Una familia, una comunidad religiosa,
una parroquia, un grupo o una asociación tienen mucha suerte si entre sus
miembros hay una persona de aquellas “que sabe hacer de todo”. Desde cualquier
reparación doméstica (colocar un enchufe, arreglar una persiana, cuidar el
jardín…) hasta darte valiosas ideas. En verdad es muy positiva la existencia de
esta clase de hombres o mujeres, llamados comúnmente “manitas”. De entre ellos
hay algunos conformados en ir realizando su cometido durante muchos años,
quizás toda su vida… me parece bien y otros poseedores de un espíritu
aventurero, deseosos de conocer cosas nuevas, tierras nuevas, posibilidades
nuevas…también me parece muy bien; he conocido varios de esta casta y en el
segundo caso he admirado su filosofía de la vida, su forma de pensar ante la
cotidianidad, su afán investigador y su deseo aventurero…
Willis
Harold O’Brien (Oakland, California, 1886- Los Ángeles, 1962) era uno de ellos,
del segundo grupo. Descendiente de irlandeses, hijo de un etimologista y
director de academia y de hotel, escapa de su casa a los 11 años para trabajar
en ranchos, regresar al hogar y marchase definitivamente dos años después. Será
trampero (en Oregón), guardafrenos, escultor, mozo de granja avícola, de
botones a delineante en una empresa de arquitectos, jockey, caricaturista
deportivo, empleado en una tienda de artesanía en San Francisco, boxeador y
guía para excavaciones arqueológicas. Es en el establecimiento de San Francisco
(1915) donde --- quizás involuntariamente --- descubre el sistema de “Stop-
Motion” (animación escena por escena), cosa que cambió totalmente su
vida. Antes, ya lo dijimos, el procedimiento fue descubierto a cargo de varios
pioneros por separado como Georges Méliès (al encallarse la cámara) o Segundo
de Chomón (al entrar una mosca) pero estos no se preocuparon de patentarlo
(también se atribuyó a James Stuart Blackton aunque se dedicara más y aplicara
sus hallazgos en el campo de los dibujos animados) y la técnica pasó al limbo
del olvido hasta la resurrección efectuada con su propio esfuerzo por Willis
O’Brien (O’Bie, para los amigos). Nuestro hombre modeló por primera vez en
arcilla (comprada en la Feria Mundial de San Francisco) la figura de dos
boxeadores a los que animaba manualmente y remodelaba cada vez que sufrían
desperfectos e hizo filmar el combate (este primer corto se titulaba “Morpheus
Mike”). A continuación se le ocurrió rodar un corto protagonizado por
un cavernícola y un dinosaurio (figuras de algunos centímetros de altura)
también de arcilla, sirviéndose de unos simples esqueletos de madera a los que
animaba imagen por imagen (filmar-cortar- variar la posición de las figuras
unos milímetros- volver a filmar y así sucesivamente…muy laborioso; para rodar
unos cuantos movimientos animados se necesitaban varias horas de trabajo) y con
unas cuantas piedras distribuidas por el suelo funcionando como marco
ambiental. Llamó a un fotógrafo y efectuó la prueba en la terraza del Banco de
Italia en San Francisco. El fotógrafo tomaba un movimiento, Willis variaba la
posición de las figuras unos milímetros y se impresionaba otro movimiento. El
corto duraba un minuto y su resultado entusiasmó a H. Wober, un productor
cinematográfico que financió con un presupuesto de 5000 $ otro corto con el
sistema Stop- Motion: “The Dinosaur and the Missing Link”
(1917). Para no tener que remodelar una y otra vez cubrió las figuras de
arcilla con finas hojas de goma que conservaban su forma, disponiendo además de
esqueletos con uniones metálicas más flexibles y articuladas que las de su
primer trabajo. Hemos visto como la idea de dedicarse al cine en la rama de
maquetista y animador surgió de su propia y fecunda imaginación en sus últimos
trabajos: 1) arte (comerciante en objetos de artesanía) y habilidad, 2) la idea
de los boxeadores fue decisiva (él había practicado el boxeo), pero aún más, 3), siendo guía en una expedición
científica de Universidad de California descubrió algunos restos de un
prehistórico smilodonte (conocido también como el “tigre de dientes de
sable”), aumentando su afición a la prehistoria y a los relatos de fantasía. “The
Dinosaur and the Missing Link” (conocida también como “The Dinosaur and the
Baboon”) fue vendida a la compañía de Thomas Edison a cuyos directivos
entusiasmó por lo cual ofrecieron un contrato a O’Bie para preparar lotes
destinados a un público familiar: esencialmente comedias prehistóricas donde
Willis preparaba los escenarios, moldeaba las figuras y llagaba a producir sus
propias películas. Las cintas eran de 500 pies de largo (150 metros) y O’Brien
recibía un dólar por pie.
Willis
abandonó la productora al ver su desaparición y en 1918 entró en contacto con
el mayor Herbert M. Dawley, productor y (supuesto) maquetista para realizar “The
Ghost of the Slumber Mountain” donde O’Bie animaba a varios reptiles
prehistóricos. A pesar del éxito comercial (sobre un presupuesto de 3.000 $ se
recaudaron 100.000 $ de aquel tiempo) la asociación acabó mal ya que su socio
borró el nombre de O’Brien de los créditos y patentó la técnica de Stop Motion
como suya propia. Se entabló un pleito donde los abogados de Willis demostraron
de forma indiscutible, afortunadamente, quien tenía la razón. O’Bie modelaba
muñecos de goma sobre un esqueleto metálico con partes articuladas (según
explica detalladamente el libro de los hermanos Payán, 1) para ofrecer un
abanico de trucajes nunca visto: las estrellas invitadas fueron un
brontosaurio, un “diatrima” (ave gigantesca del Terciario) devorando una enorme
serpiente y una lucha entre dos triceratops cuyo superviviente es atacado y
devorado por un alosaurio (las maquetas eran movidas ya casi en forma estándar
sobre figuras de miniatura en una fracción de pulgada= 2,54 centímetros por
cada fotograma de filmación) . Además de la creación de maquetas y efectos
especiales, O’Brien escribió el guión, fotografió e interpretó al fantasma del
ermitaño. El film de 45 minutos de duración original fue recortado hasta 17
minutos, tal como lo conocemos hoy en día.
El
hecho anacrónico, científicamente, de aparecer en una misma cinta animales del
Terciario junto con los dinosaurios del Secundario y con seres humanos es algo
corriente en el cine, en donde impera la fantasía y en muchos casos se busca el
espectáculo.
En
la época donde llegó la consagración a O’Brien, “King- Kong” (“King-
Kong”, de Ernst Beaumont Schoedsack y Merian Caldwell Cooper, 1933) se
enfrentó a una gran desgracia al perder de golpe toda su familia. Había
contraído nupcias con Hazel Ruth Collete en 1925, a quien se le diagnosticó
cáncer y tuberculosis en 1931 (la pareja se había separado en 1930) y uno de
sus dos hijos, William, contrajo también la tuberculosis y a continuación la
ceguera. La tragedia total llegó en 1933: su ex esposa, aparentemente bajo un
ataque de locura, asesinó a sus dos hijos e intentó suicidarse con la misma
escopeta quedando gravemente herida. O’Brien no quiso verla más y logró el
divorcio antes de que ella falleciera (1934). O’Brien contrajo matrimonio con
Darlyine Prenett el mismo año y, gracias a su segunda esposa (le sobrevivió
bastantes años), los aficionados al cine fantástico y al cine en general
sabemos muchos datos y anécdotas de O’Bie que podían haberse perdido.
Retrocedamos
a 1925: O’Brien tenía ya renombre y prestigio en su labor de efectos
especiales. El productor Watterson R. Rothaker decidió dar una adaptación
cinematográfica de la novela de Sir Arthur Conan Doyle (creador del personaje
de Sherlock Holmes) “The Lost World” (“El
mundo perdido”), publicada en 1912, y decidió confiar a Willis O’Brien
la sección de efectos especiales. Nuestro hombre había hecho amistad con el
escultor y modelista mexicano Marcel Delgado (1901- 1976) quien estudiaba y
trabajaba en una tienda para poder pagarse los estudios. O’Brien apreció el
trabajo de Delgado y le animaba a colaborar con él en el cine mas este se
resistía ya que quería ser escultor, al menos en un principio. Finalmente le
pudo convencer y ambos emprendieron el reto de animar “El mundo perdido”, cuya
realización fue concedida a Harry Hoyt. Los dinosaurios de O’Brien, eficazmente
ayudado por Marcel Delgado, combinados con el invento de Ralph Hammeras (1874-
1970), consistente en la “filmación con cristal” o sea superposiciones pintadas
en un cristal colocado delante de la cámara hicieron triunfar el film en forma
espectacular (Hammeras, aparte de efectos visuales y especiales, era director
de fotografía y decorador, actuando en varios films sin acreditar, como “The
Black Scorpion”, 1957 o “20.000 leguas de viaje submarino”,
1954).
Aquí
conseguía O’Bie unas maquetas y una animación aún más perfecta y realista que
en sus anteriores logros (ver la evolución profesional de nuestro hombre):
esqueletos de acero cubiertos con hojas de goma (usadas en las prótesis
dentales) y hule, esponja roja para dar volumen, piel de látex, chocolate de
taza para simular sangre en las heridas de los dinosaurios y, además, se
introducían válvulas de hinchar balones dando sensación de respirar por parte
de los animales. O’Brien combinó perfectamente la acción de personas con
dinosaurios en un mismo encuadre, movimiento de cámara (cfr. planos detalle)
cuando en trabajos anteriores la cámara estaba fija, ofreciendo despliegue de
imágenes mucho más impactantes y emocionantes que antes. Los primeros planos
sobre las cabezas de los dinosaurios son impresionantes, con detalles como la
saliva saliéndoles de la boca, giro de ojos y respiración. La escena en donde
los dinosaurios huyen ante la erupción de un volcán se filmó en una posada de
23 x 46 m y los animales prehistóricos estaban inspirados en los dibujos de
Charles R. Kinght del Museo de Historia Nacional. Aparte de Triceratops
(herbívoro, prácticamente antecesor del rinoceronte, con una especie de collar
protegiéndole la cabeza de los depredadores) Tyranosaurus (el más temido
carnívoro), Pteranodon (reptil volador), Allosaurus (parecido al Tyranosaurus)
y Stegosaurus (cabeza pequeña, toda la espina dorsal hasta la cola protegida
con duras crestas, una cola dura y de golpe mortífero y tres cerebros…) con frecuencia presentes en la ya larga
filmografía “dinosaúrica” y el más
ocasional --- en el cine que vendrá después--- Brontosaurus, aparecerán también
el Agathaumas y el Trachodon. Por vez primera observábamos el movimiento de
muchos dinosaurios a la vez en una llanura (lo normal era ver uno o dos, en
escena de lucha generalmente, no más), todos con movimiento propio por lo cual
es de admirar el trabajo de O’Brien y Delgado. Estos modelos posteriormente se
exhibieron en el Museo de Artes y Ciencias de Los Ángeles. Arthur Conan Doyle
aparecía como presentador del film original que se perdió tras un incendio en
los estudios (circulaba una copia con metraje reducido para colegios pero hace
algunos años, gracias a la Filmoteca Checa, podemos disfrutar de una versión
más completa, la distribuida en circuito DVD). “El mundo perdido” gozó
también de un buen reparto: Wallace Beery (profesor Challenger), Lewis Stone
(sir John Roxton), Lloyd Hughes (Edward Malone) y Bessie Love (Paula White). La
trama, más adelante estereotipada, se centra en una expedición a una región
rodeada/protegida por montañas donde la vida aún es prehistórica en su fauna y
flora (dinosaurios, cavernícolas) situada en una inexplorada y casi inaccesible
región del Brasil. También se repetirá la captura de uno de los animales (el
herbívoro Brontosaurus) para llevarlo a Londres y poder demostrar Challenger
sus teorías que posteriormente escapa, derrumba paredes, amenaza con aplastar
humanos y finalmente su peso hunde un puente sobre el Támesis y el animal se
aleja a nado para volver a su lugar de origen (lo mismo hará King- Kong en
Nueva York pero en su caso la bestia encontrará la muerte a causa de su amor
por una mujer).
Al
año siguiente, 1926, O’Brien había pensado en una secuela que, como muchos
proyectos suyos, jamás se realizó: “Atlantis”. Mismo caso para “Creation”
aunque sus esbozos y sus pocos minutos filmados de prueba emocionó al
productor/realizador Merian Caldwell Cooper, para R. K. O. (había un boceto de
un gorila gigante con una muchacha en su mano). Primera idea para la gestación
del inmortal “King- Kong” (1933). Merien C. Cooper (1894-1973) fue productor
(su faceta más habitual e importante), 2), directivo de varias empresas
cinematográficas, guionista, realizador, aventurero, aviador y oficial de las
Fuerzas Aéreas de U.S.A. Junto con su compañero de aventuras Ernst Beaumont
Schoedsack (1883- 1979) formaron un tándem valiosísimo que eclosionó en dos
obras absolutamente maestras no solo del cine fantástico sino del general: “The
Most Dangerous Game” (“El malvado Zaroff”, 1932),
dirigida por Schoedsack e Irving Pichel, producida por Merian C. Cooper y David
O’Selznick para R.K.O. y guión de James Ashmore Creelman sobre un relato de
Richard Connell y “King- Kong” (“King- Kong”, 1933), producida por Schoedsack y
Cooper y David O’Selznick (productor ejecutivo) según guión de James Ashmore
Creelman y Ruth Rose (esposa de Schoedsack) sobre un argumento del escritor
Edgar Wallace (falleció antes del estreno del film) y Merian C. Cooper. Los
protagonistas masculinos de “El malvado Zaroff” fueron Joel
McCrea y Leslie Banks (conde Zaroff), los de “King- Kong”, Bruce Cabot
y Robert Armstrong mientras que la protagonista femenina en ambos films fue Fay
Wray (a quien conocí en Sitges- 1989, había nacido en 1907 y falleció en 2004).
Para
“King-
Kong” Mario Larrinaga y Byron Crabbe preparaban los fabulosos
decorados, Schoedsack y Cooper, aparte de productores, compartían el asiento de
director (se ha dicho que la 1ª parte, la de la misteriosa isla con sus
apasionante selvas donde el rey Kong hace su aparición fue filmada por Cooper y
la 2ª parte, la de Nueva York aterrorizada por Kong cuando ha logrado escapar
se realizó a cargo de Schoedsack) y Willis O’Brien, junto y perfectamente
compenetrado con Marcel Delgado, modelaban las nuevas figuras aún más perfectas
(la evolución era continuada) que las de “El mundo perdido”. Para ello se
prepararon dos maquetas del gorila (no alcanzaban el ½ metro), además de varios
animales prehistóricos. Se utilizó un nuevo modelo de arcilla como guía; sobre
el esqueleto de acero se colocaba una musculatura de látex que podía ser
animada con gran verismo, se empleaba algodón para dar volumen al animal y se
terminaba empapando con una capa de látex líquido al modelo, creando los
detalles finales antes que se secara. Para las escenas donde intervenían
actores humanos se crearon modelos a escala natural de la cabeza y hombros de
Kong junto con una mano y un pie además de miniaturas representando seres
humanos. La cabeza, mano, pie y hombros formaban parte de un conjunto
proporcional e idéntico, forrado con varias pieles de oso y movido por un dispositivo de aire comprimido.
Es
conocida la historia del aventurero y realizador cinematográfico Carl Denhan
(Bruce Cabot) --- proyección dentro de la pantalla del dúo Schoedsack- Cooper
--- el cual embarca en busca de una isla perdida y ausente en muchos mapas
llamada “Skull” (“Calavera”) donde hay la leyenda de estar habitada por
animales prehistóricos y un gorila gigante de unos 15 m de altura. Acompañan a
Denham la bella Ann Darrow (Fay Wray), a quien había encontrado robando
manzanas (estamos en USA, durante la depresión iniciada en 1929) y Jack
Driscoll (Bruce Cabot). Los nativos de la isla, separados de “la parte
prehistórica” por una muralla, raptan a Ann para ofrecérsela al dios- Kong pero
este no la matará sino que se enamorará de ella y la defenderá de tres
depredadores: un Tyranosaurus Rex, un Notosaurus (anfibio, prácticamente una
serpiente con patas) y un Pteranodon. La muchacha es rescatada por Driscoll,
derrumba Kong la puerta de separación del mundo perdido- poblado de indígenas y
finalmente es capturado al arrojarle Denhan una granada lacrimógena. Llevado a
nueva York para ser exhibido como “la octava maravilla”, el simio se excita
ante los flashes de los fotógrafos (cree que hacen daño a su enamorada), rompe
las cadenas y huye a la calle sembrando la destrucción, el terror y la muerte
hasta encontrar a Ann a quien rapta y huye con ella en lo alto del Empire
State. Deposita a Ann en una pequeña terraza mientras es abatido por la
aviación militar, cayendo al vacío (los aviadores con bufanda del biplano
monomotor que mata a Kong --- el animal había logrado derribar a uno --- eran
los mismos Schoedsack y Cooper). “Por fin la aviación ha acabado con él”,
dice un policía. Denham contesta: “No, ha sido una mujer”.
El
éxito fue tan apoteósico que Schoedsack y Cooper prepararon una continuación,
también producida por R.K.O. a finales del mismo 1933: “Son of Kong” (“El
hijo de Kong”) con el concurso de O’Brien. Esto lo contaremos, Dios
mediante, en una segunda parte sobre los trabajos de O’Bie a partir de “King-
Kong” hasta el final de su vida, debido a un ataque cardíaco, en 1962.
Willis
O’Brien (3), al igual que su alumno y sucesor Ray Harryhausen, siempre fue fiel
a su técnica “Stop- Motion” o “escena por escena”. Verdadero artista y gran creador en una elaboración, podríamos
decir, “artesanal” y “casera”. Quizás hoy, sus movimientos nos pueden parecer
algo mecánicos, como he oído alguna vez en “King- Kong” (muchos
desconocen el significado de la palabra “sensibilidad”), pero este aparente
primitivismo e incluso estas imperfecciones que algunos se empeñan en buscar
dan una dimensión de “maravilloso” y de poesía que aún hoy en día, con sus
técnicas millonarias de efectos digitales y ordenadores, se está lejos de
igualar.
Narcís Ribot i Trafí
1)-“LOS EFECTOS ESPECIALES
(1900-2001): DE KING KONG A LA GUERRA DE LAS GALAXIAS,” de Javier y
Miguel Juan Payán. Pozuelo de Alarcón (Madrid, 2001).
2)- Merian C. Cooper como
productor: “King- Kong” (además de co-realizador), “Dr. Cyclops”, “El gran gorila”,
“Los
últimos días de Pompeya”, “She, la diosa del fuego”, todas
ellas realizadas por Schoedsack; asociado con John Ford (Argosy Pictures) le
produjo varios films como “El sol siempre brilla en Kentucky”, “El
hombre tranquilo”, “Tres padrinos”, “El
fugitivo” o la “trilogía de la caballería” (“Fort Apache”, “La legión
invencible” y “Río Grande”). Como director: “Chang”
(1927), documental, aún en la época muda, sobre animales, especialmente
gorilas, “King-Kong” y también al alimón con Schoedsack en “Los
últimos días de Pompeya”. Como guionista: “King- Kong” y “El
gran gorila” (1949), donde Willis O’Brien era ayudado por un aficionado
admirador suyo que se convertiría en su dignísimo sucesor: Ray Harryhausen.
3)- “CINESAURIOS”,de Adolfo
Blanco Lucas. Royal Books (Barcelona. 1993). Libro recomendado varias veces
como los que vienen a continuación.
- “CINEZOICO” (“EL DINOSAURIO A
TRAVÉS DE LA HISTORIA DEL CINE)”, de Octavio David López Payán (prólogo
de José Luis Sanz). Editorial Rosetta Cabezo de Torres, Murcia, 2017).
- “MITOLOGÍA DE LOS DINOSAURIOS”,
de José Luis Sanz (Taurus, Madrid, 1999)-
- “LOS MUNDOS PERDIDOS DE WILLIS
O'BRIEN”, obra coral con prólogo de Miguel Fernando Ruíz de Villalobos
y coordinado por Jorge Juan Adsuara. Editado por CINE CLUB MUSEO FANTÁSTICO
para la IV JORNADAS DE LITURATURA FANTÁSTICA, CIENCIA- FICCIÓN Y TERROR en Castellón
(2013- Único estudio, hasta el momento, en formato de libro y en lengua
castellana, integramente dedicado a
Willis O´Brien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario