En verdad la treintena de oratorios de Georg
Friedrich Haendel (1665- 1759) son momumentos únicos en la historia de la
música. (“montañas sonoras”, “trozos de roca”, como dice Romain Rolland).
Haendel --- alemán de nacimiento, vivió muchos
años en Inglaterra --- fue uno de los más grandes compositores del Barroco
Musical (quizás el más grande junto a Juan Sebastian Bach) y de la historia de
la música. Destacó en todos los géneros, resaltando por sus insólitos
oratorios. Más difícil es analizar su cincuentena de óperas (pocos estudios).
Empresario y compositor, Haendel creó un estilo
ecléctico a semejanza de las composiciones italianas. Jamás intentó salirse de
esta premisa; gracias a su talento produjo ríos de música maravillosa reforzada
con su excepcional fecundidad e imaginación aunque no todas sus óperas brillan
a gran altura. Muchas fueron de encargo, para sobrevivir en tiempos de penuria
económica, algunas como “Alessandro Severo” son “pasticcios”, mezcla de ensayos y de
otras óperas (en cine lo llaman “refritos”)
y por ello la posteridad le reservó un
lugar secundario en el campo operístico detrás de un Gluck, un Mozart, un
Monteverdi, un Pergolesi, etc., pero, con todo, su calidad musical puede
parangonarse perfectamente con los antes señalados. Haendel había tenido
ocasión de admirar y estudiar la producción italiana: “Incoronazione di
Popea”, de Monteverdi, obras de Francesco Provenzale y Alessandro
Scarlatti, las reformas de las cuales --- patrón operístico napolitano ----
influyeron fuertemente en la ópera italiana. Generalmente el esquema de este
tipo de obras usado, casi siempre, por Haendel, está dividido en tres
actos y su conjunto forma un espeso
concierto vocal- instrumental desarrollado en una recargada (barroca) puesta en
escena. El libreto está dispuesto para el autor en un número de escenas, cada
una en determinada situación para dar ocasión del lucimiento de los cantantes.
Puede parecer una sucesión de fragmentos yuxtapuestos (sentimentalers,
dramáticos, etc.) generalmente con gran extensión vocal.
A veces el bajo continuo y un instrumento solista,
a veces la cuerda u otro grupo de instrumentos configuran el aria que puede ser de diferente tipo
(“cantabile”, “di portamento”, “parlante”, “di bravura”, etc.), casi siempre
escritas bajo el modelo de aria napolitana “di capo”, o sea en tres periodos,
A, A', A, siendo la segundas parte una especie de extensión de la 1ª y la 3ª
una repetición exacta de la 1ª. Algunas arias serán también “lieder” estróficos
que Haendel había conocido en Hamburgo. El recitativo acompañado por conjunto
orquestal lo engloba y lo sostiene.
En la ópera italiana casi nunca hay corte (al
menos en la época barroca) aunque Haendel los hace aparecer en una de sus más
grandes obras: “Julio César”, y también a “Orlando Tamerlán” y alguna otra.
Generalmente las oberturas siguen el plan“a la francesa”, en los tres periodos,
A- B- A, en otros se acerca al espíritu del “Concerto Grosso” y
ocasionalmente crea sinfonías descriptivas (la tempestad en “Ricardo
I o “Lotario”). Los asuntos están tratados con aire de tragedia en
tres actos (excepción: “Teseo”, en cinco actos) y todos los
textos están escriton en Italia.
Los libretistas y colaboradores de Haendel son amigos
suyos (Nicolau Haym) de sonada reputación (Metastasio).
Bien que de manera irregular --- lo cual confiere
un encanto original que otros autores no tienen --- las ópereas de Haendel más
estrictas que los modelos itralianos inspiradores de estas son, también más
vivas y tensas y poseen un lugar de honor en la historia de la música (*).
Narcís Ribot i Trafí
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