“Dadle a Mann un paisaje,
una montaña y un itinerario. Y ya tendremos una obra maestra” (André Bazin).
“El realizador que más he
estudiado, mi director favorito, es John Ford. En un plano expone más
rápidamente que cualquier otro el entorno, el contenido, el personaje. Tiene la
mayor concepción visual de las cosas y yo creo en la concepción visual de las
cosas. El impacto de un solo y pequeño plano que puede hacernos entrever toda
una vida, todo un mundo, es más importante que el más brillante de los
diálogos” (Anthony Mann).
La obra de Anthony Mann empezó a
rehabilitarse a mitad de los años 50 en Europa y después en Estados Unidos,
precisamente cuando rueda sus westerns. No cabe duda, como dice Ángel Coma (1),
que si nuestro hombre no hubiera dirigido films del Oeste hoy sería señalado
como meramente “buen artesano” y se acabó. El reconocimiento total y absoluto
en su país de adopción, donde rodó la mayor parte de sus películas, llegó a
finales de los 60: p. e. en el libro donde se
revisaba nombres de realizadores injustamente olvidados a cargo de
Andrew Sarris, “The American Cinema” (2), donde ejercía entre una correcta y
discreta defensa sin mucha pasión ni admiración (este libro, 1968, y algunos
otros, además de varios escritos, aparecieron al final de la década, cuando
Mann había ya fallecido). Sin embargo, los primeros estudios sobre Mann
reconociendo el valor de su obra aparecieron --- como en otras ocasiones --- en
Francia: a la biografía y estudio de J. C. Missianen, editado en 1964 (3) se le
suma el extenso artículo de Jean Wagner (4) dentro de una antología
cinematográfica (1968) además de diversas entrevistas y escritos en revistas
como “Positif”,
“Sight and Sound", “Cahiers du Cinema”, “Presence du Cinema” y
alguna otra. En nuestro país Pascual Cebollada (“Revista Internacional de Cine”)
y Félix Martíalay (“Film Ideal”) fueron los introductores de Mann en el Olimpo de
los grandes realizadores para ser después, en diversos artículos, los Quim
Casas, Javier Coma y algún otro los más destacados estudios que mantienen la
llama viva de la afición por el cine de Mann. Mi amigo Fernando Alonso Barahona
(5), perteneciente al “Círculo de Julián Marías” y gran conocedor de la
filosofía de Ortega y Gasset escribió el primer estudio en español (1997)
donde, por cierto, al finalizar su estudio enumera una lista de personas
admiradoras de la obra de Mann donde aparece quien suscribe estas líneas. Más
adelante se editó por parte de la Filmoteca Nacional, el festival de San
Sebastián y el Ministerio de Cultura el monumental estudio (traducción) de
Jeanine Basinger (2004) cuyo original se fecha en 1979 y que sigue siendo una
de las principales referencias (6), como se indica en la introducción, para el
estudio del realizador. Alonso al igual que Coma se queja, con razón, del tiempo oscuro del Mann olvidado;
finalmente tiene buena prensa pero no suficiente ¿Por qué no fue reconocido
Mann hasta después de unos veinte años tras la cámara? La respuesta es que
comenzó su carrera cinematográfica en el restringido círculo de serie B. Filmó
una serie de cine negro que, como otros, difícilmente traspasaría las fronteras
de Estados Unidos y que ahora conocemos gracias al soporte en DVD. También
realizó alguna comedia y algún que otro musical pero fue el “cine negro”
(policíaco, gangsters, atracos, bandidos) que constituyó una dura pero valiosa
tabla de aprendizaje. En varias de estas películas se entrevén valores
incipientes para sus grandes películas y obras maestras de los años 50. Otra
causa del injusto olvido (al menos en un principio) es que Anthony Mann
pertenecía a la segunda generación de directores norteamericanos, los que no
trabajaron en el cine mudo y si fue difícil reconocer a los primeros (Raoul
Walsh, John Ford, King Vidor, Howard Hawks, Cecil B. DeMille) aún lo fue más
para los segundos (Anthony Mann, Nicholas Ray, Robert Aldrich). El estreno en
Europa de “El hombre del Oeste”, despertó la afición y el entusiasmo de
crítica y público (algunos ya le habían reconocido “oficialmente” desde el
estreno de “Horizontes lejanos”) y en España Anthony Mann fue más
recordado, al menos en un principio, gracias a su segunda esposa: Sara Montiel
(Mann se casó tres veces, el matrimonio con Sara Montiel --- había una gran
diferencia de edad entre los conyugues, quizás la causa principal de la ruptura
--- duró casi seis años, 1957-63).
En Point Loma (hoy forma parte de San Diego)
nació Emil Anton Bundmann un 30 de junio de 1906, sus padres, profesores en
filosofía eran de origen judío, emigrantes de Alemania. El joven estaba perfectamente dotado para la interpretación y
enseguida demostró una vocación “teatral”. Al morir su padre tuvo que abandonar
sus estudios para trabajar de mozo en la Westinghouse pero gracias a su empeño
logró ser actor secundario en el Triangle Theater para ser más adelante regidor
y trabajar con grandes directores de teatro como David Belasco, Chester Erskin
y Rouben Mamoulian (también realizador cinematográfico) de quienes confiesa
haber aprendido mucho. Después de fundar una pequeña compañía de teatro casi en
plan de aficionados (1934) conoció al productor David O’Selzneick quien vio en
el joven Mann un futuro talento para el cine y se mantuvo en la Selznick
International Pictures hasta su disolución en 1941 (intervino en la dirección
de actores, ayudante de cámara, montaje, entre otras, de la famosa “Lo
que el viento se llevó” y “Rebeca”). Un corto espacio de tiempo
de aprendizaje en Paramount, como asistente o ayudante de directores de
prestigio y la misma productora le ofreció dirigir un policiaco en 1942: “Dr.
Broadway”, con la condición de realizarla en 18 días.
“Forjó, poco a poco, un
estilo conciso, seco abstracto, de extremada belleza mineral, en que el paisaje
se convierte siempre en determinante y detonante de las reacciones básicas de
los personajes, acompañándoles simbólicamente en su degradación o superación,
decorado vital y pauta narrativa al mismo tiempo”.
Quim Casas (7).
Todos los estudiosos de
la obra de Mann y cualquier interesado y/o aficionado sabe la importancia del
paisaje en su obra, utilizándolo como una herramienta más. No buscó el
esteticismo gratuito, nunca se decantó por el barroquismo y jamás cayó en el error del decorativismo gratuito como
pasa, en muchas ocasiones, hoy en día. Mann fue un gran pintor el paisaje, como
un personaje más, nunca como ornamentación o simbolismo (equiparar paisajes
agrestes con caracteres humanos igualmente agrestes), los paisajes son hostiles
a veces al ser humano y este tendrá que vencer gracias a su astucia y con una
fuerte dosis de violencia. Así, especialmente en sus westerns, donde predominan
los espacios abiertos, demuestra que era un gran realizador pero también en las
obras de encargo donde tiene más importancia los espacios cerrados
(principalmente en el cine negro) y escenas intimistas aunque no tuviera tanto
presupuesto ni tanta libertad de acción; en Mann todo es pasión, fuerza,
acción, no hay lugar para la decoración pasiva, como escribe Fernando Alonso
Barahona. Su estilo es directo, nítido y pragmático, suprimiendo en su
totalidad lo superfluo que pueda entretener y desviarnos la atención de la
puesta en escena, no usando jamás artificios ni efectismos (vicios de la
cinematografía actual de género) y dando importancia a la palabra pero más a la
imagen. Para Mann la imagen explica la historia mientras las palabras sirven
para subrayar esta imagen. El estilo de nuestro hombre no varió en los cambios
de sistema y formato: del blanco/negro al color, de la pantalla corriente a la
panorámica o al Cinemascope (“No creo que el procedimiento técnico
presente una importancia capital. Lo que cuenta es lo que se muestra en la
pantalla”. Anthony Mann).
El paisaje como un
personaje más, luego la violencia. En el ciclo con James Stewart el héroe tiene
un pasado turbulento y un futuro dudoso. Busca una paz, una huida de su pasado
que ha de ganársela luchando; ante los inconvenientes y las injusticias
responde con un estallido de ira después de unos instantes de rabia contenida.
Los héroes de Mann se mueven para redimirse de un pasado oscuro (“Horizontes
lejanos”), por venganza (“Winchester-73”, “El hombre de Laramie”),
para rehacer su vida (“Colorado Jim”), para cumplir un
trabajo que le reportará beneficios y poder adquirir una posición en la
sociedad que ha perdido a causa de un amor frustrado (“Tierras lejanas”).
Anthony Mann realizó once westerns, cinco con James
Stewart. Estos son: “Winchester- 73” (“Winchester-73”),
en 1950, “Bend of the River” (“Horizontes lejanos”, 1952), “The Naked
Spur” (“Colorado Jim”, 1953), “The Far Country” (“Tierras lejanas”,
1955) y “The Man from Laramie” (“El hombre de Laramie”, 1955). Los otros seis westerns,
sin James Stewart son: “Devil’s
Doorway” (“La puerta del Diablo", 1950), “The Furies” (“Las Furias”,
1950), “The Last Frontier” (“La última frontera”, en soporte DVD), en
1956, “The Tin Star” (“Cazador de Forajidos”, 1957), “Man
of the West” (“El Hombre del Oeste”, 1958) y “Cimarron” (“Cimarrón”,
1960).
Fue en 1950 cuando rodó
tres westerns y cuando se empezó a reconocer su labor aunque las primeras
críticas sobre “Winchester- 73” hablaban solamente de un “western bien hecho” y se
acabó, además el primer western estrenado cronológicamente no tuvo éxito
comercial: “La puerta del diablo”, uno de los primeros films del Oeste
pro-indios, protagonizado por Robert Taylor. La competencia de la excesivamente
mitificada “Flecha rota”, de Delmer Daves, interpretada por James Stewart,
fue factor decisivo. Hoy en día se considera el film de Mann como formidable y,
si se me permite, bastante superior al de Daves.
La serie Mann- Stewart
puede dividirse en dos partes: 1ª) las tres producidas por Aaron Rosemberg para
Universal (“Winchester- 73”, “Horizontes lejanos” y “Tierras lejanas”), con
guión de Borden Chase y 2ª) los otros dos realizados fuera de Universal: “Colorado
Jim” (para M. G. M.), producida por William H. Wright y escrita por Sam
Rolfe y Harold Jack Bloom y “El hombre de Laramie” (para Columbia
Pictures), producida por William Goetz y escrita por Philip Yordan y Frank Burt
sobre un relato de Thomas T. Flynn para “Saturday Evening Post”.
He hablado del guionista
Chase porque en Mann el guión tenía mucha importancia, nunca filmó sin haberse
puesto de acuerdo con el guionista, sin haber estudiado y repasado antes el
guión. Con alguna lógica discrepancia se avenía con renombrados guionistas como
el citado Borden Chase (hombre bastante difícil de tratar pero excelente
escritor para el cine), el perseguido en las listas negras Philip Yordan, Dudley Nichols (guionista de la
famosa “La Diligencia” fordiana) o Reginald Rose. Daba, además, total
importancia a todo el equipo con el cual se compenetraba. Anthony Mann falleció
de un infarto cardíaco en Berlín un 29- abril- 1967 mientras rodaba “A
Dandy in Aspic” (“Sentencia para un Dandy”). El actor Laurence Harvey
dirigió el resto de la película.
Creó un universo
cinematográfico riquísimo, especialmente en sus westerns y dentro de ellos
particularmente los del ciclo con Stewart. Cada uno podría dar de si un escrito
mucho más largo. Ahora me limitaré a intentar reseñar las aportaciones. Gracias
a su tenacidad, constancia y profesionalidad Mann encontró un estilo propio,
hoy en día está considerado (justamente) como el más gran especialista del
género junto a John Ford.
I)-
WINCHESTER-73 (1950)- Primero y único de la serie en
blanco/negro (otros dos westerns fuera
del ciclo en blanco/negro: “Las furias” y “Cazador de forajidos”).
El título de la película se refiere a un rifle de precisión extraordinaria
fabricado en la fábrica de Oliver Winchester en 1873 por el ingeniero Benjamin
Tyler Henry. Lin McAdam (James Stewart) gana uno de estos pocos rifles de
repetición en un concurso que también concurre su hermano Matt (Stephen
McNally) quien mató a su padre años antes. Ambos hermanos se odian a muerte. A
partir de ahora, después de robar Matt el fusil a Lin la narración adquiere una
trayectoria circular, pasando de mano en mano el arma se erige en protagonista
hasta que finalmente Lin mata a su hermano y recupera el winchester-73. A
semejanza de los films de sketchs la codiciada arma pasará a Lamont (John
McIntire), un traficante que se lo gana a Matt a las cartas pero un jefe indio,
Young Bull (Rock Hudson), le asesina y se queda con el rifle aunque morirá en
una batalla con el ejército yanqui para ir a para en manos del cobarde Miller
(Charles Drake), asesinado más adelante por el pistolero Waco Johnny Dean (Dan
Duryea) quien se queda con el fusil. Matt McAdam, con el sobrenombre de Dutch
Brown es cómplice de Waco para atracar un banco, descubre el wínchester y
obliga al compinche a devolvérselo. Este, asustado, accede. Atracan el banco
pero se encuentran con Lin, quien logra acabar con Waco para a continuación
perseguir a su hermano y matarle en un paisaje montañoso. Regresa con el rifle
a Dodge City donde le espera Lola (Shelley Winters), antigua novia del miedoso
y egoísta Miller que se ha enamorado de él…..Como todos, film del ciclo es de
espacios abiertos pero de tratamiento cerrado en la conexión con el arma, desde
el principio en el enfrentamiento simbólico para ganar el arma hasta el final
donde la lucha es real y mortal; en Dodge City los dos hermanos se encuentran y
como acto reflejo mano a la cartuchera pero las pistolas no están ya que el
real sheriff Wyatt Earp (Will Geer) ha obligado a todos los concursantes a
dejar las armas en comisaría hasta acabar la prueba (es curioso que James
Stewart interpretó más adelante al sheriff Earp en la grandiosa “El
gran combate”, de John Ford, 1964). El argumento parte de un relato de Stuart N. Lake sobre el
cual Robert L. Richards y Borden Chase elaboraron el cronológico y ajustado
guión que en un principio debía dirigir Fritz Lang pero por desavenencias con
la compañía dejó para dedicarse a otros proyectos.
II)-
HORIZONTES LEJANOS (1952)- Glyn McLyntock desea huir de su
pasado de pistolero, conduce una caravana de colonos y salva de morir ahorcado
a Emerson Cole (Arthur Kennedy), otro hombre con pasado dudoso, quien se une a
la caravana con destino Oregón. Después de diversas aventuras y alguna
escaramuza con los indios llegan a Porland donde Emerson decide quedarse para
dirigir una casa de juegos. Más adelante Emerson traiciona a Glyn para
apoderarse de los víveres destinados a los de la caravana y negociar con su
venta al mejor postor. Le deja abandonado en el bosque y este jura que
volverá….Enfrentamiento final entre los dos ex pistoleros…. el río arrastra el
cuerpo inerme de Emerson. Descubrimos que Glyn tenía una marca de soga en el
cuello….
Western de ensueño, con
la inolvidable música de Hans Salter (y Frank Skinner, este no acreditado) y la
nítida fotografía de Irving Glasberg. Si en “Winchester-73” funcionaba la
paráfrasis bíblica Caín- Abel aquí surge la comparación del barril de manzanas
donde hay una podrida que puede pudrir a todas las demás; “Una manzana no es un hombre”,
repone Glynn, al final lo veremos. Él fue una manzana enferma pero se recuperó
mientras Emerson, cegado por su ambición y egoísmo, se perdió para siempre.
Aventuras sin par sea a
caballo, carromato, barco fluvial, batallas cerca del río….el paisaje/escenario
puede ser tanto un elemento a favor como totalmente hostil. No empaña la
grandeza de la película el colocar un decorado nevado (podría ser a propósito)
en la inicial secuencia del campamento ni los colores algo chillones de las
vestiduras (¿acaso no tenía un significado, estudiado en diversas ocasiones,
los vestidos de “Johnny Guitar”, el magnifico film de Nicholas Ray?).
III)-
COLORADO JIM (1953)- Aquí el protagonista, Howard Kemp
(James Stewart), el más iracundo y agresivo de la serie persigue al forajido
Ben Vandergroat (Robert Ryan) por quien se ofrecen cinco mil $ de recompensa.
Un anciano buscador de oro (Millard Mitchell) y un militar con dudosa
reputación (Ralph Meeker) se unen a él. Capturarán entre los tres a Ben y a su
ahijada Lina Pach (Janet Leigt) y decidirán repartirse la recompensa mientras
hacen frente a un grupo de indios. Cinco personajes además de los indios, film
itinerante (llegar a la civilización y cobrar la recompensa), abierto como
siempre en espacios, cerrado sobre los cinco personajes. Aquí el protagonista
no actúa por venganza sino para rehacerse de un pasado nada envidiable y por la
codicia: Howard Kemp fue a la guerra, perdió a su novia que además de
abandonarle con un amigo se quedó con sus tierras. Con la recompensa piensa
adquirir tierras nuevas y empezar de nuevo. Es el film más ácido de la serie.
Los personajes están admirablemente trazados, delimitados e interpretados con
mención especial para Ben Vandergroat/Robert Ryan, un delincuente malvado y sin
escrúpulos pero astuto y cínico por lo que fomenta la desunión entre los tres
cazadores desconfiados entre si y, conocedor de la historia de Howard,
continuamente le recuerda con burla su pasado por lo cual en alguna ocasión es
agredido. Lina, situada en medio del conflicto, intenta en un principio
defender a su padrino/protector (en realidad hija de un cómplice fallecido).
Los indios atacan a causa del repudiado teniente Andersson/Ralph Meeker por
haber forzado a una joven india lo cual hace unir al grupo, no por solidaridad
sino para sobrevivir. Parece posible llegar a Abilene donde entregarán a Ben y
cobrarán la recompensa pero este engaña al anciano Jesse Tate/Millard Mitchel
proponiéndole la libertad a cambio de enseñarle la situación de una (falsa)
mina de oro, asesinándole poco después hasta que finalmente es abatido por
Howard; el teniente perece al intentar recuperar el cadáver de Ben (la
recompensa es tanto si se entrega vivo o muerto) y en el último momento Howard
no recogerá al difunto pues se ha enamorado de Lina y ella le corresponde (esta
secuencia es una profunda reflexión sobre la ambición, la degeneración moral y
la final pérdida del egoísmo con la tranquilidad de espíritu y olvido total del
pasado); irán a Abilene con el propósito de casarse porqué el auténtico amor es
más grande que todas las fortunas del mundo….
Insólito western --- lo
cita Ángel Coma --- para la productora M. G. M., con sus excelentes técnicos al
servicio e la narración: fotografía de William Mellor, música de Bronislau
Kaper o dirección artística de Cedric Gibbons.
IV)-
TIERRAS LEJANAS (1955) Es el regreso de Mann a Universal
después de la experiencia de “Colorado Jim” para M.G.M. La
situación/el paisaje en esta ocasión es el de Alaska (gran parte del film está
rodado en las Montañas Rocosa de Canadá). Aquí nuestro hombre es Jeff Webster
(James Stewart) y su principal interés es pasar un ganado propiedad suya,
venderlo y ganar el máximo de dinero posible. También algo le sucedió en el pasado
(en sueños pronuncia angustiado el nombre de una mujer, ¿una antigua novia?),
es el personaje más antipático de los encarnados por Stewart: un egoísta y
materialista, al menos en un principio ya que finalmente la muerte de su buen
amigo Ben Tatem (Walter Brennan) y la amenaza de los pistoleros sobre el pueblo
le despertará la conciencia y actuará como justiciero. Es el film donde las
situaciones cómicas y algunos personajes desprenden más humor, como el caso del
juez Gannon (John McIntire) quien es el cacique de turno, imponiendo su ley sin
dejar que nadie proteste, es a la vez malvado y socarrón con un sentido muy
peculiar del humor negro. Aquí Mann subraya un poco más que en el resto de la
serie el papel de la mujer. Dos se enamorarán de Jeff: Renée Vallon (Corinne
Calvet), una ingenua muchacha franco- canadiense y Ronda Castle (Ruth Roman),
de moral ambigua, quien le comprará finalmente el ganado y le contratará para
transportarlo a una lejana localidad fuera de la “jurisdicción” de Gannon pero
este y sus secuaces acuden para robar ganado y terrenos con el fin de
enriquecerse. Ronda morirá por proteger a Jeff antes de que este acabe con el
“juez”. Jeff y Renée ya tienen un futuro prometedor ante ellos….. Veamos el
diálogo cuando Gannon juzga a Jeff en un saloon:
JUEZ: “¿De que se le acusa?” JEFF: “Maté a dos hombres”. JUEZ
: “¿Porqué
lo hizo?” JEFF: “Conducían mi ganado desde Wyoming y
quisieron volverse atrás”. JUEZ: “Estaban en su derecho si querían volverse”.
JEFF: “Pero no con mi ganado”. JUEZ: “No creo que les disparara por la
espalda. Absuelto” y en otra ocasión dice el JUEZ: “Me
cae usted bien, Jeff, lástima que tenga que ahorcarle”….
La riqueza temática de “Tierras
lejanas” es encomiable mientras el paisaje casi siempre nevado sirve de
contrapunto a los estallidos de violencia de los personajes. Ambicioso y
materialista como el Howard Kemp de “Colorado Jim”, Jeff Webster
descubrirá--- como el otro --- que existe alguien capaz de ayudarle sin pedir
nada a cambio: Reneé.
La fotografía es de William
H. Daniels (al igual que en “Winchester-73”), notable, sin ser
tan efusiva como la de Irving Glassberg de “Horizontes lejanos” y la música de
Joseph Gershenson (en “Wichester-73” era conductor musical
de la partitura de Frank Skinner), correcta y ajustada sin ser tan memorable y
“cantábile” como la de Hans J. Salter para “Horizontes lejanos”.
V)-
EL HOMBRE DE LARAMIE (1955)- El último del ciclo. Estrenada a
continuación de “Tierras lejanas”, “El hombre de Laramie” fue producida por
Columbia Pictures. Posee las mismas características del resto de la serie y la
puesta en escena es tan magistral como las cuatro anteriores. Es la que
contiene más violencia contenida, concentrada y desahogada para al final
demostrar la inutilidad de esta violencia.
Will Lokhart (James
Stewart), el hombre de Laramie (Wiscosin), llega a Colorado con un cargamento
de mercancías para un colmado. Al llegar descubre que el territorio está bajo
el control del cacique Alec Waggoman (Donald Crisp). En realidad Will, ex
militar, quiere descubrir quien vendió armas a los indios, quienes prepararon
una emboscada a unos soldados del ejército y los mataron a todos (entre ellos
había su hermano). Para no volver de vacío carga sal en sus carros en
territorio de Alec (hasta ahora todo el mundo la podía coger). Aparece Dave
Waggoman (Alex Nicol), el hijo malcriado de Alec, le agrede y le quema los
carros hasta que la paliza queda interrumpida por la llegada del capataz Vic
Hansbro (Arthur Kennedy), hijo adoptivo del cacique pero más adelante, en el
pueblo, Will y Dave vuelven a luchar (una de las escenas más violentas de la
época: atrapado por los hombres de Dave, este dispara a la mano de Will). El
anciano Alec quiere compensar todo el daño que hace su hijo e indemniza a Will.
Ahora notamos que Alec pierde la vista progresivamente (ceguera también
simbólica al querer ignorar que no ha sabido criar a su despótico hijo).
Finalmente veremos que Vic y Dave son cómplices en el tráfico de armamento para
los indios. Discuten y Vic mata a Dave, llega Will, descubre la verdad pero no
dispara sobre Vic como parece en principio sino que empuja el carro de los
rifles por un despeñadero y se va mientras los apaches acaban con Vic. Will
regresa a Laramie….
Algunos autores han
señalado “El hombre de Laramie” como la mejor del ciclo; en verdad es
formidable, el más dramático y shakesperiano de sus westerns, pero no me
atrevería a afirmarlo como el mejor porqué no sé decidirme por ninguna; son un
puñado de western que brillan a gran altura, todos diferentes entre si pero
funcionando bajo un engranaje común.
El guión es de Philip
Yordan que ya había trabajado con Mann en la curiosa e interesante “Reign
of Terror” (“El reinado de terror”, 1949), sobre la Revolución Francesa
(filmada como cine negro), y volverán a coincidir en adelante en más ocasiones.
La fotografía, por primera vez en Cinemascope y Technicolor a cargo de Charles
Lang y la música de George Duning.
Universal propuso otra
cinta Mann- Stewart: “Night Passage” (“La última bala”,
1957) donde otra vez las discrepancias hicieron retirar a Mann al empezar el
rodaje, siendo filmada por James Neilson. No se trata de una mala película pero
está a años luz de los títulos de Mann (diferencia entre filmador de
imágenes/ordenador de planos y auténtico creador). El estilo de Mann en la
serie, su sabiduría fílmica, se despliega perfectamente en “Man
of the West” (“El hombre del Oeste”, 1958), producida por Walter M.
Mirisch para United Artists, pero substituyendo a James Stewart por Gary
Cooper, donde un ex bandido desea huir de su pasado y redimirse haciendo buenas
obras, p. e. buscar dinero para construir una escuela para finalmente
enfrentarse a sus antiguos compañeros de banda y pillaje. Como vemos el tema
forma parte del inventario de Mann. Hacia al final de su carrera Anthony Mann
filmó en España en un par de “kolosales” para Samuel Bronston: “El
Cid” (1961), con Charlton Heston y Sophia Loren, que considero una gran
película y “La caída del Imperio Romano” (1963), donde falla el desarrollo
---- especialmente en la parte final --- y la figura de un auténtico
protagonista aunque sea una película visualmente excelente. Anthony Mann fue
uno de los grandes hasta el final…………….
Narcís Ribot i Trafí
BIBLIOGRAFÍA:
1)- ANGEL COMA- “Anthony
Mann”, ( “Colección lo esencial de …”)- T&B Editores (2004). Excelente estudio sintético.
2)- ANDREW SARRIS- “El
cine norteamericano”, traducción española publicada por Diana (México,
1972), de “The American Cinema”.
3)- J. C. MISSIANEN- “Anthony Mann”. Clasiques
du Cinema. Editions Universitaires. París (1964).
4)- JEAN WAGNER- “Anthony
Mann”. Antologie du Cinema. París (1968). Artículos en “Presence
du Cinema”.
5)- FERNANDO ALONSO
BARAHONA- “Anthony Mann”. Ediciones “Film Ideal” (1997). Primer estudio en
forma de libro editado en España. Buen conocedor de la materia, bien escrita la
obra, el autor nos ofrece además detalles poco (o des) conocidos de la vida y
obra de Mann.
6)- JEANINE BASINGER- “Anthony Mann”. Classiques
du Cinema (1979). Traducción española de la Filmoteca Nacional y el festival de
San Sebastián. Obra exhaustiva e indispensable de la obra de Mann.
7)- QUIM CASAS- Tiene
diversos libros con escritos sobre Mann, como “Películas clave del Western”-
Ma Non Troppo (Robin Book, 2007) y diversos artículos en revistas. Otras obras:
-JAVIER COMA- “La
gran caravana del Western”- Alianza Editorial (1996), notable estudio
de varias películas y realizadores.
-VICENTE DEL CASTILLO- “Diccionario
de directores del Western”- T&B Editores (2007), otro interesante
estudio de realizadores del género, ahora por orden alfabético. A notar que
esta obra fue atacada por algunos críticos que solo defienden sus propias
publicaciones y las de su cuerda, ideología y grupito, arremetiendo contra todo lo demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario