Schubert compondrá
dos ciclos de canciones: “La bella molinera” y “El viaje
de invierno”, creando los veinte lieder de “La bella molinera” en
tres etapas y basándose en gran parte (licencias, omisiones de versos) en el
poeta Wilhelm Müller el cual también será el soporte de los de “El
viaje de invierno” (24 canciones). Hay otro conjunto de lieder que sin
ser un ciclo es considerado como tal: “El canto del cisne”, basado en tres
poetas a la vez.
De otro autor,
en este caso no alemán, sir Walter Scott, le adaptó Schubert 10 poemas
agrupados bajo el título genérico de “La dama del lago”. De entre ellos
el más famoso y popular es el “Ave María”.
Lirismo, pasión,
espontaneidad y dulzura son las características de este gran músico que fue
Franz Schubert y el cual, a semejanza de
un Van Gogh o un Alfred Sisley en el campo de la pintura, su obra fue
reconocida y admirada después de su muerte…
Narcís Ribot i Trafí
(*)- Schubert
adoraba la música de Beethoven. Es posible que se conocieran personalmente
aunque no haya indicios de ello a causa de la timidez de nuestro hombre. Al
final de su vida, postrado en la cama, le hicieron llegar a Beethoven las
partituras de unos cuantos lieder de Schubert. El genio de Bonn
exclamó: ¡Ojalá los hubiera hecho yo! Schubert acudió al entierro de
Beethoven, nueve meses después fallecía él. Había pedido a su hermano ser
enterrado al lado de su admirado.
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