“EL JOVEN LINCOLN”,
(JOHN FORD, 1939)
-ESCRITO
PUBLICADO ORIGINALMENTE EN “DIARIO DE CINE” Y “FORUM
UNIVERSITAS (2014)-
“Lograr la abolición de la esclavitud. Eso era algo
que solo podía conseguir alguien cuya humanidad fuera tan ancha como el mismo
mundo”. (Leon Tolstoi, escritor)
REDUCCIÓN
I: LA HISTORIA-
Hay ocasiones en que el cine pone
de moda un personaje ya sea por haber sido tratado por algún realizador
reconocido o bien por una serie de circunstancias
como pueden ser la publicidad, la acertada política de un buen lanzamiento, una
cierta suerte en el estreno y en los primeros días… Luego aparecen estudios sobre
la película, artículos en revistas de historia (1), del personaje en cuestión,
la historia de su tiempo, lo aportado, (en positivo o negativo) en la sociedad
de su tiempo y en la futura, etc. Un
ejemplo de ello es “Alexander” (“Alejandro Magno”, 2004), de Oliver Stone, de
donde surgieron desde los ya consabidos juegos de rol hasta los muñecos con
ricitos rubios imitando el presunto aspecto físico del conquistador macedónico.
Ahora le ha tocado al presidente número 16 de los Estados Unidos y primero por
el partido Republicano, el más emblemático junto con George Washington, el nº
1: Abraham Lincoln. El fenómeno tiene consecuencias interesantes: personas que
nada saben o han pasado olímpicamente de la historia ahora leen para saber más
--- aunque sea un poquito --- sobre la figura en cuestión y su entorno. En este
caso ha sido gracias a la película de Steven Spielberg, “Lincoln” (“Lincoln”,
2012).
A raíz de
los anuncios de su estreno también yo leí más sobre este honesto y gran hombre,
abogado y presidente de un país que nacía, más de lo mostrado/exigido en nivel
corriente en la asignatura de historia. Mi intención era visionar el film
spielbergiano pero las obligaciones son primero y ya lo han retirado de mi
entorno. Solución: verlo en otro sitio cuando haya oportunidad o bien esperar
la aparición en DVD. Pude acceder a una copia del mismo soporte, aunque no
perfecta, en ingles que me aclara algunos puntos pero queda pendiente el
visionado en estado natural: el cine, únicamente así se puede apreciar en su totalidad
(el presente escrito se publicó , repito, en 2014, después conseguí los títulos de Ford y Spielberg en Blu-Ray).
También he visto y revisado otras cintas más antiguas y ello ha supuesto un
hallazgo extraordinario en el caso de “Young Mr. Lincoln” (“El
joven Lincoln”) un film de John Ford de 1939, mismo año que triunfó con
“Stagecoach”
(“La
diligencia”) la cual sirvió para dar cartas de nobleza al western como
género. “El joven Lincoln” es una película poco citada y recordada ---
ahora, tras el estreno de la actual, ya lo es más --- incluso por los eminentes
fordianos. En verdad no se le han dedicado muchos estudios y los analistas con
método de escoger un abanico de cintas para dirimir personalidad y estilo del
director no la sacan con frecuencia. Posiblemente haya otros ejemplos
considerados mejores (y lo sean) pero en muchos casos es muy difícil decir cuál
es la más o menos buena en un realizador con: 1) varias obras maestras en su
haber y 2) un montón de grandes films (Ford también tiene películas inferiores,
algunas de encargo pero entre estas encomendadas “para poder comer y pagar
facturas” también las hay tanto del punto 1 como del 2). En mi caso la vi hace
tiempo, años ha, cuando mi interés por el cine era tan solo de entretenimiento
(en la infancia) y sí, me gustó, pero ahora, revisada, la tengo en gran estima.
Recordando
en forma resumida su historia vemos que Abraham (Abe para los amigos) nació en
una granja cerca de la ciudad de Hodgenville en el Estado de Kentucky un 9 de
febrero de 1809 en el seno de una familia muy humilde. Sus padres, Thomas
Lincoln y Nancy Hanks, habían nacido en Virginia y como muchos otros se
trasladaron al oeste. Antes de la mitad del siglo XVII el antepasado Samuel
Lincoln --- la familia procedía de Inglaterra --- emigró a América para
establecerse definitivamente en Hingham (Massachusetts). Thomas era agricultor
con mucha habilidad por la carpintería (ello les salvó de la miseria total).
Fue el segundo de los tres hijos, el hermano menor murió joven de una dolencia
desconocida, traslado de la familia a Indiana en diciembre de 1816 el mismo mes
que el territorio se convertía en estado. Su madre Nancy murió a los 34 años
(1818) de una epidemia y un año después Thomas contraía matrimonio en segundas
nupcias con la viuda Sara Bush Johston quien fue a vivir a la casa de los
Lincoln con sus tres hijos de su anterior matrimonio. Sara se comportó con Abe
y su hermana como si fueran hijos suyos (en la película de Ford y en alguna
otra se refleja la estima profesada cuando Abraham se despide para ir a la
ciudad y ella le manifiesta lo orgullosa que está de él y su deseo de haber
sido hijo suyo). Marchó a Nueva Orleans, sirvió en el ejército y trabajó en la
construcción del ferrocarril. Mientras se iba formando culturalmente; de niño
solo había podido ir un año a la escuela y luego leyó con avidez los libros que
caían en sus manos en el poco tiempo libre del cual disponía ya que tuvo que
trabajar como leñador al lado de su padre y peón en los campos. Fue un
autodidacta que se convirtió en abogado entre los campesinos que apenas podían
pagarle pero le sirvió para pulirse en su oficio y ejercitar su potente
oratoria. Es ahora cuando encuentra al amor de su vida en una joven hija de un
tabernero: Ann Rutledge quien falleció en 1835 y sumió a Lincoln en una
profunda depresión (algunos biógrafos apuntan que ello era la consecuencia de
los cambios de ánimo en el futuro presidente; del buen humor y chistes, incluso
sobre él mismo, pasaba a la depresión más profunda). Al igual que su padre fue
siempre un profundo antiesclavista en un grupo dentro de la Iglesia Bautista el
cual había escindido y promulgaba abiertamente la abolición de la esclavitud
(los Lincoln anteriores eran cuáqueros). Abraham siempre fue cristiano pero sin
pertenecer a ninguna iglesia en concreto (si sentía mucha simpatía por los
cuáqueros). Al ser presidente comentó la vergüenza sentida en un país naciente
donde existía algo tan reprobable como la esclavitud, antihumano y
anticristiano; habló muchas veces de Dios y de la acción redentora de
Jesucristo sobre la humanidad entera como su Hijo.
Casó luego
con Mary Todd, procedente de una familia bastante influyente pero él siguió
siendo el mismo Abe de siempre. Tuvo cuatro hijos varones: uno murió de
pequeño, otro al entrar Abe en la Casa Blanca, otro, el más joven, a los seis
años de ser asesinado su padre y el mayor, Robert Todd Lincoln, vivió más
años y le dio descendencia. Subió
peldaños en la sociedad y llegó a ser presidente. Intuyó la guerra como mal
inevitable. Amaba la Unión y deseaba erradicar la esclavitud; de entre sus
actuaciones destaca la “Proclamación de la Emancipación” y su discurso después
de la batalla de Gettysburg (1863), ambos acontecimientos en plena Guerra Civil
Americana. Las tensiones entre los estados del norte y del sur (esclavitud
aparte) eran evidentes y en febrero de 1861, antes que Lincoln tomara posesión
del cargo de presidente, estallaba la terrible contienda civil que duraría
hasta 1865. Siete estados declararon la Secesión de la Unión: Mississippi,
Carolina del Sur, Florida, Alabama, Luisiana, Georgia y Texas, formando los Estadios
Confederados. Dos meses más tarde se añadían cuatro estados más a la
Confederación: Carolina del Norte, Arkansas, Virginia y Tenesse. Primero la
Confederación consiguió alguna ventaja pero Lincoln eligió bien a sus
generales, p. e. Ulysses S. Grant (también futuro presidente) y al final la
Unión, mejor organizada, se impuso. Lincoln habló de reconciliación, de
hermandad, de olvido de la guerra y también que no habría ninguna represión.
Pero Lincoln fue asesinado, 15-abril-1865, en el palco del Ford’s Theatre de
Washington de un disparo por la espalda (murió a la madrugada siguiente)
mientras contemplaba una obra cómica (pistola Derringer, de un solo disparo).
El actor John Wilkes Booth, fanatizado seguidor de la Confederación, fue el
asesino (gritó “El Sur está vengado” y “Sic semper tyrannis”= “Así siempre a
los tiranos”) aunque se trataba de una trama de varias personas. Booth fue
descubierto y pereció en intercambio de disparos con los soldados once días
después de la muerte de Lincoln, otros miembros de la conspiración fueron
condenados a la horca y los dos últimos a cadena perpetua.
REDUCCIÓN II: EN EL CINE-
Abraham
Lincoln posiblemente sea el personaje real de los Estados Unidos más veces
presente en el celuloide desde 1911 con “His First Commission”, donde Charles
Bravin interpretaba a Lincoln, rol que asumió después Francis Ford (hermano de
John Ford, el cual tuvo la felicísima idea de introducirle en el cine) y Ralph
Ince en seis ocasiones. En la mítica “The
Birth of a Nation” (“El nacimiento de una nación”, 1914)
el pionero D. W. Griffith, maestro de futuros maestros, consiguió una película
llena de innovaciones y alardes técnicos, con gran peso específico en la
historia del cine y logró, además, que el cine fuera reconocido como arte (el
7º). En contraposición, Griffith --- educado en la ideología del Sur --- hizo
apología del siniestro Ku- Klux- Klan, sociedad racista surgida al finalizar la
Guerra de Secesión, suprimida en la presidencia de Ulysses S. Grant pero vuelta
a renacer posteriormente --- extendió en su film una propaganda segregacionista
totalmente denigrante. Lincoln fue encarnado por Joseph Henabery y su asesino
Wilkes Booth estaba interpretado por el futuro gran realizador Raoul Walsh.
Después de finalizar el periodo mudo (donde hay algunas películas más, muy poco
o nada conocidas) el mismo Griffith realizó “Abraham Lincoln” (“Abraham
Lincoln”, 1930), una de sus dos únicas películas sonoras y, en contra
de lo dicho por algún crítico, demostró ser un gran director dentro del sonoro.
Aquí es más ecuánime ideológicamente y señala favorablemente al presidente
Lincoln quizás por la promesa de no reprimir al adversario vencido y hablar de reconciliación y hermandad
(promesa no cumplida por la muerte de Lincoln). Walter Huston era Lincoln en
una gran interpretación mientras Ian
Keith representaba a John Wilkes Booth.
Griffith nos muestra a fogonazos los distintos capítulos de la vida de un
hombre del campo el cual llegó a presidente a pesar de sus escasísimos estudios
--- valoración de su tenaz energía autodidacta y su entusiasmo para aprender
--- y costumbres campesinas chocantes con los políticos estadounidenses
acomodados en la sociedad, así como la forzosa combinación (propia de los
primeros tiempos del sonoro) entre los decorados y escenarios naturales. No
tuvo éxito comercial (tiempos de depresión) y Griffith falleció arruinado años
después. También resulta muy positivo “Abe Lincoln in Illinois” (“Lincoln
en Illinois”) del siempre interesante John Cromwley (para R. K. O.,
1940), notable biopic donde Raymond Massey interpreta al futuro presidente
(inolvidable inicio donde su padre contempla la lluvia a través de la ventana y
Abe lee poesía de Shakespeare, luego se despide de su madrastra a quien llama
“madre” y se abrazan efusivamente, la pelea forzado a mantener con un pedante a
quien vence y se hacen amigos, la manada de cerdos saltando al río, su entrada
en la política, su enfrentamiento electoral con Douglas, etc.) mientras el
sólido guión es del “pulitzer” Robert E. Sherwood sobre su propia novela
(adaptación de Grover Jones).
De las
cerca de 250 cintas sobre Lincoln (sumando cine y TV), la de Griffith, la de
Cromwley y la de Ford son las mejores. Actualmente el “Lincoln” de Spielberg
devuelve el interés sobre el personaje sin olvidarnos de “Conspiration” (“La
conspiración”, 2011), de Robert Redford aunque no tuviera éxito de
público ni de crítica en general.
REDUCCIÓN III: LINCOLN, JOHN FORD Y “EL JOVEN LINCOLN”
John Ford admiró siempre a Abraham Lincoln en
todos los sentidos. Es lógico que lo trasladase al cine. Charles Edward Bull lo
interpretó en la muda “The Iron Horse” (“El
caballo de hierro”, 1924), sobre la construcción del ferrocarril cuya
idea fue siempre apoyada y respaldada por Lincoln aunque él prefería, siempre
que fuera posible, el transporte fluvial. En el fragmento de la “Civil War” (“La Guerra Civil”) de “How the West was Won” (“La
conquista del Oeste”, 1962) dirigido por Ford --- el film era un “kolossal”
de 122 minutos con tres realizadores;
los otros dos fueron Henry Hathaway y George Marshall (2) --- Raymond Massey
volvía a su papel de presidente Lincoln. Curiosa y sorprendente es otra
espléndida película de Ford, realizada tres años antes de su “El
joven Lincoln”: “The Prisoner of Shark Island” (1936) ---
literalmente “Prisionero de la Isla del Tiburón” --- titulada en España “Prisionero
del odio” (para 20th Fox), donde Warner Baxter da vida al Dr. Samuel A.
Mudd, el galeno que curó provisionalmente la pierna de John Wilkes Booth
(Francis McDonald), el asesino de Lincoln (sin saber que lo era) pero
simpatizaba con la Confederación, fue acusado, implicado y condenado
injustamente a cadena perpetua en la isla del título pero finalmente logrará
curar a los supervivientes de la fiebre amarilla, tanto prisioneros como
guardianes, y será rehabilitado, pudiendo regresar a su casa. Aquí Ford señala
las injusticias cometidas sobre un hombre inocente a quien no quieren escuchar
(en la realidad se condenaron tanto inocentes como culpables). Cuando el médico
de la prisión traba amistad con él y se entera después quien es le da la
espalda y Mudd le dice: “Supongo será inútil jurarle por lo más
sagrado de nuestra profesión que yo nada tuve que ver en la muerte del señor
Lincoln” y el otro contesta: “Totalmente inútil”. Abraham Lincoln
estaba interpretado por Frank McGlynn. Humanismo al máximo, propio de Ford, y
así lo vemos en su filmografía desde dos puntos de vista teóricamente
antitéticos: el presidente asesinado y
el médico que cura al asesino sin saber lo sucedido aunque comparta ideología
con él.
En
diciembre de 1938 termina el rodaje de “La diligencia” para United Artists
y dos meses después empieza a filmar “The Young Lincoln” (“El
joven Lincoln”) para 20th Fox con Henry Fonda (dubitativo en un principio
ante la grandiosidad del personaje a representar pero Ford y el estudio ya
habían pensado en él) con nariz postiza. En verdad tiene mérito Daniel Day-
Lewis al interpretar al presidente en el “Lincoln” de Spielberg --- recibió un
Oscar y otro por el diseño de la película; quizás debía haber recaudado más
estatuillas pero viendo la “política” de Hollywood, guiada muchas veces por la
fuerza de “lo políticamente correcto” lo dejamos así ya que tampoco nadie puede
hacer nada --- pues tanto Walter Huston como Raymond Massey, en su doble
interpretación, o Henry Fonda dejaron el listón muy alto.
“El
joven Lincoln” no es un biopic al uso, solo una parcela de su vida. Su
juventud, cuando despiertan en él sus ideas y su triunfo como abogado
defendiendo a unos pobres campesinos, como él, que no pueden ni pagar sus
honorarios. Así, de esta forma, Ford retrata perfectamente al personaje que
encarna perfectamente los ideales americanos del hombre que desde unos orígenes
muy humildes se forja a sí mismo y llega a la cima aunque esto le cueste la
vida. Si “Lincoln en Illinois” se cierra con la elección
presidencial, “El joven Lincoln” lo
hace --- mucho antes en su vida --- subiendo a una colina mientras contempla y
asume una tempestad, empapándole con el agua de la lluvia, símbolo de lo que le
deparará la vida (luces y sombras) pero al ganar el caso de los hermanos
campesinos inocentes le hace fuerte para asumir su responsabilidad y seguir
adelante.
El guión lo
escribió Lamar Trotti, notable productor y guionista, quien había dado ya el
material escrito a Ford de “El juez Priest” (1934) y “Barco
a la deriva” (1935) y seguirá haciendo con “Corazones indomables”
(1940), además de dos espléndidos westerns de William A. Wellman, “Incidente
en Ox- Bow” (1943) y “Cielo amarillo” (1948), “El
hombre atrapado” (1941), de Fritz Lang y “El capitán de Castilla”
(1947), de Henry King, entre otros. La historia es sencilla y aquí radica una
parte de la positividad en manos de Ford (en las de otro podría haber derivado
hacia lo soporífero y el aburrimiento o, simplemente, una mala película), quien
logra un gran film. Quizás Trotti lo sabía ya que tiene otros trabajos, los
citados p. e., más complejos. Se basa en un caso real que asumió Lincoln ya más
entrado en años que en la película pero da absolutamente igual.
Como en
toda obra fordiana la fotografía está cuidada al máximo, en esta ocasión es de
Bert Glennon, factor que fundirá sin fisuras con los personajes, el decorado y
el ambiente musical (el paisaje bucólico donde conversan Abe y Ann, el mismo
paisaje nevado y la tormenta final me parecen de un “cromatismo en
blanco/negro” espléndido, pocas veces conseguido). También es destacable el uso
del contrapicado (señalado por Ricardo Pérez) para mostrar en mismo encuadre
los techos de las cabañas/habitaciones al igual que hiciera en “La diligencia”.
Un admirador de Ford, Orson Wells, lo hará pero sin tanta mesura (Ford los
usaba en función de la historia, otros lo realizarán para demostrar su
habilidad técnica que nadie les discute).
Muy
acertada la partitura musical de Alfred Newman, repetida en la grandiosa “El
hombre que mató a Liberty Valance”. Los genéricos del film se abren con
la conocida música del “¡Gloria, Gloria, Aleluya!” (curioso comprobar el caso
de “Lincoln
en Illinois”: comienza con una macedonia de melodías, una de ellas es “¡Gloria,
Gloria, Aleluya!”). Recordemos el inicio de la magistral “Las
uvas de la ira”: “La Vall del Riu Vermell” (adaptación
del espiritual negro “Red River Valley”) que a veces
cantamos, especialmente en los responsos o en las misas exequiales.
Ford
homenajeará a Lincoln, una vez más, colocando el apellido de su prometida
fallecida (Rutledge) al sargento de color Braxton Rutledge (“El
sargento negro”, 1960) y también destacar la oposición del abogado al
intento de linchamiento por parte del público de sus defendidos (desafiando
físicamente a quien sea, “El joven Lincoln” o exigiendo al
juez que imponga orden en la sala o disperse a la turba, “El sargento negro”). En
ambos casos será el abogado quien descubra al auténtico asesino.
El núcleo
de la historia se centra en la defensa de dos nobles campesinos acusados de dar
muerte en una riña a un desagradable pendenciero que siempre los provoca. Según
un testigo, presunto amigo del difunto,
uno de los dos hermanos le clavó un cuchillo y le causó la muerte. Él no estaba
muy cerca pero lo vio gracias a la luz de la luna y el tema se centrará a
partir de ahora en la angustia de la madre a la que, incluso, el jurado le pide
cual de sus hijos mató al tipo en cuestión y así podrá salvar al menos a uno
(juicio con reminiscencias algo salomónicas). El fiscal John Felder (Donald
Meek) es un tipo cómico --- incluso hace dormir al juez Herbert A. Bell
(Spencer Charters) --- pero empapado de leyes. Lincoln llega algunas veces a
ridiculizarle (recordemos que también se burla de sí mismo) para poder realizar
su tarea de abogado con sus dos defendidos. Lincoln con toda lógica resuelve
finalmente el caso al colocar delante del jurado y del testigo “El almanaque
del granjero” y demostrar que el día del asesinato la luna estaba en su primer
cuarto y no había luz y al igual que “El sargento negro” el asesino estaba
entre el público y era un testigo mentiroso pero al final confiesa….cogió el
cuchillo de los campesinos del suelo y apuñaló a su presunto amigo
inconsciente…
Una
vertebración de puro lírico atraviesa la obra, sin prácticamente desfallecer
plano a plano y una de las escenas más poéticas, melancólicas y líricas es
aquella que habla con Ann en el bosque que muchos citan (3): después de
marcharse Ann, Lincoln queda solo y arroja una piedra al río; el movimiento
concéntrico del agua es encuadrado por Ford y encadena con el río, ahora
helado, Abe camina para llegar a una lápida --- aún no ha pasado el invierno,
Ann ha muerto, es su tumba ---, nuestro hombre coge unas flores y la cámara
enfoca el nombre de Ann en la lápida, ahora Abe parece hablar con el espíritu
de Ann; con unos segundos de sabiduría cinematográfica Ford nos ha señalado el
transcurrir del tiempo y los sucesos (muerte de Ann). El cine de Ford posee en
gran número estos momentos memorables. Otra escena es aquella donde Abe,
montado en un asno y con su atuendo iconográfico (vestiduras oscuras, camisa
blanca, lazo negro, sombrero de copa) atraviesa su localidad y llega al lugar
de los campesinos, habla con ellos, donde hay un carro con un mulo, las
personas continúan hablando y caminando hasta convertirse en frontal pero sin
cambiar de plano quedando la cabeza del mulo alineada con las personas que
continúan hablando. Y podríamos citar muchos más….
Narcís
Ribot i Trafí
1)- Una
biografía recomendable es la de César Vidal, “LINCOLN”, (Editorial
Planeta, 2002 en su 1ª edición).
-La revista
“Clio-
Historia” en su número 136 nos ofrece una excelente síntesis histórica.
-Es
interesante la biografía novelizada de Gore Vidal: “LINCOLN” (EDHASA, 1985 en
su 1ª edición). Se trata de una novela histórica donde se desgrana la
biografía.
2)- “HOW
THE WEST A WON” (“La conquista del Oeste”, 1962) fue
realizada por tres directores. John Ford filmó de “The Civil War” (“La
Guerra Civil”), George Marshall cuidó de las espectaculares escenas
de “The
Railroad” (“El Ferrocarril”) y Henry Hathaway se encargó de “The
Plains” (“Las llanuras”).
3)- Quizás quien mejor lo explica y con más detalles
sea Quim Casas, un gran fordiano, gran admirador de estas y otras escenas que
sabía transmitir John Ford. Su libro “John Ford, el arte y la leyenda”
está entre lo mejorcito grabado en letra impresa, creo haberlo ya recomendado
pero repito: “JOHN FORD, EL ARTE Y LA LEYENDA”,
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