La historia nos dice que Cayo Julio César fue
dictador (connotación diferente del término en la actualidad), conquistador,
general, gran estratega militar (a diferencia de Alejandro Magno, Aníbal de
Cartago o Napoleón Bonaparte su obra perduró varios siglos después de su
muerte), político, también escritor y amado por el pueblo... Nació cerca del
año 100 a. C. en una familia romana patricia pero arruinada, fue escalando en
la política y en el ejército, tuvo sus problemas con el dictador Lucio Cornelio
Sila por ser sobrino de su eterno enemigo Cayo Mario, fue condenado a muerte,
pena conmutada a cambio del exilio, acabó con unos piratas que le habían raptado
y, más tarde, miembro del I Triunviro formado por su amigo y yerno Cneo Pompeyo y Marco Licinio Craso (el
que acabó con la rebelión de Espartaco). Después de la muerte de Craso en
Carras (53 a. C.) se enemistó con Pompeyo --- Julia, hija de César y esposa de
Pompeyo había fallecido --- comenzando una guerra civil en donde César venció a
Pompeyo en Farsalia y otros puntos. En Egipto Pompeyo fue apuñalado y su cabeza
presentada a César, cosa que le disgustó. Por cuestiones de estado entró en
relación con la reina helena- egipcia Cleopatra VII --- última reina de Egipto
y de la dinastía Ptolemaica, llamada también Lágida --- en un país al borde de
la guerra civil entre Cleopatra y su hermano Ptolomeo XIII. Fueron amantes,
posiblemente César y Cleopatra se enamoraran de verdad pero César fue el dueño
de Egipto. Víctima de una conspiración en la cual estaba implicado Marco Junio
Bruto (habían voces que le señalaban también como hijo natural), César ---
acusado por los implicados de querer instaurar la monarquía --- recibió 23
puñaladas, estaban en el Senado, y cayó a los pies de la estatua de Pompeyo.
Año 44 a. C en los famosos “Idus de marzo”, novela histórica de
Thornton Wilder (1948) y película escrita, producida y dirigida por George
Clooney (2011) se centran en la muerte de César.
Su lugarteniente Marco- Antonio Crético quiso
proseguir su obra y se alió con Cayo Octaviano, u Octavio Turino (en un futuro:
Octavio César Augusto, primer emperador de Roma), por aquel entonces con 18
años. A pesar de no llevarse bien nunca se convirtieron en yernos al casar
Marco- Antonio con Octavia, hermana de Octavio, y junto con Marco Emilio Lépido
(jefe de la caballería de César), crearon el II Triunviro. Guerra Civil otra
vez: derrotado Lépido, su vida fue perdonada por Octavio, Marco Antonio y
Cleopatra se enamoraron y ambos rompieron con el futuro Augusto. Gracias a su
fiel general Marco Vipsanio Agripa, Octavio venció en Accio (31 a. C.) y los
dos amantes se suicidaron. Empezaba literalmente el principado con Octavio César
Augusto como emperador, iniciándose la gran obra administrativa, política y
cultural. Gran parte de ello lo debía a su tío abuelo Cayo Julio César.
Podría decirse que el cine nace con Julio César,
su obra, sus amores con Cleopatra, su asesinato, amores Marco Antonio-
Cleopatra y todos los acontecimientos aquí resumidos. La fuente principal es
Plutarco y “La Guerra Civil”/”De Bello Civilis” escrita por el mismo Julio
César (también redactó “La Guerra “The Bello Gallico”/”La Guerra de
las Galias”). Plutarco, a partir de “La vida de César”,
escribió “La vida de Bruto”, el ferviente republicano, y “La
vida de Antonio”, el cual solo cobra protagonismo después del asesinato
de César, cuando el libertino lugarteniente pronuncia el discurso que lanzará
al pueblo detrás los asesinos de su jefe para acabar con ellos.
Generalmente el cine toma como punto de
partida lo relatado por William
Shakespeare en sus dos obras: “Julio César” y “Antonio y Cleopatra”
(esta es prácticamente una continuación de la primera) cuya traducción extrajo
de Sir Thomas North, no directamente de Plutarco.
El padre del cine fantástico, el gran Georges
Méliès, fue el primero en tocar esta historia en 1899: “Cleopatra” y “La
muerte de Julio César”, rodada en 1907, un año después J. Stuart Blackton
nos da “Antonhy and Cleopatra” (1908), William V. Ranous filma “Julius
Caesar” y Giovanni Pastrone dirige “Giulio Cesare o Brutus”
(1909). A partir de este momento el tema será tratado en infinidad de
ocasiones, siempre centrándose en los momentos álgidos de esta historia: los
amores César- Cleopatra, el asesinato, el final de los conjurados, los amores
Antonio- Cleopatra, guerra civil, derrota y suicidio de los dos amantes. Muy
pocos (quizás solo citado de paso anécdoticamente) o ninguno ofrecen la reconversión
de Roma a cargo del ambicioso y sin escrúpulos Octavio, ahora convertido en
Augusto, su cambio de actitud al tomar el poder, como si hubiese transformado
su personalidad: ahora era un hombre prudente y tolerante, ahora perdonaba,
ahora olvidaba y no persiguió a sus enemigos políticos después de su
coronación.
Una curiosa versión es “Giulio Cesare, il conquistatore
delle Gallie” (“Julio César, el conquistador de las Galias”),
de A. Antonio (1963), protagonizada por Cameron Mitchel y basada en “La Guerra
de las Galias”, en donde se nos presenta un César bueno y
misericordioso que busca la unidad de la patria y la victoria sobre
Vercingetorix (en realidad César en ocasiones actuó noblemente, en otras de
forma cruel, justificado por él mismo para evitar males mayores).
La única película en donde se nos muestra su
juventud es “Giulio Caesare contro i pirati”, de Sergio Grieco
(1962), dentro de un plano totalmente aventurero mientas que en “Cesar
and Cleopatre” (“César y Cleopatra”), de Gabriel
Pascal (1945) con Claude Rains (César) y Vivian Leigh (Cleopatra) es claramente
una comedia basada en la obra teatral de Bernard Shaw. Rodada en Technicolor el
film tuvo muchos problemas (final de la II Guerra Mundial, accidente de Vivian
Leigh, retrasos, etc.) y fue un fracaso estrepitoso que arruinó a la Rank
Organisation pero fue nominada al Oscar de la mejor dirección artística del
año. Recuerdo que busqué infructuosamente el libreto de Shaw durante tiempo
hasta que finalmente logré fotocopiarlo en castellano a “l'Institut del Teatre”
de Barcelona. Ahora guardo estas fotocopias como un tesoro.
Podríamos citar un par de rarezas encarnadas en el
más puro “peplum” como aquella dirigida por alguien a quien se le reconocieron
los méritos --- tanto popularmente como intelectualmente --- dentro del género,
alguien llamado Vittorio Cottafavi quien dirigió “Las legiones de Cleopatra”
(1959) y “Una reina para el César” (1962) de Victor Tourjansky y Pier
Pierotti en donde el culturista Gordon Scott encarnaba a Julio César, algo
inadecuado ya que el conquistador no era
alto y si, delgado y calvo …
La versión más reconocida y admirada es “Julius
Caesar” (“Julio César”), de Joseph Leo Mankiewicz (1952), con Marlon
Brando (Marco Antonio), James Mason (Bruto), John Gielgud (Casio) y Louis
Calhern (Julio César). Auténtico Shakespeare (Mankiewicz era un gran aficionado
al dramaturgo inglés), aquí --- siguiendo el libro --- aún no aparece
Cleopatra. Se filmó con un presupuesto mínimo y sin creer los directivos de M.
G. M. en el éxito del film.
El realizador polaco no pudo conseguir lo mismo
con “Cleopatra” (“Cleopatra”), gran superproducción
de 20th Fox (1961-63) donde le obligaron a decantarse hacia el gran
espectáculo: danzas exóticas, números circenses, colores chillones para mostrar
el presupuesto contrastado con las escenas en intimidad (lo deseado por
Mankiewicz en su totalidad), aparte de vencer numerosos obstáculos y
condicionamientos como la histeria de Elizabeth Taylor (Cleopatra) y la
desigualdad del guión basado en relatos de Plutarco, Suetonio y Apiano, el
citado relato de Bernard Shaw, en Shakespeare y en el libro de C. M. Franzero,
“The
life and times of Cleopatra”(apareció en castellano el libro que poseo
de una edición de Círculo de Lectores Vergara en 1957, cuatro años antes del
rodaje de la película, otro tesoro adquirido de 2ª mano).
También era resultaba difícil superar la excelente
--- y no siempre reconocida --- versión de Cecil B DeMille en 1934: “Cleopatra”
(“Cleopatra”),
con Claudette Colbert como la última reina de Egipto, aunque también adoleciera
de magnificados espectáculos recordables
a los del Folies Bergère. “Aquel musical sin partitura...” como
señala Luis Cano en su imprescindible estudio sobre “Roma en el cine”.
Muchos detalles, alguna serie televisiva y otros
puntos que podríamos dejar para una hipotética futura entrega...
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