domingo, 10 de noviembre de 2013

EL MALVADO ZAROFF (1932)


He decidido hablar hoy de “El malvado Zaroff”. Lo he hecho en todos los Cine-Fórum de los cuales fui responsable. Y no solamente por su intrínseca calidad cinematográfica sino también por sus extrañas características. Por su tratamiento pertenece al género fantástico y también al de aventuras, es una película que entró en el subconsciente de miles de espectadores y también escandalizó a muchos… ¿Por qué? En primer lugar es “cine fantástico” y esto ya molesta; el “fantastique” ha dado creadores inigualables como Ernest B. Schoedsack, Tod Browning, James Whale, Terence Fisher, Mario Bava, etc., estos y algún otro han dado auténticas obras maestras así como el género tiene también (lógicamente) películas excelentes, notables, pasables, mediocres, y auténticas mamarrachadas. El fantástico puede hablar de cosas las cuales no pueden exponer otros géneros, p. e. las injusticias de un gobierno político (y se puede hacer más sutilmente que si se plantea directamente un film- denuncia), de la sociedad, o de un orden humano impuesto (que por humano es ya defectuoso) y, en verdad forma parte de su misión, pero cuando en su planteamiento deja de lado la sutil alegoría y lo aborda directamente como algo evidente los resultados suelen ser catastróficos (p. e. la película alemana “Los vampiros nunca mueren”, donde los vampiros del título se identifican plenamente con el nazismo). Soy consciente de lo comprometido al nombrar esta vía de la corrosión y la causticidad inherente del fantástico, quizás debería aclarar otros puntos sobre el mismo tema que dejamos para otra ocasión (&). Y en segundo lugar es la historia: ¿No es escandaloso que un hombre intente cazar a sus semejantes como si fueran animales salvajes? “Estas son historias que jamás deberían escribirse o filmarse”  pensaban y piensan entre puritanos cinematográficos, bienpensantes sin imaginación o quienes desean que todo haya de seguir como está. Mucho podría hablarse del desprecio recibido por el género tanto declarado como destilado pero las obras ahí están y una de las más grandes de esta edad de oro del fantástico (principios de los treinta) es “El malvado Zaroff”. THE MOST DANGEROUS GAME” producida por R. K. O. en 1932, se estrenó en España como “EL MALVADO ZAROFF”, dirigida por Ernest Beaumont Schoedsack e Irving Pichel y provenía de un relato de Richard Connell, The Most Dangerous Game--- literalmente El juego más peligroso --- publicado por vez primera en la revista Weekly de Collier, con el título de “The Hounds of Zaroff (“Los sabuesos de Zaroff”) el 19 de enero de 1924. MERIAN CALDWELL COOPER, amigo y socio de Schoedsack actuó  aquí como productor y también lo fue, aparte de codirector con Schoedsack del futuro “King- Kong que vendría al año siguiente también a cargo de R. K. O. Merian C. Cooper (Jacksonville, Florida, 1893 - San Diego, California, 1973) formó tándem con Ernst B. Schoedsack en muchas ocasiones; es más recordado como productor pero también como realizador: “Grass (1925), “Chang” (1927), prácticamente reportajes (corealizadas con Schoedsack) , Las cuatro plumas (1929), con Schoedsack y Lothar Mendes, el ya citado “King- Kong” (1933), así como “Los últimos días de Pompeya (1935) y “This Is Cinerama” (1952) siempre al lado de su compañero. Como productor, aparte de estas dos maravillas de cine fantástico, “El malvado Zaroff” y “King- Kong hizo compañía en los 40-50 con John Ford formando la Argosy Pictures (“El hombre tranquilo”, “Caravana de paz”, “Fort Apache”, etc.) y, disuelta ya la productora, fue igualmente productor de aquella película de Ford que algunos la consideran como la más grande de la historia del cine: “Centauros del desierto” (1956). Entre sus ocupaciones cinematográficas fue también director de fotografía y guionista. IRVING PICHEL (1891- 1954) formó tándem con Schoedsack para la realización de “El malvado Zaroff”. Empezó como actor de teatro y luego de cine (fue Stalin en “El agente británico”, 1934, de Michael Curtiz, p. e.), entró en el departamento de guiones de Warner y se inició en la realización en la cinta codirigida por Schoedsack, luego pudo dirigir en solitario obras de escaso presupuesto (“Con destino la Luna”, 1950) revelándose como un técnico conocedor de la mecánica del rodaje (una de sus últimas películas fue “Martin Luther”, 1953, una biografía sobre Martín Lutero), hombre de talante más bien progresista, tuvo problema con las prescripciones del senador Joseph McCarthy.
I)-ERNEST BEAUMONT SCHOEDSACK nació en Council Bluffs (Iowa) en 1893, debuta como operador en 1914 cuando es incorporado a filas. A partir de 1918 pasa a la realización especializado en documentales, revelándose además como un apasionado de la acción y de la aventura que compartirá con su amigo Merian C. Cooper a quien conoció en Polonia tras la guerra. Filmarán documentales sobre fauna, especialmente gorilas: “Grass” (1926), “Chang” (1927), “Rango” (1931) y visitarán Irán, Sumatra y Siam. En un viaje al Amazonas conocerá a Ruth Rose con la cual contraerá matrimonio. En 1929 había realizado una versión de “Las cuatro plumas” y en 1935 otra de “Los últimos días de Pompeya” (con efectos especiales del gran Willis O’Brien), pero será  el género ”fantástico” en donde cosechará sus mayores triunfos en forma dos  absolutas obras maestras: “El malvado Zaroff” (1932) y “King- Kong” (1933) y otras entre discretas (“El hijo de Kong”, 1933) y notables (“Dr. Cyclops”, 1940, “El gran gorila”, 1949). El cine fantástico de Schoedsack es ante todo de aventuras (como su espíritu), generalmente en una isla desierta (“King- Kong”, “El malvado Zaroff”, “El hijo de Kong”) donde los protagonistas se ven obligados a luchar por sus vidas  (de la furia de Kong y de los dinosaurios que comparten la selva de la isla, de las flechas de Zaroff), tanto la Skull Island  (“Isla de la Calavera”) de Kong como la isla de Brank, del conde Zaroff, misteriosas y perdidas,  son mundos aparte donde confluyen la amenaza, el peligro, la aventura, lo desconocido, lejos de todo tabú, lejos de la rutina  y de las facilidades de la civilización y aquí eclosionará lo monstruoso, aquí lo imposible puede ocurrir encontrando los héroes el sentido esencial de los valores y una razón de ser (quizá perdidos en su vida cotidiana). Estos lugares antitéticos al mundo civilizado (islas de Kong y Zaroff, la aislada mansión del Dr. Thorkel en la selva peruana en “Dr. Cyclops”) son espacios geográficos totalmente anárquicos donde existen el primitivismo y la brutalidad, donde cualquier estratagema vale para sobrevivir, sea para salvarse de un gorila gigante enfurecido (“King- Kong”, “El hijo de Kong”), de un perturbado aristócrata el cual caza personas como si fuesen animales (“El malvado Zaroff”) o un científico que ha reducido al tamaño de muñecos a un grupo de personas y las persigue para matarlos (“Dr. Cyclops”).
Los personajes de las dos obras maestras de Schoedsack son sombras nietzschianas los cuales, a cada instante, remiten su existencia a cuestionamiento; la negra sangre que resbala de las imágenes de Zaroff no inspiran tanto horror pues es la muerte liberadora de los terrores pasados y la parte sexual en absoluto disimulada (aunque no mostrada, afortunadamente, por la época, por decencia y porqué el realizador jamás lo hubiera hecho) yendo por ello más lejos que notables films contemporáneos como “La máscara de Fu-Manchú” (Charles Bravin, 1932) o “Los crímenes de la Calle Morgue” (Robert Florey, 1932). Los dos “chefs d’oeuvre” de Schoedsack quizás sean los dos únicos ejemplos en la historia del cine de una creación colectiva, realizados al alimón (“El malvado Zaroff” con Irving Pichel, “King- Kong”, con Merian C. Cooper), los dos films constituyen casi una creación inconsciente fluctuantes más allá de lo pensado por el autor. Son películas limpias de narrativa, poéticas, heterogéneas en su concepción y homogéneas en su realización las cuales nos muestran islas misteriosas, selvas aterradoras, animales inimaginables, zarzas, aullidos, horrores escondidos que a lo mejor caen encima de los héroes en cualquier momento, matojos, frecuentes nieblas, lianas, pantanos… Las dos creaciones cumbres de Schoedsack serán los dignos equivalentes a los literarios de E. Rice Burroughs (entre otros, creador de “Tarzán”) o de H. Ridder Haggard (escritor de “Las minas del rey Salomón”, pasada al cine varis veces y del creador del personaje de “She, la diosa del fuego”, también con varias versiones cinematográficas a cuestas, entre otros varios).
Schoedsack practica el espectáculo por el espectáculo, culmina el gusto por lo absurdo, de ahí nacieron sus dos grandes obras las cuales --- al igual que las mudas “Nosferatu” o “El gabinete del Dr. Caligari”, dos films claves del Expresionismo Alemán --- son fruto de una época. Sus dos hallazgos escapan a toda clasificación o nomenclatura, son logros más allá de lo imaginable, proyecciones inaccesibles. La prueba está en el fracaso de los “remakes”, como el “King- Kong” de John Guillermin (1976) o el de Peter Jackson, totalmente innecesarios o el inaccesible “A Game of Death” (1945), producida igualmente por R.K.O., de un Robert Wise antes de configurarse en la fama con títulos como “West Side Story” o “Ultimátum a la Tierra”, segunda versión de “El malvado Zaroff”, donde el cazador de personas no era un aristócrata ruso sino un sádico nazi. Como anécdota curiosa señalar que el actor Noble Johnson, intérprete del criado mudo Iván --- un calco físico de Rasputín --- repetía su personaje en esta 2ª versión          (también encarnó al jefe de la tribu en la “Isla de la Calavera” de “King- Kong”).
Schoedsack será el iniciador de una vía esencial dentro del cine fantástico: el encuentro y la fusión en una historia de aventuras de los real- cotidiano con lo increíble- desconocido, de donde nace lo exótico, lo “feérico” y también lo sublime. E. B. Schoedsack falleció en 1979, un año después de su esposa Ruth Rose.
II)- BREVE INTERMEDIO CON UN CUENTO NEGRO- El escritor Richard Edward Connell (1893-1949) empezó como periodista deportivo al igual que su padre. Viajó continuamente por Europa y fue reclutado en la I Guerra Mundial para después idear historias cortas para revistas y diversos guiones cinematográficos (“Juan Nadie”,The Milky Way”, “Brother Orchid”) pero su mayor éxito por el cual será reconocido internacionalmente es “The Most Dangerous Game” (1924), la base de “El malvado Zaroff” filmada ocho años más tarde. Digamos que el guión de James Ashmore Creelman (coguionista también de “King- Kong”)  sigue, a grandes trazos la historia de Connell,  la mayor diferencia estriba en los personajes hermanos de Martin (Robert Armstrong, el Carl Denham de “King-Kong”) y Eve Trowbridge (Fay Wray, la inolvidable Ann Darrow de “King- Kong” que, por cierto conocí personalmente en  el Festival de Sitges hace años). El elemento femenino enriquece y añade elementos nuevos en la historia puesto que será considerada como un trofeo viviente a conseguir después de la caza por parte del conde Zaroff, interpretado por el formidable actor de teatro Leslie Banks quien conjugará mil matices para desplegar en su personaje mientras Eve se enamorará, tras la muerte de su hermano Martin, de su protector Bob Rainsford (Joel MacCrea), cazador profesional, autor de libros sobre caza mayor, quien pasará a representar la presa al descubrir la locura de Zaroff y no querer participar en su siniestro juego de cazar personas. En el film es Robert --- llamado en apodo diminutivo, Bob --- Rainsford, en la novela es Sanger Rainsford, en el libro es un general del ejército zarista, en la película es un conde también huido de la revolución rusa. La novela se expresa, a veces, en elipsis y sobreentendidos (especialmente al final), la película es más descriptiva y sugerente. El tema del libro (retomado por la película), novedoso y atrevido, tira sus dardos contra los acaudalados individuos norteamericanos quienes organizaban safaris a África y América del Sur (en boga durante los años 20) en plan de caza mayor. El relato de Richard Connell inspiró una obra maestra del Séptimo Arte pero también funciona (está bien y sencillamente escrito) literariamente en forma notable. Es una pequeña y perversa historia negra, centrada en una pasión convertida en locura por parte de un cazador llamado Zaroff.
III) -“EL MALVADO ZAROFF”-
“En Esparta, en Lacedemonia, se iba a la caza de los ilotas como nosotros vamos en Francia a la caza de la perdiz” (Donatien Alphonse François, marqués de Sade).
El film costó unos 200.000 $ y sus beneficios junto con gran parte del decorado (magnífico) fueron invertidos en la siguiente producción R. K. O. con Schoedsack y Cooper ocupando juntos el asiento de director: el inmortal “King- Kong” (1933, costando 600.000 $). La poética, extraordinaria y terrorífica historia de “El malvado Zaroff” acontece en una isla desierta en el Pacífico donde rigen leyes diferentes de la civilización, al igual que “King- Kong” o “Island of the Lost Souls” (“La isla de las almas perdidas”, 1932), de Erle C. Kenton (se realizaron dos versiones más de esta novela de H. G. Wells, una es mejor olvidarla y la otra jamás debería haberse filmado). El argumento es conocido: el cazador Bob Rainsford, víctima de un naufragio llega nadando a la isla de Brank donde entre selvas y pantanos se encuentra enclavado el castillo del conde Zaroff, un aristócrata ruso que le atiende con gran amabilidad. El caserón fue construido por los conquistadores portugueses y allí conocerá a los hermanos Martin y Eve Trowbridge también víctimas de un naufragio anterior. El noble se revela como un magnífico anfitrión: es elegante, culto, refinado, viste impecable frac,  algo histriónico, fuma largos y caros cigarrillos, toca piezas de Chopin al piano y es un forofo de la caza con lo cual encuentra fácilmente tema de conversación con Bob. Acostumbra a acariciarse el lado izquierdo de su rostro donde tiene una cicatriz, recuerdo de un búfalo en África. Nos damos cuenta que algo oculta. El resto de los tripulantes del buque donde viajaba Bob han sido devorados por los tiburones (alguna escena de archivo sacada de “Pasto de tiburones”, de Howard Hawks, 1932) y la forma de preguntar de Zaroff (“¿Es Vd. el único superviviente?”) ya presagia algo, como lo hace también el terreno pantanoso y selvático a recorrer hasta llegar a la mansión del conde y también en el genérico en donde después de ver el portalón oval aparece un picaporte formado por una monstruosa imagen mitológica cargada con el cuerpo de una mujer (anunciando el componente mistérico y erótico de la historia al entrar Eve en juego). Ahora las premoniciones (el ambiente selvático, la mansión de altos techos, largas escalinatas y amplias estancias y la imponente presencia de Zaroff) se hacen terrible realidad: encuentran el cadáver de Martin, entran en un cuarto oscuro y misterioso y ven una cabeza humana disecada y colgada en la pared (la censura cortó la visión de más cabezas de hombre en el mismo estado), ahora Zaroff confiesa que al cazar todo tipo de animales a través de todo el mundo llegó al aburrimiento hasta que se le ocurrió cazar personas. Este personaje, de existir hubiera hecho las delicias del Dr. Sigmund Freud (comentó una vez Juan Tébar), compró esta isla, arregló el caserón, varió el lugar de las boyas para hacer naufragar a los buques y a los supervivientes les trata a cuerpo de rey para luego darles un par de horas de ventaja e ir detrás de ellos para cazarles como a animales. Si al cabo del día no les ha encontrado les da la libertad pero hasta ahora nadie la ha conseguido. Pide a Rainsford que cace a su lado en el próximo naufragio pero este se niega y le echa en cara su locura y entonces Zaroff le concede el papel de presa: cazador de personas versus cazador de fieras. Bob y Eve huyen, luchan por sus vidas (el cazador profesional dice: “Ahora comprendo el sentir de los animales cuando son acorralados y cazados” --- antes no lo creía --- “Si un animal mata para comer le llaman bestia salvaje, si un ser humano mata por deporte le llaman hombre civilizado”), trampas, pantanos, ambiente brumoso y temible, donde la muerte puede acechar a cada paso, detrás de cada árbol, en cada rincón del bosque, toda clase de peligros, Zaroff con su cuerno de caza, su arco tártaro, su rifle, sus dos lacayos, sus feroces mastines…
La película  construida a través de imágenes esencialmente narrativas y bellamente sencillas nos llevan a un ofrecimiento genuinamente complejo (como la mayoría de las grandes obras) que dividirá la historia en dos partes: la primera dominada por los interiores de la vieja mansión donde la iluminación juega un papel definitivo al igual que la presencia de Zaroff y sus gestos y signos. Una de las causas de la inadecuada repetición de la obra de Schoedsack es, p. e. en “A Game of Death”, el remake de Robert Wise en 1945, la baja estatura del “cazador de personas” Eric Kreiger, interpretado por Edgar Barrier, mucho menos grandioso que el Zaroff/Banks del original; en cambio el aquí llamado Don Rainsford era interpretado por John Loder, bastante parecido a Joel MacCrea y Audrey Long (aquí Ellen Trowbridge) tenía una lejana similitud con Fay Wray. La segunda parte acontece en los exteriores repletos de peligros…
Tanto en el interior (castillo) como en los exteriores (selva) se compone el marco fantástico donde Bob y Eve --- únicos elementos  de la sociedad normal --- luchan por sus vidas (el juego incluye que, caso de morir Bob, Eve pasaría a ser “propiedad” de Zaroff). Una trampa colocada por Rainsford consigue acabar con Iván y algún mastín, hasta caer él desde un precipicio a un río (Zaroff cree haber vencido). Otra vez en el castillo: se desencadena la lucha a muerte entre el conde y Bob, una flecha usada a mano por Rainsford quedará clavada en la espalda de Zaroff. Después de acabar con el otro criado la pareja huye en una lancha hacia la civilización mientras aparece Zaroff, herido de muerte, por la ventana, intentando tensar el arco tártaro --- apasionado hasta el final --- pronuncia la palabra “imposible” y cae al vacío; abajo le esperan sus propios mastines para devorarlo. Una película fuera de serie en todos los sentidos, y solo dura 63 minutos, no tan reconocida como “King- Kong”, quizás porqué (como decía un analista) esta ofrece una lectura más arraigada y cotidiana de los miedos mientras que “El malvado Zaroff” es un film completamente abstracto….
         
                                      Narcís Ribot i Trafí

(&)- A veces se ha culpado al cine de incidir negativamente sobre la sociedad, p. e. al CINE NEGRO donde se narra la preparación de un atraco a un banco y algún espectador ha intentado copiar lo relatado. Si bien es posible, en general no ha sido así; el problema ha nacido dentro de la propia sociedad no del espectáculo.
En el caso del CINE FANTÁSTICO han sido varias las razones de los ataques, una de ellas mostrar sadismo pero ello forma parte de la vida, la totalidad de espectadores no será más o menos sádico después de ver, p. e. la película comentada El fantástico no está (lo dije una vez con referencia a James Bond) para beatificar a nadie pero es un cine tan válido, y con su propio lenguaje, como los demás.
En el aspecto religioso el grueso del cine fantástico (no hablo del actual) ha sido prácticamente siempre respetuoso. Partimos de una ficción introducida en una sociedad existente. Por ejemplo la fuerza del crucifijo ante los vampiros. Tomemos la película de Hammer “Drácula vuelve de la tumba” (Freddie Francis, 1968), la mejor aproximación al tema después de Terence Fisher: un sacerdote pierde la fe al contemplar el mal (Drácula) y un joven ateo enamorado de la sobrina del obispo Müller son ninguneados por el vampiro. Uno por haber perdido la fe, otro por no haberla tenido nunca. Parece el triunfo del mal pero finalmente el conde Drácula caerá desde las almenas de su castillo y quedará clavado en la parte superior de una cruz de enormes dimensiones. Resultado: el demoníaco ser se deshace, quedando solo unas gotas de sangre, su capa negra-roja y su anillo; el joven ateo se santigua y se convierte, el sacerdote reza el Padre Nuestro en latín en medio de una tormenta y recupera la fe perdida. Analizar el planteamiento de esta obra…

No hay comentarios:

Publicar un comentario