En el periodo denominado Barroco (1600- 1750, para dar unas fechas) el
músico se convierte principalmente en un profesional que estudia y pule su
arte. Hemos abandonado la forma experimental del Renacimiento por otra más pragmática
y artesanal: el músico consigue una gran baza técnica lo cual le permite
organizar grandes conjuntos musicales.
Italia desempeña un importantísimo papel en el
barroco musical: 1) la ópera nacida en el Renacimiento se expande con fuerza,
2) el desarrollo de la música de cámara, 3) el nacimiento de varias formas
(sonata, “concerto grosso”, concierto, oratorio, cantata, etc.), 4) los
instrumentos de violín substituyen las antiguas violas “de gamba” gracias a la
técnica nunca superada de los grandes constructores (Guarneri, Amati,
Stradivarius) y 5) el genio de dos grandes compositores y a la vez
extraordinarios violinistas como fueron Arcángelo Corelli (1653- 1713) y
Antonio Vivaldi (1678- 1741). Sus cualidades están extraídas del “bel canto”:
pureza de sonido, expresividad, brillantez y agilidad. Vivaldi, a diferencia de
otros compositores de su época tuvo la ventaja de contar con un conjunto de
instrumentistas en función de sus obras, prácticamente al conseguir el cargo de
maestro de violín en el orfanato femenino, “Pio Ospedale della Pietà””,
en Venecia en 1703, mismo año en que recibió la ordenación sacerdotal y --- más
ventaja aún --- fue director musical de la misma entidad en 1716. Los problemas
los tuvo por otras circunstancias.
Antonio Lucio Vivaldi era el mayor de los nueve
hijos de Giambattista Vivaldi, barbero y gran violinista aficionado, nació en
Venecia y pronto destacó en el dominio del violín. Compaginó los estudios
eclesiásticos (probablemente por influencia de su madre) con los musicales aunque
casi dos años después de su ordenación (1705) dejó de decir misa por un asma bronquial crónica o angina
(estuvo a punto de llevarle a la muerte el día de su nacimiento). Era hombre
poco convencional, su vanidad (se jactaba de su fama y de sus ilustres
protectores), sus ansias de éxito y de dinero, su entrada en el mundo
empresarial de la ópera y sus negocios (todo ello contrastaba con su misión
espiritual) le dieron una reputación de violinista extravagante y clérigo
excéntrico (en 1737 fue sancionado por conducta impropia en un sacerdote),
oscureciendo su merecida fama de extraordinario compositor, tanto en el sentido
técnico como en el creativo.
Aparte de las “4 Estaciones” y alguna
otra pieza la obra de Vivaldi fue olvidada durante, prácticamente, dos siglos
(quizás el autor más injusta y largamente postergado). En 1940 se reorganizan
las partituras encontradas y se descubre buena parte de su prolifera creación
(en mucha parte gracias a la exhumación de la música de Juan Sebastián Bach, el
cual fue un admirador de Vivaldi y trascribió algunos conciertos de nuestro
hombre).
Fue el
primer compositor que utilizó la forma “ritornello” en sus más de 500
conciertos de forma regular: grupo de motivos condensados en una parte e
interpretados por toda la orquesta (“Tutti”) la cual, interrumpida por la
(las) parte (partes) solista (solistas), se repite varias veces. Esta
característica fue imitada y usada rápidamente (Alberti y Telemann con más
frecuencia). Sus conciertos son para instrumentos variados: más de 350 son para
un instrumento solista y cuerdas de los cuales 230 o más son para violín.
Algunas de estas obras recibieron títulos
descriptivos como “Il Carbonelli” (RV 234), “L'Inquietudine” (RV 90), “La Termpesta di Mare” (RV
98) o los cuatro conciertos para violín de su obra más popular, “Le
Quattro Stagioni” / “Las 4 estaciones” agrupados en el
Opus 8 de Vivaldi junto con otras piezas (ocho conciertos más para violín) con
el título de “Il Cimento della'armonia e della'invencione” / ”Concurso entre la armonía
y la invención” pero más acertadamente catalogados por el erudito Peter
Ryom (RV): “Primavera” (RV 269), “Verano” (RV 315), “Otoño”
(RV293) e “Invierno” (RV 297), quizá el primer ejemplo de música
programática”, melodías escritas para plasmar actividades, acontecimientos o
tormentas (en este caso los estados anímicos de las 4 estaciones del año).
Vivaldi fue un orquestador hábil, atrevido,
innovador con los materiales ya prescritos: abundancia de efectos coloristas
con atención especial a la articulación de la cuerda y el juego del arco junto
al dominio de la instrumentación para diferenciar las diversas partes de la
escena. Sus aproximadamente 90 sonatas son más convencionales y menos
innovadoras que sus “concerti”, algunas de ellas se asemejan o rinden homenaje
a las de A. Corelli. Es notable que en su música instrumental Vivaldi retoma
material de sus propias obras (a veces movimientos enteros), incluso de un
género a otro. Bach y otros también lo hicieron. Es lo llamado “parodie”, mal
traducido por “parodia” que, en absoluto, significa lo pensado por muchos.
Dentro de su música vocal han sobrevivido unas 21 óperas. A algunas les falta
un acto o más junto con otras óperas escritas conjuntamente con otro
compositor. Nada aporta su parte dramática pero su excelente música ofrece
vitalidad e imaginación a la misma altura que su otra música. Treinta y nueve
cantatas profanas en tres movimientos basadas en la forma de sus conciertos,
tres serenatas que se conservan y diversos trabajos sobre música sacra cierran
este breve repaso a este gran músico del cual aún en estos últimos años se
siguen aún descubriendo sorprendentes obras...
Narcís Ribot i Trafí
BIBLIOGRAFÍA
-”VIVALDI”-
Michael Talbot- Alianza Editorial (Colección Alianza Música), 1984, traducción
inglesa de 1978.
-”VIVALDI”-
Marc Meunier- Thouret- Editorial Espasa Calpe (1975), traducción francesa de
1972.
-”ANTONIO
VIVALDI”- Roger Alier. Editorial Daimón (1985).
-”GUIA DE VIVALDI”- Walter Kolneder-
Alianza Editorial (1989), traducción alemana (1984).
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