“Miserere mei,
Domine, secundum magnam misericordiam tuam” (Primer
versículo del salmo de David, recitado por los espectros de los monjes en “El
Miserere”)
Aquel movimiento
artístico admirable y sorprendente a la vez llamado Romanticismo nació en
Alemania e Inglaterra a finales del siglo XVIII para extenderse por toda Europa
un poco más tarde, en el siglo XIX, tras la ya pasada Revolución Francesa y el
sistema político intentado imponer por Napoleón Bonaparte y como revulsivo
hacia la naciente Revolución Industrial en sus cambios económicos y sociales en
rechazo a la Ilustración y Racionalismo además del choque con el Neoclasicismo.
Al racionalismo neoclásico (1) oponen los románticos la intuición y los
sentimientos y lirismo totalmente románticos buscando siempre lo sublime para
en ocasiones llegar también a lo extravagante y grotesco aunque no deje de ser
atractivo.
En España el
movimiento llega más tarde, en la segunda mitad del siglo XIX --- en plena
mutación del Romanticismo al Realismo --- cuando ya, prácticamente, estamos en
el Postromanticismo o Romanticismo tardío en el resto de Europa. El
Postromanticismo ahonda más en la profundidad íntima y sentimental del ser más
que las características legendarias e históricas de las obras.
Gustavo Adolfo
Bécquer nació en Sevilla el 17-2-1836 como Gustavo Adolfo Domínguez Bastida,
hijo de de José María Domínguez Insausti, pintor costumbrista bastante
reputado, y de Joaquina Bastida Vargas. Su padre había usado ya como pseudónimo
un antiguo apellido, presente en la familia, de resonancias nórdicas (oriundos
de Flandes): Bécker, Véquer o Bécquer. Más adelante Gustavo Adolfo adoptó y
firmó sus obras con este pseudónimo. Nuestro hombre era el quinto hijo de una
familia de ocho hermanos, siendo el mayor, Valeriano (seguirá los pasos de su
padre en la pintura), con quien tendrá más fuerte relación y afinidad. A los
cinco años, 1841, pierde a su padre y en 1846 ingresa en la asociación benéfica
de San Telmo de Sevilla donde adquirirá su formación básica, dará a conocer su
afición a la literatura, compartida con Narciso Campillo con el cual trabará
una sólida y sincera amistad. Fruto de esta vocación por parte de ambos amigos
nacerá el drama “Los conjurados” que llegó a representarse en el colegio. Doble
desgracia para Gustavo Adolfo en 1847: fallece su madre y el gobierno clausura
la institución San Telmo. El niño fue a vivir con su madrina, María Monnehay,
dueña de un negocio de perfumería. Aquí aparecen sus primeras composiciones
poéticas. Un año después pasa a residir en casa de su tía, María Vargas, junto
con otros hermanos suyos. Tras unos escarceos con la pintura decidirá ir
adelante con su originaria vocación literaria.
Nunca consiguió una
vida estable (disfrutó de buenos momentos, aunque escasos) y su salud siempre fue
precaria. Casó con Casta Esteban, hija de un médico soriano, en 1861. El
matrimonio duró solo dos años. Entre 1861 y 1863 publicó la mayor parte de sus Leyendas
además de varias rimas y durante su estancia de ocho meses en el monasterio
Veruela (1864) para recuperar su deteriorada salud a la vez que redactaba el
ensayo literario “Cartas desde mi celda”, colección de
epístolas al igual que sus “Rimas” (colección de 76 poesías) son
de una sencillez y lirismo muy por encima de las escritas por sus
contemporáneos. La obra configurativa para su futura prosa --- especialmente en
las Leyendas”
--- fue “Historia de los templos de España” (1857). Tuvo también una
faceta de periodista (en alguna ocasión fue director de alguna publicación) y
otra de dibujante. Sus veintidós “Leyendas” se publicaron por primera
vez en periódicos, y su estilo no es inferior a las “Rimas” y son pura prosa
lírica/poética. En septiembre de 1870 falleció su hermano Valeriano. Volvió a
vivir con su esposa pero su salud empeoró irremediablemente y el 22 de
diciembre del mismo año murió en Madrid. Sus amigos, Julio Nombela y Narciso
Campillo lograron publicar la primera edición de la obra becqueriana un año
después, 1871.
“Dicen que
después de acaecido este suceso, un cazador extraviado que pasó la noche de
Difuntos sin poder salir del Monte de las Ánimas, y que al otro día, antes de
morir, pudo contar lo que viera, refirió cosas horribles. Entre otras, se
asegura que vio los esqueletos de los antiguos templarios y de los nobles de
Soria enterrados en el atrio de la capilla levantándose al punto de la oración
con un estrépito horrible y, caballeros sobre osamentas de corceles, perseguir
como a una fiera a una mujer hermosa, pálida y desmelenada que, con los pies
desnudos y sangrientos, y arrojando gritos de horror, daba vueltas a la tumba
de Alonso” (“El Monte de las Ánimas”,
publicada en “El Contemporáneo” el 7 de noviembre de 1861)
LAS LEYENDAS
son, casi todas, historias terroríficas dentro de un escenario realista cuya
cotidianidad se rompe con un acontecimiento sobrenatural, mágico y/o misterioso
cuyos fundamentos son el amor (muchas veces es una pasión fogosa, ardiente y, a
la vez inexorablemente fatídica), el intento de conseguir lo imposible y el
núcleo operativo de lo mágico/espantoso/sobrenatural: el más allá.
La presencia de
lo sobrenatural lo vemos en la literatura “gótica” (de “godo”, en la mayor
parte de las narraciones los castillos y monasterios medievales eran sus
escenarios) la cual apareció fundida con el Romanticismo --- podríamos decir
que prácticamente formaba parte de él --- en contraposición al Racionalismo (lo
“políticamente correcto” de la época) y extendida desde finales del siglo XVIII
a finales del XIX. Sucesos sobrenaturales, leyendas, personajes maléficos, misterios inexplicables desde la razón humana
y en este balanceo real- fantástico se produce, junto a la amenaza adjunta, el
horror. Venerables nombres como Edgar Allan Poe (Boston, 1809- Baltimore, 1849)
o el romántico alemán Ernest Theodor Amadeus Hoffmann (1776-1822) fueron
maestros consumados de la literatura gótica. Muchas de las leyendas de Bécquer
están adheridas, buen número de ellas, al género “gótico”. Las narraciones
“legendarias” habían sido tocadas ya por autores como Zorrilla o el Duque de
Rivas los cuales las pergeñaron en verso. La diferencia con las de Bécquer,
bastante superiores, no radica tan solo en escribirlas en prosa (y por tanto
más directa y libre para narrar, al menos en este caso) sino que los personajes
están mejor dibujados, la mayoría también dentro de la Edad Media pero lo
extraño y sobrenatural adquiere un rol decisivo al fusionarse la realidad con
la fantasía dando como producto una atmósfera de misterio inexplicable y de
terror que califican a Bécquer como gran maestro y autor de estas pequeñas (en
el sentido de ser relatos cortos) gemas de la literatura hispana como en música
son “pequeñas” piedras preciosas las mazurcas, nocturnos, polonesas, barcarolas,
nocturnos o rondós de Fréderic Chopin ya que lo genial no solamente se
encuentra en “lo grande” (en este caso el corpus sinfónico beethoveniano, sin
parangón en la historia musical).
El choque
cotidiano- sobrenatural hace viajar a Bécquer al pasado, allí coloca sus
leyendas, la mayoría en la Edad Media. Lo narrado pertenece al pasado y al no
poder corroborarse continúa el pendular real-fantástico provocando las dudas/el
temor/el terror entre los escuchas/los lectores de la historia. Son excepciones
en lo temporal “El beso” (Guerra de la Independencia, ocupación francesa de
Toledo) y “El Miserere” (en el siglo XIX) y en “El rayo de luna” lo
presentado como sobrenatural tiene una explicación racional al final de la
historia aunque durante todo el relato se mantiene esta oscilación y en alguna
otra el relato es realista con elementos románticos incrustados (“La
venta de los gatos”, “¡Es raro!”, “Tres fechas”). “Lo fantástico”
estará también presente en dos historias constituyentes de las cartas
VII y VIII en “Las cartas desde mi celda”. Los
lugares escogidos están distribuidos sobre gran parte de la geografía española
--- algunos visitados por él, otros no --- con ruinas, castillos, monasterios
descampados y/o lugares apartados dentro o fuera de pueblos o ciudades antiguas.
El ambiente será lúgubre y misterioso, en concordancia con el estado de ánimo y
sentimientos de los personajes. En Soria encontraremos las leyendas de: “Los
ojos verdes” (1861), “El rayo de luna” (1862) y “El
Monte de las Ánimas” (1961), en Toledo hallaremos “La Rosa de Pasión” (1864),
“El
beso” (1863) y “Tres fechas” (1862) mientras “La
promesa” (1863) es una leyenda castellana. En Navarra, “La cueva de la mora La”
(1863) y “El Miserere” (1862); en Aragón, “La corza blanca” (1863) y
“El
gnomo” (1863); en Sevilla, “Maese Pérez el organista” (1861) y “La
venta de los Gatos” (1862): “¡Es raro!” (1861) pertenece a Madrid
mientras “La cruz del diablo” (1860”) y “Creed
en Dios” (1862) son de Cataluña y “La creación” (1861) es un poema
indio (subtitulado así por el autor y cuya base se encuentra en el texto hindú
“Ramaiana”,
escrito en el siglo VI a. C.) que permite una lectura alegórica al igual que “El
caudillo de las manos rojas” (1858), buscando el exotismo
oriental antes de asentarse en la geografía hispana.
El narrador de
las leyendas es un recopilador enterado el cual nos ofrece el relato en
ambientación folklórica (en alguna ocasión, “La cruz del diablo”, p.
e., se coloca el mismo como narrador).
El amor
predomina muchas de las leyendas: jóvenes enamorados, pasiones que les obligan
a ser impulsivos e imprudentes, un amor por encima de su propia vida, fanatismo
a veces, conduciendo todo ello a la fatalidad (“La ajorca de oro”, “El rayo de
luna”, “La corza blanca”) o a la muerte (“Los
ojos verdes”, el Monte de las Ánimas”), en otras no es el amor de una
mujer sino la carrera hacia un ideal artístico (“Maese Pérez el organista”, “El
Miserere”), todo ello muy propio del Romanticismo. Habrá mujeres altivas
y caprichosas las cuales serán sujetos conductores hacia esta fatalidad o
muerte (“La ajorca de oro”, “El Monte de las Ánimas”), otras que son
espíritus maléficos (“Los ojos verdes”) o se transforman
en animales (“La corza blanca”), pero todas son bellísimas… El amor
apasionado e imposible acarreará la desgracia y la muerte tanto al enamorado
Alonso (al penetrar en el “Monte de las Ánimas” la noche de los
difuntos) como a la soberbia Beatriz, el judío Daniel entrega su hija Sara a la
muerte por convertirse al cristianismo (“La rosa de la pasión”), Pedro-
Alonso encuentra la locura al penetrar en la catedral de Toledo e intentar
robar durante la noche una joya en atención a su altanera novia “La
ajorca de oro”) y el joven Fernando de Argensola camina hacia su
destrucción al enamorarse ardorosamente de una mujer la cual en realidad es un
espíritu maléfico (“Los ojos verdes”) y también el enamorado Garcés cazará a la “Corza
Blanca” sin saber, en aquel momento, que está matando a su amada
Constanza, en realidad transformada en el animal como el músico que por amor
vencerá su miedo para anotar las lúgubres notas del “Miserere de la Montaña”
recitado por los monjes espectrales (“El Miserere”) aunque luego sus
cabellos se volverán blancos y fallecerá...
El elemento
fantástico, lo sobrenatural obrará siempre durante la noche para castigar la
profanación de lo que “está prohibido”: Fernando no hace caso de las
advertencias y se acerca a las aguas en donde vio a la hermosa joven, en
realidad una ondina, de la cual se enamoró al instante y será arrastrado por
unos brazos invisibles al fondo del lago (“Los ojos verdes”); Manrique
recorre las ruinas de la iglesia de los Templarios porqué ha contemplado allí a
una misteriosa mujer de la que se enamora al instante, continuará buscándola,
sin hacer caso al guardián del recinto, y finalmente deducirá que el objeto de
su pasión fue provocado por la luz lunar (“El rayo de Luna”) y acabará en la
locura; una anciana cuenta que nadie
como Maese Pérez ha tocado el órgano tan bien (falleció hace años durante la
misa del gallo en Sevilla, parroquia de Santa Inés), y al cabo de un año de su
muerte un rival suyo había intentado tocar el órgano recibiendo la visita del
espectro de Maese Pérez quien regalará una música celestial a los feligreses (“Maese
Pérez
el organista”) y estos elementos/sujetos de lo sobrenatural y pavoroso
--- frecuentemente anunciados con sonidos acústicos totalmente naturales ---
serán algunas de sustrato cristiano (los monjes de “El Miserere”, los
resucitados de “El monte de las ánimas”, la acción de robar
en una lugar sagrado (“La ajorca de oro”) o de profanarlo
cuando el oficial borracho intenta besar a una estatua (“El beso”) y otras de
tradiciones y supersticiones antiguas (“Los ojos verdes”, “La
corza blanca”). En otras leyendas el protagonista es un malvado, quizás
con remisión (Teobaldo de Montagut en “Creed en Dios”) o el perverso señor
del Segre, reemplazado en su armadura, cuando este desaparezca físicamente, por
el mismo demonio (“La cruz del diablo”).
Los “agentes”
activadores de lo pavoroso, de lo “fantastique” son conocidos popularmente y
forman parte de aquellos citados en los
sesudos análisis del los Harry Belevan o Tzvetan Todorov:
--- Los monjes
asesinados en pecado están purgando sus pecados para entrar, en un futuro, en
el cielo, aparecen sus esqueletos con hábito subiendo las escaleras y entonando
su melopea en el “El Miserere”. No se dice a que orden o congregación pertenecían
como si se anuncia en “El Monte de las Ánimas”: los
templarios, citados en alguna otra narración becqueriana, son los que resucitan
junto con sus rivales, los caballeros de Soria y muertos todos en una feroz
batalla para ocupar unas tierras de coto de caza. Al menos en la representación
física se inspirará el realizador gallego Amando de Ossorio para su “saga de los Templarios” (2) ---
--- El espectro
que viene a realizar un trabajo (o acabar una acto ya empezado) como ofrecer un
concierto maravilloso, sin paragón (“Maese Pérez el organista”) ---
--- La estatua,
armadura o maniquí que cobra vida (“La ajorca de oro”, “La
cruz del diablo”, “El beso”) ---
--- El demonio
actuante como un personaje más del mal (“La cruz del diablo”, en forma
invisible) ---
--- El espíritu
maligno que atrae los seres humanos a una trampa que será su perdición (“Los
ojos verdes”) bajo el envoltorio de una hermosa mujer ---
--- Una variante
licantrópica: una bella muchacha se transforma en corza blanca, inspirada en el
tema de la “biche blanche” presente en el folklore europeo ---
--- La
suspensión o repetición del tiempo y el viaje a otras dimensiones fuera del
mundo cotidiano (“Creed en Dios”) ---
---Magia: la
tradición del castillo de Trasmoz, construido por arte de magia en una noche
(carta VII de “Cartas desde mi celda”) y pactos con el diablo y brujería
(carta VIII) ---
--- Seres no
humanos sugeridos por la creencia y folklore (“El gnomo”) ---
--- Miembros
humanos amputados que cobran vida, en Bécquer una mano de una persona muerta
que surge de la tierra (“La promesa) ---
“Las leyendas” de Gustavo Adolfo
Bécquer son maravillosas. Es una cima de la literatura fantástica de todos los
tiempos y también de la literatura universal por su calidad literaria y por su
fuerza expositiva tan perfecta como sencilla.
Narcís Ribot i Trafí
1)- Me atraen
mucho las pinturas del neoclásico Jacques- Louis David, colorido y estilo son irreprochables
pero en romántico Caspar- David Friedrich, sencillamente, me entusiasma.
2)- Amando de
Ossorio Rodríguez (1918- 2001), periodista y realizador ya dirigió algunas
películas en los años 50. Entró en el cine fantástico con la fallida “Malenka,
la sobrina del vampiro”, un film de falsos vampiros con muchas
imposiciones por parte de los productores. A pesar de verse sujeto a las
condiciones del cine español de la época logró dirigir en 1971 un guión escrito
por él (todos los suyos lo son, al menos los de cine fantástico): “La
noche del terror ciego” (estrenada en 1972) la cual fue un éxito
internacional. Aquellas escenas de los templarios levantándose de la tumba a
ralentí y montando en sus fantasmales cabalgaduras calaron entre los
aficionados por lo cual la serie se prolongó en tres películas más: “El
ataque de los muertos sin ojos” (1973), “El buque maldito” y “La
noche de las gaviotas” (1975).
Aquest escriptor va ser el 1er que vaig llegir amb 13 anys per.pròpia voluntat i no per ordre de l'escola. Des de llavors i encara ara , em submergeixo a la lectura com Alícia al Païs de les Meravelles. Amb aquest poeta i narrador vaig descobrir un món alternatiu que m'ajuda a viatjar sense moure'm del lloc. Gràcies Mn. Narcís per col.laborar a gaudir de la lectura.
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