Más que Don Sharp, cuya mediocridad a través de toda su carrera queda
evidenciada con los dos primeros Fu-Manchú en color producidos por Harry Alan
Towers y protagonizados por Christopher Lee y más que Val Guest, a pesar de la
importancia y sobriedad en sus primeros trabajos “fantastiques” para Hammer pero
menos dedicado al tema, John Gilling demuestra ser, después de Terence Fisher,
el mejor realizador del fantástico británico en su primer período (1956- 1967).
En el segundo período (1967-1974) hombres como Freddie Francis o Roy Ward Baker
(especialmente el segundo) ocuparán este puesto.
John Gilling (Londres, 1912- Madrid, 1984) debutó en
diversos trabajos cinematográficos, como ayudante de realización, después de
trasladarse a Estados Unidos en 1930. Empieza a escribir guiones para varios
estudios (1939) hasta pasarse a la dirección (1952), faceta donde es más
conocido. Una de sus primeras películas es “Old mother riley metes the
vampire” (1952) con un Bela Lugosi en franca decadencia física. De
vuelta a Gran Bretaña escribe guiones, entre otros, para Charles Saunders,
Quentin Lawrence, Terence Fisher (antes de triunfar con el boom fantástico
inaugurado a mitad de los 50 por Hammer Films), Henry Cass y Robert S. Baker. Este
último, asociado con el fotógrafo Monty Berman, fundará la compañía Tempeam
Films y aunque su dedicación al” fantastique” fue solo una parte de su producción
consiguieron obras tan bellas y sórdidas como “Blood of the Vampire”
(“La sangre del vampiro”, 1958), de Henry Cass o “Jack the
Ripper” (1958), producción, además de realización de Robert S. Baker y
Monty Berman, ambas con guión de Jimmy Sangster. Tres años después este bien
conjuntado dúo confiará la realización a John Gilling de “The Flesh and the
Fiends” (“La carne y el demonio”) la cual posiblemente
sea su obra maestra. Basada en la conocida obra del gran Robert Louis Stevenson
(“El ladrón de cadáveres”), “La carne y el demonio”
nos ofrece una sucia, agrietada e hipócrita sociedad victoriana con una serie
de personajes negativos y sin escrúpulos (como hizo Terence Fisher con su
magnífica “Las dos caras del Dr. Jekyll” un año antes, donde junto
al grisáceo y apocado Dr. Jekyll todos los personajes son inaccesibles para la
identificación del espectador). Destaca la interpretación de Peter Cushing como
Dr. Knox quien no duda en asesinar para conseguir “materia prima” para sus
experimentos, sirviéndose de los ladrones William Burke y William Hare. “La
carne y el demonio” es, con toda seguridad la mejor versión de estos
tres personajes reales. Hay otro acercamiento al tema “The Greed of
William Hard” (1948), de Oswald Michel, con guión de John Gilling, “The
Body Snatcher” (1945), de Robert Wise con Boris Karloff y Bela Lugosi,
producción de Val Lewton (más centrado en el cuento de Robert Louis Stevenson)
y “Burke & Hare” (1972), de elaboración independiente
británica, último film de Vernon Sewell, con un erotismo excesivo, apareciendo
también en el inteligente guión de Brian Clemens para uno de los Hammer de la
última etapa más celebrados: “Dr. Jekyll and Sister Hyde” (“Dr.
Jekyll y su hermana Hyde”, de Roy Ward Baker, 1971) --- donde confluyen
el personaje ficticio Dr. Jekyll- Mr. Hyde (aquí “Sister Hyde”), los repulsivos
Burton y& Hare y Jack, el destripador, en realidad el desdoblado Jekyll-
Hyde --- y “The Doctor and the Devils” (“El doctor y los
diablos”, 1985), uno de los trabajos más interesantes de Freddie
Francis además y el “Burke &Hare”, de John Landis (2010) de
la cual nada espero.
En verdad debemos acudir a obras maestras de Terence
Fisher (“Revenge of Frankenstein”, “Las dos caras del Dr. Jekyll”)
o de los propios Baker & Berman (“Jack, the Ripper”) para
contemplar la sordidez ambiental y la fragilidad de los fundamentos humanos de
esta sociedad victoriana, aplicable a muchas otras y la del orden existente
(que por humano es ya defectuoso).
Alternando con series televisivas como “El Santo”
o “Los vengadores” (como hicieron también los Baker & Berman),
Gilling nos dará en 1961 una cinta inédita en España (faltaría más), “The
shadow of the cat” ya que la narración ofrecida por la cámara es la
visión de un gato y --- conociendo al asesino desde un principio --- la intriga
se centra en qué forma recibirá su castigo el autor del desaguisado. Dos años
antes, 1959, Gilling había rodado un film de Ciencia- Ficción casero, “The
Gamma People”, más conocido que el “Spaceways” de Terence
Fisher y, por ello, la compañía de los Carreras- Hinds, Hammer Films (se había
dado a conocer con “El experimento del Dr. Quatermass”, de Valt
Guest, 1956, prolongado por los trabajos de Fisher) decide fichar
espontáneamente a John Gilling para algunos films de aventuras sobre piratas
--- correctamente realizados --- y una continua trilogía fantástica: “The
Plague of the Zombies”, “The Reptile” (ambas de 1966) y “The
Mummy’s Shroud” (1967), ninguna de ellas estrenada comercialmente en
España pero hallables actualmente en DVD. Si las tres cintas pueden llamarse
“hermanas”, las dos primeras son “gemelas”: el equipo técnico es prácticamente
el mismo y la acción transcurre en Cornway, un lugar de la campiña inglesa muy
alejado de la creencia en zombis (“Plague of the zombies”) u
hombres- serpiente (“The Reptile”). Destacable la oníricamente
bella escena de los zombies levantándose de las tumbas en el cementerio (en
realidad un sueño del protagonista) con una fotografía virada en tono azulado
de un excelente de Arthur Grant (presente en las tres), aquella otra donde un
zombi surge delante de una muchacha con el cadáver de su amiga en sus brazos
(posteriormente convertida en no-muerta y decapitada con una pala por el
profesor, secuencia que precede al sueño) aunque el acierto irónico esté en el
argumento: un terrateniente, entendido en vudú y magia, y sus compinches crean
los zombis para trabajar en una mina de estaño. También “The Reptile”---
variante exótica de la licantropía --- tiene escenas destacables en un ambiente
muy conseguido: los ataques del monstruo durante la noche y en pleno bosque en
sus escasas apariciones (solo al final se verá perfectamente) y el desenlace
donde se prende fuego a la mansión. “The Mummy’s Shroud” es más
un film de serie, quizás no valorado lo suficiente en su estreno, ante los
hallazgos de “La momia” (1959), de Terence Fisher y “The
Curse of the Mummy’s Tomb” (1964), uno de los mejores trabajos del
productor/realizador Michael Carreras. Recordemos que el guión de este “Sudario
de la momia” (literalmente) es del irregular Anthony Hinds, alias John
Elder (socio, propietario, guionista y productor en Hammer Films), capaz de lo
mejor a lo peor en el campo de los libretos y de la imaginación, de jugosos hallazgos y de repetitiva rutina (con
sus logros, prefiero los guiones de Jimmy Sangster), y la escritura del film
una parte es de John Elder y la otra de
John Gilling (la verdad es que cuando la vi por vez primera en la Filmoteca me
dio más de los esperado). El guión de “The Reptile” es de John
Elder y está bastante conseguido y el acertado de “Plague of the Zombies”
es de Peter Bryant (autor también de la escritura de dos magníficos Fisher: “El
perro de de los Baskerville” y, con Jimmy Sangster y Edward Percy, de “Las
novias de Drácula”). Estos tres títulos fantásticos para Hammer serán
los que más fama y conocimiento (especialmente entre los aficionados al
género) le darán, más que los muchos
policiacos realizados en los 50. Jean- Marie Sabatier nos dice que Gilling es un
realizador desconcertante: sus films, incluso los mejores, fueron apartados
rápidamente del circuito comercial y, durante tiempo, dificilísimos de ver (en
la actualidad, gracias al DVD, la situación se ha arreglado algo). A partir de
1968 nuestro hombre vivió prácticamente apartado del cine y fijó su residencia
en España donde dirigió su último film: “La cruz del diablo”
(1975), basado en las “Leyendas” del admirable Gustavo Adolfo Bécquer. La falta
de entendimiento de la productora con el guionista Jacinto Molina, además de
otras irregularidades (la nefasta actuación de algunos intérpretes) e
incomprensibles incoherencias (algunas de las “Leyendas” son contadas
verbalmente y no narradas mediante la planificación cinematográfica) condujo al
fracaso a este film maldito que hubiera podido ser importante quedando, sin
embargo, algún destello del buen hacer de Gilling.
Dentro de la Hammer, Gilling escribirá un hermoso guión
que servirá a Terence Fisher para conseguir uno de sus films más románticos y
bellos: “The Gorgon” (1964), dada a conocer en España y editado
en DVD como “La leyenda de Vandorf”) la cual trata de una mujer
poseída por el espíritu de la mitológica Gorgona durante las noches de luna
llena (otra atractiva variación licantrópica).
La obra de Gilling no tiene la homogeneidad temática y
estética de la de Fisher pero afronta sus trabajos con encomiable honestidad lo
cual le descubre como valioso profesional. Los momentos de “sobrenatural” son
contados en el cine de Gilling, lo fantástico no será constatado como hecho
para fundirlo con la realidad (Fisher) sino que será resorte de: 1) como serán
asesinadas las víctimas y 2) como el causante recibirá el castigo; su
competente puesta en escena es casi siempre sencilla en apariencia (lo complejo
y la reflexión están ocultos), no desborda un virtuosismo técnico en la
fotografía, al menos en mucha parte de su cine, y combinaciones pictóricas
(Freddie Francis, Roy Ward Baker), no cae en una mediocre rutina (Don Sharp) y
no filma de forma ostentosa para conseguir una pretendida plástica hermosa pero
aséptica y vacía de contenido (el “televisivo” Peter Sasdy con sus continuo
abuso del zoom y su mareante navegar de la cámara). Quizás sea en Hammer donde
“lo fantástico” tenga más importancia en el cine de Gilling: una maldición
malaya convierte en reptil humano a Ana Franklyn (“The Reptile”),
el terrateniente que produce y crea zombis con sus rituales mágicos para
trabajar en su mina, film de marcado cariz social (“Plague of the Zombies”)
y el guardián momificado de un príncipe resucita gracias a un encantamiento
para asesinar a los profanadores de la tumba (“The Mummy’s Shroud”).
En este universo fantástico encontramos la perversión sexual sin que ello
constituya lo esencial de sus personajes,
p. e. el latente lesbianismo de Ana en forma humana y sus víctimas
femeninas cuando por la noche se convierte en monstruo (“The Reptile”),
la necrofilia (“La carne y el demonio”), la homosexualidad
masculina (“Plague of the Zombies”), la bestialidad (“The Reptile”)…mosaico
de aciertos de un realizador sin pretensiones quien nos dio un abanico de films
interesantes e importantes para los aficionados…
Narcís Ribot i Trafí
M'encanta aquest gènere i vosté el coneix com el palmell de la seva ma!!!!
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