Injustamente
considerado, durante mucho tiempo, como simple compositor de ópera buffa
(en el original italiano) con música fácil y rimbombante, se
reconocieron finalmente sus auténticos méritos y ahora, generalmente, goza de
un prestigio y una fama merecidas. Aparte de ello fue un gran gourmet,
fiel a la buena mesa: diversos artículos alimenticios, entre los cuales
recordamos por la propaganda los famosos “Canelones Rossini” o el “Foie
Gras·Rossini” llevan su nombre en homenaje.
Gioacchino Antonio Rossini (1792-1868) --- nacido
de padre músico y madre cantante, desde pequeño con gran interés por la música
--- está muy por encima de estas superficiales consideraciones. Superficialidad
es una fuerza, con frecuencia, proliferante en el estado español que no destaca
precisamente --- hablo en comparación con otros países --- en el interés hacia
la música clásica Aquella concejal, cfr. --- de”cultura” y de un partido
autodenominado “progresista” --- de mi localidad la cual manifestó su patética
ignorancia sobre el arte y su historia diciendo que “La música clásica es
elitista” mientras fomentaba espectáculos pretendidamente populistas, en
realidad ridículos y grotescos, para ganar votos, claro.
Rossini tiene, efectivamente, óperas bufas
(cómicas) pero también serias y de gran calidad junto con obras alejadas del
campo de la ópera: diversas sonatas, “Misa de Gloria”, “Pequeña
Misa Solemne” o su famoso “Stabat Mater” En todos los géneros
cultivados por él demostró ser un gran compositor. Excepción en lo
anteriormente dicho de un país en donde un partido de fútbol incluso suspende
la vida cotidiana: ha de reconocerse a Barcelona como una de las ciudades que
más ha hecho para rehabilitarlo (también a Wagner). María Callas y Teresa
Berganza contribuyeron al “Renacimiento Rossini” ya que antes de estas dos
eminentes intérpretes se habían dado, salvo alguna excepción, pésimas
representaciones y, además, el no tomarse al autor en serio por parte de pseudo
divas y empresarios poco escrupulosos solo pensantes en los beneficios de
taquilla.
Rossini amalgama inteligentemente la música del
Rococó y del Clasicismo con un enfoque de su época con lo cual prepara los más
deliciosos y equilibrados objetivos del Primer Romanticismo. Humaniza y hace
más racional la ópera seria a la que aparta de su postura inmobilista durante
tantos años, estatificada como un pesado “corpus” sin vías creativas; de la
misma manera y siguiendo los pasos de los notables Domenico Cimarosa, Giovanni
Battista Pergolesi y, principalmente, del gran Wolfgang Amadeus Mozart,
ofreciendo las líneas definitorias de la ópera bufa (surgida en Italia a
principios del siglo XVIII gracias a
Pergolesi y Alessandro Scarlatti y, como su nombre indica, proviene de la
comedia italiana siendo, en principio, mucho menos elaborada la “buffa”
que la seria). En sus obras están presentes la jovialidad, la alegría, la vida,
la frescura … Está provisto de una técnica perfecta y posee el instinto
teatral, una prodigiosa imaginación musical, por igual en el campo de la
rítmica como en el de la melodía y su obra sigue viva gracias al ser
refractario a los excesos en los cuales cayeron otros cuando en su tiempo se le
atacó por ello.
Unicamente cuando se conoce más la obra de Rossini
(óperas serias) se entiende la totalidad de su importancia negada durante tanto tiempo. Unas
transformaciones que suavemente configuran la ópera italiana sin las cuales
hubieran impedido o dificultado en mucho la eclosión de los posteriores Vicenzo
Bellini y Gaetano Donizetti. Lo más positivo en la música rossiniana es la
proliferación, la espontaneidad y la prodigalidad de las cuales brotan música e
imágenes de su pródiga imaginación. Es la cima más alta del belcantismo
italiano, mucho más que Bellini o Donizetti, sus acompañamientos musicales
frecuentemente son más ricos que los pertenecientes a los dos músicos citados
antes o que los de Giuseppe Verdi y, no obstante, más utilizar más su facultad para reforzar
armonías y ritmos fuertes, cambiantes y apabullantes; en contra, Rossini tuvo
siempre el inconveniente de enfrentarse a libretos frecuentemente pobres,
construidos en pocos días y en ocasiones con poco o nada de ingenio (en
comparación, p. e., de los diáfanos y elaborados libretos puestos a disposición
de Verdi). En 1810 debutó en Venecia con una ópera breve (una farsa corta): “La
Cambiale di Matrimonio” aunque antes había compuesto pequeñas piezas
orquestales y una ópera con libreto de mediocre calidad (“Demetrio y Polibio”).
Estando de moda este tipo de farsas no
es extraño que la carrera de Rossini fuera meteórica: “L'Inganno Felice”, La
Scala di Seria” y una gran ópera bufa: “L'Italiana in
Algiere”, además de la seria “Tancredi”, así como “Ciro
in Babilonia”, para citar solo unas pocas de su etapa inicial.
Creado ya el molde de la “buffa” se prolongan las
formas (a la vez que aparecían imitaciones entre las cuales destacaban algunas
de Donizetti) como “Il Turco in Italia” y las famosas “La Cenerentola” (“La
Cenicienta”), según libreto de J. Ferretti basado en el cuento de
Charles Perrault e “Il Barbieri di Siviglia”
(“El
barbero de Sevilla”). Acercándose al estilo francés compone “Le
Comte d'Ory” y a partir de 1815 pasa a Nápoles bajo contrato. Allí
creará un envidiable elenco de óperas serias: “Elizabeth, Regina d'Inghilterra”, “La
Gazza Ladra” (semiseria), “Mose” y la formidable “La
Dona dil Lago”, eminentemente romántica. Más adelante elaborará obras sin la necesaria
reflexión con libretos insuficientes o mediocres “Maometto II” o “Matilde
di Shabran” para finalmente dar una pieza incomprendida en su estreno:
“Semiramide”,
basado en un tema de la Antigüedad extraída de una tragedia de Voltaire con
libreto de Gaetano Rossi. Entre remodelaciones de antiguas óperas suyas y
encargos escribió en 1829 “Guillaume Tell” (“Guillermo
Tell”), ejemplo de gran ópera de moda en París a partir de entonces.
Con una bellísima partitura romántica
(destacan las arias de los protagonistas) es un ejercicio bastante
largo: cuatro actos según libreto de Étienne de Jouy e Hipolyte Bis sobre el
drama de Friedrich Schiller. Después del éxito total de “Guillermo Tell” Rossini
desapareció inexplicablemente de la escena a sus 37 años (posiblemente los
factores fueron mala salud y/o situación económica buena) para volver a acabar su
“Stabat
Mater”, obra sublime de la música religiosa.
Actualmente
sus restos reposan en la Basílica de la Santa Cruz de Florencia junto
con otros persoanjes célebres como Miguel Angel, Nicolás Maquiavelo o Galileo
Galilei...
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