“…. En esta
película los personajes son
composiciones sobre personas que yo conocí y las situaciones son las que
realmente ocurrieron. Amargas o dulces, las memorias se hacen preciosas con el
paso de los años. Esta película es una memoria, estoy satisfecho por
conservarla y agradecido a su recuerdo”.
(Mark Hellinger, argumentista)
--A)- MARK HELLINGER, LA IDEA- (Nueva York 1903- Los Angeles, 1947) Fue un productor que conocía los
entresijos del cine, sus posibilidades tanto en el espectáculo como en lo
expuesto en la “lectura entre líneas”
para el espectador (el “mensaje”, dirían algunos). No todos tenían tal
concepción: los había que solo buscaban llenar plateas o sea lo comercial para
la ganancia económica y nada sabían de la parte artística. Durante la década de
los 20 fue periodista en el Daily News
y en los treinta en el Daily Mirror
como columnista para entrar a finales de este tiempo en el departamento de
escritores de Warner Bros. La
perspectiva de los hechos como periodista daba una visión realista a su
escritura. Pergeñó una historia original sobre hechos reales de la cual Jerry
Wald, Richard Macaulay y Robert Rossen (productor, director y guionista)
escribieron el guión para “The Roaring Twenties”, dirigida por
Raoul Walsh en 1939 (nunca estrenada comercialmente en España pero los pases
televisivos y la aparición en vídeo y después en DVD le dieron el conocido
título de “Los violentos años 20”). Gracias a ello se convirtió en
productor asociado de Warner actuando como tal en otros films de Raoul Walsh
como They
Drive by the Night” (“La pasión ciega”, 1940), “High
Sierra” (“El último refugio”, 1941) y “Manpower” (1941, nunca
estrenada comercialmente en España pero apareció en DVD). Años después fundó su
propia productora, Mark Hellinger Productions mientras firmaba un contrato con
Universal para la distribución demostrando ser una pieza importantísima en la
existencia y evolución del “género negro”. Proyectó “The Killers” (“Forajidos”,1946),
dirigida por Robert Siodmak sobre un relato de Ernest Hemingway y siguió
después con dos destacables películas de Jules Dassin: “Brute Force” (“Entre
rejas”, 1947) y “Naked City” (“La ciudad desnuda”,
1948), puro “cine negro”. Mark Hellinger murió prematuramente a los 44 años
(1947) víctima principalmente de los excesos del alcohol aunque tenía en
preparación “Criss Cross” (“El abrazo de la muerte”, 1948), de
Robert Siodmak, “Act of violence” (1949), de Fred Zinneman y “ Knock
on Anny Door” (“Llamad a cualquier puerta”, 1949),
de Nicholas Ray (todas ellas pudieron estrenarse). Humphrey Bogart entró en la
productora y la convirtió en “Santana” sin dejar las directrices de Hellinger.
--B)- CINE NEGRO, EL GÉNERO-
La denominación de “Cine negro” se debe al
crítico Nino Frank en referencia a las películas norteamericanas que llegaban a
la Francia de la postguerra y, en algún modo, en relación con las novelas
policiacas con cubierta negra y oro, colección fundada por Gastón Gallimard y
Marcel Duhamel, aparecida en otoño de 1945. Por tanto “lo negro” hace
referencia a la temática policiaca y criminal y a la tonalidad visual predominante en los diseños de las novelas y
en los films. Al estrenarse en Francia (verano de 1946) cinco películas el
cartel de “cine negro” quedó prácticamente sellado: “El halcón maltés” (John
Huston, 1941), “Historia de un detective” (Edward Dmytryck, 1944), “Laura”
(Otto Preminger, 1944), “Perdición” (Billy Wilder, 1944) y “La
mujer del cuadro” (Fritz Lang, 1945). En sentido más restrictivo se
denomina “Cine Negro” para referirse a las películas norteamericanas años 30-40
--- con residuos en los 50 --- con atracos, tramas criminales, gángsteres,
violencia más o menos explícita y personajes estereotipados que revelan un
trasfondo pesimista al seguir caminos equivocados, sea el ser humano o la
sociedad en general.
El “Cine
Negro” tiene unas características propias inconfundibles: niebla, farolas
encendidas en la oscuridad de noche, lluvia, calles empapadas, luces y sombras
sobre los personajes, antros y hoteles baratos, figuras problemáticas, mujeres
fatales, luces de neón, atmósferas opresivas y/o claustrofóbicas, música de
jazz, el smog que nada deja ver, tomas angulares que contribuyen a la
composición deseada, generalmente expresionista… Se ha dicho que el “Cine
Negro” es la crónica de una decadencia a modo de epílogo. El llamado “Cine
policíaco” puede encuadrarse dentro del “Negro”, así como el denominado “Cine
criminal”, de “Suspense” con diversas variaciones (“dramas carcelarios”, p.
e.). Para algunos autores “lo negro” se aplica al aspecto visual (predominan
secuencias nocturnas, fotografía principalmente derivada hacia la penumbra,
sombras, claroscuro) para otros prima
más el contenido (una visión pesimista de la naturaleza del ser humano,
fatalismo, traición, corrupción, etc., recordando en los personajes situados al
margen de la ley que no siempre hay coincidencia legalidad- moralidad en sus
conductas).
La estética
del Cine negro proviene de los autores emigrados (especialmente germanos)
después del auge del Expresionismo (fotografía, plástica, decoración…) mientras
el lenguaje, frecuentemente críptico y elíptico del propio relato tiene que ver
con la censura comercial y política sufrida por los realizadores: “El Código de
Hays” (1933) para pasar luego el género negro a proyectos de poco presupuesto
enmarcados en la serie B y más adelante la persecución del senador Joseph
McCarthy con la ruina de varias carreras. De todo ello surge la densidad
narrativa en concisión ejemplar como positiva característica del género para
más adelante complicarse la trama en su forma más barroca, a veces incoherente
e innecesariamente compleja.
Si la
novela negra a dado autores formidables (algunos de ellos han sido también
guionistas de films) como James Cain, William R. Burnett, Raymond Chandler,
Dashiell Hammet, Horace McCoy, etc., el cine negro ha inscrito con letras de
oro nombres como Fritz Lang, Howard Hawks, Raoul Walsh, Robert Siodmack, John
Huston, etc.
--C)- RAOUL WALSH, EL REALIZADOR – Hablamos de él hace algún tiempo al comentar “El mundo en sus manos”.
Recordemos, una vez más, que para Raoul Walsh filmar era como pinta un pintor.
Era verdaderamente un pintor fílmico, y de los grandes. Su característica
principal era el sentido aventurero que marcó tanto su propia vida como los
films realizados por él, surgentes de su poderosa inventiva cinematográfica:
una narrativa sin subrayados inútiles ni estética vacía para distraer al
espectador, ocultando/edulcorando la impotencia fílmica ante la progresión de
la narrativa (mucho cine actual, muchos realizadores actuales sin estilo,
algunos de ellos no saben ni colocar la cámara). Walsh tenía una noción
formidablemente acertada del tiempo fílmico: un paisaje mostrado con economía
de planos (sin recrearse, otro de los vicios del cine de hoy) donde se
injertaban los personajes mostrados también en sencillas tomas, el conjunto
humano era manifestado “de una sola pieza” --- como dice muy acertadamente
Joaquín Vallet (1) --- eludiendo cualquier maniqueísmo acomodaticio tentador
para realizadores sin imaginación (justificar el metraje gastado) y sin la
necesaria trasgresión. En escasas ocasiones recurre a la cámara móvil, trucajes
o efectos de montaje (¿Cuántas veces se utiliza injustificadamente el zoom, el
gran angular o el “ojo de pez” en lugar de un travelling, un picado o un
contrapicado oportuno?) provocando un lenguaje fílmico espantoso y feista
aunque ello a muchos de los llamados “espectadores” nada les importe---
posibilidades mal usadas y embrutecedoras (generalmente provenientes de los
directores televisivos) muchas veces usadas gratuitamente y siguiendo el
sistema de hacer lo más fácil con la “ley del mínimo esfuerzo”, otro de los
defectos de la cinematografía contemporánea --- lo verdaderamente móvil son sus
personajes encajados en el plano/cuadro. Gracias a su estilo (hoy ya no
discutible) su plástica será bella y muy acertada, en muchas ocasiones
hermosísima gracias a este sentido de la progresión narrativa; sus planos,
aparentemente sencillos, muestran una complejidad inimitable --- en línea
directa --- que nada desea saber de fútiles ambigüedades, equívocos ni
tergiversaciones, tanto en el estilo expuesto por parte del realizador como en
el sentido o “mensaje” del film que se quiera/pueda hacer. Tocará gran amplitud
de géneros: del cine negro al western, del aventurero propiamente dicho al
bélico, incluso alguna comedia y algún drama pero todos ellos están impregnados
de este afán aventurero inherente a Walsh, tanto en su vida como en sus obras.
También recordar el sentido de tragedia griega o shakesperiana que empapa su
cine. Volviendo a Joaquín Vallet podríamos decir que la obra de Raoul Walsh es
perfectamente equiparable a la de un John Ford o a la de un Howard Hawks.
Es
necesario recordar la mixtura de géneros en su obra, p. e. “The
Sheriff of Fractured Jaw” (“La rubia y el sheriff”, 1959) a
primera vista es un western pero el lenguaje fílmico es de comedia así como ”La
pasión ciega” o “Manpower” (2) están narradas con
métodos de “cine negro” (estudiándose/encuadrándose en numerosas ocasiones como
tal) y son en realidad dramas. También el esquema de una historia servirá para
dos géneros: “El último refugio” (cine negro)/”Juntos hasta la muerte”
(western), “Objetivo Birmania”(bélico)/”Tambores lejanos”
(western). De todo ello podemos decir que la puesta en escena de Walsh es
portentosa (con valores incluso en sus pocos films menos conseguidos), la densa épica surgirá del film con fuerza
natural al mismo tiempo que, en otros momentos,
la brillante y efusiva lírica hará su aparición para sorprendernos.
Raoul Walsh siempre fue el colega más admirado por John Ford.
--D)- “LOS
VIOLENTOS AÑOS VEINTE”- Raoul Walsh había tocado ya el “negro” antes de
roturarse/denominarse/constituirse como tal en la muda “Me Gangster” (1928) y al
entrar en la recién inaugurada 20th Fox en su primer film para la compañía, “The
Bowery” (“El arrabal”, 1933, también conocido como “Nueva York 1886”),
trataba ya el mundo de los gánsteres, delincuencia violencia y fuera de la ley.
Podríamos
decir que Walsh, después de sus balbuceos en el género, sus tres films en
“estado puro” del genero, tres grandes y maravillosas películas (“Los
violentos años 20”, “Al rojo vivo” y “El último refugio”) se convierte
en cronista oficial de la realidad histórica en sus puntos oscuros y en
desarrollo de la delincuencia: la hipócrita “Ley Seca”, 1920, (“Los
violentos años 20”), el gansterismo aumentado a partir de la depresión
en la caída de bolsa de Wall Street, 1929, (“El último refugio”) y la
delincuencia nacida después de la I Guerra Mundial (“Al rojo vivo”). Hay
otra película, “The Enforcer” (“Sin conciencia”), dirigida en algunas pocas
escenas por Bretaigne Windust quien abandonó la realización por desavenencias
con la productora y fue terminada por Raoul Walsh (no acreditado), refiriéndose
al tema del crimen organizado (años 50). Los personajes de ficción se integran
perfectamente en el marco correspondiente, descritos perfectamente en su
psicología y acciones por el “historiador” Walsh.
Una vez
escrito el proyecto de “The Roaring Twenties” (literalmente,
más o menos, puede traducirse por “Los ruidosos años 20”), la película
debía ser dirigida por el ruso Anatole Litvak, realizador con algunos films
interesantes (“La noche de los generales”, “Noche eterna”, “Anastasia”,
“El
sorprendente Dr. Clitterhouse”) pero,
sinceramente, la cinematografía en general, el cine negro en particular y el
espectador salieron ganando al ser substituido ya casi desde el principio por
Raoul Walsh. La película fue producida por Hal B. Wallis para la Warner
mientras los efectos especiales corrían a cargo del futuro realizador Byron
Haskin (“La isla del tesoro”, “Cuando ruge la marabunta”, “La
guerra de los mundos”, “La conquista del espacio”, etc.) y
del montaje se ocupó otro importante director en años venideros: Don Siegel (“El
gran robo”, “Contrabando”, “La jungla humana”, “Private
Hell, 36”, etc.).
El film se
abre con una voz en off que narra la historia de los Estados Unidos desde su
entrada en la I Guerra Mundial hasta la abolición de la “Ley Seca”, por tanto
es una crónica de los acontecimientos sostenida por los cinco personajes
principales (tres hombres y dos mujeres) y así el bien y el mal se entremezclan
mostrando en breves pinceladas la moral de cada uno de ellos mientras los nudos
del relato serán estos sucesos formantes de la historia del país: la “Ley Seca”
en marcha a partir de 1920 (el consumo de alcohol continuó de forma clandestina
y dominado por violentas mafias, en verdad
a la ley promovida por el senador Andrew Volstead podríamos aplicarle
aquello de “Fue peor el remedio que la enfermedad” y buen número de poderosos
delincuentes se enriquecieron con ella, p. e. el famoso Al Capone), composición de la ilegalidad, corrupción
policial, errores de la administración de justicia, los gánsteres, su aparición
y rivalidad entre ellos, el final de “La Prohibición” o “Ley Seca”, la caída de
la bolsa de 1929 y la Depresión. La película está basada los personajes reales
de Larry Fay y su amiga Texas Guinan, su actuación durante los años de la “Ley
Seca” o “Prohibición” y la exposición fílmica dibujada con flashes de impresión
periodística, cosa totalmente deseada por Raoul Walsh y Mark Hellinger.
Es
destacable la espléndida fotografía de Ernest Haller (“Lo que el viento se llevó”, “El
halcón y la flecha”, “El hombre del Oeste”, etc.) en blanco/negro, su
sensación de tridimensionalidad en sus primeros planos y el brillante contraste
de los nacarados blancos con los profusos negros en los objetos mientras la
música de Heinz Roemhheld (“The Tall T”, “Siempre Eva”, “Balas o votos”,
“La hija de Drácula”, etc.) subraya adecuadamente cada capítulo de la
historia.
Hacia el
final de la guerra, en plena batalla coinciden los tres protagonistas: Eddie
Barlett (James Cagney), el abogado Lloyd Hart (Jeffery Lynn) y el cínico y
malvado George Hally (Humphey Bogart) que parece disfrutar con la muerte de sus
enemigos (los tres están disparando y Eddie comenta que no hace fuego sobre un
muchacho que parece tener 15 años, George dispara y mata al joven, fuera de
campo, comentando “Ya no cumplirá los 16”). Acaba este fragmento bélico donde los
tres se conocen, de estilo totalmente documental y las tropas regresan a sus
países. A Nueva York llega Eddie en el último embarque con recibimiento
bastante indiferente (los desfiles de la victoria fueron para los primeros en
llegar). Una mala noticia para Eddie: no puede recuperar su ex trabajo de
mecánico por la crisis. Pero también hay una luz de esperanza: su amigo Danny
Green (Frank McHugh) le ofrece compartir su habitación y su negocio del taxi,
turnándose en la conducción. Entra en vigor la “Ley Seca” y Eddie es arrestado
por llevar un paquete (encargado por un cliente del taxi) a la sala de fiestas
donde canta Lana “Panamá” Smith (Gladys George). El paquete contiene botellas
de alcohol. Pasa unos días en la cárcel
hasta que “Panamá” paga la fianza y le confiesa que le gustan “los tipos
honestos”. Hacen una buena amistad, nada más.
Durante la
I Guerra Mundial se propuso a unas cuantas jóvenes para escribir a los soldados con la intención de animarles y
estimularles. Nuestro hombre recibía cartas de una tal Jean Sherman (Priscilla
Lane) a quien va a visitar al poco de acabar el conflicto creyendo en la
infalibilidad del “flechazo” pero tiene una gran decepción: Jean es una
muchacha de 15 años. Eddie, para salir de la casi pobreza, entra en mano de
“Panamá” en el negocio del tráfico y después en la elaboración del prohibido
alcohol llegando a prosperar. Tiene una red ilegal donde entra el abogado Lloyd
Hard. Han pasado unos años y Jean es ya una mujer y entra a cantar al local de
“Panamá”, allí Eddie le confiesa su amor pero la muchacha se enamora de Lloyd
que a su vez se enamora de ella. Al querer ampliar el negocio es despreciado
por el temible gánster Nick Brown (Paul Kelly) y Eddie decide vengarse
abordando uno de los buques transportista del contrabando del mafioso Brown
pero allí se reencuentra con su antiguo compañero George Hally, quien trabaja para Brown aunque confiesa desear
traicionarle. Eddie y George se asocian y dan una fuerte golpe al poderoso
gánster y este se venga asaltando un casino de Eddie donde encontrará la
muerte, en medio de los disparos, su auténtico amigo, el ex taxista Danny
Green. Nuestro hombre quiere dar el golpe de gracia a Brown y lo hace a pesar
que el sin escrúpulos George lo había vendido (destacable la escena donde Brown
huye abriendo una puerta de batientes en una cocina, Barlett le dispara y su
enemigo vuelve a entrar de espaldas, herido de muerte, y cae ruidosamente al
suelo mientras los batientes se abren-cierran con fuerza). Eddie descubre a los
enamorados y zarandea a Lloyd, quien le había anunciado abandonar la empresa.
Que Barlett conserva aún su buen fondo se demuestra al momento. LLOYD HARD: “¿Que
pretendes demostrar?” EDDIE BARLETT: (después de reflexionar unos
instantes) “Nada, nada, perdóname”. Y se aleja. Llega la caída de la bolsa
en octubre de 1929 y muchos, ricos y pobres quedan totalmente arruinados y se
abole la “Ley Seca” arrastrando a la ruina a muchos traficantes. Es lo que le
pasa a Eddie quien para salvarse vende su empresa a George quien le ofrece una
miseria. Ahora George es rico y poderoso, tranquilo al creerse protegido sobre
su vida, pasada y presente, delictiva. Eddie vuelve a la casi pobreza ganándose
el sustento con un taxi, otra vez, el único que George le dejó conservar. Un
día recoge una cliente que es Jean quien le dice que ella y Lloyd se casaron y
tienen un hijo de cuatro años. Le invita a entrar en casa, le presenta al niño
y llega Hard quien saluda efusivamente a su antiguo amigo. Ahora Lloyd es
ayudante del fiscal y está reuniendo pruebas para inculpar a George. Un día
Eddie recibe la visita de Jean quien le suplica ayuda ya que su marido ha
recibido amenazas de muerte de la banda de George. Nuestro hombre, con voz
etílica, se niega recordando la felicidad que podría ser suya pero recibe la
reprimenda de “Panamá”. Va a casa de George y, vigilado por un sicario, habla
con él. George le dice que ha planeado librarse de Lloyd y que él, Eddie, también
sabe demasiado de su vida… Entonces Barlett, aunque parezca bebido, agrede al
sicario y le quita el revólver. George, asustado, le ofrece ser socios otra vez
pero Eddie rechaza la proposición y dispara sobre su antiguo compañero cuando
este extraía una pistola de la caja fuerte. Escudándose en el sirviente baja
las escaleras y dispara sobre dos hombres más de George para huir herido
(disparo por la espalda) a la nevada calle (estamos en año nuevo). En aquel
momento llega la policía y detiene al resto de la banda de George mientras (en
un excelente travelling de ida) Eddie llega a las escaleras de una iglesia. Cae
por los nevados escalones y muere… Es asistido en sus últimos segundos por
“Panamá” mientras se acerca un agente de policía y pregunta quién era,
añadiendo que “parece un pordiosero”. “Panamá” contesta “Era un gran tipo”… Ahora
otro formidable travelling de retroceso empequeñece las figuras de Eddie muerto
“Panamá” y el policía. La imagen de la iglesia representa la señal de remisión
posible para un hombre honesto, a pesar de todo, “un gran tipo”…
Narcís Ribot i Trafí
1)-
Joaquín Vallet Rodrigo: en un artículo tan sucinto como jugoso y acertado sobre
Raoul Walsh con referencia a “El mundo en sus manos”.
2)-
Cuando cerré estas líneas hace años al poco apareció en DVD “Manpower”,
subtitulado “Alta tensión”. Efectivamente se trata de un drama con lenguaje
planificativo de “Cine Negro” con el hálito de tragedia griega/shakesperiana
propia de Walsh. Mismo caso que “La pasión ciega”. Si esta trata de
la vida y problemas de los camioneros, “Manpower” lo hace sobre empleados de
la compañía de electricidad. Es una sobria y espléndida película.
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