Alesandro di Mariano di Vanni Filipepi era el
nombre oficial del pintor Sandro Botticelli (Florencia, ca. 1444/45 -Florencia,
1510). “Botticelli” = “Tonelete” era el apodo de su hermano mayor Giovanni por
su obesidad. Hijo del artesano curtidor Mariano y Smeralda, familia amiga de
los Vespucci (Americo Vespucci, miembro de esta familia, fue quien dio el
nombre al nuevo continente de America) y de los influyentes Medici para quienes
trabajaría en numerosas ocasiones. El joven Botticelli admiró el “Fresco
de la Trinidad” (1427) de Massaccio, primera obra en aplicar las leyes
de la perspectiva central acercándose al estilo de Giotto y a los modelos de la
Antigüedad: confluencia de las líneas de la composición en único punto lo cual
daba una obertura al espacio en donde se integraban las figuras. Botticelli se
abrió tanto a los logros de Massaccio como a las tendencias del gótico tardío.
Primero se dedicó a la orfebrería (varios pintores
se formaron en este oficio) con marcada sensibilidad en el diseño decorativo de
las formas, característica demostrada con sus pinturas. A continuación inició
su aprendizaje en el taller del carmelita fra Filippo Lippi, uno de los
pintores más reputados de la Florencia de la época y, más adelante, es posible
que trabajara en el taller del pintor/escultor Andrea del Verrocchio. Fue
Filippo Lippi quien le recomendó a los Medici y cuando en 1470 abrió su propio
taller (en la actual Vía della Porcelana
de Florencia, casa comprada por su padre seis años antes), tuvo también
varios ayudantes/discípulos entre los cuales destacaba Filippino Lippi, hijo de
su maestro.
Figuras lineales y colorido fulgurante son
cualidades heredadas de Filippo Lippi y en su primera “Epifanía” (pintó más) aún
se muestra inmaduro, especialmente en la dificultad de armonizar los espacios
(lado izquierdo saturado de personas y caballos, lado derecho semivacío con
miradas desconectadas y algo de artificiosidad) pero con un vistoso colorido.
Perfeccionó sus dotes para el dibujo pintando madonas y ángeles siguiendo el
estilo de Lippi pero con más expresividad: tridimensionalidad de las figuras,
colores fuertes y luminosos e individualización de los rostros. En las
siguientes obras minimiza el interés por el espacio y el cuerpo a la vez que
intensifica la importancia de la línea con figuras proporcionadas y túnicas
recargadas de joyas y piedras preciosas. Nuestro hombre va ganando fama y
popularidad. Pinta por igual temas religiosos (“Virgen con el niño y ángeles”),
historias bíblicas (“Judit con la cabeza de Holofernes”),
retratos (varios para los Medici) o mitológicos (“El nacimiento de Venus” o
“La
Primavera”), así como escenas para la literatura (“El Decamerón” de
Boccaccio o “La Divina Comedia” de Dante que dejó inacabado) y unos frescos
--- sencillamente correctos --- en la Capilla Sixtina del Vaticano (1481)
mientras, otro fresco, “La purificación del leproso” (1481),
es excelente.
Gracias al mecenazgo de los Medici nuestro hombre
ganó mucho dinero y una gran reputación. Murió prácticamente en la miseria y su
fama se diluyó tras su muerte para resurgir brevemente en el Manierismo y caer
en un injusto olvido que duró tres siglos hasta que a mediados del XVIII su
obra fue admirada y rescatada por algunos artistas de la Hermandad
Prerrafaelita y, tras algunas exposiciones,
la creación de Botticelli resucitó --- también es verdad que su eclipse
se produjo en parte por convivir con genios de la talla de Miguel Ángel,
Leonardo o Rafael --- para ser considerado uno de los pintores más grandes del
Renacimiento. Giorgio Vasari, pintor y cronista de vidas de colegas suyos, le
es hostil en principio a causa de datos infundados sobre su vida privada,
después atenúa considerando negativa la influencia del dominico fra Girolamo
Savonarola sobre Botticelli y algún miembro de su familia.
Una de las características más importantes de la
pintura de Botticelli reside en su mundo formal, más poético que plástico,
presidido por la sutileza de las armonías lineales que describen los cuerpos,
los vestidos, las cabezas de los personajes más deudores del dibujo que del
modelado/la plasmación. A diferencia de otros colegas suyos jamás le preocupó
la perspectiva, basándose en la estructuración matemática del espacio pictórico
no supeditando nunca la belleza compositiva a este elemento. La meta para
Botticelli es poder manifestar con toda pasión la belleza ideal --- en este
sentido su pintura tiene puntos similares, el misticismo p. e., con la de fra
Angélico --- y también importándole no en demasía el naturalismo.
Para gran parte de sus trabajos utilizó la técnica
del temple sobre tabla, en menor grado el lienzo y alguna pintura mural al
fresco. En todas estas formas destaca su amplia y rica gama cromática en
tonalidades intermedias.
Si estudiamos la evolución pictórica de Botticelli
veremos la evidente influencia de su primer maestro fra Filippo Lippi del cual
heredó la inimitable elegancia de sus sistemas lineales a base de referencias
arquitectónicas, la riqueza cromática (conseguida con un azul y un amarillo, p.
e.) y los secretos técnicos de la pintura de panel y fresco además de conseguir
un vocabulario estilístico con su repertorio de trucos y ornamentos
constitutivos de una particular visión del mundo pictórico del momento; la
densidad del relieve le viene de Piero del Pollaiolo y en el paisajismo notamos
la mano de Andrea del Verrocchio (se da casi por seguro su estancia como
aprendiz en su taller).
Entre 1460-
70 aparecen las primeras obras de Botticelli, casi todas “Vírgenes con el Niño” en
donde el estilo de fra Lippi está presente: intimismo en las figuras y
pulcritud en el diseño. Pinta en 1470 “La Alegoría de la Fortaleza”
siguiendo los pasos de Pollaiolo y con “El Retorno de Judith y San Sebastián”
se cierra esta 1ª etapa de aprendizaje en donde aparecen ya los trazos propios
del estilo botticelliano: cuerpos dinámicos y vibrantes, cabezas suavemente
ladeadas con sonrisas equivalentes a una inspiración poética de rico lirismo.
Una segunda etapa coincide con la entrada del
pintor en el círculo de intelectuales que rodean a Lorenzo de Medici (“El
Magnífico”), propulsores del Renacimiento Neoplatónico con sus mitos y su
filosofía clásica antigua. Antes de dar este paso dominaba ya la armonía
lineal, exuberancia de colores vivos,
elegancia y dulzura desbordante. Las obras más importantes de este período/ de
su vida artística son “La Alegoría de la Primavera” (entre
1477 y 1482) --- o sencillamente “La Primavera” --- y “El
Nacimiento de Venus” (entre 1482 y 1485).
Hacia 1490 el artista abandona el mundo clásico
con la excepción de “La Calumnia” (1495), considerada
como una alegoría en defensa de Savonarola, iniciando su tercera y última etapa
cuando ha desaparecido el poder y la influencia (en mucho) de los Medici. Toda
esta 3ª etapa pinta bajo la influencia de Savonarola pero en absoluto no pierde
ni el sentido innato del ritmo lineal ni la finura pero los cuerpos olvidan su
gracia y movilidad para volverse tensos mientras los rostros devienen trágicos
y el colorido denso. De este tiempo, el último de su vida, destacan obras como
“La
Piedad” y “La Natividad Mística” (ambas hacia 1500) las cuales proyectan
el estado anímico del pintor, fascinado y asustado a la vez por el discurso
apocalíptico del religioso dominico, condenado a la hoguera en 1498 (&)...
Narcís Ribot i Trafí
(&)- UNA BIBLIOGRAFÍA:
“BOTTICELLI””, primera edición en
2003, Rizzori/Skira, RCS Libri (Milán). Edición española Unidad Editorial
(2005), Biblioteca “El Mundo” (“Los grandes genios del arte”), obra
coral con introducción de Matteo Manzini.
“BOTTICELLI”, de Barbara Deiming. Taschen. Edición original
en Alemania. Traducción de José García Aquisgrán para la edición española
(2005).
“SANDRO BOTTICELLI”, de Tonia Requejo
Grado. “Colección “El Arte y sus
creadores”, nº 1. Historia- 16, Cultura y Publicaciones (Madrid, 1993).
“BOTTICELLI”, obra coral. Susaeta
Ediciones, S. A. Colección “Genios del Arte” (Madrid, 2002).
Para mi, su Nacimiento de Venus es un símbolo de mucho más que arte
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