Al ser declarado enemigo por el
Senado de Roma, Nerón se quitó la vida un nueve de junio del año 68. Sus
vicios, excesos, extravagancias y crímenes ---repercutibles en el tesoro
público --- habían desembocado en un malestar que provocó el levantamiento de algunas
legiones. El ya anciano general Sergio Sulpicio Galba, nombrado emperador, no
cumplió con lo prometido y actuó con dureza y crueldad. Fue lanceado y
apuñalado por sus propios soldados el 15 de enero del 69. El banquero Marco
Salvio Otón ocupó su lugar. Había sido amigo de Nerón en sus correrías hasta
que el emperador le robó la esposa, Popea, para casarse con ella mientras Otón
eran enviado/exilado a Lusitania (Portugal). Pero solo gobernó tres meses: el
16 de abril del 69 se suicidó al no ver posibilidad (la había) de parar el
levantamiento de las legiones de Germania comandadas por Aulo Vitelio. Pero las
tropas desplazadas a Oriente habían ya nombrado por su cuenta al general T.
Flavio Vespasiano, el más honrado y capaz de todos, el cual había sido enviado
por Nerón a Israel a sofocar la peligrosa rebelión judía comenzada en el año
66. Dejó a su hijo mayor Tito (también futuro emperador) en Palestina (sus
soldados se le escaparon de las manos, destruyeron gran parte de Jerusalén e
incendiaron el templo en el año 70). Vespasiano, rodeado de competentes
militares como Muciano o Antonio Primo, reclamó el Imperio y al no poder pactar
con Vitelio estalló la Guerra Civil, el llamado año --- el 69 --- de los cuatro
emperadores (Galba, Otón, Vitelio y Vespasiano).
Aquí aparece nuestro hombre, Julio Civiles (nombre adoptivo, no real, ya que sirvió en
primer lugar a los intereses romanos), aristócrata y comandante de las tropas
auxiliares de las legiones romanas en la actual Holanda. Pertenecía al pueblo
de los bátavos. Fue instigado por Antonio Primo a rebelarse contra Vitelio en
la Guerra Civil pero después mostró su total aversión a Roma --- su hermano
Paulo Civilis había sido ejecutado por los romanos por sospechas de rebelión
--- unificando contra ella varias tribus de la Galia y de Germania. Congregó a
los jefes en un banquete ritual y les hizo prestar juramento de su fidelidad en
el levantamiento contra Roma. Aprovechando las debilidades de los romanos en
plena guerra civil atacó con éxito el campamento de dos legiones y se añadieron
cada día más voluntarios a su ejército que solo conocía la victoria. Al caer la
fortaleza de Castra Vetera la situación romana se volvió desesperada. El
vencedor de la Guerra Civil, Vespasiano, emplazó ocho legiones en la Galia al
mando de Petilio Cerial --- había destacado en la campaña de Britania --- quien
derrotó a Civilis y le obligó a pactar (muchos de los seguidores del bátavo
desertaron ante la recuperación militar del Imperio). Tácito, única fuente
sobre Civilis, corta bruscamente su narración cuando el líder se dispone a
parlamentar con los romanos al extremo de un puente hundido. Sofocada la
rebelión, probablemente, Civilis fue ejecutado.
Nuestro personaje es menos conocido que otros caudillos
que se levantaron en armas contra Roma. De estos antagonistas (jefes de tribu,
de pueblos o esclavos) el cine solo ha sido generoso con Espartaco; ni Euno, ni
Salvio, Viriato solo estos últimos años o Corocotta de la tribu cántabra de los
soldurios (salió hace años una novela histórica y hay una película, “Los
cántabros”, de 1980), no han tenido suerte y, por descontado, faltan en
los textos de estudio para alumnos en la asignatura de historia.
En arte ha de destacarse primeramente un lienzo del
inigualable Rembrandt Harmensz Van Rijn (1662), “El juramento de los
bátavos”, el cual entraba dentro del proyecto decorativo sobre el tema
de Civilis para el Ayuntamiento de Ámsterdam (solo nos ha quedado una versión
reducida de este cuadro). Otro, “El hombre del casco”, fechado en
1650 era atribuido a Rembrandt aunque las últimas investigaciones parecen
señalar como autor a un alumno suyo, representa la faz de Julio Civilis ---
poco agraciado y tuerto --- según la descripción dada por Tácito. En esta época
muchos artistas caen en el error de Tácito de llamarle Claudio Civilis.
Ferdinand Bol había realizado una serie de esbozos y para los lunetos de la
galería del primer piso en el mismo Ayuntamiento, Gobert Flink realizó una
serie de ocho pinturas provisionales (1659) pero las pinturas definitivas no
llegaron a realizarse por la muerte del pintor. El artista Octavius Vaenius
(había latinizado su auténtico nombre, Otto Van Veen) elaboró 36 dibujos (1612)
grabados por Antonio Tempesta para la edición de un libro y, a la vez, doce
pinturas para el museo de Ámsterdam. Otros pintores dentro del barroco holandés
dieron su versión sobre Civilis: Jurriaen Ovens y Jacob Jordaens.
En el siglo XIX resurge el interés por el tema: Charles
Rochussen pinta “Un mercado bátavo” (1872) en Katwijk (Teylers
Museum de Haarlem) y un grabado de J. F. M. Mourot sirvió de modelo para libros
de texto (1840).
Pieter Hendrik Van Moerkerken escribió “Der Wild
der Goden” (“La voluntad de los dioses”) en
1933 donde expone la rebelión bátava como garantía de identidad de pueblo y
Civilis señalado como héroe nacional. Después de la II Guerra Mundial se
representó en Ámsterdam (1945) los momentos culminantes de la historia
holandesa: el primer acto, escrito por Albert Helman, describe el
enfrentamiento entre bátavos y romanos. Los primeros eran héroes nacionales,
los romanos representan a la Gestapo.
Otras muestras de literatura sobre nuestro personaje son
las de Pieter Cornelisz Hoof, (aparte de traductor de Tácito), “Baeto”
(1617), colocando a Civilis como héroe nacional en los Paises Bajos y sus enemigos romanos serían ahora los
españoles; más paralelismos en Scriverius (1581) y Hugo Grotius (1610) en
comentarios sobre Tácito hacen obras históricas además de poemas de alabanza y
tragedias como “Batavische Gebroeders of Onderdruckte Vryheil” (“Los
hermanos bátavos o la libertad reprimida”, 1663), de Joost Van der
Vondel, donde Civilis se identifica con Guillermo de Orange, el ejecutado Paulo
como el decapitado conde Van Egmond y Vitelio como el duque de Alba (&)…
Narcís Ribot i Trafí
(&)- Una obra indispensable para el estudio de
personajes famosos bajo el túrmix de la literatura, pintura y demás artes es “De
Adriano a Zenobia” (subtitulado “Temas de historia clásica en literatura, artes
plásticas y teatro”), de Eric M. Moormann & Wilfierd Uitterhoeve.
Akal Ediciones, Madrid (1998), traducción del holandés “Van Alexandros
tot Zenobia” (ediciones en 1989 y 1992). Desearíamos otro volumen sobre
personajes no tocados aquí (Claudio, Vespasiano, Marco Aurelio, Cómodo y varios
más)…
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