“La
voz humana es el más bello instrumento, pero el más difícil“ (Richard
Strauss)
La programática
es una música instrumental cuya estructura está definida por temas más o menos
extramusicales, p. e. extraídos de la literatura, artes plásticas o de la
naturaleza.
Procede más bien, dentro de ambientación
romántica, de fusionar todas las ramas del arte, p.e. “La Sinfonía Fantástica” de
Héctor Berlioz, “Cuadros de una Exposición” de Modest Mussorgski y, sobre todo
Franz Liszt en sus “Poemas Sinfónicos”. Tiempo después Richard Strauss (1864 -1949)
se convirtió en el más grande representante de la música programática que,
además, le sirvió para entrar en el campo de la ópera en forma originalísima y
con gran éxito.
De formación neoclásica, el alemán Richard Georg
Strauss tiene el acierto de seguir el camino de Richard Wagner en la denominada
“Música
del Porvenir”, estilo y propuestas wagnerianas pero formas expresivas
totalmente propias e innovadoras.
En sus poemas sinfónicos buscaba el sustrato
filosófico intentando la fusión entre la música propuesta. Así, en “Aus
Italien” (1886), fantasía sinfónica --- claramente música de programa
pero con los cuatro tiempos de una sinfonía propiamente dicha ---, Strauss
dibuja con trazos musicales los sentimientos recibidos en su viaje a Italia.
En el mismo año que fallece Franz Liszt (Bayreuth,
1886),, Strauss escribe los primeros compases de su “Macbeth”, basado en
William Shakespeare. Es ya un “poema sinfónico” de estilo y espíritu totalmente
lisztiano y no una fantasía sinfónica como “Aus Italien”.
Parcialmente liberado de las formas clásicas
demostrará una sutileza y una riqueza además de un lenguaje personal que
eclosionará totalmente en sus futuras obras. El “Macbeth” straussiano
expresa mediante la música --- sin ser nunca un refrito musical de su
correspondiente soporte literario --- el orgullo, la fatalidad, la inquietud,
la crueldad … pasiones y sentimientos propios de Shakespeare. El “Macbeth”
de Strauss es un digno complemento al “Hamlet” (Shakespeare también) o al “Fausto”
(Johann Wolfgang Goethe), ambos de Franz Liszt.
“Don Juan” (1888-1889), basado en
textos de Nikolaus Lenau, por su lenguaje es totalmente innovador. Strauss
recurre a una orquesta en herencia totalmente mutada por grandes músicos como
Wagner, Gustav Mahler o Anton Bruckner, apareciendo afortunados experimentos en
su vertiente tímbrica, armónica y rítmica. Con “Muerte y transfiguración”
(1888-1889) estamos ante un poema sinfónico de los más populares. A pesar de
que el material temático sea más simple, el conjunto musical (espléndida
orquestación) es perfectamente parangonable al del magistral “Don
Juan”: un hombre a punto de fallecer, en su lecho de muerte, recuerda
su vida pasada (oboe y arpa memorizan su infancia), después hay un deseo
natural de vivir y resignación. Explicada toda su vida el hombre muere, la
música desciende para llegar al apoteosis (¿quizás la salvación espiritual?),
algo que queda muy claro. Strauss no era un hombre religioso como Bruckner pero
aceptaba la trascendencia. Cuando el músico muere en su casa de Garmisch (1949)
dirá ya en su agonía: “...Es igual que en “Muerte y
transfiguración”.
“Las travesuras de de Till Eulenspiegel”
(1894- 1895) es un retrato caricaturesco
del mundo medieval y “Así habló Zarathustra” (1896) no
trata de describir la idea filosófica de F. Nietzche en la cual se inspira sino
que busca las tensiones pretendiendo al superhombre (a veces con música
apagada, a veces con música apoteosica). Virtuosismo y técnica orquestal en el
no menos interesante “Don Quijote”, subtitulada “Variaciones
fantásticas sobre un tema de carácter caballeresco” (1897): la viola
describe a Sancho Panza, el rebuzno de su pollino es señalado por el clarinete
mientras el violoncelo hace lo propio con Don Quijote, algo sorprendente en
verdad.
“Vida de héroe” (1897- 1898) es el
último de sus poemas sinfónicos en donde el héroe del título finalmente solo
quiera la paz y la tranquilidad.
Después de esta etapa “programática” vendrá la de
su consagración absoluta en el campo de la ópera sin olvidarnos de sus dos
sinfonías “programáticas”, la “Doméstica” y la “Alpina”,
encuadrables en el campo de la sinfonía por su extensión y tiempos y algunos
“Lieder” que venían a demostrar que
Strauss fue uno de los músicos más originales de la historia sin adherirse a
ningún movimiento, moda o snobismo comop hicieron --- con sus indiscutibles
méritos --- Claude Debussy, Bela Bartok o Igor Stravinsky...
Després de llegir el seu blog , he escoltat fragments de vàries obres d'Strauss, i per mi, Macbeth és una obra mestra.
ResponderEliminarSalutacions