miércoles, 19 de octubre de 2016

RECORDANDO A MAHLER: LAS SINFONÍAS


                  Gustav Mahler (1860- 1911) dominó y experimentó toda su vida musical con los “Lieder” (“Canciones”, voz humana, generalmente femenina, acompañada de instrumento musical, piano en muchas ocasiones), acompañados de uno o diversos instrumentos.  Franz Schubert les había dado carta de nobleza, luego el “lied” (“lieder” es el plural) ya no se tomó como una composición de complemento o de relleno y los músicos que le siguieron (Robert Schumann, Felix Mendelsshon, Brahms, Hugo Wolf, Franz Liszt, etc.) se esmeraban en moldear “lieder”. Schubert los cultivó con más seriedad e interés que Joseph Franz Haydn, Ludwig van Beethoven o Wolfgang Amadeus Mozart. Crearon buenos “lieder”, por supuesto, ya que eran grandes compositores pero sin la profundidad y el cariño de Schubert, para ellos era un tipo de música como “divertimento” aunque alguna partitura con “lieder” de Schubert cayó en manos de un Beethoven hacia el final de su vida y manifestó su admiración lamentando no haberlos compuesto él...
Este género musical proporcionó excelente material a Mahler (antologías, combinaciones con libertad e imaginación), usado también para sus sinfonías.
La sinfonía I, “Titán”, nació después de haber intentado varias veces crear una sinfonía a base de “lieder” de diferentes grupos. Tiene semejanza con “Leider Eines Fahrebden Gesellen” compuesta por las mismas fechas a pesar que estén relacionadas con “La canción del caminante” y “Das Klagende lied” (“La canción del lamento”), los cuales son experimentos de los poemas “Wunderhorn”. La sinfonía I debía tener cinco movimientos pero Mahler suprimió el breve Andante “Blumine” (2º movimiento), quedando reducida a cuatro. En 1965 salió a la luz la partitura original entera. El nombre de “Titán” está extraído de una novela de Jean- Paul, escritor por el cual Mahler sentía gran admiración. . La sinfonía no encontró el éxito en su estreno tuvo que esperar más tiempo para ganar popularidad y reconocimiento pero en realidad es una pequeña joya la cual se convertirá en una de las obras más controvertidas de Mahler.
Las sinfonías II, III y IV se las denomina “Wunderhorn” por estar claramente basadas en “Des Knaben Wunderhorn” (“El cuerno mágico del muchacho”). En cada una de las sinfonías Mahler utiliza una de las canciones “Wunderhorn” como clímax emocional y, cada una de ellas, constituye un paso adelante de la evolución sinfónica y en la creatividad del compositor.
La II, subtitulada “Resurrección” (en memoria de Hans von Bulow, esposo de Cósima Liszt que luego se casaría con Wagner) es, paradójicamente, de gran simplicidad temática con gran ampulosidad de sonidos. La sinfonía III, la más larga, subtitulada “Sueño de una mañana de verano”, con seis movimientos, el 1º de los cuales (conocido como “El despertar del dios Pan”) dura unos 45 minutos. Uno de los fragmento está dedicado al filósofo F. Nietzche. La sinfonía nos traslada a un estadio en donde la espléndida naturaleza parece redimir al hombre de todos sus problemas. La sinfonía IV, igual que la II i la III con voz humana, posee unas dimensiones más asequibles y con un lenguaje más clásico por lo cual gozó de la estima de un público no excesivamente malheriano. Las sinfonías V, VI y VII (llamadas sinfonías “Rucket”), sin abandonar el universo Wunderhorn, abren su segundo período creativo.
La sinfonía V --- famosa entre los neófitos por el “Adagietto” utilizado por Visconti en su película “Muerte en Venecia” --- posee buena inventiva y tonalidad, empleando con cierta insistencia la temática militar (dominada perfectamente por Mahler). La sinfonía VI (subtitulada “Trágica”) es un exponente de las luchas internas del autor. La inclusión del martillo entre los instrumentos de percusión nos hace ver la lucha del autor con el destino. La sinfonía VII introduce nuevos instrumentos: la trompa tenor, la mandolina y la guitarra en un nuevo intento de experimentación tímbrica. A causa de ello es la menos conocida de Mahler . La que mejor acogida tuvo fue la VIII, denominada “La de los Mil”. Requiere no menos de 850 intérpretes, desarrollando al máximo sus  posibilidades tímbricas y expresivas. Más reducida, pero no menos interesante, es la sinfonía IX, estrenada  por Bruno Walter en 1912 cuando Mahler había fallecido ya. Después de este impresionante corpus de evolución sinfónica en 9 capítulos, Mahler concibió una X sinfonía (primer  y tercer movimiento acabados, segundo, cuarto y quinto movimientos esbozados) que, desgraciadamente, la muerte truncó.

SINFONÍAS DE MAHLER: I en re (“Titán”, 1888), II en do-Mi bemol (“Resurrección”, 1888- 1894), III en re- Re (“Sueño de una mañana de verano”, 1893- 1896), IV en sol-Mi (1892- 1900), V en do sostenido- Re (1901- 1902), VI en la (“Trágica”, 1903- 1904), VII en mi- Do (1904- 1905), VIII en Mi bemol (“De los mil”, 1906), IX en Re- Re bemol (1908- 1909) y X en fa sostenido- Fa sostenido (1910), incompleta.

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