I)- MEDUSA GORGONA
Era una de las tres
hermanas Gorgonas: Esteno, Euríale y Medusa. Las dos primeras eran inmortales,
Medusa (considerada “la Gorgona” por excelencia), mortal.
Estamos en los parámetrosde la mitología griega. Procede del término griego “Gorgo”
(=”Terrible”)
y el verbo “Gorgonizar” significa “Convertir en piedra” pues si miraban
a alguien a los ojos se transformaba en una estatua de piedra, además de crecer
un hervidero de serpientes en lugar de cabellos (junto con manos de bronce,
alas de oro y grandes colmillos según otras versiones). Eran hijas de las
divinidades marinas Forcis y Ceto. Vivían en el Occidente extremo, cerca del
Pais de los Muertos y todos las temían. Solo Poseidón (el dios del Mar,
equivalente al Neptuno romano) se atrevió a unirse a Medusa en el templo de la
diosa Atenea (una de las muchas versiones sobre esta figura mitológica nos dice
que por esta causa fue castigada Medusa en convertirse en monstruo por parte de
Atenea). Cuando el héroe Perseo logró --- esquivando su mirada con ayuda de un
escudo --- decapìtar a Medusa, de su cuello cercenado aparecieron dos hijos
engendrados por Poseidón: Crisaor y Pegaso, el caballo alado.
II)- THE GORGON (TERENCE FISHER, 1964)
“Yo no
quiero que el terror sea gratuito, sino que repose sobre un fundamento
filosófico o moral” (Terence Fisher)
En la riquísima
etapa de renovación del género, Terence Fisher por cuenta de Hammer Films
realizó una obra global de indiscutible aportación a la temática con una puesta
en escena personal y elegante que poseía la virtud, entre otras muchas, de
rechazar cualquier efectismo gratuito (¿donde está ahora este estilo?). Cuando
el feismo y la gratuidad (de sangre, de violencia, de efectos especiales, de
tópicos) son ofrecidos por gran parte de realizadores de la tendencia actual y
aceptados por (una también) gran parte del público alejado de lo que debería
ser un film de género fantástico: mostrar dentro las aristas del marco/la
sociedad en donde se desarrolla “lo fantástico” y por ello muchas de estas
producciones no deberían roturarse como tales aunque comercialmente funcionen.
Hoy en día predominan las estridencias, las exageraciones, los previsibles
“sustos” debidamente anunciados (por la altisonante música, p. e.) los cuales
ya no sorprenden, la rotura de ritmo y la búsqueda de ángulos difíciles. Todo
lo contrario en Fisher quien preparaba en ensayos los movimientos de la cámara
en función de los actores y daba, con naturalidad, forma al escenario. Era de
esta clase de directores ya extinguida que daba vida y creatividad mediante el
rodaje y su experimentación con él.
Con el soporte
del clásico binomio Bien- Mal en el “fantastique”, tratado por el realizador de
forma ambigua, conllevaba una complejidad y una riqueza (visual, dramática)
jamás igualada y en donde los protagonistas de la dicotomía normal/anormal,
natural/sobrenatural, víctima/monstruo en muchas ocasiones confluían y se
relacionaban en el mismo plano, algo muy alejado del modelo fílmico de otro
creador dentro del género como el clásico James Whale (separación de los
elementos, planificación dividida).
Al riguroso afán
experimental de Fisher en un ímpetu profundamente romántico de sus primeros
films fantásticos (“La maldición de Frankenstein”, “Revenge of Frankenstein”, “Drácula”,
“El perro de los Baskerville”, “La momia”, “Las novias de Drácula”)
seguirá un segundo período más reposado y ceremonioso de atmósfera trabada y
densa, como igualmente poética y reflexiva (“Curse of the Werewolf”, “The
Gorgon”, “Frankenstein Created Woman” “Drácula, príncipe de las tinieblas”,
“The Devil Rides Out”, “El cerebro de Frankenstein”) --- “Las
dos caras del Dr. Jekyll”, fechada en 1960, podría pertenecer a esta
segunda etapa aunque contenga elementos de la primera --- y en ocasiones los
dos estilos convergen (“Frankenstein and the monster from Hell”,
su obra póstuma). Los films de esta segunda etapa será llamada por más de un
experto como “Terror de Biblioteca” los
cuales pueden recordar a los relatos fantásticos de M. R. James, el espesor
narrativo de un Robert Louis Stevenson (también en las películas de la 1ª etapa)
y en alguna ocasión la fatuidad de destinos propios de Gustavo Adolfo Bécquer.
Dentro de esta
segunda etapa el look de Hammer cambia al distribuirse por la 20th Fox, se
busca un exotismo y una sofisticación
formal que no entra en las formas fisherianas (único que trascenderá el puro formulismo del cine
fantástico y de terror). Los Freddie Francis, Roy Ward Baker, John Gilling y
los “televisivos”Peter Sasdy y Alan Gibson explotarán con mejor o peor fortuna
el filón abierto por Fisher y siempre seguirán las directrices señaladas
mientras los Valt Guest o Seth Holt
conseguirán films acertados y personales totalmente diferentes a la
creación de Fisher lo cual me parece muy bien: “El experimento de Dr. Quatermass”
(la entrada de Hammer en el género), “Quatermass II” (ambas de Val Guest),
“El
sabor del miedo” y “A merced del odio” (las dos de Seth
Holt), cuatro excelentes films en blanco/negro.
Antes del
refinamiento rebuscado por cuenta de la compañía en este período ha de
destacarse además los dos films de John Gilling sobre el traslado de mitos
exóticos a Cornualles: “The Reptil” y “Plague of the zombies”,
añadiendo otro título del mismo
director: “The Mummy’s Shroud”, un año más tarde (1967).
Es en esta época
cuando Fisher realizará uno de sus más bellos films: “The Gorgon” (1964),
inédita en España (vista en el Festival de Sitges de 1985 y hallable primero en
vídeo y ahora en DVD con el título de “La leyenda de Vandorf” y también
pasada en algún canal televisivo como “La Gorgona”). El argumento de “The
Gorgon” parte de un idea original de Josephine Llevellyn Devine de la
cual el realizador John Gilling exquisitamente guionizó para dirigirla, en un
principio, él mismo. La película de realizarla Gilling no hubiese sido, en
absoluto, mala pero si más chata y menos poliédrica que la de Fisher, más
lineal y con las segundas lecturas mucho menos evidentes.
Es destacable la
transposición de un mito y del lugar en donde sucede la acción: de la Grecia
arcaica y mitológica a una Bohemia de principios del siglo XX, el presentarlo
como variación de la licantropía (transformaciones en noches de luna llena) y
una inversión en los roles principales: Christopher Lee (en una de sus mejores
actuaciones) es el aparentemente despistado pero siempre eficaz profesor Karl Meister,
con un aire a lo Einstein mientras Peter Cushing es aquí el malvado Dr.
Namaroff el cual ama profundamente a su paciente Carla Hoffman (espléndida
Barbara Shelley, inolvidable Helen de la fisheriana “Drácula, príncipe de las
tinieblas”, Madeleine Duval, la
heroina de “La sangre del vampiro”, de Henry Cass y Barbara Judd de “¿Que
sucedió entonces?”, de Roy Ward Baker, tercer y último jalón de la
serie del Dr. Quatermass por parte de Hammer).
La historia se
inicia en la localidad de Vandorf cuando el pintor Bruno Heinz (Jeremy
Lounghurst) se ahorca en el bosque al encontrar el cuerpo petrificado de su
amante Sascha (espera un hijo de él) la cual salió de su casa en noche de luna
llena. La versión oficial es fácil pero poco convincente: Bruno asesinó a Sacha
(Toni Gilpin) y luego se suicidó. El profesor Jules Heinz (Michael Goodlife)
llega a Vandorf deseoso de lavar el buen nombre de su hijo no recibiendo más
que hostilidades de los campesinos, nula ayuda por parte de la policía y
evasivas por parte de Namaroff aunque reconocen de mala gana que otros cuerpos
petrificados han sido hallados cerca del abandonado castillo de Borski. En
noche de plenilunio el profesor oye ruidos, sale al jardín y llega al castillo.
Detrás de las sombras contempla fascinado y horrorizado a la vez la temible
figura de la mítica Gorgona (cara escamosa, serpientes enlazadas en su cabeza).
Corre apresuradamente a la casa y con rapidez escribe a su segundo hijo, Paul.
Poco después el profesor Heinz muere petrificándose en vida.
Paul Heitz
(Richard Pasco) llega al pueblo y es recibido igual pero se enamorará de la
joven Carla Hoffman, paciente y protegida del Dr. Namaroff. En principio Paul
es escéptico pero en la carta le hablaba de las míticas Gorgonas,
especialmente Medusa, llamada aquí
Megera (*). Viene en su ayuda un amigo de su padre, el profesor Meister el cual
cree que el espíritu de Medusa/Megera/Gorgona ha logrado reencarnarse en una
mujer manifestándose en las noches de luna llena. La salud de Paul va
deteriorándose, Meister entra de incógnito en el manicomio del Dr. Namaroff,
busca en sus archivos y llega a la conclusión que Carla Hoffman es la
reencarnación de la Gorgona cuando hay plenilunio aunque ella lo ignora (sufre
de amnesia) y Namaroff lo sabe pero protege a su paciente por estar totalmente
enamorado de ella, ocultando o desviando la atención sobre sus crímenes (los
cuerpos petrificados). Paul y Namaroff (los dos rivales por el amor de Carla)
luchan a muerte dentro el castillo de Borski (coregrafiado por Peter Cushing
como también lo hizo con el climax de “Drácula”) --- Paul esgrime un
candelabro contra la espada del otro --- pero ambos son víctimas de la Gorgona.
Llega Meister y de un certero tajo decapita al monstruo. Paul antes de morir
convertido en piedra ve como la espantosa faz se transforma en el apacible
rostro de Carla Hoffman. “Ahora ya es libre, Paul” , dice
Meister, y se aleja...
Esta obra
admirable entra dentro de la concepción fisheriana: todo deseo de esconder lo
oculto, lo sobrenatural, lo terrorífico por parte de los aldeanos por no
entenderlo, esplendidos travellings en el castillo de Borski en cuyo vestíbulo,
entre las sombras, aparece lo “fantástico”. Los interiores del castillo sirven
--- como en “Drácula, príncipe de las tinieblas” --- como frontera entre lo
normal y lo espantoso. A destacar los minuciosos y excelentes decorados de
Bernard Robinson y la espléndida y brillante fotografía de Michael Reed (ambos
presentes en el futuro, un año después, “Drácula, príncipe de las tinieblas”)
de los cuales Fisher sacará el máximo provecho. Las primeras panorámicas sobre
el bosque amenazador, la aparición de la luna llena como presagio de horror,
las escasas apariciones en donde se ve la Gorgona (ahora interpretada por
Prudence Hyman), economía que potencia y revitaliza la acción. El maquillador
Roy Ashton (responsable del licántropo más “bello”, pelaje plateado, de la
historia del cine, aparte de ser la mejor película de hombres-lobo, “ The
Curse
of the Werewolf”, de Terence Fisher) nos presenta a una Gorgona de tono
verdoso con túnica verde llamativo contrastando con los cortinajes rojo intenso
del abandonado castillo, se muestra pocas veces (cuando más al final),
deslizándose en las sombras o moviéndose en la oscuridad. De haberla mostrado
más habría perdido emoción y encanto (hubiera “cantado”, seguramente, el
precario y casero maquillaje; Christopher Lee se quejó de la poca movilidad de
las serpientes de la cabeza de Medusa y también de la denominación de Megera).
Fisher muestra
la lucha entre las dos personalidades como en sus otras películas de
desdoblamientos (“Las dos caras del Dr- Jekyll” y “The Curse of the Werewolf”):
la dulce Carla sufre por las muertes causadas por la espantosa Gorgona sin
saber, en este caso, que se trata de la misma persona puesto que es amnésica.
Algo que no pasa --- al menos con la profundidad otorgada por Fisher --- con “The Reptil”
(1966), de John Gilling, otra variante de la licantropía exótica la cual, sin
embargo, me hizo pasar también un buen rato.
Todo el film (&)
está trufado de excelentes escenas, quisiera señalar solo una de ellas: aquella
en donde Paul mira de refilón el agua de una fuente y ve reflejada la silueta
de la Gorgona (aún no sabe que es Carla). Un elegante y perfecto toque para
crear inquietud en el espectador, lejos de los excesos de sangre, violencia y
efectismos. Encaja el triángulo montado, Paul- Carla- Namaroff, y el hecho de
no poder asirnos a un personaje para identificarnos con él ya puesto en solfa
con el “Psicosis” hichcockiano: Bruno se suicida, su padre Jules queda
petrificado, después Paul el cual acaba como su progenitor, quizás lo hagamos
con el profesor Meister (magnífico Christopher Lee), socias del Van Helsing
draculiano siempre excelentemente interpretado por Peter Cushing ...
Narcís
Ribot i Trafí
(*)- MEGERA- Es
la diosa de los celos o “La celosa”, una de las tres erinias,
diosas infernales del castigo; Megera es la más terrible pues cuidaba de
castigar los delitos contra el matrimonio, especialmente la infidelidad. Solo
tiene que ver con Medusa Gorgona su pertenencia a la mitología griega. MEGERA
puede confundirse con MEGARA O MÉGARA, también personaje mitológico, pero esta
era mortal y fue la primera mujer de Hércules.
(&)- El film
tuvo una regular aceptación en taquilla y, en un principio, en parte de la
crítica. También algun aficionado la consideraba una película menor de Fisher.
Hoy en día se señala como una de las mejores y más bellamente románticas de
este auténtico creador que fue Terence Fisher. Según algunos datos hubo
injerencias en el guión por parte del productor- guionista Anthony Hinds
firmante de sus irregulares guiones como John Elder. Sus intervenciones pueden
tener su parte positiva y también la negativa...
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