Hace un tiempo
escribí un breve resumen sobre la “Trilogía de la Caballería” de John Ford
(“Fort Apache”, “La legión invencible” y “Río Grande”). Ahora me gustaría
comentarlas una por una de forma un poco más extensa.
Aparecen los títulos de crédito con
planos de un corneta a caballo empezando a desgranar la adecuada música de
Richard Hangeman, concentración de jinetes apaches, un grupo de soldados de los
estados Unidos, un baile de oficiales y la marcha de un regimiento. En la
primera escena vemos una diligencia venir hacia nosotros desde el fondo de un
punto de Monument Valley: seis caballos, dos cocheros que bromean entre si y
dos pasajeros: el teniente coronel Owen Thursday (Henry Fonda, con su elegancia
habitual) y su hija Philadelphia Thursday (excelente Shirley Temple). Su
destino es Fort Apache (en Arizona) el mando del cual han asignado al militar.
Los dejarán a unos cuantos kilómetros. El teniente coronel ha mandado un
telegrama pero no sabe que los cables han sido cortados.
La acción se sitúa en
1876, después de la masacre del general George Armstrong Custer y su regimiento
en Little Big Horn el 25- junio- 1876 a manos de los sioux de Crazy Horse
(Caballo Loco), aliados con otras tribus indias.
“Fort Apache” (“Fort Apache”,
1948) constituye el primer jalón de la llamada trilogía sobre la caballería.
Las otras dos son “She Wore a Yellow
Ribbon” (“La legión invencible”,
1949) y “Río Grande” (“Río Grande”, 1950). Posiblemente nunca
fueron concebidas como tal por parte de Ford. En sus declaraciones --- siempre
esquivas y ambiguas --- jamás lo admitió (aunque tampoco lo desmintió) pero así
quedó para la posteridad en función de recopiladores, clasificadores,
historiadores y aficionados.
Ford logra una
magistral amalgama temático-técnica: resuelve con tranquilidad una problemática
muy comprometida (confrontación blancos- indios, dando la razón a los últimos)
y usa la cámara como un pincel con el cual ilustra imágenes inolvidables
basadas en cuadros sobre la caballería y los pieles rojas de Charles Russell,
Charles Schereyvogel, Harold von Schmidt y el más conocido Frederic Remington.
Filmada en un tono documental (como en otras obras suyas), no es ajeno a ello
la contribución de la fotografía en sobrio blanco/negro de Archie Stout
(William Clothier se ocupaba de la 2ª unidad). Stout repetirá en Río Grande
pero en la 2ª unidad, siendo Bert Glennon el responsable de la fotografía
también en blanco/negro mientras Winton C. Hoch ganará un Oscar a la fotografía
en color en “La legión invencible”,
la única filmada en cromatismo (la 2ª unidad a cargo de Charles P. Boyle)
technicolorizado.
1)- El período de
Argosy- La trilogía cae de lleno dentro de la fase de la productora Argosy,
propiedad de Ford y de su amigo Merien Caldwell Cooper (1894-1973, nació y
murió en los mismos años que Ford). Merien C. Cooper había co-dirigido con
Ernest Beaumont Schoedsack el maravilloso “King-Kong”
(“King-Kong”, 1933) y un año antes había
producido otra obra maestra del fantastique, ocupando el sillón de director
Schoedsack e Irving Pichel: “The most
dangerous game” (“El malvado Zaroff”,
1932). Fue un apasionado aventurero, al
igual que Schoedsack; ambos recorrieron medio mundo y filmaron emocionantes
documentales en los cuales los gorilas tenían primicia: “Grass”, “Rango” y “Chang”, para entrar en 1931 en el departamento
de producción de RKO y embarcarse en empresas tan acertadas como la gestación
de los dos soberbios clásicos citados. Conocerá a Ford como productor ejecutivo
de La patrulla perdida. Ford no era ajeno al campo de la producción: había
financiado en parte su film Hombres
intrépidos, rodada en 1940. Decidieron asociarse y crear su propia productora
que nació en marzo de 1946 con un capital inicial de 500.000 $ y funcionó
hasta, más o menos, la mitad de los 50 (varias películas de Argosy fueron
distribuidas por RKO, gracias a la experiencia y gestión de Cooper). Su primer
film, The Fugitive (“El fugitivo”, 1947) fue un fracaso
comercial, luego vino la estabilidad ya con “Fort Apache”. Aparte de la trilogía la compañía produjo dos
westerns más: “Three Goodfathers”
(1948) y “Wagon Master” (1950) nunca
estrenadas comercialmente en España pero si exhibidos años más tarde por
televisión con los respectivos títulos de “Tres
padrinos” y “Caravana de paz”,
además de la sensacional “The Quiet Man”
(“El hombre tranquilo”, 1952) entre
otros.
Ford se quejó de la
pesadez al ejercer de productor. Había que vigilar mucho. En contraposición
podía filmar con más libertad y pudo hacer un puñado de films más cerrados y
caseros como a él le gustaba. Aún en 1956 Merien C. Cooper actuó como productor
(junto con C. V. Whitney) en otra obra maestra de Ford: “The Seachers”(“Centauros del
desierto”), aquí para Warner y el mismo Ford fue productor en varias de sus
futuras obras.
“Fort Apache” y “La legión
invencible” están respaldadas por RKO mientras el soporte de “Río Grande” (con menos presupuesto) es
de Republic la cual se había comprometido con El hombre tranquilo ya en mente
del realizador aunque le pidió dar antes otra vuelta al tema de la caballería,
dado el buen rendimiento en taquilla de las dos primeras, cosa que Ford se
avino encantado.
2)- Dos
características de la trilogía-
a)- El argumento- El
punto de partida de los tres films son relatos cortos del coronel James Warner
Bellah, escritos al acabar la II Guerra Mundial, en referencia a Fort Starke
(fuerte construido en Monument Valley) para The Saturday Evening Post. “Fort Apache” está basado en “Massacre”, inspirada en la derrota de
Custer en Little Big Horn. Hay evidentes diferencias entre la narración de Bellah y la película de Ford. El guionista
Frank S. Nugent (trabajaba por vez
primera con Ford) sabía perfectamente lo deseado por nuestro hombre y se
compenetraba de forma admirable con él. Gracias al erudito Javier Coma (1) en
su lúcido estudio, podemos saber la trama de la narración literaria y
establecer diferencias. “Massacre” se
basaba en el desastre final de Custer cuyo egocentrismo y obsesiones llevarán a
sus hombres y a él a la muerte. El teniente coronel Thursday, calco de Custer,
también conducía a sus hombres a la catástrofe mortal ante una tribu de indios
no especificada mientras él se suicida, hecho ocultado por el teniente Cohill,
quien deja a la prensa colocar a su superior en el pedestal de grandioso héroe
muerto por defender la patria. En el film desaparece el personaje de Cohill
(presente en La legión invencible), la tribu india era la de los apaches bajo el
mando de Cochise (en 1876 hacía dos años que había muerto aunque da igual) y
Thrusday no se suicida, muere en medio de la batalla. Pero lo más importante es
la inflexión proindia que fluye en toda la narración fílmica, mucho más sutil y acertada que la de otros títulos por encima
de sus méritos reales como la muy sobrevalorada “Flecha rota”, de Delmer Daves (2), tanto como lo es en el campo del
western en general Solo ante el peligro, de Fred Zinemann, también por encima
de sus méritos. Insiste Coma, con toda razón, en el tono proindio que lo aleja
de sus orígenes literarios y se aproxima a la épica The Died with Their Boots
On (Murieron con las botas puestas, 1941), de Raoul Walsh con Errol Flynn como
George Armstrong Custer, en el sentido que también se da la razón a los indios
los cuales son engañados por el gobierno de los Estados Unidos y Custer no
puede cumplir su palabra muriendo el Little Big Horn: no es la auténtica
historia de Custer, por supuesto, pero la intencionalidad es clara, algo que no
vieron en su tiempo los comisarios culturales, la (pseudo) progresía y
seguidores de lo políticamente correcto de aquel entonces (siempre han existido
aunque cambien de careta o de camisa), los mismos que años después hacían
bandera de films tan horrendos como “Buffalo
Bill y los indios”, “Pequeño gran
hombre” o “Soldado azul” (un
comentarista escribía que éstos han desertado de las salas cinematográficas en
la actualidad), aparte que el co-guionista del film de Walsh era Aeneas
McKenzie el cual fue perseguido en la caza de brujas del senador McArthy,
acusado de actividades antiamericanas.
La base de “La legión invencible” es el relato “War Party” además de componentes de
otras narraciones de la serie Fort Starke: The Devil at Crazy Man, Command y,
especialmente, Big Hunt, todos de Warner Bellah mientras que el punto de
arranque de “Río Grande” era “Mission with No Record”. El guión de “La legión invencible” estaba compartido
entre Laurence Stallings y Frank S. Nugent, el de “Río Grande” era de James Kevin McGiness.
b)- un actor para la
trilogía- Las tres películas fueron protagonizadas por John Wayne. En “Fort Apache” es el prudente y honesto
capitán Kirby York, antítesis del orgulloso e irreflexivo teniente- coronel
Owen Thrusday; en “La legión invencible”
encarna al capitán Nathan Brittles, a punto de jubilarse (en una de sus mejores
interpretaciones luce unas venerables canas y bigote) y en “Río Grande” representa al teniente-
coronel Kirby Yorke (podría ser el mismo personaje de “Fort Apache”, aunque Ford le añada una e a su apellido, con varios
años más), quien debe lidiar, aparte de un grupo de indios rebeldes, con
problemas familiares ¿Quién cuestiona hoy a John Wayne como gran actor?
“Fort Apache” es una sagaz
reflexión sobre las causas que provocaron la matanza de Little Big Horn y el
papel desempeñado por la Caballería en las guerras indias. Riqueza temática y
técnica a rebosar.
Es como una balanza
donde se confrontan dos fuerzas, dos niveles, dos comunidades. Ford retrata
perfectamente la vida de los soldados y sus familias, sus costumbres, ritos,
bailes, folklore, etc. (el teniente O’Rourke entra en su casa después de muchos
años de ausencia, saluda a su padre, el sargento mayor O’Rourke que está
leyendo un capítulo de la Biblia; sigue leyendo y al acabar se levanta y abraza
a su hijo mientras llama a la madre, después se cuadra ante él por su mayor
grado pero su hijo le vuelve a abrazar: con ello nos señala una fe arraigada y fidelidad hacia el cuerpo castrense) mientras los indios --- la otra comunidad
contrapuesta --- poseen su dignidad y su honor (reconocido todo ello por el
capitán York y la mayoría de los personajes del fuerte); al fin y al cabo el ejército
era también una comunidad marginal en muchos sentidos (buen número de
inmigrantes irlandeses, como Ford, lo formaban para huir de la pobreza, de las
deudas o de la justicia); la base de los soldados es el fuerte confrontado con
el desierto dominado por los indios (donde se retratará en mayor profundidad la
vida de los Pieles Rojas será en el último western de Ford, El gran combate),
la vida de la acogedora comunidad del fuerte será interrumpida por Thrusday
quien nunca se quiere integrar a ella así como también es motivo de choque las actitudes
del nuevo comandante en jefe y del capitán York quien había asumido el mando
provisionalmente, ayudado por el capitán Samuel Collingwood (George O’Brien),
hasta la llegada de Thrusday. York cree en los apaches como hombres de palabra
y el posible diálogo con ellos, tiene cierta amistad con Cochise, Owen los
considera salvajes, incultos, asesinos y busca la ocasión para atacarles con la
intención de cubrirse de honores y conseguir el traslado de Fort Apache. Ya en
la conversación con sus oficiales en la primera reunión se nota su racismo
frente a los indios: Mientas hermanos nuestros luchan contra grandes naciones
indias, nosotros hemos de aguantar picaduras de unos cuantos apaches cobardes.
A lo que el capitán York contradice totalmente. El superior insiste en la
disciplina y en llevar presentablemente el uniforme, asegurando no ser un
maniático de las ordenanzas pero desea estar orgulloso de todos los componentes
de Ford Apache (otra causa de la amargura de Thrusday podría ser el hecho de
haber quedado viudo desde hace años).
Ya en la escena
inicial, donde habíamos dejado a Thrusday y a su hija Philadelphia, antes de
llegar a la parada, el teniente- coronel, sin mirar nunca al exterior, se queja
de que, después de la Guerra Civil, le rebajaran la categoría y le mandaran a
Fort Apache, continuará quejándose del telegrama no recibido y después que los
cables cortados no hayan sido repuestos (hay 200 millas hasta Fort Grant,
imposible de reparar con la rapidez exigida por el nuevo comandante en jefe).
El teniente Michael Shannon O’Rourke (John Agar), hijo del sargento mayor
O’Rourke (Ward Bond), simpatiza al instante con Philadelphia (pese a su
aparente timidez) y ella le corresponde lo cual no agradará a Owen ya que desea
un militar de más rango para su hija y más sabiendo que en Fort Apache las
posibilidades de ascender y conseguir honores son prácticamente nulas:
prohibirá severamente a su subalterno que salga a pasear con Philadelphia tras
felicitarle por el acertado informe dado sobre los cadáveres de dos soldados
ejecutados por los indios rebeldes.
La alegría y las
bromas descansan sobre los cuatro sargentos, borrachines empedernidos, quienes
gastan novatadas pero son comprensibles con los reclutas noveles (recordemos el
ejercicio de montar a caballo): Mulcahy (Victor McLaglen), Shattuck (Jack
Pennick), Beaufort (Pedro Armendáriz) y Qincannon (Dick Foran). La socarronería
fordiana está presente, por supuesto: al entrar el carricoche de O’Rourke con
Thrusday y su hija en el recinto del fuerte el centinela pregunta: ¿Quién va?
Respuesta por parte del sargento Beaufort: ¡El nuevo comandante en jefe del
fuerte! El centinela exclama: ¡Moisés bendito! Respuesta: ¡No, el nuevo
comandante del fuerte! Delante de Philadelphia el sargento Mulcahy se cuadra
ante el teniente Michael O’Rourke para acto seguido cogerlo, ponerlo cabeza
abajo y azotarle en las posaderas: ¡Soy
su padrino, señorita, le he sonado los mocos cuando era pequeño infinidad de
veces!
La escena donde todo
el mando del fuerte y algunos soldados hacen su aparición en el establecimiento
de Silas Meachum (Grant Withers) ---siniestro personaje enviado por el corrupto
Grupo Indio, asociación política reconocida por el gobierno, que, escondidos
bajo el manto de la protección oficial, especulaban y se lucraban con la
explotación las reservas --- contiene también un flash humorístico: York acusa
a Silas de embrutecer a los indios, darles whisky en lugar de medicinas y carne
además de venderles rifles; hay un montón de cajas y ante la pregunta sobre su
contenido el traficante contesta que biblias; abren las cajas y encuentran
whisky del malo, fabricado caseramente; el teniente- coronel le dice al
sargento Beaufort: ¡Escáncieme algunos versículos! Situaciones cómicas como la
de arrojar el contenido de una botella de whisky en el ponche por parte de
Beaufort durante el baile de los oficiales, la instrucción de los reclutas
novatos a cargo de los sargentos, sus caídas del caballo, las novatadas…..
Thrusday humilla a
todo el mundo: al teniente O’Rourke al no quererlo como futuro yerno, al
capitán Collingwood --- habían sido compañeros de armas en la guerra --- quien
le ofrece la mano y no se la da, solo un seco: Hola, Collingwood. Después de la
reunión hace quedarse al capitán y tienen una conversación donde se nos indica
que ambos hicieron algo no muy claro dentro del ejército:
Thrusday: No es nada personal, Sam (le ha
destituido como ayudante de York).
Collingwood: Entre nosotros nunca han sido necesarias las
explicaciones. Tu por lo que hiciste te ascendieron y yo por lo que hice acabé
en Fort Apache. Pero al final tú
también has acabado aquí.
Thrusday: Se equivocan los que piensan así. Haré algo
para marcharme de aquí.
Collingwood: En Fort Apache no hay posibilidad de recibir
honores y ascensos.
Thrusday: Me arriesgaré, siempre lo he hecho.
Collingwood: En este caso te deseo mucha suerte, te la
deseo de todo corazón.
Thrusday: Muchas gracias.
El teniente- coronel
verá la oportunidad de presentarse como el hombre que detuvo a Cochise (Miguel
Inclán), atropellando el honor del capitán York quien ha dado su palabra a
Cochise para negociar la paz:
Thrusday: ¡Usted, un oficial de la Caballería de los
Estados Unidos ha dado su palabra a un analfabeto, un inculto, un asesino!…..
Sin embargo irá a
parlamentar con Cochise junto al capitán York y al sargento Beaufort quien
hable perfectamente el apache y hace de traductor. El jefe indio señala a Silas
Meachum como responsable de la enfermedad de los ancianos, muerte de los niños
y mujeres. Si se va accede a la paz, si se queda él u otro semejante a él habrá
guerra. Thrusday (había calificado a Meachum de canalla y que si de él
dependiera mandaría ahorcarle pero al ser representante del gobierno le promete
su protección) se indigna y les acusa de amenazar al gobierno, hace traducir
que son Cerdos recalcitrantes y anuncia que a la mañana siguiente atacará si no
se marchan. Cochise se retira evidentemente ofendido. Discute con el capitán
York por señalar su inferioridad numérica y decir la nula posibilidad de
victoria. Le insulta diciendo que en su regimiento no hay lugar para los
cobardes y que se retire a retaguardia a lo que el capitán contesta haciendo
avanzar su caballo unos pasos y arrojarle el guante del desafío. Owen dice que
no le gustan los duelos y más tarde le contestará con las armas o con un
consejo de guerra. Repite que se retire y se lleve al teniente O’Rourke
(reflexionando quizá sobre el bien de su hija que ama al teniente). Acto
seguido empieza la desigual batalla. El regimiento de Thrusday queda reducido a
unos pocos que se refugian en unas ruinas. El teniente- coronel cae herido y
pide un caballo que nadie se lo da (recordando el Ricardo III de Shakespeare).
York se arriesga, galopa cuesta abajo y atiende a su superior y le monta en su
caballo para ponerle a salvo. Pero este le pide el sable y no quiere escucharle
(“Cuando usted mande este regimiento,
cosa que seguramente será muy pronto, entonces opine”). Owen llega a las
ruinas y se reúne con lo que queda de su regimentó, Collingwood le da de beber
en su cantimplora (se nota que, a pesar de todo, sigue teniendo afecto por él),
Thursday le pide disculpas (también a los sargentos) y envueltos en una inmensa
polvareda sin enseñar nada más (sabiduría cinematográfica fordiana) perecen
todos (había llegado la carta de traslado para el capitán Sam Collingwood
cuando partía hacia la batalla/la muerte, pero su esposa no corre detrás de él
para entregársela, él nunca ha sido un cobarde).
Al finalizar el
combate se acerca a la retaguardia Cochise y unos cuantos guerreros. York
ordena no disparar. A la vista del jefe indio arroja su pistola y cinturón con
cartucheras al suelo. Cochise entiende perfectamente que York nada ha tenido
que ver en todo esto. Se aleja con los suyos. Una prueba más de la honradez y
nobleza de muchos indios. Es una escena sobre la cual ningún comentario he
leído.
El epílogo es muy
significativo. Tiempo después en el fuerte. El ahora coronel York, el teniente
Michael O’Rourke casado con Philadelphia Thrusday, su hijo de dos o tres años y
la madre de Michael, viuda del sargento mayor O’Rourke (nunca se imaginaba ser
la consuegra de Owen Thursday aunque él jamás lo vió). Delante de ellos están
representantes de las prensa. York no dice la verdad y proclama que nadie murió
con más dignidad que el teniente- coronel Owen Thrusday, haciéndole pasar por
héroe. De esta forma la leyenda se superpone a la realidad. Un periodista
comenta entusiasmado que los escolares recuerdan y juegan a ser Thrusday, es su
héroe. York añade que todos los del regimiento que perecieron están allí y sale
en campaña. Así finaliza la mejor versión sobre Custer, aunque camuflado. Una
gran película.
Narcís Ribot i Trafí
1)- Javier Coma: “La gran caravana del western“(Alianza
Editorial, 1996)-
2)- Delmer Daves fue
un realizador más que interesante. Es considerado especialista en westerns: “Jubal”, “El árbol del ahorcado” o “El tren
de las 3,10”, por citar tres magníficos ejemplos, me parecen superiores a
Flecha rota.
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