“Quosque tandem abutere,
Catilina, patientia nostra? Quam diu etiam furor iste tuus nos eludet? Quem ad
finem sese effrenata lectabit audacia?”
(“Hasta
cuando abusarás, Catilina, de nuestra paciencia? ¿Hasta cuando esta locura tuya
seguirá riéndose de nosotros? ¿Cuando acabará esta desenfrenada osadía tuya?”)
Cicerón, frases iniciales de la I
Catilinaria
Lucio Sergio Catilina (aprox. 108- 62 a. C.)
provenía de una familia patricia. Es recordado por su vida disoluta, el
derroche de su fortuna y su recuperación
al hacerse partidario del dictador Lucio Cornelio Sila, época en la que asesinó
a su propio hermano. Fue demandado por haberse enriquecido mediante la
corrupción en política (algo frecuente hoy en día), especialmente cuando
ejercía el cargo de gobernador de África y también acusado de mantener
relaciones con una sacerdotisa de Vesta (obligada a mantener la virginidad).
Todo ello sirvió para bloquear su candidatura al consulado por parte de Cicerón
y sus seguidores. Volvió a probar el acceso al consulado por segunda vez ---
ahora apoyado por Craso y César --- y al fracasar de nuevo intentó un golpe de
estado cuya primera acción sería asesinar a Cicerón pero este llegó a enterarse
y le obligó al exilio declarándole enemigo público. Catilina consiguió formar
un ejército --- aliado con los alóbrigos --- para atacar Roma. Los documentos
de esta alianza cayeron en manos de Cicerón quien desea condenar a muerte a su
enemigo ante la oposición de César que tan solo pide el destierro. Algunos de
los seguidores de Catilina son ajusticiados. Él corrupto huye y al llegar la
batalla de Pistoia, entre el ejército romano y los golpistas, Catilina es
derrotado y muerto.
Ampliamente se describe la conspiración en “La
conjura de Catilina” de Cayo Salustio (42-44 a. C.) en donde el
escritor critica la sociedad la cual permitió a un ser tan vil como Catilina
pudo ascender y convertirse en un peligro para las instituciones romanas.
Salustio considera a Catilina como poseedor de una cualidades físicas y
mentales formidables pero las usa para satisfacer su egoísmo y avidez de
dinero, poder y vicios además de crear entre sus seguidores seres semejantes a
él. Entre noviembre y diciembre del 63 a. C. Cicerón leyó en el Senado sus
cuatro discursos contra Catilina por su intento de golpe de estado. Son las
llamadas “Catilinarias” (“In Catilinam”), en donde es
señalado como un peligro público y también para las instituciones de la
República Romana. Floro (siglo II d. C.) continúa describiendo a un ser
depravado y sin escrúpulos mientras Plutarco en su biografía de Cicerón y Dión
Casio señalan, incluso, que este individuo había practicado el canibalismo.
Pasando a las artes vemos que en el siglo XVII, en
obras teatrales, Catilina es mostrado como un canalla tomando como base la obra
de Salustio (de la cual llegaron a imprimirse 282 ediciones dejando aparte las
traducciones). El primer drama conservado sobre Catilina es de 1611 escrito por
Ben Jonson en donde el protagonista posee unas virtudes (el empuje, la
valentía) que le enfrentan a un presuntuoso y soberbio Cicerón. En la obra de
Abbé le Chevalier Pellegrin (1742) vuelve a ser un canalla pero Prosper Jolyot
de Crébillon (1748) --- compartiendo los mismo puntos, en principio, que
Pellegrin incluso en conflictos amorosos --- le justifica un tanto criticando
la situación política de su momento mientras François Marie d'Arouet, más
conocido por su pseudónimo de Voltaire, presenta en 1752 a un malvado y degenerado
Catilina frente a un noble Cicerón.
Una ópera de Antonio Salieri y Giambattista Casti
(1792) toca el tema así como un drama de Alejandro Dumas Sr. y Ferdinand
Kürberger --- miembro activo en los actos revolucionarios de 1840 --- escribe
una obra teatral en 1855 en donde Catilina es presentado como un héroe de la
libertad, así como también tiene la simpatía del autor en el psicodrama de
Henrik Johan Ibsen en su primera obra (1848-49) aunque la ambición del
personaje roza la locura. Adolfo Bartels
señala a Catilina (1905) como héroe nietszchiano ante una Roma corrompida.
En los “Dialogues des morts”, de François de
Salignac de la Mothe de Fénelon (1712), sacerdote, después obispo, escritor y
poeta al igual que Ewal Christian von Kleist (1759) nuestro protagonista es
señalado como paradigma de la excesiva ambición de poder. Johan Christian
Friedrich von Schiller habla de Catilina en el prólogo de su “Die
Räuber” (1781) comparándolo con el personaje de su obra y señalando
que, según la coyuntura política, pueden triunfar rotundamente o llegar al
fracaso total. Pasada la Revolución Francesa, Georges- Jacques Danton
caracteriza a su rival Maximilien Robespierre como un Catilina que amena la
república. Tanto Napoleón I como Napoleón III mostraron sus simpatías por
Catilina al producirse su intento de golpe de estado.
Muy escasas representaciones de Catilina en las
artes plásticas: Salvator Rosa pintó como Catilina y los suyos prestan
juramento a la conspiración (1663) y Jean- François Peyron (1796-98) --- inspirándose
en los textos de Cayo Salustio --- pintó esta y varias escenas más.
Narcís Ribot i Trafí
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